Víboras, caimanes y balas: la respuesta reptiliana de Trump a la migración

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Donald Trump lanzó su campaña presidencial vomitando un desprecio racista contra los inmigrantes, y contra los mexicanos en particular. Calificó a los mexicanos de “violadores” y dijo: “Esos no son personas. Son animales”. Se ha reído cuando alguien de la turba en uno de sus mítines fascistas gritó que “hay que fusilar” a los inmigrantes. Hace poco, salieron informes de que en las conversaciones con su círculo interno fascista, Trump ha promovido la construcción de trincheras llenas de víboras y caimanes en la frontera; la construcción de un muro fronterizo electrificado con picos en la cima; y balacear a los migrantes en las piernas para que “dejen de entrar tantos”.

Los discursos racistas y llenos de odio de Trump crean y amplifican una atmósfera en que los ataques violentos contra los inmigrantes [en inglés] —los niños que se ahogan en el río Bravo al esforzarse con desesperación por llegar al otro lado, una frontera llena de armamento y campos de concentración, unos migrantes baleados impunemente por la policía— podrían convertirse rápidamente en crímenes contra la humanidad a una escala verdaderamente masiva. Sirven para crear una categoría de personas —de millones de personas— contra las que se considera que cualquier atrocidad es “aceptable” y jurídicamente justificada. Cualquiera que tenga un sentido básico de la decencia humana debe dedicarse, con todo su cuerpo y alma, a expulsar del poder a este régimen fascista. ¡Fuera Ya! #OutNow!


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