Carta de un lector:

El régimen de Trump aumenta la represión fascista en respuesta al Hermoso Levantamiento

| revcom.us

 

Nota de la redacción: Hemos recibido esta carta de un lector, que destaca y documenta algunas maniobras represivas clave de parte del régimen fascista de Trump y Pence, las que es importante que todos nuestros lectores conozcan. Ante estas maniobras y toda represión intensificada, es realmente importante no solo combatirlas política y legalmente, sino también que las luchas hermosas y justas de la gente se vuelvan más fuertes y crezcan a lo largo de este proceso, lo que aumentará la ilegitimidad del régimen y sus actos. Estén atentos para el Episodio 17 de el show semanal ¡Revolución, y nada menos! en el canal de YouTube @therevcoms donde cubrirán algunas de las lecciones clave, con implicaciones más amplias y relevantes de la victoria en el caso de los 9 de la Autopista.

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Desde el despiadado asesinato de George Floyd hace siete semanas, ola tras ola de protestas han recorrido Estados Unidos con la demanda de un fin a la brutalidad policial y la opresión racista sistémica que acecha cada momento y cada aspecto de la vida de las personas de color. Y millones de personas, entre ellas muchos blancos, se han rebelado contra —o al menos han comenzado a cuestionar seriamente— el mito de “Estados Unidos, la Tierra de los Libres” y a examinar los cimientos reales de Estados Unidos, que son la esclavitud, el genocidio y la conquista.

Como parte de esto, las manifestaciones de masas han puesto en la mira y en ocasiones han derribado o profanado monumentos en honor a figuras históricas que se han sostenido como “héroes” en Estados Unidos. Comenzaron con estatuas de soldados, generales y líderes de la Confederación esclavista que libraron una sangrienta Guerra Civil para defender la esclavitud. Casi 1.800 de estos monumentos fueron erigidos décadas después, para celebrar la supremacía blanca y aterrorizar a los negros.

Más tarde, otros personajes, vistos como símbolos de opresión, cayeron en la mira, entre ellos Colón, “los padres fundadores” y el héroe de Trump, el presidente Andrew Jackson, un monstruo genocida y acaudalado propietario de esclavos conocido como “El asesino de indígenas” en su época . [Lea, en Bob Avakian, Sobre estatuas, monumentos y celebrar —o eliminar— la opresión, un examen más completo y profundo de todo esto. — La redacción]

Aunque no todas las acciones tomadas como parte de toda esta agitación hayan sido correctas, en su conjunto, esto realmente ha sido “un hermoso levantamiento”. Y la denuncia a los “santos” de la supremacía blanca es un desafío liberador a la opresión y explotación que ha venido sofocando y matando a las personas durante tantas generaciones.

Y por esa misma razón, este levantamiento es intolerable para el régimen de Trump y Pence, que ahora lo está poniendo en la mira para aplicarle una fuerte represión. Estoy escribiendo esta carta para informar a los lectores de revcom de algo de esto.

La orden ejecutiva fascista de Trump

El 26 de junio, Trump firmó una “Orden ejecutiva sobre la protección de monumentos, memoriales y estatuas estadounidenses y el combate a la violencia criminal reciente”.

Para ser franco, esta Orden es un llamamiento fascista a las armas, una diatriba febril contra el levantamiento, que culmina en un plan concreto para reprimirlo.

La Orden intenta justificar la represión fascista presentando una imagen locamente distorsionada en la que “ciudadanos inocentes” estén bajo ataque de parte de “incendiarios y extremistas de izquierda” quienes “han encabezado motines en las calles, han quemado vehículos policiales, han matado y agredido a funcionarios del gobierno así como a los dueños de negocios que defienden sus propiedades...”.

Pero el lenguaje de la Orden deja muy en claro que ninguna preocupación por “gente inocente” o daños leves en propiedad ajena impulsa la furia de Trump. Más bien su furia se deriva de la realidad que las protestas han ido más allá de desafiar una sola injusticia flagrante, y están comenzando a ir contra la opresión que impregna la historia y la sociedad de Estados Unidos en la actualidad. La Orden de Trump se queja de que el levantamiento “califica a Estados Unidos de América de fundamentalmente injusto”, y “avergonzadamente ataca a la legitimidad de nuestras instituciones” y cuestiona “la verdad fundamental de que Estados Unidos es bueno, su pueblo es virtuoso y que la justicia prevalece en este país en una medida mucho mayor que en cualquier otro lugar del mundo”.

En un pasaje siniestro, Trump pone en la mira al “marxismo” en particular, diciendo:

Muchos de los alborotadores, incendiarios y extremistas de izquierda que han llevado a cabo y apoyado estos actos se han identificado explícitamente con ideologías, tal como el marxismo, que llaman a la destrucción del sistema de gobierno de Estados Unidos.

Todo esto es lo que convierte a los manifestantes, a los ojos de Trump, en “extremistas violentos” bajo el control de “una ideología marginal”.

Una lealtad ciega incondicional a la “patria” y un fervor casi religioso acerca de la “virtud” de su gente son las características particulares del fascismo (aunque los demócratas, también, hacen uso del coro “USA, USA”, agitan la bandera estadounidense y hablan de Estados Unidos como la “nación excepcional” en el mundo). Todo el levantamiento contra el asesinato policial y el racismo va en contra de eso, y Trump ve en la lucha en torno a los monumentos el primer frente de la batalla de esto... y está decidido a aplastarlo.

Su Orden dice:

Los objetivos clave en la campaña de los extremistas violentos contra nuestro país son los monumentos, memoriales y estatuas públicos. Su selección de objetivos revela... un deseo de destruir indiscriminadamente cualquier cosa que honre nuestro pasado y de borrar de la mente del público cualquier sugerencia de que valga la pena honrar, apreciar, recordar o comprender nuestro pasado.

Y:

Mi Administración no permitirá que turbas violentas incitadas por un sector marginal radical lleguen a ser los árbitros de los aspectos de nuestra historia que se pueden celebrar en espacios públicos.

Esto es lo que guía la Orden, un plan de una importante represión que el régimen Trump y Pence ya ha comenzado a implementar.

Penalizaciones extremas por “participar”

Para empezar, la Orden estipula que el gobierno de Estados Unidos presente cargos federales, y que solicite la pena máxima bajo esos cargos, para “cualquier persona o cualquier entidad” [es decir, grupo u organización] “que destruya, dañe, destroce o profane un monumento, memorial o estatua dentro de Estados Unidos o de otro modo destroce propiedades del gobierno”. La pena máxima para este cargo, que podría aplicarse al grafiti en un monumento, es de 10 años en la cárcel y una multa de $250.000 por cada cargo.

Pero no se detiene con eso — hace la misma amenaza contra “cualquier persona o entidad” que “participe en los esfuerzos por incitar la violencia o cualquier otra actividad ilícita en conexión con los motines y actos de vandalismo”. Del mismo modo, cualquier persona que “ayude al agitador” o “ayude e instigue” a otros que estén acusados de delitos federales está sujeto a la misma pena.

Términos como “ayudar”, “instigar” y “colaborar” son muy amplios y pueden incluir cosas como darle a alguien un aventón o una botella de agua. Esto se reduce a que a cualquier persona arrestada en una protesta en la que supuestamente ocurrió vandalismo se le podría acusar de “participar”... y pasar 10 años en la cárcel. En otras palabras, esta Orden penaliza toda la tormenta de protestas que se ha venido desarrollando durante dos meses.

Y estas no son amenazas ociosas. El mismo día, el procurador general William Barr anunció la formación de una Fuerza de Tarea:

... no sólo para facilitar el enjuiciamiento de los extremistas que participan en la violencia, sino para conocer a estos grupos lo suficientemente bien como para que podamos detener dicha violencia antes de que ocurra y en última instancia eliminarla como una amenaza a la seguridad pública y al estado de derecho.

Un plan para “eliminar” potenciales “amenazas” “antes de que ocurran” es un castigo por un “pre-crimen” — arrestar a personas a causa de lo que se sospecha que van a hacer. Y eso está a tan sólo un corto paso del “delito de pensamiento”, según el cual, en sí, es un delito sostener ciertas ideas que podrían conducir a la gente a cometer actos delictivos.

Según la CNN, “Han acusado a más de 150 personas de delitos federales relacionados a los motines en las últimas semanas...”. Y en una entrevista del 25 de junio por la NPR, Barr dijo que el Departamento de Justicia tiene “aproximadamente 300 investigaciones en curso” en todo Estados Unidos y “Estamos obteniendo información e inteligencia sobre las operaciones de estas personas”.

El propio Trump tuiteó volantes al estilo de carteles “Se Busca” posteados por la Policía de Parques de Estados Unidos para 15 personas no identificadas en presuntas fotografías en que supuestamente profanan la estatua de Andrew Jackson en el parque Lafayette el 22 de junio en Washington, D.C. Durante los siguientes pocos días detuvieron a cinco personas, entre ellas la llamada “cabecilla” a la que aplicaron dos cargos federales, con una potencial pena de cárcel de 20 años.

Exigir —¡y obtener!—más represión de parte de los funcionarios locales demócratas

La Orden de Trump desvaría contra “Los gobiernos estatales y locales” que se han “rendido a la ley de la calle” y que han “perdido la voluntad o el deseo de hacer frente a los grupos marginales radicales”. De hecho, los gobiernos locales en todo Estados Unidos han venido aplicando una represión extrema — en que policías y miembros de la Guardia Nacional golpean a manifestantes y en un caso, balean a la gente, gasean a la gente, imponen toques de queda y detienen a miles de personas. Pero en su mayoría ha combinado esta represión con esfuerzos por dar la apariencia de ser comprensivos, negociar con los manifestantes y hacer algunas concesiones menores. Trump se enfureció particularmente por la decisión de la alcaldesa y la jefa de policía de Seattle de permitir que los manifestantes ocuparan el distrito de Capitol Hill durante tres semanas. Trump exige una represión más implacable y severa.

La Orden amenaza a los gobiernos locales y a los departamentos de policía con recortes de los fondos federales si “no han logrado proteger los monumentos, memoriales y estatuas públicos” a la manera y con el espíritu que exige Trump. Y dirige a las dependencias federales (como el FBI) a que “trabajen con los organismos del orden público locales y estatales... en conexión con sus investigaciones o procesos” contra los manifestantes, y que presenten cargos federales siempre que sea posible. En otras palabras, quiere que las dependencias bajo su mando se muevan en la mezcla con los funcionarios locales, asegurándose de que tomen medidas enérgicas con cargos fuertes.

Trump emitió su Orden un viernes, y pronto salió lo que significarán estos cambios. El lunes posterior, un grupo de trabajo de Los Ángeles de los organismos locales del orden público y el FBI anunciaron que estaba investigando a los “individuos que cometen actividades delictivas” durante las protestas, y que “responsabilizarían a las personas por... violaciones federales”. El miércoles, la policía de Seattle atacó y sacó a los manifestantes de Capitol Hill, con la detención de 31 de ellos por cargos estatales. El mismo día, la policía atacó una zona ocupada en la ciudad de Nueva York.

Ejecutores armados “desplegados con anticipación”

Quizás la parte más escalofriante de la Orden es que autoriza el uso de fuerzas federales en zonas locales, sin que lo soliciten los funcionarios locales. Dice que “A solicitud” de uno de varios departamentos federales, “el secretario de Defensa, el procurador general y el secretario de Seguridad Nacional proporcionarán... personal para ayudar con la protección de monumentos, memoriales, estatuas federales o propiedad del gobierno federal”. Estos tres departamentos están al mando de mucha fuerza armada: las fuerzas armadas de Estados Unidos, la Patrulla Fronteriza, el ICE, el FBI, el Servicio Secreto y otros, ninguno de los cuales se usa normalmente contra las protestas locales en las calles, y es cuestionable la legalidad de hacerlo sin una solicitud de las autoridades locales.

Unos días después, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) entró en acción, anunciando la formación de un grupo de trabajo para “proteger monumentos”, ya estén en tierras federales o no. El jefe del DHS dijo:

A medida que nos acercamos al día feriado del 4 de julio, he dirigido el despliegue y el preposicionamiento de los Equipos de Despliegue Rápido en todo el país para responder a potenciales amenazas a instalaciones y propiedades.

Dos días después, se informó que habían enviado estos equipos a varias ciudades, entre ellas Portland y Seattle, ¡mientras que se estaban preposicionando otros para poder estar ¡en cualquier lugar de Estados Unidos en cosa de seis horas! Según la CNN, los agentes de la Patrulla Fronteriza y el ICE están jugando un papel importante en estos equipos. La Patrulla Fronteriza en particular tiene triste fama tanto por su brutalidad golpeadora como por ser entusiastas partidarios de Trump.

El contexto más amplio

Todo esto constituye una reorganización de las fuerzas represivas bajo el mando directo del régimen, al explícitamente poner en la mira a un movimiento de masas por la justicia que también desafía al patriotismo pro estadounidense ciego y el excepcionalismo estadounidense. Y está sucediendo en un contexto más amplio en el que el régimen de Trump y Pence está haciendo maniobras escandalosas y audaces casi a diario para consolidar el fascismo. Entre éstas figuran: Trump está azuzando a sus partidarios incondicionales sobre la base de la supremacía blanca casi totalmente abierta, y retuitea imágenes de personas que corean sobre el poder blanco o usan armas de fuego para amenazar a los manifestantes. Está emitiendo amenazas contra las universidades por permitir el “Adoctrinamiento de la izquierda radical” en los campus. El procurador general Barr está despidiendo a personas en puestos clave en el Departamento de Justicia y están reemplazándolas por leales a Trump. Y muchas otras cosas.

Esta es una situación muy seria. Muchas personas progresistas y liberales se están dejando dirigir de modo que se centren tanto en los decrecientes porcentajes de las encuestas en torno a Trump que no se fijan en que en lo fundamental, el régimen no se propone ser popular, sino que se centra en el uso del inmenso poder y el apoyo importante que ya comanda con el fin de caer a martillazos sobre sus oponentes, un enfoque que fácilmente podría “trumpear” su falta de apoyo mayoritario, a menos que se movilice a millones de personas en las calles para oponerse a esto y de hecho sacar del poder al régimen.

El Show RNL — ¡Revolución, y Nada Menos!
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