Sobre la ciencia del nuevo comunismo que se necesita, y no los alardes del estrecho nacionalismo dogmático

Una respuesta a un ataque tipo “falsa izquierda” contra la declaración del 1º de agosto de Bob Avakian, SOBRE LA SITUACIÓN CRÍTICA INMEDIATA, LA URGENTE NECESIDAD DE EXPULSAR AL RÉGIMEN FASCISTA DE TRUMP Y PENCE, VOTANDO EN ESTAS ELECCIONES, Y LA NECESIDAD FUNDAMENTAL DE LA REVOLUCIÓN

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La respuesta de Noche Díaz a un posteo en Facebook por parte de un partidario del nacionalismo negro estrecho dogmático, que afirma ser un “marxista-leninista-maoísta revolucionario”, es muy importante. Al responder a este ataque dogmático contra la declaración de Bob Avakian del 1º de agosto, Noche echa por tierra muy bien los puntos principales. Y cabe examinar más a fondo la afirmación de este dogmatista de que los dos partidos políticos burgueses son fascistas — que están los fascistas abiertos del Partido Republicano y los fascistas “liberales” del Partido Demócrata (lo que sea que eso signifique). Si esto fuera cierto, significaría que llevamos décadas viviendo bajo el fascismo, y en esencia el régimen de Trump y Pence no representa algo distinto.

Las personas que hacen afirmaciones ridículas como esta están haciendo maromas en su propia cabeza y no se enfrentan a la verdadera realidad. Este tipo de pensamiento es típico de los dogmatistas: en lugar de un análisis y síntesis científico de la realidad, y de su movimiento y desarrollo —y donde los intereses de las masas de la humanidad descansan sobre esa base—, tenemos el intento de imponer a la realidad “artículos religiosos de fe” (como: nunca, bajo ninguna circunstancia, votar por un político burgués). Especialmente en las circunstancias extremas de hoy, con las cosas monumentales que están en juego, este tipo de pensamiento no es simplemente tonto sino muy nocivo.

Si el fascismo realmente hubiera gobernado sobre nosotros durante la administración de Obama y Biden, por ejemplo —como la extensión de un fascismo que había estado en el poder durante décadas, bajo las administraciones tanto republicanas como demócratas—, pues no podría haber surgido nada parecido a la avalancha masiva de protestas en contra del asesinato policial de Mike Brown en Ferguson. Tales protestas simplemente habrían sido proscritas. Cualquier intento de realizar tales protestas habría sido inmediata y completamente aplastado, y cualquiera que participara habría sido enviado a prisión, o a campos de concentración, y quizás rápidamente ejecutado. Esta es precisamente la clase de cosas que Trump querría hacer, lo que está haciendo maniobras reales para hacer en este momento y lo que muy probablemente haría, en una escala verdaderamente monstruosa, si su régimen —el que es nada menos que fascista— fuera capaz de dar más saltos en la consolidación completa de su gobierno fascista.

Es cierto que en el “levantamiento de Ferguson”, y hoy en el hermoso levantamiento en contra de la supremacía blanca, y la brutalidad y asesinato policial, la policía (y los efectivos de la Guardia Nacional) han llevado a cabo una feroz represión, a órdenes de los políticos del Partido Demócrata. Esto es un reflejo del hecho de que vivimos bajo una dictadura todo el tiempo — la dictadura de la burguesía (la clase capitalista). Pero, antes del régimen de Trump y Pence, ésta ha sido una dictadura que se ha ejercido en la forma de la democracia burguesa (una democracia que se basa en el sistema capitalista y el gobierno de la clase capitalista sobre las masas de personas, se conforma a dicho sistema y gobierno, y permanece dentro de los confines de dicho sistema y gobierno). Esa contradicción —entre la apariencia democrática externa y la esencia interna de la dictadura— tiene implicaciones concretas. Implica que, mientras la forma de la dictadura burguesa sea “democrática”, para mantener ese caparazón democrático los representantes políticos y jurídicos de la clase dominante tienen que permitir que se ejerzan ciertos “derechos y libertades civiles”, hasta cierto punto, y al menos dar la apariencia de respetar un “estado de derecho” que no sea simple y flagrantemente el ejercicio de la fuerza bruta sobre la sociedad en su conjunto, y contra cualquier intento de oponerse a lo que el gobierno está haciendo.

La razón por la que algunas personas piensan que cualquier tipo de represión severa equivale al fascismo es básicamente porque se dejan engañar por la apariencia externa de la democracia —y en su mente la “democracia” significa que supuestamente no debe existir ninguna represión, o al menos no una represión severa— así que cuando exista tal represión, incluso en “tiempos normales”, creen que se trata de algo distinto a la democracia, cuando en realidad el ejercicio de la dictadura burguesa incluye mucha represión brutal cuando esa dictadura se ejerce en la forma “democrática”. Pero eso sigue siendo cualitativamente distinto a una dictadura burguesa fascista de verdad, que en esencia deja de lado toda apariencia o de “democracia” y gobierna abiertamente por medio de la violencia y el terror.

En ciertas ocasiones, como hoy, la contradicción entre la apariencia de la democracia y la esencia de la dictadura puede llegar a ser muy aguda para la clase dominante burguesa. Los fascistas —los fascistas reales concentrados en el régimen de Trump y Pence que están ahora en el poder, y no los “fascistas liberales” imaginarios en la cabeza de este partidario del nacionalismo negro estrecho dogmático—, han estado actuando de manera vengativa, y de manera acelerada, para resolver esta contradicción con maniobras hacia una dictadura manifiesta, apoyándose abiertamente en el terror y la violencia en contra de aquellos que se oponen a este régimen y todos los que este régimen considera como una amenaza, sin fingir permitir el disentimiento y la protesta.

No simplemente no está en sintonía con la realidad cuando se actúe como si no importara para las masas de personas —y para cualquier movimiento contra la opresión y la injusticia, sin hablar de cualquier movimiento para una revolución real—, el que estos fascistas muy reales lograran consolidar totalmente su gobierno fascista. No está en sintonía con los intereses vitales, de hecho de vida o muerte, de las masas de personas —y actúa en contra de esos intereses— no sólo en Estados Unidos sino en todo el mundo.

No me refiero a esta persona como un “partidario del nacionalismo negro estrecho dogmático” simplemente a causa de su referencia positiva al Partido Pantera Negra de África Nueva. Esta línea de argumentación —la que en realidad no tiene nada de nuevo, o cualitativamente diferente, en el fascismo del régimen de Trump y Pence—, es algo que es representativo de cierto punto de vista, particularmente entre algunos negros burgueses y pequeñoburgueses que se refieren a la horrorosa opresión que ya se está infligiendo al pueblo negro en Estados Unidos a fin de negar (o minimizar) el peligro muy real —el horror mucho peor para el pueblo negro, para todos los oprimidos y, en última instancia, para toda la humanidad— que representa el régimen de Trump y Pence y lo que está maniobrando para hacer, y lo que estará en una posición mucho más fortalecida para hacer, si permanece en el poder, y especialmente si se le da un “mandato” de reelección.

Esto me trae a la mente un número de Richard Pryor. Se refiere a algunos negros que dicen: “No me asustan los NAZIs, les diré a esos NAZIs...”. No les dirás ni una mierda a esos NAZIs, Pryor responde — salvo quizás: “Ah, qué bonitas botas tienes ahí”. En otras palabras, toda esta minimización del peligro que representan los fascistas reales (no imaginarios), que ya están en el poder, conducirá a una capitulación rastrera ante ellos cuando se enfrenten a la realidad y a toda la fuerza de un gobierno fascista aún más consolidado.

Como Bob Avakian enfatiza en su Declaración del 1º de agosto, utilizar todos los medios apropiados para sacar del poder a este régimen fascista de Trump y Pence —lo que incluye pero enfáticamente NO CONFÍA EN votar por Biden, si surgiera semejante situación, sino confiar primariamente en la continua movilización de las masas de personas en torno a la demanda ¡Trump-Pence FUERA YA!— es de importancia crucial y urgente para impedir la consolidación total del gobierno fascista, con los horrores aún mayores que esto implicará, y para hacer los preparativos hacia la revolución que se necesita como la solución fundamental a todos los atropellos en curso causados por este sistema del capitalismo-imperialismo que, como Bob Avakian también ha enfatizado repetidamente, ha engendrado este fascismo.

 

 

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