Incendios forestales en la costa oeste
Enormes hogueras en escalada con el combustible del cambio climático

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De un lector:

14 de septiembre de 2020. Mientras escribo esta misiva, más de 100 incendios, de un tamaño o ferocidad sin precedentes, arden a lo largo de 12 estados del Oeste de Estados Unidos. En Oregón, un muro de llamas de 58 kilómetros de ancho cerca a los pueblos alrededor de Portland. Decenas de miles de personas han tenido que evacuar a la fuerza.

El miércoles 9 de septiembre, en grandes partes de la región no había luz de día y el cielo brillaba de color anaranjado debido al humo. El Servicio Meteorológico Nacional advirtió que las condiciones causadas por el humo estaban “más allá del alcance de los modelos que tenemos”. El humo tóxico se ha esparcido cientos de kilómetros más allá de los incendios directos. Al menos 17 personas han fallecido y hay muchos más de los cuales se desconoce su paradero. Pueblos enteros se han reducido a cenizas. Todo esto está sucediendo cuando mero mero se inicia la temporada de incendios que por lo general dura hasta octubre o noviembre.

El cambio climático acelera la furia sin precedentes de los incendios

Los incendios incontrolables son parte de la naturaleza. Pero el tamaño y la intensidad de los incendios en 2020 y en años recientes, y la velocidad con la que se propagaron y las zonas que se quemaban se están impulsando principalmente por el cambio climático.

El sistema capitalista-imperialista, impulsado por la despiadada competencia entre capitalistas que se compiten entre sí en su afán de conseguir ganancias y dominación, desde hace mucho viene echando —y sigue echando— gases de efecto invernadero al aire. Estos gases, creados en gran parte por la quema de petróleo y otros combustibles fósiles, atrapan el calor en la atmósfera y ya han cambiado el clima de la Tierra— y esto amenaza a los seres humanos y a redes enteras de vida en este planeta.

Entre otros efectos globales, el cambio climático ha creado una situación en la costa oeste de Estados Unidos en que ahora la temporada de incendios dura meses más, si no todo el año, y donde las olas de calor intenso son cinco veces más probables que hace unas pocas décadas, y donde los veranos más largos y más calurosos secan los bosques, dejando leña que luego estalla y crea hogueras incontrolables.

Los otros factores que han contribuido al aumento de incendios —como la muerte de millones de árboles, la construcción de viviendas al borde de las zonas silvestres, así como los métodos no científicos de manejar los bosques— son en sí el resultado de la forma en que esta sociedad capitalista-imperialista está lidiando con el cambio climático y otros aspectos de la manera en que interactúa de un modo que no es sustentable para el medio ambiente.

Los bomberos forestales dicen que están presenciando una clase de incendios completamente diferentes, por lo que combatirlos presenta grandes retos. Doug Grafe, el jefe de protección contra incendios del Departamento de Bosques de Oregón les dijo a los medios de comunicación que jamás había visto incendios arrasar con tanta velocidad, “avanzando decenas de kilómetros en el lapso de una tarde sin disminuir velocidad entrando a la noche…”.

Cinco de los más grandes incendios registrados jamás en la historia de California ocurrieron en los últimos tres años, y tres de ellos en los últimos dos meses. La zona total que se ha quemado en el estado este año ya es nueve veces más grande que lo que se quemó en todo el año de 2019. Hay incendios en partes del norte y oeste de Oregón que por lo general son zonas mucho más húmedas y resistentes a los incendios.

Pueblos enteros reducidos a cenizas

Por lo menos siete pueblitos en California, Oregón y Washington han sido completamente borrados, con la resultante destrucción de miles de hogares. Y zonas más pobladas están bajo amenaza, como Medford, Ashland, y los suburbios de Portland en Oregón y Oroville en California.

En Malden, un pueblo en el estado de Washington, los incendios se acercaron con tanta velocidad que los alguaciles tuvieron que ir corriendo por las calles gritando que la gente abandone sus hogares. La mayoría de los hogares en Malden se quemaron, así como el palacio municipal, la administración de correos y la biblioteca.

En el pueblo de Phoenix, Oregón, se calcula que unas 600 casas fueron destruidas, muchos de los vecinos pasaron la noche en sus vehículos en un estacionamiento de Home Depot. Por la mañana volvieron a pepenar lo que pudieran. Un morador que desobedeció las órdenes de evacuación describió para un reportero que vio llamas de 10 metros de altura saliendo de entre los árboles y que las llantas de su carro se derritieron.

Aire y agua envenenados

En muchas partes de la costa oeste, el nivel de ceniza y otras partículas en el aire ha sido clasificado como “muy peligroso” o “riesgoso”. Es probable que la calidad de aire aumente la vulnerabilidad de contraer Covid-19 y aumentar su propagación.

En el Valle del río Salinas de California, mientras varios incendios arden cerca, los trabajadores agrícolas pasan todo el día pizcando en los files al aire nocivo. “Nos duelen los senos nasales”, le dijo un trabajador a la emisora NPR. “El humo está tan espeso”.

Los incendios causan que los químicos peligrosos como el benceno se filtren al agua, especialmente cuando ardan las casas e infraestructura que contienen plásticos y productos fabricados por seres humanos. Estos químicos pueden contaminar las fuentes de agua por muchos años.

Cascada de desastres

Las personas que viven en California y los estados del Oeste se sienten abrumados por un desastre tras otro: incendios sin precedentes, aire irrespirable, olas de calor récord, la pandemia, millones de desempleados al mismo tiempo que se recortan beneficios y prestaciones, la policía mata a nuestros hermanos y hermanas negros y latinos una y otra vez en la tele y las redes sociales, y escenas de golpeadores fascistas que atacan a manifestantes contra el racismo y que cuentan con el apoyo de Trump. Y como trasfondo de todo esto: la amenaza de que Trump gane o se robe las elecciones y consolide más un régimen fascista en Estados Unidos, con todo lo que eso implica para la gente en Estados Unidos y por todo el mundo.

Desde hace mucho tiempo los climatólogos vienen prediciendo que la intensificación del calentamiento planetario resultaría en una cascada de cambios, cada una que se encima a la anterior como un muro de dominós, y así multiplican el efecto. Eso es lo que estamos presenciando hoy mismo. Es el producto de un sistema que por muchísimos años ha saqueado al medio ambiente de este planeta — y todo eso se ha acelerado bajo el régimen fascista de Trump y Pence.

No hay manera de volver a lo normal

No hay manera de “volver a lo normal”. Ciertos aspectos del cambio climático están rebasando velozmente lo que han estado advirtiendo incluso muchos científicos que llevan tiempo haciendo sonar la alarma. Un climatólogo le dijo al New York Times: “La gente siempre pregunta: ‘¿Se trata de la nueva normalidad?’. Y yo siempre contesto que no, que se va a poner peor”.

Solo hay una manera fundamental de ponerle fin a todo esto — el derrocamiento del sistema del capitalismo por medio de una revolución real cuando se hayan madurado las condiciones, y su reemplazo por un sistema socialista que vaya avanzando hacia un mundo sin todas las relaciones de explotación y opresión — el comunismo. Y para hacerlo, existe un plan concreto y visionario concentrado en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de la autoría de Bob Avakian.

Antes de Trump, los líderes del sistema capitalista-imperialista en Estados Unidos tomaron pequeñas e ineficaces acciones supuestamente para desacelerar el cambio climático. Mientras tanto, seguían, año tras año, impulsados por la lógica del sistema, bombeando año tras año más emisiones de combustibles fósiles a la atmósfera y saqueando al medio ambiente en general.

Trump y su régimen han llevado la destrucción del planeta a alturas nuevas y más horrorosas. Él de plano niega la existencia del cambio climático, rechazando un montón de evidencia científica. Está subastando terrenos públicos a un febril ritmo para que las petroleras puedan bombear de la tierra más combustibles fósiles. Su gabinete está repleto de fascistas cristianos que piensan que el deber de la humanidad es “domar la naturaleza”. Bajo la consigna de “hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza”, se ha retirado del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, en gran parte simbólico, y está movilizando a otros jefes de estado, como Bolsonaro en Brasil, para que aumenten el consumo de combustibles fósiles. En agosto del presente, amenazó con frenar la ayuda para combatir los incendios forestales, diciendo que California es responsable de los incendios porque no barrieron el suelo de los bosques — una mentira idiota combinada con una amenaza fascista contra un estado demócrata.

No podemos aceptar que Trump haga esto ni un solo día más — y que lo lleve a alturas aún más altas si logra ganar o robarse las elecciones. Todos los que se dan cuenta de esta desastrosa trayectoria y lo que implica para el planeta tienen que luchar por obligar a Trump a que se marche como si la suerte del mundo estuviera en juego, porque lo está.

La destrucción del planeta por el capitalismo-imperialismo, de Bob Avakian, un corto de vídeo (en inglés)

Lea el texto de este corto en español aquí.

En vivo, sin cortes: Por los incendios forestales en Oregón y California, a fuerzas hay evacuaciones.

Partidarios fascistas de Trump riegan mentiras y fomentan violencia

Trump lleva meses mintiendo de que turbas de la Vida de los Negros Importa están quemando ciudades. De hecho, el 90% de las protestas han sido pacíficas, y la mayor parte de la violencia ha sido iniciada por la policía o los golpeadores fascistas. Y ahora que vastas zonas de la costa oeste están en llamas, los partidarios de Trump siguen su batuta y están regando rumores sin ningún fundamento de que “incendiarios del antifa” están prendiendo los fuegos en Oregón.

No hay ni pizca de pruebas para esos rumores. Estos rumores han sido negados por las autoridades municipales y federales que han dicho repetidamente que estos rumores hacen más difícil la tarea de evacuar a la gente cuando está en peligro. Piensen en los bomberos que encuentran a los tontos parados en sus porches armados con escopetas cuando se acercan las llamas e insisten en que están “protegiendo” su propia propiedad.

Entre los que están regando estos rumores figuran funcionarios del Partido Republicano, a nivel estatal y nacional. Jo Rae Perkins, la candidata republicana al Senado por Oregón, compartió un tuit de QAnon que alega que el Partido Demócrata ha estado prendiendo los incendios por intereses políticos. Su oponente en las elecciones primarias escribió una serie de tuits en las que pregona la afirmación falsa de que seis anti-fascistas fueron arrestados por incendio premeditado. Un representante del comité de acción política de Trump, Turning Point USA [Punto de Viraje Estados Unidos] posteó una serie de tuits en que alegando que el antifa estaban detrás de los incendios, dándole a la mentira una plataforma nacional.

El 10 de septiembre, hombres armados se enfrentaron a dos periodistas independientes en el pueblo de Mololla y ordenaron que se fueran.

Piénsenlo: en medio de devastadores incendios, líderes fascistas del Partido Republicano están azuzando a sus partidarios para que, sobre la base de mentiras, ataquen con armas a un “antifa” totalmente imaginario. Esto podría parecer una locura, pero esta locura tiene un método. Los fascistas están adiestrando a los suyos, para que ataquen como perros rabiosos a cualquiera que sus líderes declaren que es una amenaza a su visión de un Estados Unidos supremacista blanco, supremacista masculino y dominador del mundo.

Incendios causados por el cambio climático: Una catástrofe global

Enormes incendios impulsados por el cambio climático son un fenómeno global.

En Australia, para fines de 2019 y a principios de 2020, los incendios ya habían quemado 18.5 hectáreas (10 veces más de lo que se ha quemado en los incendios actuales en California), destruyeron más de 5.900 edificios y dejaron al menos 34 muertos. Se calcula que casi tres mil m billones de animales resultaron muertos, y se cree que algunas especies en peligro de extinción hayan sido orilladas a la extinción.

En el Círculo Polar Ártico, por segundo año consecutivo, hay una cantidad récord de incendios. En los últimos años, la cantidad de incendios en el Ártico han estado aumentando de manera exponencial. Para fines de julio de 2020, se habían registrado al menos 600 incendios. El promedio entre 2003 y 2018 fue de 100.

El calentamiento global afecta al Ártico a un ritmo aún mayor que al resto de la Tierra. Por cada 1 grado Fahrenheit (0.56 C) de aumento de la temperatura en cualquier otra parte del mundo, la temperatura en el Ártico aumenta en un 2,5 grados F (1.39ºC). Este año, se han registrado temperaturas de 30 grados C en partes de Siberia (donde están ardiendo la mayoría de los incendios en el Ártico).

El incremento de temperaturas seca el suelo. Las temporadas de incendios de verano son más largas y más calurosas. Eso seca los bosques, y produce más material combustible lo cual contribuye al tamaño y la intensidad de los incendios.

En el Ártico, una buena parte de lo que se está incendiendo sobre son las turberas. Turba es suelo rico en carbón que se acumula a medida que las plantas anegadas se descomponen lentamente, a veces a lo largo de miles de años. Cuando la turba se seca debido a altas temperaturas, puede arder a muy altas temperaturas y muy rápidamente, y emite enormes cantidades de carbón que calienta el planeta, diez veces más que un bosque en llamas.

Los incendios no se deben únicamente al cambio climático — éstos aceleran el proceso de calentamiento. Tan sólo este año, los incendios en el Ártico han emitido más de 244 millones de toneladas de dióxido de carbón — casi lo mismo que 53 millones de vehículos emiten al año. Y representa un 35% más que los incendios récord del año pasado. Los incendios en el Ártico son especialmente peligrosos para el clima — cuando el hollín negro cubre el hielo del Ártico, eso acelera el derretimiento del hielo ya que los colores oscuros (a diferencia del hielo blanco) absorben la luz, lo cual genera calor.

 

 

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