Haití: La devastación causada por el terremoto… y una historia de dominación imperialista
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El terremoto que azotó a Haití el 14 de agosto fue un desastre natural que los seres humanos no pudieron prevenir. Pero el pueblo haitiano ha estado sometido a un desastre muy poco natural creado por el capitalismo-imperialismo. El pueblo haitiano ha sufrido durante mucho tiempo de una interminable pobreza, hambre y falta de educación, atención médica y otros servicios sociales. Y todo esto se debe a décadas de dominación imperialista por parte de Estados Unidos y otras potencias extranjeras. Esto ha significado que ahora, a raíz de un devastador terremoto, haya muerte y sufrimiento innecesarios.
El sábado 14 de agosto por la mañana, un terremoto de magnitud 7,2 sacudió a Haití. Tres días después, la tormenta tropical Grace golpeó el paisaje ya devastado. El terremoto se produjo a 130 km al oeste de la ciudad capital de Puerto Príncipe, con una gran devastación en las dos pequeñas ciudades de Los Cayos y Jérémie.
Hasta ahora se sabe que más de 2.200 personas murieron en el terremoto y más de 12.000 resultaron lesionadas, muchas de las cuales son muy graves, con los huesos aplastados y rotos que requieren cirugía ortopédica. Y estas cifras seguramente aumentarán a medida que se encuentren más cuerpos entre los escombros y los lesionados empiecen a llegar a los hospitales. Utilizando una herramienta de modelado científico, el Servicio Geológico de Estados Unidos calcula que las muertes podrían ser hasta 10 veces mayores de lo que se conoce ahora.
Escenas de devastación y sufrimiento
Haití tiene una población de alrededor de 11 millones de personas. El UNICEF calcula que el terremoto y la tormenta que le siguió han afectado hasta 1,2 millones de personas, incluidos 540.000 niños. Miles de viviendas y edificios han sido destruidos.
Hace 11 años, en 2010, Haití sufrió un terremoto de magnitud 7,0. El epicentro estuvo en las afueras de Puerto Príncipe, densamente poblado, donde en ese momento vivían más de dos millones de personas. Algunos cálculos situaron el número de muertos en ese entonces en más de 200.000.
El terremoto de 2021 fue más fuerte que el de 2010. Pero el saldo, aunque sigue siendo horroroso, es mucho menor, principalmente porque este terremoto golpeó una zona rural menos poblada.
Cuando ocurrió el terremoto, Jean Marie Simon, 38, corrió a casa para ver cómo estaba su familia. Dijo: “Vi los cuerpos que sacaban de los escombros, lesionados y tal vez muertos... Escuché gritos de dolor en todos los lugares por donde pasé”.
Cristella San Helier, 21, dijo: “Estaba dentro de mi casa cuando empezó a temblar, estaba cerca de la ventana y vi que todo se caía... Un trozo de la pared cayó sobre mi espalda, pero no sufrí heridas graves... varias casas quedaron completamente destruidas”.
Odize Bernadette, 42, dijo: “No tengo nada. Mis hijos y yo dormimos en el suelo. No tenemos comida, no tenemos agua, todas las casas se han derrumbado y no sabemos qué hacer”.
La falta de suministros básicos ha abrumado y frustrado el trabajo de los pocos hospitales locales (algunos de ellos gravemente dañados). Muchos de los heridos yacen en pasillos o afuera. Y el personal médico dice que incluso después de atender a los heridos, solo los pueden mandar a dormir en la calle o en zonas que ahora están en ruinas. La ayuda apenas ha comenzado a llegar en cantidades significativas en los últimos días, una semana después del terremoto1.
En esta situación, las tensiones han estallado entre los sobrevivientes y entre el pueblo y las fuerzas gubernamentales. El caos ha estallado a medida que las personas intentan obtener los escasos suministros de alimentos, agua y otras necesidades de vida o muerte que han llegado. En el aeropuerto de Los Cayos, la policía disparó tiros de advertencia a multitudes airadas que exigían lonas y otros refugios temporales a los equipos que descargaban suministros de los aviones.
Incluso con tan poca ayuda externa, la gente se unió para erigir una ciudad de carpas de campaña improvisada en Los Cayos, refugiándose bajo lonas de plástico. Pero Mathieu Jameson, jefe del comité formado por los residentes de la ciudad de carpas de campaña, dijo que todavía estaban esperando algún tipo de ayuda del gobierno: “No tenemos un médico. No tenemos comida. Cada mañana llega más gente. No tenemos baños, ni lugar para dormir. Necesitamos comida, necesitamos más paraguas”.
Terremotos, Haití y el imperialismo yanqui
Los terremotos son un desastre natural devastador que aflige a muchas partes del planeta y que en este momento los seres humanos no pueden prevenir ni predecir de manera confiable. Pero el impacto humano de un terremoto no solo depende de su magnitud en la escala de Richter, sino de las condiciones sociales vigentes de antes y después. ¿Qué tan resistentes son las casas en que vive la gente? ¿Qué tan densamente hacinadas están? ¿Qué tan desesperada está la gente incluso antes de que azote el terremoto? ¿Qué recursos existen fuera de la zona del terremoto para rescatar a las personas de los escombros y atender a los heridos y dar de comer y albergar a los sobrevivientes?
En zonas propensas a terremotos de los países imperialistas ricos, se redactan las leyes de construcción y zonificación para minimizar el impacto de los terremotos; se dispone de grandes cantidades de equipo pesado, helicópteros, etc. para rescatar a las personas; y es posible movilizar rápidamente la atención médica y los alimentos2. En 1989, un fuerte terremoto azotó las zonas pobladas cerca de Santa Cruz, California, pero murieron menos de 70 personas. En países como Haití, oprimidos y dominados por el imperialismo, la historia es completamente diferente.
Así que, para entender los efectos del terremoto en Haití, hay que examinar las condiciones económicas y políticas que existían ahí antes del terremoto, la crisis política que ahora agobia a Haití y el “lugar” que ocupa Haití dentro del orden mundial imperialista. En otras palabras, hay que examinar la manera en que Haití ha sido esclavizado, saqueado, aislado, robado y dominado por las potencias coloniales e imperialistas durante cientos de años. Y hay que fijarse particularmente en el papel de Estados Unidos, que durante más de un siglo ha mantenido sobre Haití una llave estranguladora, mediante repetidas invasiones, décadas de ocupación militar y al instalar en el poder a dictadores brutales y corruptos que representaban —o al menos aceptaban— los intereses de Estados Unidos y al derrocar a cualquiera que no estuviera completamente de acuerdo con eso. (Para leer más sobre la fea historia de Estados Unidos en Haití, lea: “Sean Penn, Covid-19 y asesinos en masa” de Bob Avakian; y “Estados Unidos en Haití: Un siglo de dominación y miseria”.)
La dominación estadounidense ha dejado a Haití y a su pueblo al mero borde de la extinción, de modo que se multiplican por cien el impacto y el sufrimiento innecesario resultantes de cada desastre natural.
Primero, las masas de personas de Haití no solo son pobres, sino que a menudo pasan hambre incluso en tiempos “normales”; el sistema de salud casi no existe, particularmente fuera de la ciudad capital; y millones viven en hogares hacinados y mal construidos. Casi el 60% de los haitianos sobreviven con menos de dos dólares al día. Uno de cada cinco niños no vive más allá de los 6 años, y de los que lo hacen, dos tercios están desnutridos3. En algunas partes de Haití, solo hay un médico por cada 67.000 residentes. Para colmo, mientras la Covid hace estragos en todo el mundo, los suministros de vacunas están monopolizados por los países más acomodados: Haití no recibió vacunas antes del 15 de julio y desde entonces ha recibido tan sólo 500.000 dosis para sus 11 millones de habitantes.
Y el país todavía se está recuperando del asesinato del presidente Jovenel Moïse el 7 de julio, que se produjo como la culminación de 20 años de golpes de estado, intervenciones militares y otras maquinaciones respaldados por Estados Unidos4 con el fin de garantizar el control de Estados Unidos ahí. Estos han llevado a intensas y violentas luchas intestinas y casi la parálisis en la clase gobernante haitiana (ver Un asesinato presidencial, aún más horrores para las masas de personas). Junto con la pobreza desesperada, también se ha generado una situación en la que las grandes pandillas que surgieron en los barrios marginales de la capital ahora controlan las principales carreteras que conducen a la zona del terremoto, ¡y están secuestrando camiones de ayuda y a médicos!
Respuesta hipócrita y mezquina de parte de Estados Unidos
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, afirmó: “Estados Unidos sigue siendo un amigo cercano y duradero del pueblo de Haití” y que “estaremos ahí en las secuelas de esta tragedia”. Afirmó haber autorizado una respuesta inmediata. Este es solo el discurso rutinario que dan los presidentes de Estados Unidos cuando los desastres naturales azotan a los países en los que el principal “desastre” es la dominación de Estados Unidos. Las palabras de simpatía (y cualquier ayuda que quizá las acompañen) se refieren en gran parte a mantener la reputación (completamente inmerecida) de Estados Unidos como un “salvador humanitario”, que es parte de la forma en que el imperialismo estadounidense proyecta el llamado “poder blando” en su contienda con otros imperialistas.
En realidad, esta ayuda casi nunca llega a mucho y casi siempre se entrega mucho menos de lo prometido. Después del terremoto de 2010, el entonces presidente Obama prometió una ayuda de $3.9 mil millones para Haití. Pero este dinero nunca se entregó o terminó yendo principalmente a corporaciones y proveedores estadounidenses y extranjeros. (Vea Haití a un año del terremoto: Los escombros… y el imperialismo yanqui... que quedan.)
En el caso del reciente terremoto, es particularmente escandaloso porque, según la propia versión de Estados Unidos, al 20 de agosto había proporcionado tan sólo 15 mil kilos de ayuda. Se envió un equipo de rescate de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional de 65 personas y 4 sabuesos. Esto es una miseria en comparación con la tremenda necesidad y la tremenda riqueza de Estados Unidos. Asimismo, las ONG extranjeras (organizaciones no gubernamentales), de las que Haití se ha visto obligado a depender para servicios sociales cruciales, hasta ahora han brindado poco apoyo.
Pero no olvidemos que Estados Unidos envió 100 infantes de marina estadounidenses, ¡como si lo que la gente en Haití realmente necesitara en este momento fueran asesinos fuertemente armados que ni siquiera hablaban su idioma!
1. Esto se debe en parte a problemas logísticos: las pocas carreteras que conectan el suroeste de Haití con la capital, donde se concentran la mayoría de los recursos de Haití, están dañadas y gran parte de la propia zona del terremoto es montañosa con muchas comunidades aisladas. Pero principalmente se debe a factores políticos que se analizarán a continuación. [volver]
2. Sin embargo, cabe señalar que, aunque existe el potencial material para hacer frente a los desastres naturales, la naturaleza reaccionaria, impulsada por las ganancias, antipopular y racista del sistema a menudo “se interpone en el camino”, como vimos de manera tan dolorosa con el huracán Katrina en 2005 y a un grado u otro en casi todos los desastres naturales. [volver]
3. Fuentes: Programa de las Naciones Unidas por el Desarrollo, Schools for Haiti Facts [Escuelas para Haití: Datos], Banco Mundial, Programa Mundial de Alimentos, End Slavery Now [Fin a la Esclavitud Ahora]. [volver]
4. A partir del golpe de estado respaldado por la CIA contra el reformista popularmente elegido presidente Jean-Bertrand Aristide. [volver]
Locals in southern #Haiti are mobilizing to help each other, and pull victims from under the rubble, because the country has no government. The crime syndicate in power serves foreign powers and the bourgeoisie mafia. Haitians never give up. pic.twitter.com/c6eRdLV60W
— Madame Boukman - Justice 4 Haiti 🇭🇹 (@madanboukman) August 14, 2021
Madame Boukman - Justicia para Haití @madanboukman: Los moradores en el sur de #Haití se están movilizando para ayudarse mutuamente y sacar a las víctimas de debajo de los escombros, porque el país no tiene gobierno. El sindicato del crimen en el poder sirve a las potencias extranjeras y a la mafia burguesa. Los haitianos nunca se rinden.
De Bob Avakian — Líder revolucionario, autor del Nuevo Comunismo:
ESTE ES UN MOMENTO POCO COMÚN
EN QUE LA REVOLUCIÓN SE VUELVE POSIBLE —
POR QUÉ ES ASÍ, Y CÓMO APROVECHAR ESTA OPORTUNIDAD POCO COMÚN