Dirigir como comunista revolucionario

Pregunta: ¿Cómo es posible que tú, un "hombre blanco", nos pueda dirigir a la victoria revolucionaria?

Responde el Presidente: Como "hombre blanco" no puedo hacerlo, pero COMO COMUNISTA, como Presidente del PCR, es mi deber y responsabilidad entregarme completamente a esa tarea. No pienso ni me comporto como "hombre blanco", sino como proletario internacionalista; como revolucionario que toma posición con las masas de explotados y oprimidos, de todas las razas y nacionalidades, mujeres y hombres, y que aporta todo lo que puede a su lucha por la liberación, a nivel mundial. Como Presidente del PCR, la responsabilidad que he aceptado es dirigir al Partido a llevar a cabo sus tareas y cumplir su papel de dirigir y trazar el camino de la revolución proletaria en Estados Unidos, como parte del Movimiento Revolucionario Internacionalista y de la revolución mundial.

De hecho, mi posición y papel es Presidente del Comité Central del PCR: es como parte de la estructura organizada y del funcionamiento colectivo del Partido, y no como un "líder individual" aparte y por encima del Partido, que desempeño un papel y una responsabilidad de dirigente en la lucha revolucionaria. Hace poco, el Comité Central de nuestro Partido adoptó Resoluciones sobre líderes y jefatura (documentos publicados en el OR No. 825, 1º de octubre de 1995).

"El Partido no tiene más razón de ser que servir al pueblo, habilitarlo para hacer la revolución y transformar el mundo. A la vez, las raíces y sangre vital del Partido son las masas. Sin las masas el Partido no sería nada.... Nuestro Partido es una organización colectiva, no una simple agrupación de individuos. Tomamos decisiones colectivamente y actuamos colectivamente. Nuestra fuerza radica en nuestra colectividad. Eso nos permite enlazar, movilizar y dirigir correctamente la iniciativa de las masas, y darle su máxima expresión revolucionaria en conformidad con sus intereses fundamentales. Esa colectividad se expresa y concreta por medio del funcionamiento colectivo de las unidades de diferentes niveles del Partido y de la cadena de conocimiento y dirección que las conecta.... La organización del Partido consiste de diversos grupos pequeños y unidades, cada cual con su propia dirección y ligados a niveles superiores de dirección. De conjunto, la colectividad del Partido está más concentrada y mejor representada por nuestro Comité Central. Como todos los organismos del Partido, el Comité Central funciona colectivamente. El Comité Central, que está compuesto de camaradas que han comprobado su dedicación a las masas y a la causa revolucionaria, que están cimentados en los principios fundamentales y la metodología fundamental del MLM, reconoce colectivamente que hay un individuo que está mejor capacitado para dirigir al Comité Central y por medio de este a todo el Partido".

Las Resoluciones también mencionan la relación entre los líderes revolucionarios y las masas populares:

"Los auténticos dirigentes revolucionarios son producidos, desarrollados, nutridos y sostenidos por el pueblo revolucionario, y ese mismo pueblo debe comprender más cabalmente tal conexión. Los dirigentes revolucionarios realmente son la flor y el fruto del pueblo revolucionario, que a su vez constituye las raíces y los retoños de la revolución".

Eso se ve claramente en mi propio desarrollo revolucionario. En mi juventud tuve la gran fortuna de ir a una prepa (en Berkeley, California) que tenía muchos alumnos negros. Por medio de las clases, del deporte, de la música y de otras actividades, así como por medio de largas charlas--y a veces dura brega--sobre sentimientos personales y problemas filosóficos, llegué a conocer y a forjar estrechos y profundos lazos con muchos negros. Por medio de esas relaciones y amistades se me abrió un mundo entero y una nueva manera de ver. Vi y me mostraron las enormes injusticias sociales (la sistemática opresión de los negros, ya sea proveniente de las instituciones de la clase dominante o de la vida cotidiana), así como las luchas diarias para responder a esas injusticias. Vi y sentí el dolor e ira de mis amigos cuando, una y otra vez, los blancos (maestros, administradores y otras figuras de "autoridad") los trataban con desdén, como si no fueran seres humanos, como si no tuvieran sentimientos, pensando que no eran capaces y que no se merecían las mismas oportunidades que los blancos tenían a su disposición. Vi cómo la chota maltrataba e insultaba a los negros. Me inspiró la dignidad y osadía con la que mis amigos, y otros, combatían contra todo eso, de mil maneras, pequeñas y grandes. Eso ocurría cuando el movimiento pro derechos civiles empezaba a cobrar fuerza y la juventud negra, especialmente, se levantaba, se hacía escuchar y combatía contra el racismo y la supremacía blanca.

Todo eso me afectó profundamente, tanto en mis sentimientos personales como en mi punto de vista político, y cuando la lucha de los negros avanzó a forjar un movimiento radical y militante, todo eso me radicalizó. En ese contexto, los que lucharon conmigo para que descartara las ideas que me quedaban de que era posible reformar el sistema y para que me metiera plenamente en la revolución, fueron gente como Huey Newton, Bobby Seale y Eldridge Cleaver, gente que formó el núcleo de la dirección del Partido Pantera Negra, que empezó en el Area de la Bahía de San Francisco.

Así que de una manera muy concreta y en gran medida, tanto en lo que se refiere a experiencia personal como a los acontecimientos sociales importantes, mi educación política y mi formación como activista revolucionario fue el producto de la experiencia y la sabiduría adquirida de los negros, tanto revolucionarios como "gente común y corriente". Por otra parte, debido a que venía de una familia de clase media blanca, me crié en circunstancias que me permitieron adquirir un cierto nivel de educación intelectual. Ahora bien, los "hechos" y la "historia" que me enseñaron en la escuela eran puras mentiras y falseamientos, y la manera de pensar (el punto de vista y la metodología) que querían que aceptara era incorrecta y patas arriba; pero a medida que me fui radicalizando, tal como he descrito, aproveché todo lo que me habían enseñado para descubrir la verdad fundamental sobre la sociedad y la historia y ponerla al servicio de la lucha revolucionaria, que para mí ya era absolutamente indispensable.

Eso es lo que me llevó al comunismo; a su teoría y método de conocer el mundo correctamente y, sobre todo, como dijo Marx, de cambiarlo: hacer la revolución. Naturalmente, nada de eso ocurrió de golpe. Volverme comunista y mi desarrollo como comunista no es, y no puede ser, algo que se hace "de una vez por todas"; es un proceso continuo. Ser comunista es seguir haciendo la revolución en todo, incluso en la forma de pensar y en lo que uno hace. Para mí, como para todos, ha sido un proceso de tira y afloje, de práctica y teoría, de hacer y pensar, de luchar y de aprender.

A través de ese proceso llegué a comprender que la opresión de los negros ha sido y sigue siendo una pieza clave de la fundación y del funcionamiento del capitalismo-imperialismo estadounidense; que la supremacía blanca y el racismo son inherentes a esta sociedad capitalista-imperialista en todos los niveles; y que esa opresión es parte de un sistema global de relaciones opresivas a nivel mundial, con todas sus horribles consecuencias: el salvajismo, la degradación y el opresivo machismo al que están sometidas las mujeres; el genocidio contra los indígenas, en las Américas y en otras partes; las masacres de millones y la destrucción masiva por medio de guerras imperialistas de agresión, como en Vietnam y últimamente en el golfo Pérsico; la desalmada explotación de la niñez en condiciones de trabajo que son pura esclavitud; las condiciones de vida que someten a cientos de millones de personas de todo el mundo, especialmente a millones de niños, al hambre, y que obligan a millones a abandonar casa y país y a viajar cientos o miles de kilómetros a países como Estados Unidos, donde luego sufren discriminación y feroz explotación; el fallecimiento de miles y la mutilación de millones cada año en "accidentes de trabajo" en Estados Unidos y otros países; etc., etc., etc., e innumerables horrores más.

Pero también aprendí que todo eso arranca de la naturaleza intrínseca del sistema capitalista, de la dinámica de la acumulación capitalista, y que se puede acabar y tendrá fin: que la opresión engendra resistencia; que con la resistencia los oprimidos empiezan a cambiar su manera de pensar y de actuar; que con dirección comunista esa resistencia puede pasar a ser una lucha revolucionaria consciente, una revolución proletaria; y que esa revolución histórico-mundial puede tumbar al sistema capitalista-imperialista en todo el mundo y construir un nuevo sistema, radicalmente diferente: un sistema que sirva al pueblo, una comunidad mundial de seres humanos libremente socializados, sin diferencias de clase ni de naciones, sin desigualdades ni antagonismos sociales.

Todo eso es lo que me ha llevado a dedicar mi vida, toda mi energía y los conocimientos adquiridos a la causa de la revolución comunista, a hacer todo lo que pueda para contribuir al avance del movimiento comunista en Estados Unidos y a nivel mundial. Eso es lo que me ha llevado a asumir la responsabilidad de desempeñar un papel dirigente, como parte de la vanguardia comunista consciente y organizada.

Sin embargo, es importante recalcar que mi desarrollo como comunista y mi papel como líder comunista se han enmarcado y siempre han sido parte y producto de acontecimientos mucho más importantes de la sociedad y el mundo, y muy especialmente de la experiencia y lucha del proletariado y otros oprimidos. Como señala la Resolución sobre líderes y jefatura del Comité Central:

"Nadie nace listo para ser dirigente revolucionario, y no existe una fórmula única y preestablecida para forjarse como tal. Cada dirigente revolucionario es producto de una mezcla compleja de sus propias experiencias y de la experiencia social, sobre todo del movimiento revolucionario. Los dirigentes revolucionarios pueden ser de cualquier raza o nacionalidad, hombres o mujeres, y tener antecedentes muy diversos. Debe aplicarse el mismo criterio objetivo a todos para determinar si un individuo dado es particularmente apto para desempeñar el papel y aceptar las responsabilidades de la jefatura revolucionaria: lo esencial es que demuestre la más alta capacidad de captar y aplicar la posición, la concepción del mundo y la metodología del proletariado internacional".

Es partiendo de eso que desempeño mi responsabilidad como Presidente del Comité Central del PCR. Es aplicando los principios del marxismo-leninismo-maoísmo (apoyándome en la fuerza colectiva del Partido y sus lazos con las masas) que puedo dar y daré dirección a la lucha revolucionaria en Estados Unidos y aporto todo lo posible a la victoria revolucionaria en Estados Unidos y el mundo entero.