El 21 de diciembre de 1994, Anthony Baez, el hijo de Iris y Ramón Baez, fue asesinado por el agente de policía Francis Livoti. Anthony y sus tres hermanos estaban jugando fútbol frente a su casa cuando su pelota golpeó el radiopatrulla de Livoti, que estaba parqueado en la calle. Livoti se salió del radiopatrulla, atacó a los hermanos y arrestó a David y Henry. Cuando Anthony protestó, Livoti lo estranguló.
La familia Baez tuvo que luchar duro para que acusaran a Livoti. Un juez rechazó la primera acusación por un error tipográfico. La segunda vez solo lo acusaron de homicidio por negligencia, con un castigo máximo de cuatro años de cárcel. Durante el juicio del mes pasado, el juez decidió que las 14 quejas de brutalidad entabladas contra Livoti no venían al caso. Además, le permitió rechazar un juicio por jurado y ser juzgado por un juez; rechazó el testimonio de miembros de la familia Baez y de seis expertos médicos, incluso el testimonio del médico forense de la ciudad; rechazó el testimonio del único policía cuyo relato de los eventos concordaba con el testimonio de los expertos y el de la familia Baez; y decidió aceptar el increíble cuento lleno de contradicciones de cinco chotas. Al fin, el juez decidió que Anthony murió de un ataque de asma y que Livoti era inocente.
Al correr la voz del veredicto, la indignación estalló por toda la ciudad; hubo protestas frente a la corte y en las calles del Bronx. La semana pasada, cuando por todo el país se hacían preparativos para el 22 de octubre, el Día Nacional de Protesta para Parar la Brutalidad Policial, el OR tuvo la oportunidad de conversar con Iris, Ramón y David Baez en su casa del Bronx, Nueva York.
OR: ¿Qué pasó la noche del 22 de diciembre de 1994?
Ramón Baez: Uno de mis hijos, creo que David o Tony, lanzó una pelota de fútbol que golpeó un radiopatrulla. Cuando mi otro hijo, Henry, fue a recogerla, le pidió disculpas al agente y este las aceptó. Siguieron jugando una media hora más sin ningún problema hasta que David lanzó una pelota que le dio al radiopatrulla del agente Livoti.
Livoti se salió del radiopatrulla, pero no como agente de la policía sino como un matón, un bravucón, y les dijo que no quería que siguieran jugando. Les dijo: "¡Váyanse de aquí, hijos de puta!". Así de grosero, y les preguntó de qué pandilla eran.
Mi hijo Ramón le contestó: "No somos pandilla, somos cuatro hermanos que estamos jugando". Luego Livoti empezó a buscar pleito con Ramón, le dijo: "¡Qué quieres, quieres pegarme!" Ramón tenía 21 años, y era un buen muchacho, nunca tuvo problemas, ni en la escuela. Era un buen muchacho, como decía, nunca tuvo problemas. Livoti quería pelear con Ramón porque era el más grande de los cuatro. David le dijo: "¿Qué quiere? Solo queremos jugar fútbol, no queremos pelear. ¿Por qué nos provoca?".
Fue entonces que Livoti se lanzó contra David y lo trató como criminal.
David Baez: Dijo que estaba bajo arresto y me esposó, me estrelló la cabeza contra el jeep de mi hermano, me lanzó contra el suelo, me levantó de las esposas y empezó a tirarme y jalarme. Las esposas empezaron a cortarme. Luego me metió en el radiopatrulla y fue a buscar pleito con mis hermanos, creo que para demostrar que era bien macho.
Mi hermano Tony le preguntaba que por qué me arrestaban, que conocemos nuestros derechos. Pero Livoti no quería escuchar nada de eso y lo agarró en una llave estranguladora. Mis hermanos le pedían que lo soltara, pero a ellos también les cayeron encima. Yo vi todo desde el radiopatrulla, así que me salí y vi venir corriendo a mi papá. Todos llamaban a mi papá a gritos. Yo iba corriendo a donde estaban mi papá y mis hermanos. En eso me tiraron contra el suelo, me golpearon y uno me puso la pistola en la cabeza; me volvieron a meter en el radiopatrulla y me llevaron a la delegación.
Mi papá le suplicaba al agente Livoti: "Suelte a mi hijo, es asmático. ¿Por qué lo están matando?".
En la delegación, otros agentes me pegaron y me tuvieron ocho horas. Me dijeron que me iban a mandar a Rikers [un penal], me dieron golpes en la espalda y la cara. Ahí nos tuvieron ocho horas a mí y a mi hermano Henry, a quien arrestaron simplemente por preguntar por qué me estaban tratando así y por explicar que todos vivimos juntos y no estábamos haciendo nada más que jugando fútbol.
Ramón Baez: Henry y Ramón estaban gritando: "Papá, papá". Oí el pánico en sus voces. Me dije: hay problema, y salí a ver qué pasaba. Por la manera en que trataban a mi familia uno hubiera pensado que se trataba de una pandilla, de criminales, porque nos trataron como criminales. Yo he visto cómo tratan a los jóvenes.
Cuando vi al agente Livoti, le dije que lo soltara, que lo iba a matar, que es asmático. El sabía que mi hijo era asmático, y así y todo no lo soltó. Por eso estoy tan indignado. Mi hijo cayó al suelo. Livoti me dijo: "Tu hijo es asmático, qué bueno".
Nos maltrataron. Uno de los agentes quiso arrestarme porque estaba buscando ayuda para Tony, que estaba tirado en el suelo, inmóvil. Estaba buscando al sargento, a quien estaba a cargo.
No me dejaban acercarme a Tony, me empujaban cada vez que me acercaba. Era increíble.... Ahí estuvo tirado unos 20 minutos; yo esperaba una sirena, alguna clase de ayuda. Una agente metió a Tony en su radiopatrulla y me dijo que lo llevaba a un hospital porque tenía los ojos cerrados y no tenía pulso, nada.
Fui a la delegación; Ramón estaba afuera esperando. Entramos y me acerqué al agente que estaba detrás del escritorio y le dije: "¿Por qué no paró a Livoti? ¿Por qué no hizo algo?". El agente agachó la cabeza y nos dijo: "No sé, no sé", estaba casi llorando, porque sabía lo que pasó. Pero en la corte dijo un montón de mentiras.
Estuve en la delegación esperando a Henry y David, pues no sabía de ellos. En eso llega una llamada telefónica a la delegación y el agente me dice que debo ir al hospital, que Tony se bate entre la vida y la muerte. Fuimos al hospital. Ya sabía que Tony estaba mal, sabía que algo iba a ocurrir.
Entonces me informaron que había muerto.
Llamé a mi esposa para informarle, también llamé a la esposa de Tony, a toda la familia. Ellos fueron al hospital y yo me fui a la delegación porque tenía que hacer todo lo posible para sacar a David y Henry de las garras de los policías porque no quería que me mataran a otro hijo. Vi que a David le pusieron una pistola a la cabeza.
Conozco a mi hijo Tony. Le decía al agente que conocía sus derechos. Y cuando uno le dice eso a un agente, se mete en problemas, especialmente si uno es latino. Piensan que por ser latinos no somos inteligentes. Pero mi hijo Tony era muy culto, yo no tengo la educación que tienen mis hijos, no puedo hablar inglés tan bien como ellos, pero hago el esfuerzo, al igual que mi esposa. Todos mis hijos tienen educación. ¡Pero nos tratan como animales! Por eso me altero cuando hablo sobre esto.
Me enardezco porque conozco a mis hijos, los conozco. Esos cuatro muchachos nunca tuvieron problemas con la policía...llevan 20 años jugando fútbol en la calle frente a la casa. En 20 años nadie se ha quejado, ni una sola vez en 20 años y ahora esto.
Tony era parte de nuestra familia, estaba en la flor de la vida. Para nuestra familia, la vida ya no es igual. Hemos tenido muchos problemas desde que mataron a Tony. Tenemos problemas con el Departamento de Justicia y con la policía. Lo único que tenemos es a Dios, Dios y la comunidad. Necesitamos que la comunidad nos apoye, lo único que necesitamos es que se una la comunidad para que no vuelva a ocurrir algo igual.
Quiero que todo eso contra los latinos, negros, toda la ciudad pare. No quiero que nadie salga lastimado, especialmente nuestros hijos. No quiero más asesinatos aquí en Nueva York. No quiero que maten más muchachos judíos, no quiero que maten más muchachos italianos, irlandeses, no quiero que eso le pase a nadie. Por eso es que tenemos que seguir luchando. Es cierto que tenemos diferencias, pero hay que ponerlas a un lado para luchar juntos contra la brutalidad policial....
OR: En medio de todo el dolor, empezaron a luchar por justicia para su hijo; cuéntennos cómo lo hicieron.
Iris Baez: Cuando me dijeron que Tony murió de asma, dije no, eso es imposible, no pudo haber muerto de asma, y decidí buscar un médico forense independiente. Llamé a un abogado que me consiguió un médico forense la nochebuena. La alcaldía todavía no me había dicho qué le pasó a mi hijo.
El médico forense concluyó que fue homicidio y la alcaldía tuvo que reconocerlo. Desde ese momento me puse furiosa, porque todo eso por una pelota de fútbol.
Decía que no hay justicia, simplemente no la hay. El policía o era un racista o se creía muy macho, y se ensañó con mis hijos. Decidí que tenía que luchar. Vino mi hermana, así como mi hija Patricia, y dijimos que teníamos que hacer algo, que esto no podía quedar así. ¿Pero qué hacer?
Ellas dijeron que teníamos que dar a conocer lo que pasó, armar lío y yo estaba de acuerdo. Conseguimos cartones y los muchachos empezaron a hacer pancartas; marchamos de aquí a la delegación 46 el día que velamos a Tony en la funeraria. Decíamos que mi hijo fue asesinado.
Marchamos a la funeraria para que los vecinos supieran que algo andaba mal, como para despertarlos. Esas protestas las hicimos todos los días de la velación. Después que lo enterramos tuve que regresar a la Florida.
Regresé a Nueva York en enero e hicimos otra marcha a la delegación. De ahí fuimos hasta la corte en la calle 161. Esa fue la primera protesta. Solo éramos los familiares y un par de vecinos que nos acompañaron, pero a medida que seguíamos marchando y coreando se unía más y más gente. Cuando llegamos a la corte ya éramos como 50. Una amiga de mi hija desde hace muchos años dijo: "No se preocupen, los vamos a ayudar". Ella le pidió a la Coalición Mumia que nos ayudara porque no teníamos dinero. Así que ellos nos ayudaron con los primeros volantes y pancartas. Desde ese entonces la cosa ha ido creciendo.
Ahora luchamos por todas las víctimas.
OR: ¿Cómo era Anthony?
Iris Baez: De niño era muy amistoso y se llevaba bien con todos; sus compañeros de escuela lo querían mucho. Un maestro hispano decía que era el Valentino de la clase.... Se asombraban de la manera que resolvía problemas en la clase, entre los alumnos. Me decían que las niñas se lo iban a robar porque era muy guapo. En todas partes impresionaba. Siempre me andaba abrazando, besando...así era siempre, era muy cariñoso.
Cuando era un poco mayor le empezaron a gustar los deportes. Cuando se graduó de la high school le compré un carro, y siempre encontrabas en el carro dos guantes de béisbol, un bate y una pelota, una pelota de fútbol, dos bases, eso era todo lo que llevaba en el carro, también tenía palos para golf y equipo de ping pong. Si llega a tu casa, limpiaba una mesa y estaba listo para jugar ping pong. Así era Tony.
Siempre estaba dispuesto a ayudar a cualquiera que tuviera un problema. Lo bueno también era que no era chismoso, podías confiar en él. Tony podía ir a una persona con la que tuviste problemas y él conseguía que esa persona confiara en él y que se reconciliara. Una vez Tony consiguió que una pareja que se separó se volviera a unir. Hoy tienen un par de hijos, una buena familia, y le agradecen a Tony porque él intervino en su vida cuando necesitaban que alguien interviniera. Así que siempre ayudaba.
Una vez hizo de pastor de la iglesia. ¿Sabías que una vez al año los niños pueden hacer el papel de los adultos de la iglesia? Pues, a él le tocó la parte del pastor y trataba de imitarlo. Vieras qué chistoso fue eso, toda la semana pasó imitándolo. Y como nuestro pastor era medio sordo, Tony andaba pidiendo que le repitieran todo. A todos nos encantó cómo imitó al pastor. Siempre sonreía y se llevaba bien con todos, así era Tony.
Cada año iba a un campamento en Pensilvania con la iglesia, y cuando tenía 16 años ya era uno de los consejeros. Así de bueno era. Todos se dieron cuenta de que sabía tratar bien a los niños que se encontraban en situaciones difíciles. Luego lo pusieron a cargo del personal del campamento. Establecieron un fondo de becas para el campamento en su nombre.
Ahí es donde conoció a Maribel.... Quería que todo se hiciera como se debe. Primero quería casarse, luego conseguir un trabajo bueno, después casa y tener familia. Acababa de conseguir un trabajo que le pagaba $25 la hora, que era un platal en la Florida. Dijo: "Ahora sí podemos empezar a buscar casa". Así que esas navidades vimos un par de casas cuando estábamos haciendo compras. Luego vino [pausa] a traerles regalos a los niños.... Adoraba a los niños, siempre estaba rodeado de niños.
Era, por decir, es muy especial.
OR: Dijiste que tienes una misión, que tienes que despertar a la gente y hacerla consciente de la brutalidad y los asesinatos de la policía. ¿Cómo ha cambiado tu vida desde que asesinaron a tu hijo?
Iris Baez: Cuando murió mi hijo y empecé a salir a la calle y la gente se me acercaba a contarme sus problemas, pensé que la muerte de mi hijo no fue en vano. Tal vez el hecho de que me lancé a la calle a gritar y llorar ayudó a muchos a sacar todo eso a la luz, a hablar sobre eso y decir claramente que tenemos un problema grave en esta ciudad. Y que vamos a tener que lanzarnos a la calle, despertar a la gente y hacerla ver lo que está pasando, porque estamos demasiado callados, permitiendo que nos pisoteen y hagan con nosotros lo que les dé la gana, y nosotros sin poder decir nada. No debemos vivir así....
Me he fortalecido. Tony me ha dado el ánimo para hacer cosas que nunca me imaginé que podía hacer, como hablar en público, gritar, chillar, ¿me entiendes? Nunca me imaginaba que era capaz de hacer eso. Me ha dado voluntad para vivir, la voluntad para luchar por otras víctimas, por los padres; porque unos padres no expresan lo que sienten, se mueren por dentro y mueren de pena. No podemos permitir que la pena nos cubra como una cobija. Tenemos que decir ¡basta!
Mi hijo valía mucho, él era la vida misma y amaba la vida, así que no puedo permitir que eso le pase a otros....
OR: ¿Por qué piensas que el 22 de octubre, el Día Nacional de Protesta, es importante? ¿Qué crees que va a cambiar?
Iris Baez: El 22 de octubre es el día de vestirse de negro. Es como un día de estar de luto por la gente de esta ciudad y de todas partes, para conmemorar a las víctimas de la brutalidad policial. Todos conocen a alguien que ha muerto o ha sido maltratado por la policía. Todos tienen un amigo; toda esa gente debe vestirse de negro para que sea un día de luto, en la alcaldía y por todo el país. Eso es lo que quiero.
Para mí es un día para que se una la gente y se debe celebrar todos los años, que sea un día de luto por todas las víctimas del mundo.
OR: ¿Tú no piensas que todo eso simplemente va a parar?
Iris Baez: Claro que no, el camino es largo....