Obrero Revolucionario #897, 9 de marzo, 1997
¿Viste los programas de entrevistas en la televisión hace dos o tres semanas? Hora tras hora salió el ultraracista detective de la policía de Los Angeles, Mark Fuhrman, hablando sobre las actividades de la policía, el juicio de O.J. Simpson, las relaciones raciales, la justicia y su propia deshonra. Al final del programa, el entrevistador Larry King le dio ambas manos en un saludo caluroso. Diane Sawyer lo entrevistó con mucha seriedad, como si sus opiniones merecieran atención y respeto. Incluso salió en el show de Oprah Winfrey; Oprah le dijo que muchos blancos de su público no quieren nada con él, pero Fuhrman anda diciendo que hay nuevas "pruebas" como pretexto para justificarse.
No importa cuántos piensen que Simpson mató a Nicole Brown y Ronald Goldman, la campaña para rehabilitar a Mark Fuhrman es una infamia. ¿Qué excusa tienen para presentar a ese chota racista como si ofreciera opiniones dignas de consideración?
De hecho, la respuesta es muy interesante. ¿Por qué han sacado a Fuhrman de su mundo de supremacistas blancos en Idaho?
Porque su rehabilitación está vinculada con la de la policía, especialmente del Departamento de Policía de Los Angeles. Un tema muy importante del juicio de Simpson fue el de las pruebas de UNA CONSPIRACION POLICIAL y de la FABRICACION DE PRUEBAS POR LOS AGENTES. Desde el comienzo, la versión oficial ha sido que una conspiración policial no fue posible. Pero todos han ridiculizado esa idea. ¿Cuál sería el motivo?, preguntan los comentaristas y "expertos en derecho". ¿Por qué incluso un policía racista iba a caerle encima a O.J. Simpson, un negro rico y "no amenazador", bien asimilado al sistema? ¿Y cómo se podría tapar una conspiración de tal magnitud?
Pero mientras esos comentaristas y voceros policiales hacían esas preguntas, simultáneamente por todo el país (Filadelfia, Nuevo Orleans, Nueva York, Chicago y otras, entre ellas Los Angeles), salían pruebas de miles de casos en que la policía entrampó a gente falsificando pruebas, poniéndole pistolas o droga y sacándole confesiones a la fuerza.
Mark Fuhrman ha sido un blanco de esas denuncias porque fue uno de los principales policías que investigó a O.J. Simpson y es un racista. Llegó primero al lugar de los homicidios, dijo que encontró sangre en el Bronco de Simpson, entró sin autorización a su casa y dijo que encontró un guante ensangrentado en el patio.
En el banquillo, Fuhrman dijo que durante muchos años no usó la palabra "nigger" para referirse a los negros. Pero poco después las grabaciones demostraron que mintió y es un racista. En las grabaciones usa la palabra "nigger" una y otra vez: 40 veces en los 61 extractos escogidos por la defensa. Suelta ese insulto racista con la misma facilidad que cualquier otra persona da la hora. También insulta a los mexicanos, a las mujeres y a uno de los abogados de Simpson (Robert Shapiro) por ser judío.
Pero las grabaciones contienen mucho más que palabras racistas. Demuestran que Fuhrman y sus compinches maltrataban a los negros a propósito y diariamente.
Se le oye decir que detesta ver a un negro con una blanca y que cuando veía una pareja así, hacía todo lo posible para hostigar al negro. En una carta a los abogados de Simpson, la periodista Kathleen Bell describió los comentarios de Fuhrman: "Cuando veía a un `nigger' (como él los llama) en un carro con una blanca, lo paraba. Le pregunté si lo hacía sin razón y me contestó que inventaba la razón".
Han salido a la luz 13 horas de entrevistas hechas a Fuhrman entre 1985 y 1994, como parte de los preparativos para una película. En ellas, Fuhrman describe con lujo de detalles cómo él y otros chotas odian a los negros, los mexicanos y las mujeres, incluso policías negros y mujeres.
Pero los comentaristas siguen preguntando qué motivo tendrían esos racistas para entrampar a Simpson. Pasan por alto y tapan las pruebas de que Fuhrman odia con saña a hombres negros como Simpson que manejan carros lujosos, viven en barrios blancos privilegiados y tienen amantes blancas. Simultáneamente, por todo el país se está comprobando que la policía rutinariamente hostiga y hasta mata a hombres negros profesionales y de la clase media.
En las grabaciones, Fuhrman describe cómo fabricó pruebas para entrampar a gente inocente, muchas veces por ser negro o por tener cierta "actitud". Además, pertenecía a un reaccionario grupo de policías llamado "Hombres contra mujeres", que hostigaba a las policías.
Estas grabaciones dan la respuesta a dos preguntas importantes: "¿Qué motivo tendrían?" y "¿Cómo se podría tapar una conspiración de tal magnitud?".
La divulgación de estas grabaciones en medio del juicio de Simpson fue muy perjudicial para el Departamento de Policía, el gobierno y el sistema. Ahora quieren enterrarlas de una vez por todas.
Por eso ahora, después del segundo juicio de Simpson, presentan a Fuhrman contando cuentos de hadas sobre "pruebas" nunca divulgadas en el juicio que supuestamente ha descubierto. Esperan que millones de televidentes se traguen el cuento de que "quizás dijera cosas racistas, pero eso no prueba que era mal policía o mal tipo, ni tampoco que la policía entrampa". Y hay gente que se deja embaucar con ese punto de vista reaccionario porque los medios dicen que están buscando justicia para Nicole Brown Simpson y Ronald Goldman.
Pero millones hemos visto la verdad, y no podemos permitir que se olvide: el video de Rodney King fue la película y las grabaciones de Fuhrman fueron la banda de sonido. Sin importar lo que uno piense sobre la culpabilidad de Simpson, no habrá justicia si se permite que el sistema rehabilite a Fuhrman.
Por eso volvemos a publicar pasajes de las grabaciones de Fuhrman. Enfurece oír todo esto de nuevo, pero es necesario publicarlos porque el sistema está haciendo todo lo posible para tapar la verdad.
Sobre el arresto de un señor en el barrio Westwood:
"Era un nigger. No debía estar ahí. Dos preguntas: ¿Dónde vives? La 22 y la Western. ¿A dónde vas? Bueno, voy a Fatburger. ¿Dónde está Fatburger? No lo sabía. A la patrulla".
Sobre los criterios para parar carros:
"Si veo a un nigger manejando un Porsche y no tiene un traje de $300, siempre lo paro".
Sobre el pueblo donde se crió en el estado de Washington:
"La gente allá no quiere niggers en su pueblo. Tampoco quieren mexicanos. Solo quieren que viva ahí gente honrada, y creen que cualquier cosa que haya que hacer para echarlos, pues está bien. No había ni un solo nigger donde yo me crié".
Sobre los barrios de Los Angeles, entre ellos Westwood, donde vivía O.J. Simpson:
"Westwood está arruinado; los niggers lo han descubierto. Cuando empiecen a mudarse a Redondo y Torrance.... Torrance es el último bastión de la clase media blanca".
Sobre la llave estranguladora del DPLA:
"Ahora no la usamos porque esos niggers tienen varias organizaciones en el sur y porque muchos niggers murieron: 12 en diez años".
Sobre los cambios en el DPLA:
"Hoy hay mujeres... y niggers pendejos y mexicanos que ni siquiera pueden escribir el nombre de su carro".
Sobre usar a los sospechosos para practicar artes marciales:
"Practicaba artes marciales en el trabajo.... Practicaba dándoles puntapiés".
Sobre investigaciones de la mala conducta de agentes:
"Bueno, es chistoso porque los tipos de Asuntos Internos dicen: `Mark, tú puedes hacer lo que te dé la gana. Una pelea en un bar. Nos encantaría investigar a un buen muchacho que le dé una paliza a un nigger en un bar".
Sobre darle palizas a sospechosos durante interrogaciones:
"¿Por qué no le aplicas el detector de mentiras 77? [`77' se refiere a la delegación de Sur Centro de Los Angeles, donde Fuhrman trabajó muchos años]...y todos se reían; los viejos sabían de qué se trataba, pero un novato siempre preguntaba a su pareja: `¿qué es eso?'. Lo estrangulas hasta que diga la verdad. Eso es chistoso y a muchos agentes les da risa".
Sobre las interrogaciones de negros:
"Cuando uno está hablando con alguien, no le presta atención a lo que dice porque uno se enfoca en lo que es cierto y lo que no es. Para empezar, las primeras cinco o seis oraciones que diga un nigger son puras mentiras. Esa es una regla. Hay que darle motivo para que diga la verdad".
Sobre la destrucción de la delegación 77:
"Salte de esa delegación. Huele a todos los niggers golpeados y tronados ahí a lo largo de los años".
Sobre llevar a un sospechoso al "estadio de béisbol":
"Básicamente perdimos la paciencia porque era tan estúpido. Así pensé. Lo esposé y regresamos a la delegación por la ruta pintoresca. Lo registramos de nuevo y encontramos la pistola. Fuimos al estadio de béisbol y le hablamos. Cuando salí, Dana dijo: `Sin dejar sangre, Mark'. `Está bien. Ni siquiera dejaremos señales, Dana'. Solo lo golpeamos en el torso. ¿Has tratado alguna vez de encontrar un magullón en un nigger? Es muy difícil, ¿no?"
Sobre dar por hecho la culpabilidad y disparar por la espalda:
"En qué situación estaría este país si cada vez que un sheriff y su pelotón fueran a buscar a un ladrón o un asesino tuvieran primero que hablar con los criminales, para estar seguros de que están armados. Les disparaban por la espalda. Eso es lo que debemos seguir haciendo hoy, dispararles por la espalda. El problema es conseguir gente dispuesta a hacer eso, así como capaz de reconocer a los malos".
Sobre dar por hecho la culpabilidad y fabricar pretextos de un arresto:
Fuhrman: "Lo arresté por ninguna razón. Simplemente lo llevé a la delegación, tomé sus huellas digitales y lo entregué a los detectives para compararlo con la lista de crímenes en el barrio. Con toda probabilidad fuera criminal".
McKinny: "¿Así que te permiten arrestar a una persona que piensas que no debe estar en cierto barrio?"....
Fuhrman: "No lo sé. No sé qué dice la Suprema Corte o la Corte Superior, y su pinche opinión no me importa.... Si me obligan a decir por qué lo hice, yo diría que es sospechoso de un robo. Podría sentar una base razonable por el arresto".
Sobre la falsificación de informes:
"Pues, si dicen que eso es falsificación de un informe, una exageración y si hay un tipo que por ejemplo balaceé hace dos días pero hay una marca que parece de hace tres días, hay que levantar la costra y apretar la herida. Si sale suero como que es muy fresca, esa es una prueba convincente. No se encuentra la marca. Porque la cosa es obvia. Sus ojos no mienten. Eso no es falsificar un informe. Eso es poner a un criminal en la cárcel. Eso es ser policía".
Sobre golpes por hablar español:
"No hablamos español. Trabajamos contra pandillas mexicanas pero no hablamos español.... Cuando nos hablan en español, `No comprende'. Les das un par de golpes y empiezan a hablar en inglés. Con solo eso soy maestro de inglés. Así es el trabajo de un policía. Para eso hay que saber seleccionar a los agentes. Ese tratamiento es necesario...".
Sobre lo que se debe hacer en un barrio negro:
"Uno tiene que saber batear de ambos lados. Uno tiene que darse cuenta dónde está y cómo hablar. Uno tiene que saber cómo hacer las cosas y lo que se puede y no se puede hacer con un criminal. Por ejemplo, no puedes ir a Bel Air [donde viven millonarios] y, si un tipo te da problemas a la vista de todos, golpearlo. No se puede decir: `Carajo, quiero saber qué pasa aquí'. Uno no puede hacer eso, la razón es obvia. Pero si trabajas en el sur, en Watts, en la zona metropolitana, donde viven los sin techo, ahí uno usa la porra más que la palabra. No basta decirle a la gente que se vaya. Váyanse de aquí. No. Simplemente mueves la porra. Les das unos porrazos. Eso los hace moverse, no tienen problemas con eso. Están donde no deben estar...".
Fuhrman también describe un incidente en un proyecto del Este de Los Angeles en el cual él y otros puercos tumbaron una puerta. "Agarramos a una muchacha que vivía en el apartamento, una de las novias. Le pusimos una pistola a la cabeza y la usamos como escudo. Les dijimos a los otros: `Tengo una chica. Si salen con pistola, le reviento los sesos'. Así la tenía. Luego tiré a la puta por las escaleras y le pusimos candado a la puerta. Vamos a jugar, muchachos.... En fin, los torturamos. Eramos cuatro policías y ellos también eran cuatro. Los quebramos. A cada uno le quebramos varios huesos. Les dejamos la cara como tomate. Habían fotos de las paredes del cuarto. Había sangre hasta en el techo y huellas de cómo trataron de gatear del cuarto. Nos mostraron fotos del cuarto. Fue increíble. Había sangre por todos lados. En todas las paredes. En todos los muebles. En todos los pisos. Por todos lados.... En cuanto terminamos de golpear a esos tipos nos fuimos al jardín para lavarnos la sangre con una manguera, porque estábamos cubiertos de sangre.... Pues, sabían que yo lo hice. Sabían perfectamente que yo lo hice. Pero no podían hacer nada porque todos, casi todos, trabajábamos juntos en la 77. Empezamos como una unidad antipandillas. Estábamos sólidamente unidos. Pudimos haber asesinado sin problema alguno. Estábamos unidos. Todos sabíamos qué decir. No teníamos que llamarnos a la casa y decir: `Todos saben lo que hay que decir'".