Obrero Revolucionario #897, 9 de marzo, 1997
Parece que cada semana se abre un nuevo frente de lucha a medida que el gobierno intensifica su guerra contra los pobres. Los inmigrantes legales son de los primeros afectados por los recortes al welfare. A partir de abril, se calcula que un millón de inmigrantes legales dejarán de recibir cupones de comida. Sin embargo, por ahora, hay excepciones: los que se han hecho ciudadanos, los ex combatientes, los militares y los refugiados que han vivido aquí menos de cinco años.
Pero los inmigrantes legales que no puedan comprobar que han trabajado aquí más de 10 años, no recibirán cupones de comida ni Supplemental Security Income (SSI). Muchos de esos inmigrantes sí han trabajado más de 10 años, pero no pueden comprobarlo pues no constan en las nóminas de pago porque les pagan al contado o hacen trabajos eventuales. La prueba que se acepta es el recibo de haber pagado impuestos al Seguro Social, pero muchos trabajan para patrones que no archivan esa información ni pagan al Seguro Social.
En California se calcula que 270.000 inmigrantes dejarán de recibir cupones de comida (150.000 en Los Angeles) y más de 99.000 ancianos e incapacitados perderán la asistencia SSI.
Las autoridades del condado de Los Angeles están muy preocupadas porque esto podría prender disturbios; quieren posponer la decisión de suspender los cupones de comida hasta septiembre, en vez de hacerlo caso por caso, cuando se le venza el plazo a cada persona. Pero posponer la decisión no resuelve el problema, aunque las condiciones para luchar pueden ser mejores si eliminan los cupones de comida de una sola vez.
Cuando me enteré de los recortes, me puse a pensar en cómo va a arruinar la vida de mucha gente. Leí artículos en el Los Angeles Times sobre como afectará a los ancianos y a las comunidades inmigrantes. Supe que cientos de ancianos inmigrantes asiáticos se han estado reuniendo los sábados por la mañana para expresar sus temores, como el desalojo y pasar hambre, cuando dejen de recibir el cheque de SSI. Son inmigrantes que han trabajado años en maquiladoras y en la cosecha, y que ahora no tienen ni para pagar la renta en el ocaso de su vida. Muchos no tienen quién los ayude y otros son el único sustento de su familia.
Unos vietnamitas del condado Orange contaron que por lo general el año nuevo es un tiempo de celebración en que se ofrecen regalos y comida. Pero desde que Clinton anunció las reformas, ya no se hacen regalos. En vez de dar regalos, están buscando maneras de hacer alcanzar lo poco que tienen.
Un vietnamita de 80 años dijo que va a tener que vender su colección de estampillas postales, que ha tenido desde que tenía 20 años. Es lo único que tiene para vender. Muchos más se han matriculado en clases de ciudadanía con la esperanza de hacerse ciudadanos. Muchos saben muy poco inglés y no saben leer. Los ancianos se frustran porque se les olvida lo que aprenden y eso dificulta que consigan la ciudadanía.
Al leer esos artículos me puse a pensar en cómo afectará esto a mi barrio, donde hay muchos inmigrantes mexicanos, centroamericanos, sudamericanos, coreanos y otros; en que muchos niños se acostarán con hambre noche tras noche y que eso afectará su salud; en las madres que pasarán hambre para que sus hijos tengan algo de comer; en las familias que ya tienen que contar cada centavo y ahora irán a parar a la calle. Así que decidí ir a platicar con gente del barrio sobre la situación.
Juana esperaba el bus mientras me contaba lo que le inquietaba: las madres y niños que dejarán de recibir welfare. Hace 12 años se conoció con una salvadoreña cuando las dos dieron a luz en el hospital General el mismo día. El hijo de la salvadoreña es retardado mental y la mamá tuvo que dejar de trabajar y solicitar welfare para cuidarlo; será imposible para ella cumplir el requisito de 10 años de trabajo para seguir recibiendo welfare.
Son vecinas y se han conocido más de 12 años, y en todos esos años, los cheques de welfare no siempre llegaron a tiempo o a veces no llegaron. El niño de la salvadoreña no puede caminar solo, asearse, comer ni hacer nada sin la ayuda de la mamá.
Juana pregunta: "¿Qué será de gente como ella y su hijo, y tantos más como ellos?"
Fui a platicar con un grupo de defensa de inmigrantes. Me dijeron que la gente está muy preocupada, y que cada día son más los que solicitan ayuda e información. Ese grupo distribuye información sobre cómo afectarán los recortes a las familias. Un volante de información dice: "Florencio y Estela S. y sus cuatro hijos son inmigrantes legales de México. El Sr. S. tiene 30 años en Estados Unidos. La Sra. S. llegó hace 10 años con los cuatro hijos. La familia ha estado recibiendo welfare desde marzo de 1995, debido a que el Sr. S. no ha podido conseguir trabajo, a no ser que sea eventual. La Sra. S. solo habla español. Ella se preocupa de la familia porque el dinero que gana su esposo en trabajos eventuales no alcanza. Es posible que los niños acaben en casas de crianza si el Sr. y la Sra. S. no pueden sostenerlos".
María es una centroamericana que trabajaba 15 horas al día limpiando casas por el salario mínimo. En cierto momento no le quedó más que recurrir al welfare y no comprende cómo el gobierno puede decir que gente como ella vive rodeada de lujo, ya que por años no podía comprarles ropa ni calzado a sus tres hijos. Incluso hoy solo le alcanza para los artículos de primera necesidad. "Mi hija necesita frenos para los dientes, pero cuestan $1500 y Medical no paga eso. ¿De dónde voy a sacar esa cantidad de dinero?". ¿Cómo va a sostener a tres hijos, su madre y a ella misma con un trabajo que paga el salario mínimo? Cuando se muera su mamá, y no haya quien cuide a los niños, ¿de dónde va a sacar el dinero para una guardería? "Es posible que tenga que dejarlos solos por mucho tiempo en un parque".
Leonor ha vivido aquí más de 20 años. Se lastimó en el trabajo y no pudo seguir trabajando, así que solicitó cupones de comida. "Me pongo muy nerviosa cada vez que recibo el correo con montones de cuentas. Los recortes tendrán un efecto desastroso. ¿Qué va a hacer la gente? Para mí no es tan malo como para los que tienen hijos. Los $200 que recibimos no alcanzan ni para las cuentas de los servicios. La gente no tendrá ni para la ropa, ni para la renta. De vez en cuando no como bien un par de días, y me consuelo con que pronto llegarán los cupones de comida y podré ir a la tienda y comprar algo".
Leonor sabe que no podrá solicitar más cupones de comida. Los recortes la enfurecen e inquietan, pero no se quedará para ver los efectos. Piensa regresar a El Salvador pronto. Dice que jamás le gustó este país, que la alternativa era aguantar la humillación aquí o morirse de hambre allá, y ahora corre el riesgo de morirse de hambre aquí también.
La mayoría de los inmigrantes no tiene la opción de regresar a su país. Además, millones han trabajado aquí muchos años y lo justo sería que ahora se les cuide si se enferman y no pueden trabajar, si son ancianos o simplemente no pueden conseguir un trabajo decente.
Si bien los recortes están causando mucho sufrimiento, también están gestando algo nuevo: muchos que no reciben welfare y no son inmigrantes están abriendo los ojos¾unos por primera vez¾y están viendo que este sistema es desalmado, asesino y voraz.