Obrero Revolucionario #899, 23 de marzo, 1997
A fines de febrero, la administración Clinton anunció que iba a "certificar" que el gobierno mexicano es un "aliado" en la "guerra contra la droga". Cada año Washington publica una lista de países que dice que están colaborando plenamente, y amenaza con quitarle ayuda y préstamos a los países que descertifica.
Este año ha habido muchas riñas en el seno de la clase dominante estadounidense acerca de la certificación de México. Poco antes de salir la lista, el gobierno mexicano arrestó al general del ejército Jesús Gutiérrez Rebollo, jefe del Instituto Nacional para el Combate de las Drogas, por recibir sobornos de un narcotraficante de peso. El general Barry McCaffrey, el "zar antidrogas" de Clinton, había dicho que Gutiérrez Rebollo era "un hombre de integridad incuestionable", y la Casa Blanca, la DEA y los servicios de espionaje habían compartido información secreta con él. Cuando de todos modos Clinton certificó al gobierno mexicano, varios congresistas condenaron su decisión y pidieron sanciones contra México.
Primera pregunta: ¿Qué le da a Washington el derecho de juzgar la política de drogas de otros países? Por todo el mundo se conoce el papel de la CIA en el traslado de cocaína a Estados Unidos. En el sureste asiático en los años 60, en Centroamérica en los 80 y así sucesivamente, el gobierno estadounidense, sus FFAA y sus servicios de espionaje han utilizado las ganancias del narcotráfico para financiar sus guerras y operaciones clandestinas. Actualmente hay un gran escándalo en Washington porque se ha divulgado cómo los millonarios y corporaciones compran politiqueros y dictan la política del país. ¡Estos gángsters no tienen ningún derecho de sermonear sobre drogas y corrupción!
Segunda pregunta: ¿Qué esconde la certificación de México y toda la "guerra contra la droga" en Latinoamérica? En Estados Unidos, la "guerra contra la droga" es un pretexto para desatar un reino de terror en los barrios oprimidos, implantar leyes de "tres strikes y fuera" y llenar las cárceles. En México y por todo Latinoamérica, es un pretexto para más intervención, control y dominación.
El arresto del general Gutiérrez Rebollo es el último de una serie de escándalos de droga y corrupción que involucra a altos personajes de la clase dominante mexicana, hasta la presidencia.
Un solo ejemplo: Guillermo González Calderoni era un alto "investigador de drogas" del ex presidente Carlos Salinas de Gortari. Ahora dice que le informó al presidente a comienzos de esta década que un traficante de cocaína le había dado grandes cantidades de dinero en efectivo a Raúl Salinas, su hermano mayor. Además, González Calderoni dice que informó a funcionarios del gobierno estadounidense de esos pagos, pero que ni el gobierno mexicano ni el estadounidense intervino.
De acuerdo a las estadísticas que recopila Washington, los narcos mexicanos gastan por lo menos seis billones de dólares al año para sobornar a funcionarios del gobierno.
Estados Unidos bien sabe que hay corrupción a todos los niveles del gobierno y las FFAA mexicanos. De hecho, los imperialistas yanquis son los padrinos de la clase dominante mexicana: le dan ayuda y préstamos al gobierno, y entrenamiento y equipo a las FFAA. Muchos altos funcionarios son graduados de universidades estadounidenses y consultan con regularidad con sus contrapartes en Washington.
Los voceros de Clinton explicaron que certificó a México porque esperan que el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León "avance en el cumplimiento de varios objetivos concretos". Un vistazo a esos "objetivos" demuestra que la meta del proceso de certificación es más intervención militar y política.
Washington ha exigido que, a cambio de la certificación, el gobierno mexicano permita la extradición a Estados Unidos de ciudadanos mexicanos acusados de crímenes relacionados al narcotráfico. Actualmente la ley mexicana no permite la extradición. Pero el New York Times informó que el gobierno aceptó entregar a ciudadanos mexicanos a la policía y los tribunales estadounidenses en "circunstancias especiales". (¡Imagínense la reacción de los imperialistas yanquis si un país del tercer mundo pidiera lo mismo: si por ejemplo Irak demandara la extradición de George Bush o el general Schwartzkopf por matar a centenares de miles de iraquíes durante la guerra del Golfo!)
El Times dijo que la administración Clinton "insistió en participar en el proceso de seleccionar agentes mexicanos para participar en operaciones conjuntas de espionaje en que la Marina y el Guardacostas estadounidenses trabajarán de la mano con la Marina mexicana para parar y registrar barcos que sospechan que trasladan drogas en aguas mexicanas". El gobierno de Zedillo también consintió en instalar radares militares en el sur del país, con el pretexto de "rastrear vuelos de narcóticos". Washington también quiere que sus agentes antinarcóticos en México tengan el derecho de portar armas. El Wall Street Journal informó que Zedillo prometió crear una nueva dependencia antidroga, modelada según la DEA y con amplia asesoría estadounidense.
El 13 de marzo, la Cámara de Representantes votó a favor de descertificar a México a menos que Zedillo haga "progresos sustanciales" en el combate de la droga y la corrupción. Es probable que el Senado anule ese voto o que Clinton lo vete. Eso fue otra táctica de presión para que Zedillo acepte las demandas yanquis.
En febrero, Washington anunció más intervención militar en Perú como parte de la "guerra contra la droga". Enviará más tropas y más dinero a la dictadura de Alberto Fujimori, que está librando una brutal guerra reaccionaria contra la guerra popular maoísta que dirige el Partido Comunista del Perú. También certificó que el gobierno de Fujimori es un "aliado en la guerra contra la droga", a pesar de que se sabe que el jefe de los servicios de inteligencia y altos mandos de las FFAA tienen estrechos vínculos con los traficantes.
Estados Unidos está llevando a cabo una enorme operación militar conocida como la Operación Laser Strike en varios países latinoamericanos, supuestamente para parar los vuelos de cocaína. Están participando centenares de militares estadounidenses con satélites y equipo de alta tecnología.
La certificación de México está vinculada a las profundas preocupaciones del imperialismo yanqui por la "estabilidad" del país. El New York Times informó: "Varios funcionarios de la administración e inversionistas advirtieron que la descertificación correría el riesgo de socavar la confianza de los inversionistas en las perspectivas económicas de México. Funcionarios de la administración... advirtieron que una decisión desfavorable le asestaría un golpe a la economía mexicana comparable a la devaluación del peso de hace dos años...".
La devaluación de 1995 causó una enorme crisis económica. El gobierno estadounidense intervino con un "paquete" de préstamos para impedir un colapso financiero. Pero esos préstamos no beneficiaron a los pobres o trabajadores. De hecho, en su discurso anual al Congreso en febrero, Clinton se jactó de que Estados Unidos salió ganando medio billón de dólares de esos préstamos: esas ganancias vienen de la sangre y el sudor de los oprimidos de México. Para pagar la deuda y mantener a flote la economía, el gobierno de Zedillo ha estado aplicando un programa de "austeridad" que ha tenido consecuencias desastrosas para la población: la cantidad de mexicanos que viven en la "extrema pobreza" aumentó en cinco millones, y grandes sectores de la clase media y de pequeños comerciantes están en la quiebra.
El tratado TLC/NAFTA de 1994 ha echado a miles de campesinos de sus tierras y abierto el país a una mayor explotación de capitalistas extranjeros. En su discurso, Clinton también se jactó de que las exportaciones a México "han alcanzado un nivel récord".
A pesar de sus temores por la "estabilidad" de México, los imperialistas yanquis se ven obligados a seguir aumentando la explotación del país y la pobreza y miseria del pueblo.
Hace poco un grupo de barrenderos del estado de Tabasco llevó a cabo una huelga de hambre en ciudad de México para llamar la atención a su situación. Ha habido 3000 protestas en la capital en el año transcurrido. Los barrenderos dijeron que estaban dispuestos a recurrir a medidas extremas porque han perdido sus tierras y no pueden pescar porque PEMEX, la compañía petrolera paraestatal, ha contaminado las aguas del estado. Un manifestante dijo: "Ya nos estamos muriendo de hambre en Tabasco".
Poco después del levantamiento en Chiapas en 1994, el economista político maoísta Raymond Lotta escribió: "México es una piedra angular del imperio estadounidense. No se puede entender el crecimiento y el dinamismo del imperialismo yanqui, ni entender la crisis en la cual se encuentra hoy, si no se entiende el papel especial que juega México. Este papel es a la vez económico y estratégico. Por eso es que un colapso económico o una explosión social en México tendría enormes consecuencias, no solo en Estados Unidos sino para el sistema imperialista en su conjunto. Por esa razón, Estados Unidos ha hecho tantos esfuerzos para mantener la estabilidad de México.
"Una de las peores pesadillas de los imperialistas es una tormenta revolucionaria en México, pues además de destruirles una piedra angular del imperio podría cruzar la frontera y extenderse a su propio territorio. Los oprimidos de México y de Estados Unidos por supuesto vemos las cosas de otra forma: consideramos que la estrecha interconexión que existe entre nuestras vidas, nuestras luchas y nuestros movimientos revolucionarios es algo realmente magnífico".
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