Obrero Revolucionario #901, 6 de abril, 1997
El 1º de marzo, la luchadora ambientalista Judi Bari murió de cáncer en su cabaña de un bosque del condado Mendocino de California. Judi nunca vaciló en su defensa del medio ambiente y en la lucha contra el saqueo corporativo. Era madre de dos hijos, pero nunca aceptó que su "lugar" era ser ama de casa. Incluso después de 1990, cuando un dinamitazo la dejó incapacitada y con mucho dolor, siguió luchando.
A fines de la década pasada, cuando vivía en el condado Mendocino y trabajada de carpintera, Judi Bari se metió a luchar en defensa de los pocos bosques que quedaban en la zona. En un artículo de 1989, describió la batalla: "La supervivencia de uno de los últimos ecosistemas forestales de Estados Unidos está en juego. Nuestros adversarios son grandes corporaciones del norte de California: Louisiana Pacific, Georgia Pacific y Maxam.... Hace 140 años el condado donde vivo era un bosque de secoyas primitivo. Pero al ritmo actual de explotación forestal, no habrá ni un solo árbol de valor comercial aquí en 22 años. El presidente de Louisiana Pacific, Harry Merlo, se expresó así en una entrevista reciente: `Siempre me molesta dejar árboles vivos en nuestros propios terrenos. No talamos hasta un límite de 10 pulgadas, u ocho pulgadas o seis pulgadas [una referencia a los árboles jóvenes que los ambientalistas trataban de proteger]. Talamos hasta el infinito. Ahí están, son nuestros y los queremos todos. Ya'".
Judi luchó por popularizar una visión radical de quiénes son los amigos y quiénes son los enemigos del medio ambiente. Decía que el movimiento tenía que distinguir entre las grandes corporaciones y los pequeños contratistas, y entre las compañías madereras y los trabajadores. En 1989 escribió: "Las compañías madereras tratan [a los trabajadores] de la misma manera que tratan a los bosques: como objetos para explotar y extraerles máximas ganancias".
Era una posición difícil y polémica. Las compañías trabajaban incansablemente para enemistar a sus trabajadores y los ambientalistas, echándoles la culpa a estos por los despidos y el cierre de aserraderos. Sus guaruras sembraban terror contra los ambientalistas en los aislados pueblos forestales. Corriendo mucho riesgo personal, Judi se reunía con trabajadores de las compañías madereras y apoyaba sus luchas contra los despidos, los recortes salariales y las peligrosas y a veces mortales condiciones de trabajo. También desempeñó un papel clave en un debate interno del grupo Earth First! (¡Tierra primero!), que sopesaba si el movimiento debía limitarse a proteger los terrenos públicos o combatir todas las fuerzas que están destruyendo el medio ambiente en polémicas escritas entre Judi y el fundador de Earth First!, Dave Foreman.
En su libro Confessions of an Eco-Warrior (Confesiones de un eco-guerrero), Foreman escribió que Earth First! nunca hubiera debido oponerse a las corporaciones. "La mayoría de la gente de este país, yo incluido, respeta el concepto de propiedad privada". En una reseña del libro, Judi respondió: "Un momento. Si verdaderamente crees que la naturaleza no está al servicio de los seres humanos, que los seres humanos son nada más una parte de la naturaleza, pues ¿cómo vas a defender la idea de que los seres humanos pueden ser `propietarios' de la Tierra? ¿Y qué debemos hacer si las secoyas de 2000 años que tenemos que salvar para proteger la diversidad biológica y la evolución por casualidad se encuentran en terrenos `particulares'? ¿Y si las talan en aras de una maniobra financiera `particular'? ¿Cuál debe ser nuestra lema: No vacilar en la defensa de la Tierra en terrenos públicos y si no tenemos que enfrentarnos a la estructura de poder coporativa?" En respuesta a la declaración de Foreman de que el movimiento ambientalista ya había alcanzado sus metas, Judi escribió: "No cabe duda de que hemos educado a mucha gente, pero todavía están saqueando los bosques y nuestro país acaba de destruir Irak".
En los primeros meses de 1990, Judi y otros activistas de Earth First! lanzaron una campaña para confrontar y parar físicamente las compañías que estaban talando las secoyas del norte de California. En febrero, activistas de Earth First! se metieron a una reunión de funcionarios del gobierno y "sus amos corporativos, Charles Hurwitz (un capitalista especulador que acababa de apoderarse de la compañía que talaba las secoyas) y Harry Merlo (su colega)". Al día siguiente, 50 activistas desenmascararon la mentira de que las negociaciones entre el gobierno y las compañías habían disminuido la tala de las secoyas, encadenándose a un camión maderero. El dueño del camión le dijo al San Francisco Examiner: "Creo que soy dueño de estos terrenos. Mis antepasados los protegieron de los indios y los osos".
Cuando Earth First! asumió una actitud más militante y desafiante, jóvenes de todo el país acudieron a defender el medio ambiente. Simultáneamente, los esfuerzos de Judi para crear una alianza con los trabajadores empezaban a dar fruto. Logró forjar vínculos con los trabajadores de varias compañías madereras y con cortadores independientes.
Pero sus enemigos también redoblaron sus ataques. En muchos pueblos y aserraderos, aparecieron falsos comunicados de prensa de Earth First! que pedían violencia. Judi escribió que "recibimos un montón" de amenazas de muerte, "pero la policía no quiso investigarlas. L-P [la compañía Louisiana Pacific] gastó $100.000 para montar una cerca de alambre de púas en Ukiah para `proteger' a sus empleados de los `terroristas' de EF!"
En mayo, Judi y Darryl Cherney propusiron el "verano de las secoyas" y lanzaron una campaña publicitaria en un mitin estudiantil en Sacramento. Judi decía que las luchas políticas de los años 60 definieron su vida y el modelo del "verano de las secoyas" fueron las movilizaciones del "verano de la libertad", cuando jóvenes de todo el país fueron a Misisipí a comienzos y mediados de los años 60 para combatir la discriminación y la opresión de los negros.
El "verano de las secoyas" fue noticia nacional y se presentaron unos 3000 voluntarios de todo el país. Arrestaron a más de 250 en confrontaciones con ejecutivos y bloqueos de tala de secoyas.
En el verano de 1996, 10.000 personas fueron a defender Headwaters, un bosque de secoyas en terrenos particulares del condado Humboldt. Arrestaron a mil en bloqueos de caminos.
El 24 de mayo de 1990, en medio de una gira organizativa del "verano de las secoyas", estalló una bomba debajo del carro de Judi mientras manejaba con Darryl Cherney por Oakland. Sufrió graves heridas y quedó incapacitada de por vida. Pero, como escribió en una columna del New York Times: "El incalificable terrorismo del incidente no paró ahí. Inmediatamente, el Buró Federal de Investigación, de la mano con la policía de Oakland, decidió que yo tenía la culpa del dinamitazo. Querían acusarme del atentado que casi me mata. Pocas horas después del dinamitazo, anunciaron que mi pasajero, Darryl Cherney, y yo éramos los únicos sospechosos".
Durante las ocho semanas siguientes, mientras Judi estaba en el hospital, la policía y el FBI registraron su casa dos veces. Incluso cuando salió una carta anónima en un periódico que se atribuyó el atentado contra Judi por sus actividades políticas, el FBI se negó a considerar otros sospechosos.
El FBI y la policía soltaron una serie de "revelaciones" acerca de la culpabilidad de Judi, pero nunca la acusaron de nada. En respuesta, Judi demandó al FBI y la policía de Oakland, y en el curso de esa demanda desenmascaró muchas actividades de la policía política contra el pueblo y sus luchas. En el New York Times, Judi escribió:
"Esta clase de sabotaje político nos recuerda las actividades del FBI en el programa `COINTELPRO' de los años 60. Oficialmente, suspendieron ese programa de operaciones clandestinas en 1971, cuando los medios revelaron que el FBI había trastornado a propósito movimientos legítimos de cambio social.
"Varias investigaciones congresionales probaron que el FBI llevó a cabo una guerra clandestina de 10 años contra el Dr. Martin Luther King, y varios documentos entablados en los tribunales demostraron que sus agentes actuaron de una manera indebida en el asesinato de miembros del Partido Pantera Negra y del Movimiento Indígena Americano. El agente del FBI a cargo de la investigación de mi caso se llama Richard W. Held; era agente de COINTELPRO. Y si bien COINTELPRO fue suspendido oficialmente, un ex agente, Wesley Swearingen, ha dicho que sus actividades continuaron".
En Timber Wars (Las guerras madereras), Judi escribió más sobre Held, quien era el director de la oficina de San Francisco del FBI cuando estalló la bomba en su carro. Escribió: "Desde hace 25 años, Held ha sido uno de los principales operativos de COINTELPRO. Se sabe que envió documentos falsificados (amenazas de muerte, cartas ofensivas y tiras cómicas) a varias facciones del Partido Pantera Negra para asustar o enfurecer a sus dirigentes y desestabilizar al grupo. Participó personalmente en los complots contra el Pantera Negra Geronimo ji Jaga (Pratt) y el dirigente del Movimiento Indígena Americano Leonard Peltier; los dos llevan décadas en la cárcel por crímenes que no cometieron. No tengo palabras para describir el terror de despertarme en un hospital, incapacitada de por vida, y enterarme de que Richard Held me acusaba a mí de dinamitar mi propio carro".
En Timber Wars, Judi documentó cómo se combinó la violencia contra Earth First! y "la ávida cooperación de los medios de comunicación y la policía... para crear el mito de que los dos lados son violentos". Por ejemplo, cuando un camión maderero atropelló a propósito el carro de Judi en 1989, la policía declaró que fue un accidente común y corriente, a pesar de que Judi acababa de bloquear a ese mismo camión en una protesta. También describió que se repartieron comunicados de prensa falsos a los trabajadores madereros y que muchos periódicos los publicaron, a pesar de que Earth First! proclamó que no los había escrito. Una compañía repartió uno de esos comunicados de prensa incluso después de que su propio departamento de seguridad le informó que era falso. Robert Morse, un columnista del San Francisco Examiner, escribió: "La situación se está poniendo muy extraña. No solo están talando los árboles, sino que ciertas manos los están convirtiendo en comunicados de prensa falsos".
Judi y su equipo de abogados documentaron vínculos sospechosos entre el FBI, la policía de Oakland y el dinamitazo:
Durante meses, el FBI y los medios trabajaron de la mano para pintar a Judi y Earth First! como terroristas que iban a destruir algo. Todo esto ocurrió cuando Judi organizaba la movilización de miles de estudiantes para el "verano de las secoyas" y cuando el movimiento empezaba a darle duro a las compañías. Una y otra vez los noticieros mostraron a policías sacando una caja de cintas del carro de Darryl, acordonando las calles y haciendo estallar la "sospechosa" caja.
El informe del San Jose Mercury sobre el dinamitazo empezaba así: "Dos miembros del grupo ambientalista radical Earth First! sufrieron heridas el jueves cuando estalló su propia bomba incendiaria"... y así sucesivamente.
Pero el cuento del FBI empezó a deshilacharse, y Judi y sus compañeros continuaron su contraataque. Una coalición de 50 grupos ambientalistas, sindicales y de la mujer exigió una investigación congresional del papel del FBI. En ese momento, el FBI cambió de táctica: lanzó una investigación de otras posibles fuentes de la bomba.
Pero Judi desenmascaró esa maniobra también: en realidad, fue una investigación de Earth First! y de otros grupos. El FBI les pidió a los periódicos de la región que entregaran todas las cartas a la redacción "sobre las secoyas y el aborto". Todos los periódicos menos uno entregaron todas las cartas publicadas y no publicadas. Held exigió que el New York Times (el dueño del periódico que no entregó sus cartas) castigara a un corresponsal que había documentado el hostigamiento de Earth First! por el FBI. A pesar de que había sido galardonado por sus informes, lo asignaron a otro tema.
El FBI recolectó listas de la policía de "activistas ambientalistas" de toda la región. El presidente de la compañía maderera Maxam entregó sus archivos de periódicos, y el nombre y dirección de 53 presuntos activistas de Earth First! Varios grupos derechistas trabajaron con el FBI en esa investigación. Pero cuando un derechista dijo que "nos gusta hacerle bromas a Earth First!... y hemos repartido comunicados de prensa falsos", el FBI ni siquiera lo entrevistó.
Tampoco investigó un informe de que la letra de una amenaza de muerte contra Judi era igual a la de una carta de un informante policial. En vez, el FBI reunió los nombres de unos 150 activistas con el pretexto de que el ataque a Judi y Darryl era resultado de enemistades internas del movimiento.
A pesar de la falta total de pruebas, el FBI redobló su investigación de activistas en 1991. Consiguió una lista de 634 llamadas telefónicas que hicieron Judi y Darryl a otros estados y las investigó una por una. Investigó a sus compañeros y familiares; llamaron y les hicieron preguntas sin divulgar quiénes eran.
Judi escribió: "Esa investigación telefónica fue una intervención totalmente injustificada, una violación del derecho a la vida privada y la libertad de asociación, que hizo recordar las campañas anticomunistas de los años 50. También se parece al escándalo de espionaje a CISPES de comienzos de la década pasada, cuando el FBI espió a miles de personas que no hicieron más que ir a una reunión o una protesta sobre Centroamérica".
A pesar de su avanzado cáncer, Judi no abandonó la demanda contra el FBI. Escribió: "No podemos restarle importancia a las fuerzas que confrontamos. Pero espero que podamos sacar lecciones de nuestras experiencias, para que no seamos tan vulnerables la próxima vez". Darryl Cherney y otros partidarios de Judi continúan la demanda.
Hasta su último momento, Judi Bari fue una rebelde desafiante, una combatiente que luchó sin vacilación y con mucho amor por el pueblo contra el saqueo corporativo del planeta. La echaremos de menos.
La información para este artículo proviene del libro de Judi Bari Timber Wars, de la editorial Common Courage Press de Monroe, Maine.
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