El problema de incentivos v. iniciativa y las dos concepciones del mundo fundamentalmente opuestas--la burguesa y la proletaria--sobre esto.
Ya en el Manifiesto Comunista Marx y Engels respondieron a la acusación de que con la sociedad comunista cesaría toda actividad y sobrevendría una indolencia general porque no habría incentivo para avanzar trabajando duro, y cosas por el estilo. Dijeron que si así fuese, hace mucho tiempo que la sociedad burguesa habría sucumbido a manos de la holgazanería, puesto que en ella los que trabajan duro no adquieren y los que adquieren no trabajan.
Una vez más, la concepción del mundo de la burguesía es una autodenuncia. Uno puede darse una buena idea de lo que es el sistema y la clase que lo gobierna viendo las normas que ellos mismos dicen que hay que seguir y practicar, lo que ellos glorifican y ponen como regla. El sistema burgués insiste en el egoísmo; dice que el egoísmo es lo "fundamental" en la motivación humana y que una sociedad que no se basa en eso es "utopía" y fracasará. Y los apologistas de este sistema aprovechan el hecho de que la mayoría de la gente del mundo no ha vivido en ninguna otra clase de sociedad y, como ha vivido en un sistema como este toda su vida, le cuesta trabajo imaginarse un sistema diferente.
Un informe sobre el trabajo del partido en un multifamiliar contiene este comentario de una mujer: "Por qué siguen hablando `del sistema', la gente hace el sistema; el sistema no hace a la gente". Hablaba asqueada y aterrada de la maldad y bajeza que ve a su alrededor, especialmente de las cosas que hacen los jóvenes. Pero también habla bajo la influencia del punto de vista burgués, que difunde incansablemente la prensa, la cultura y el sistema de educación, las iglesias y muchos otros medios.
Ese punto de vista pone las cosas totalmente patas arriba. La verdad es que el sistema es el que hace a la gente; el que determina las relaciones humanas; y el que moldea los valores e ideas. La gente no puede escoger el sistema que quiere. Cuando entramos en el mundo ya existe un sistema y uno tiene que "cuadrar" y "encontrar su puesto" dentro del sistema.
En cuanto a las ideas, ya en el Manifiesto Comunista Marx y Engels explicaron que las ideas dominantes en cualquier época no han sido nunca más que las ideas El sistema obliga a la gente a entrar en ciertas relaciones por medio de sus "mecanismos de acción", o sea, el sistema económico y la forma en que hay que ganarse la vida, lo que lleva a cada quien a hacer según la "suerte" que le toque. El sistema coacciona y reprime con su poder estatal y sus fuerzas armadas cuando el pueblo quiere levantarse y cambiar las cosas. Por ejemplo, si los sin techo quieren apoderarse de viviendas--y eso ya ha ocurrido varias veces en los últimos años en Estados Unidos--vemos que el poder estatal les cae encima, los corre de las viviendas y los castiga con su sistema judicial y con violencia franca.
Veamos otro ejemplo, en el People's Park de Berkeley--que ha vuelto a estallar y en realidad es una lucha que ha continuado de una forma u otra por 20 años--la gente quería vivir de otra forma, con diferentes relaciones, darle más valor a los seres humanos que a las cosas y hacer algo creativo con un terreno que la universidad y otros capitalistas estaban dejando engordar para vender caro algún día. ¨Y qué pasó? Hubo muertos y heridos, mandaron a la Guardia Nacional, impusieron ley marcial y cosas por el estilo. Y eso sin hablar de los constantes asesinatos de negros y otros oprimidos en Estados Unidos y de la represión brutal y asesina generalizada contra cualquiera que seriamente se le plante al sistema.
Pero como todo en la vida, el sistema capitalista está repleto de contradicción, y esa contradicción estalla de muchas formas y prende muchas luchas. Y en esa lucha, los de abajo, especialmente los que menos interés tienen en el orden existente, buscan cómo confrontar y vencer al sistema, buscan ideas que los guíen en esa lucha. Es inevitable que los atraiga lo que está en oposición más fundamental al sistema entero: el proletariado revolucionario y su ideología, el marxismo-leninismo-maoísmo. Cuando emprende la lucha revolucionaria contra el sistema y cuando se vale de la ideología más revolucionaria para dirigir su lucha, la gente cambia. Cuando se levanta contra el sistema, empieza a transformarse, pasa a ser algo nuevo.
Tenemos el ejemplo de cómo la China revolucionaria bajo la dirección de Mao encaró el problema de la droga--como explicó Clark Kissinger en su folleto--de cómo eliminaron ese problema social tan grave en la vieja sociedad. ¨Cómo hubiera sido eso posible si la "gente hace el sistema" y no como es en realidad, o sea, que el "sistema hace a la gente"?
Quiero repetir una historia que me contaron cuando fui a China. Se trata de un minero que ya tenía unos 50 años y que había sido adicto al opio desde los seis u ocho años, desde que empezó a trabajar en las minas. Le preguntaron por qué había empezado a fumar opio y cómo dejó el vicio. Contó que su familia era tan pobre que tuvo que meterse a trabajar en las minas desde esa edad y que trabajó continuamente, siete días a la semana 12 y 14 horas al día, por muchos años. Literalmente no veía el sol. Así que siguiendo el ejemplo de otros, también empezó a fumar opio para aliviar la situación, para aguantar y no quebrantarse totalmente. Pero después de la liberación, después que China consiguió su liberación total en 1949 y floreció un nuevo sistema, por fin vio el sol, literal y simbólicamente. Dijo que desde ese entonces ya no necesitó el opio, lo echó a un lado para participar en la lucha que transformaría la sociedad completamente.
Esa es una historia verídica y en China hay muchas historias como esa que ilustran lo que estoy diciendo. Las masas no hacen el sistema, no, pero lo pueden tumbar y lo tumbarán, y lo remplazarán con algo mucho mejor.
Las masas de China, bajo la dirección de Mao Tsetung, no solo tumbaron el viejo sistema sino que hicieron cambios radicales en la manera de relacionarse y en lo que las motivaba. Mao defendió y aplicó la concepción comunista sobre la iniciativa y los incentivos, de hecho la llevó a un nivel--en la práctica y en la teoría--que ningún otro país socialista había alcanzado.
"Servir al pueblo" fue el ideal y la consigna concreta que Mao difundió, en oposición al lema de Deng: ¡"enriquecerse es glorioso" o "servirse uno mismo"! No trabajar para avanzar uno mismo sino trabajar por el avance de la causa del pueblo y por la lucha que llevará al comunismo en todo el mundo. Esa fue la orientación con la que Mao dirigió a las masas y la que les enseñó a practicar.
No son simplemente principios nobles, en un sentido abstracto--que suenan elevados pero que son irreales--fueron los principios que guiaron la vida diaria de docenas y centenares de millones de chinos, y que inspiraron a centenares de millones de personas en otros países. Y ahora que el sistema revisionista-capitalista que derrotó el socialismo está mostrando cada vez más su total bancarrota material y "espiritual", incluso la prensa imperialista se ve obligada a informar que muchos chinos dicen que añoran la moral y los principios de servir al pueblo y a la colectividad, los principios rectores de la China socialista bajo la dirección de Mao.
La posición de los maoístas es clara: queremos iniciativa--la iniciativa de los individuos, y sobre todo, la iniciativa que se expresa a través de movimientos populares. Nuestra ideología y línea política puede desencadenar y desencadenará eso de una manera que la burguesía u otras clases explotadoras ni pueden imaginarse, pero eso no se hará al servicio de un sistema de mercancías que obstaculiza o pervierte la iniciativa para que sirva a la meta de sacar ganancias a expensas de otros. Nuestra visión y nuestro programa político práctico se proponen eliminar todos esos sistemas y dar a luz unas relaciones nuevas, liberadoras y mucho más edificantes entre los seres humanos.
Hoy, cuando los imperialistas quieren poner "en boga" el "fetichismo de la mercancía" (la concepción que trata todo y a cada uno como algo que se puede comprar y vender y convertir en ganancia); cuando han tomado la ofensiva para declarar que su anticuado sistema y sus valores corruptores y envilecedores son ¡"el futuro"!; es tanto más importante que libremos una audaz contraofensiva ideológica--denunciando su sistema y sus valores y presentando en oposición nuestros principios comunistas--como parte de confrontarlos de una forma resuelta y militante. A las víctimas de este sistema debemos enseñarles a despreciar el sistema y todo lo que representa, a reconocer que no representa "el futuro" sino la miseria del pasado: que es el obstáculo a un futuro mucho más brillante. Como Mao dijo: "A menos que despreciemos al viejo sistema y las antiguas relaciones reaccionarias de producción, ¨qué creemos que estamos haciendo? Si no tenemos fe en el socialismo y el comunismo, ¨qué creemos que estamos haciendo?"