De la carretera principal doblamos por un camino de tierra. La temporada de lluvias no había comenzado todavía así que el conductor estaba casi seguro de que su camión llegaría hasta el remoto ejido en la cima de la montaña. Explicó que cuando empiezan las lluvias el camino se embarra y es imposible pasar. La tierra arcillosa contiene jade que las lluvias arrastran hacia el río. A lo largo del camino vimos montañas y valles extendidos en todas las direcciones. Las montañas estaban cubiertas de pinos verdes en los cuales crecían bermellones rojos. El aire era fresco y limpio.
Al acercarnos al ejido, el conductor nos habló de la historia del lugar. Toda esta tierra, "hasta donde alcanza la vista", pertenecía a un solo hombre antes de la Revolución, cuando la convirtieron en ejido. Ibamos a ese ejido porque nos habían dicho que a los campesinos de ahí les gustó el levantamiento del año nuevo y ellos mismos estaban metidos en una intensa lucha para conseguir más tierras.
Dentro del ejido la marcha era más lenta todavía porque había que tener cuidado con los animales. El conductor les daba paso. Despacito finalmente llegamos a donde nos debíamos encontrar con un amigo suyo, un activista del ejido.
Después de saludarnos, Miguel, el activista, nos llevó a un lugar del bosque donde se encontraba escondida una casita, bajo llave, donde se sentía seguro para hablar. Explicó que la situación en el ejido y el reciente levantamiento había polarizado la comunidad y que unos individuos eran soplones del gobierno. Luego vinieron Pablo y unos amigos más. Miguel comenzó contando la historia del ejido.
"El ejido...anteriormente era de un latifundio. [Un solo latifundio] que abarca muchas hectáreas. Pero como en el año de 1910 hubo revolución, entonces hubo un apoyo a los campesinos indígenas de que hubo dependencias que se llaman departamentos agrarios, como solución. Y en ese otro tiempo, aprovecharon para solicitar a estas tierras nuestros abuelos. Y lucharon, y siempre lograron.
"Y que estos ejidos, según los abuelos, al tomar la tierra no en forma pacífica fue. Porque se agrupaban con fusiles no tan así sofisticadas, pero siempre teníamos fusiles para defender en este caso de que el latifundio podía agredir a nuestros abuelos. Y esto fue la formación del ejido.
"Nosotros ya como nietos de los que fundaron el ejido, la tierra ya no hay para nosotros. Entonces conseguimos un terreno y lo solicitamos por parte del gobierno [que] lo diera así en forma pacífica. Pero el gobierno nos ha negado. No pues, la tierra es para ellos. `Dicen que Uds. tienen muchas, muchas tierras'. Y nosotros nos organizamos bien, nos organizamos a la fuerza. No en forma pacífica fue, no nos querían dar. Y actualmente, estamos en una petición de estas tierras. Pero ya fue 12 años que estamos en la misma tierra, y no nos ha querido solucionar. Con este levantamiento que ha sucedido, a lo mejor ya cambia un poco la situación".
Pablo empezó callado y tímido, pero al contar su historia, se puso más y más enojado y la voz rebotaba de las paredes. "Hay una experiencia de la tierra de que los terratenientes, de que los grandes ricos de la ciudad, tienen mucha tierra. Pero están agrupados juntos con los poderosos, de que dicen que hay reforma agraria, dicen un acto político, que están en marcha mucho apoyo, que el campo es para el campesino. Pero, puras mentiras. Porque nada más nos da mucha venda a los ojos para que no nos conocemos cuál es la realidad. Por eso hemos sufrido de la tierra. Y no nada más de nosotros. Son muchos compañeros nuestros que están luchando por la tierra y nunca hemos logrado. Y hay otras comunidades de que ya, lo que han encontrado es la muerte. ¨Por qué? Porque los terratenientes tienen gentes, o sea, los que tienen armas los matan a los campesinos.
"Esto es normal, lo que saben de todo Chiapas. Todo el mundo sabe cómo está Chiapas. Porque en Chiapas, si contamos la historia de lo que ha sucedido acá, no podíamos de acabar. Porque siempre hay muerte en casos de la tierra, y muchas otras cosas. Por eso el Ejército Zapatista se levantaron, por esa razón. Porque ya no es posible de que siga Chiapas así. Aunque sabemos bien los de Chiapas que hay la extrema pobreza, hay marginación, el gobierno nada más puros engaños. No estamos incluidos en esos levantamientos, pero sí lo reconocemos sus obras, sus luchas. Porque ya no hay otros medios de hacerlo. Porque la marginación es mucho, incontable. Porque nosotros como indígenas campesinos, somos acostumbrados aquí por manipuleos, artimañas, [es] lo que hacen.
"Porque en tiempos de elecciones, dicen que hay democracia, hay justicia, hay libertades, pero es pura mentira. Nos vienen a manipularnos, a manejarnos, que hay que votar en un partido donde quieren ellos. Y no sabemos cuál es la persona, cómo es la persona, si tiene capacidad, es una persona buena o mala. Pero lo que nosotros nos vienen [es] a tachar donde ellos quieren, a votar donde ellos quieren. Nosotros estamos esperando, esperando".
Los ejidos, formados a raíz de la Revolución, debían ser la respuesta a la demanda de tierras de los campesinos. Los enormes latifundios de los ricos terratenientes debían dividirse y distribuirse entre grupos de campesinos que solicitaban tierras. En el sistema de ejidos, el campesino no es dueño de la tierra, pero tiene derecho a cultivarla. El gobierno mexicano es el terrateniente y las familias de ejidatarios tienen derecho a trabajar pequeñas parcelas en el territorio comunal.
Desde el comienzo, sin embargo, el sistema de ejidos no solucionó la demanda de tierras. En muchos lugares, especialmente en Chiapas, los terratenientes ricos se las arreglaron para mantener intactas sus tenencias con trucos judiciales y tácticas de terror contra los campesinos. Pero incluso donde se organizaron ejidos, no paró la opresión semifeudal de los terratenientes. Por medio de los bancos agrícolas, el control de semillas y fertilizante, y un sistema de brutales guaruras y caciques, la clase dominante ha dominado a los campesinos de los ejidos. Los politiqueros y los terratenientes los han estafado.
A medida que la población de los ejidos crecía, las parcelas se subdividían. Era sumamente difícil conseguir lo que el gobierno prometía, como crédito o suministros. A los campesinos se les hacía imposible cultivar suficientes alimentos para las familias. Y cuando tenían la suerte de cosechar suficiente como para vender, el gobierno les pagaba muy poco para mantener bajo los precios en las ciudades. Muchos no pudieron mantenerse y tuvieron que irse a las ciudades o a Estados Unidos, para vender su mano de obra por un sueldo de miseria.
En las últimas tres décadas, la agricultura mexicana ha ido de mal en peor al integrarse más en el mercado mundial. Por presión del Banco Mundial y para pagar la deuda nacional, el gobierno comenzó a fomentar cultivos que se pudieran vender en el mercado mundial. Le quitó tierras y recursos a la producción de alimentos básicos y el resultado fue desastroso para los campesinos. Antes, en Chiapas, la mayoría cultivaba maíz y frijoles, pero muchos han tenido que empezar a cultivar café para exportación. Cuando el precio del café se desplomó en el mercado mundial en 1990, miles de campesinos quedaron arruinados. La miseria de los campesinos mexicanos es una parte indispensable del sistema mundial imperialista que domina la economía y política de México.
Miguel habló sobre la situación en el ejido: "No hay los recursos económicos para hacer las viviendas, para que haya atención de salud, educación. Y nosotros, los indígenas, nosotros casi la mayoría, nuestras casas algunas son de paja, de madera cortada delgadita, y los paredes de tablas como estos, o de lodo que le ponen por encima. Esta es la mayoría de las viviendas. Aunque hemos solicitado en muchas ocasiones, muchos años, crédito para la vivienda, que nos apoyen, pero nunca nos han respondido. Esa es la pobreza extrema. La alimentación es diferente de la ciudad. Nosotros si tenemos frijoles, es como que ya comer carne. Pero la mayoría de nosotros, estamos alimentando con puro maíz, lo que cultivamos aquí siempre. Así es la vida de los indígenas.
"En las zonas urbanas, ellos construyen carreteras, hacen teatros, sus casas de lujos. Pero nosotros no lo tenemos de lujo. Entonces tienes la desigualdad. Y aunque dicen que `Ya traen con solicitudes' y nosotros que cuando llega un gobernador a nuestros lugares, ya quieres hablar con el gobernador con los papeles, y lo reciben y lo ponen en sus archivos. Y otros tiempos llega el otro, y dicen: `Tráenle su solicitud', y lo vuelven a hacer otra vez. Entonces ya estamos cansados de tanto solicitud, tanto petición. Pero lo estamos viendo nosotros que ellos lo hacen como quieran. Y eso es desigualdad y falta de atención.
"Porque lo están viendo que nosotros como campesinos indígenas, no sabemos pensar. Como lo hicieron desde hace muchos años, que nuestras razas vino a oprimir, vino a manejar, lo sigue manejando a nuestra comunidad".
Un hombre mayor sentado en un rincón del cuarto le pidió a Miguel que hablara más sobre la tierra que habían ocupado hacía 11 ó 12 años para ampliar el ejido. Miguel continuó: "Es que en aquellos días, es de 1983, cuando vimos la tierra, que está completamente ocioso, no está cultivable, nosotros entonces tomamos esa tierra por fuerza nuestra. Como vimos que no hay solución, no hay respuesta. Entonces el gobierno nos amenazó con la Fuerza Pública, pero entonces no nos dejamos hasta la fecha y lo tenemos la tierra. Solo falta ya legalizar los papeles. Es este 83 hasta `hora no hemos tenido en nuestros manos los papeles".
Pablo dijo: "Porque nuestros abuelos, aunque nos dieron buenas tierras, pero ahorita como nosotros ya tenemos hijos, ya no hay dónde trabajar.
"La tierra que vimos es colindante de nuestras tierras, de este ejido. De acá vimos que es ociosa. Y empezamos a ver, porque este ejido ya está legalizado. Entonces empezamos a ver bien los papeles, que la tierra nos falta todavía. O sea, ya nos falta la tierra parte de entregar, y la Decisión Presidencial lo dice. Entonces ahí empezamos a gestionar.
"Y vinieron unos topógrafos donde empezó a medir, cuántas hectáreas es lo que tenemos y cuántas hectáreas nos falta. Pues el ingeniero dijo: `Todavía esta tierra es de Uds.'. Entonces, pero como vino el que dice propietario, el terrateniente. Dice: `Pues, no, este es mío'. Pues decimos: `No, pues ¡tenemos todavía los papeles. Marca toda la propiedad. Y sabe nuestros abuelos que hasta aquí lo dieron el gobierno'. Entonces el comisionado, o sea el ingeniero, dijo: `¨Sabes qué? Dale cuenta de que estas tierras están libres todavía. [Tienen] toda la propiedad. Pero nada más que no vayan a decir a mi patrón porque si no, me corre. Que sea muy secreto. Este le dan a estas tierras, porque tal vez tienen la oportunidad. Y esto [es] su tierra hasta donde llega sus brechas este propietario'. Esto hicimos hasta que poder todo así, entonces dimos cuenta que está ociosa. Es como dice la ley de la Reforma Agraria: Si está ociosa o abandonada, pues tienen el derecho el campesino de hacer ejido, o que se forma como ejido".
"Hicimos nuestra solicitud, y a lo mejor no nos hicieron caso. Pero con la fuerza del campesino, lo tomamos estas tierras, la cultivamos, le pusimos cercos, y hasta ahí el avance que tiene".
El gobierno nunca ha reconocido la petición de los ejidatarios ni legalizado su reclamación de las tierras. El dueño ha tomado varias medidas para expulsar a los campesinos de ahí. Una vez instigó una guerra entre esos ejidatarios y otro grupo de campesinos.
Como cuenta Pablo: "Pues el propietario lo vendió con otros grupos campesinos. Este es lamentable lo que pasó. Porque ya dio cuenta que ya estamos nosotros en posesión. Entonces empezó a manejar otra gente, con otras personas que son doctores, son licenciados, y se agruparon con campesinos y empezaron a comprar. Y dijeron al grupo campesino que a la fuerza que entren a ese lugar. `Pero que hagan casas, porque ya tienen su factura, ya tienen legalizado'. Entonces ellos confiaron al supuesto propietario, y lo hicieron tal como dijo. Y nosotros fuimos a revisar nuestras tierras, como siempre, y ya estaban construyendo casas. Y empezamos a preguntar: `¨Qué pasa? ¨Qué es lo que están haciendo?'. Y ya no contestaron nada. Tomaron armas, machetes y algún arma de fuego, y nosotros tenemos que responder también.
"Hubo enfrentamiento. Y salieron muchos lesionados. Y ellos también salieron lesionados. Pero como nosotros estábamos encabezados en esta gestión, entonces [las autoridades--OR] estaban en contrario nuestro. O sea, hemos conocido y ya somos conocido. Entonces nos acusó rápidamente que ya somos [los autores] intelectuales, y pues a lo mejor fuimos en la cárcel por un tiempo. Cuando fuimos a dar la atención médica nuestros compañeros lesionados, ahí nos apresó y fuimos en la cárcel. Hasta eso se terminó su interés el propietario, porque ya consiguió lana, pues ahí dejó. Y los otros campesinos fueron completamente engañados".
Los campesinos de Chiapas todavía esperan hacer cumplir las promesas de la Revolución con el sistema de ejidos. Quieren tomarse tierras como sea. No hablan de hacer una nueva revolución que ponga el poder estatal en manos de los trabajadores y campesinos. Pero los recientes acontecimientos los han hecho actuar.
En 1991, los campesinos se vieron ante un nuevo peligro cuando la clase dominante quiso que la agricultura rindiera más ganancias para los inversionistas extranjeros. El gobierno enmendó el artículo 27 de la Constitución. Según el viejo artículo, que rigió las tenencias de tierras desde 1917, el Estado debía redistribuir las tierras a todo solicitante que pudiera cumplir con ciertos requisitos. Pero con las nuevas enmiendas, ya no tiene que darles tierras y, por primera vez, puede vender las tierras de los ejidos. Con los cambios, los campesinos están en peligro de ser botados de sus tierras, que terminarán concentradas en manos de las empresas agrícolas internacionales, los grandes capitalistas nacionales, los terratenientes y los caciques políticos.
Los campesinos recibieron otro golpe grande cuando el gobierno firmó el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, que podría arruinar a unos dos millones de cultivadores de maíz. Esos cambios fueron el catalizador del levantamiento de enero.
Miguel dijo que después del levantamiento algunos ejidatarios tenían miedo de que el gobierno se iba a poner a masacrar a los indígenas, como en Guatemala. Pero otros tenían otro punto de vista.
"Aquellos personas que levantaron, ya cansaron de estar esperando. Por eso levantaron de esa forma. Aunque no estamos incluidos en este levantamiento, pero sí estamos conforme lo que hicieron. Porque dicen, ahorita estamos viendo o estamos escuchando en los medios de comunicación que hay muchos campesinos que ya tomaron la tierra desde ese tiempo. Dicen ellos que allá hay muchos invasores, pero no es invasores, sino que tomaron de su tierra. Porque los verdaderos invasores son los latifundistas. Desde hace mucho tiempo, 501 años, que vinieron a quitarnos la tierra".
El anciano del rincón quería aclarar unas cuantas cosas: "Pues, creo que con este levantamiento, ya tenemos mucha esperanza de que se cambie. Como ya hemos oído de que ya va a haber cambios, o va a haber apoyos a la comunidad indígena. Entonces esperemos porque creo que ya lo han tratado con los medios de diálogo para que se resuelve este problema. Falta de ver todavía.
"Creo que sí, queremos ver, queremos alcanzar el cambio en la totalidad. Pero ¨quién sabe? ...el problema, como acabo de decir, [es] que sentimos solitos. Son una minoría que pensamos. Pues si va a haber el cambio en totalidad, lo que ya decíamos, cuesta trabajo este cambio. Es lo que estamos haciendo nuestros compañeros de diferentes comunidades, ya lo están tomando la tierra. Eso es el cambio, son inicios, todavía no es la totalidad. Pero como ya estamos viendo aquí en San Cristóbal en la mañana, ya tomaron las tierras. Aunque son pocas las tierras que ya lo tienen los campesinos. Ese es la esperanza, ese es el pensamiento de nosotros, de que sí ya se puede tomar la tierra. Es que antes, hay amenazas de muerte, y la Fuerza Pública siempre viene a desalojar, a sacar todo con violencia. Y pero `horita ya, hace como 20 días, ya tomaron la tierra en muchas comunidades. Estas tierras ya los tienen. Entonces esperamos que sea esa la solución...".
El campamento era difícil de ver. Los camiones militares y de carga pasaban por la carretera sin darse cuenta. Nosotros mismos llegamos a dos metros de él antes de notar el plástico que servía de carpa. Una honda para cazar pájaros colgaba de una rama. Cuatro hombres y tres adolescentes se encontraban sentados alrededor de una fogata. El campo estaba al otro lado de un muro que designaba los límites de un ejido.
Todos los hombres hablaban tzotzil. Solo uno hablaba español y cuando se aseguró de que estábamos del lado de los campesinos, nos contó su situación. El ejido detrás del muro era suyo y querían ampliarlo. Señaló con el brazo la estrecha franja a ambos lados de la carretera. Explicó que la habían ocupado y por qué: "Hay un aguaje ahí que sale un arroyito, y queremos el agua y terreno. Es que ya somos bastante y no cabemos acá. Por eso estamos ampliando. Ya tienen 16 años de querer amplia". Con una sonrisa el campesino explicó que el levantamiento Zapatista había animado a los ejidatarios a tomarse las tierras.
Como sucedió en general, las tierras que recibieron para su ejido no eran muy fértiles y era muy difícil mantenerse con ellas. "Tenemos borregos, ganadito, chivos y vienen a tomar agua allá en el arroyo, y hay un agua allá pero es como pozos. Por eso queremos el terreno para trabajar. Es un poco angosto pero largo. En censo general hay unos 450 personas en el ejido. No muy se puede cultivar porque una parte es pedregal, no es terreno pa' el cultivo. Y una parte que tiene suficiente y queremos ampliar. Está prohibido tumbar árboles. El agua se seca y ya no llueve.
"Algunos no tenemos nada de terreno. Aquí como los jóvenes pues, no tienen ya. Los más anteriores sí tienen terreno, una hectárea, dos hectáreas, nada más. Pero como estos jóvenes, ya no alcanza la tierra allá. Por eso queremos ampliar.
"Buscan trabajo también y no hay trabajo. Trabajaba en Tuxtla, combates de incendios. Sí un sueldo un poco regular, pero no tiene más tiempo, solo cinco meses cada año. Me dieron baja, hubo otros grupos a trabajar, y ahora otros nuevos lo cambiaron. Así que quieren trabajar. Buscar otro trabajo en otro lado y no hay. Ya queremos trabajar el terreno".
Es difícil encontrar trabajo fuera del ejido, y el gobierno y los caciques aprovechan para obligar a los campesinos a hacer trabajos públicos. "Aquí en la comunidad, el gobierno viene a ofrecer trabajo, sembrar arbolitos. Y no nos pagan nada. Según el dicho, Banco Mundial o no sé dónde que está pagando, es pagado. Sembramos árboles cada año, mes de junio a julio, sembramos 100 árboles cada uno. Cada persona llega a sembrar por dos días, a veces está duro la tierra, arriesgamos pues dónde se puede sembrar. Sembramos pero no ganamos. Hay quien dice que ayuda en algún otro lado, ayuda de dispensa o sueldo mínimo, pero no da este nada.
"Tenemos forestado como 70.000 plantas o más del año 81. De esos pagó, ya después mandaron, al siguiente año ya no es pagado ya. Viene como seis o siete mil plantas, pero no es pagado, así nada más sembrar. No queremos sembrar pero siempre es obligadito con el Comisariado pues. Es a la fuerza, para que no pierda el agua, orden del gobierno.
"Sí han arrestado a gente del ejido por tumbar árboles. `Hora ya no nos dejan tumbar un árbol, porque lo prohibieron.
"Aquí sembramos papa, maíz, frijol. Bueno, sembramos todo puro papa y después a la hora de cosechar no tiene precio, baja de precio. Sembramos papa, repollo, rabanito y no tienen mercado ahorita y baja de precio. Y no podemos comer. Es muy duro la vida ahí. A veces solicitamos permiso o crédito, no nos toman en cuenta. Reciben los papeles y ahí no más lo archivan, no movilizan. Solicitamos crédito y ahí lo archivan, no nos dan. Van a ir a trabajar, a ver a un incendio que no puede controlar y que quiere pararlo pues. Está quemando los zapatos y sale corriendo, no quiere trabajar como los gentes del campo, como nosotros.
"Pues estamos teniendo ganas también pa' pedir este terreno, para ver si lo logramos. Sí pues, estamos dispuestos a luchar, la gente está dispuesta".
Era uno de esos caminos que sube y sube. Ibamos rumbo a uno de los pueblos más pobres de las montañas. Las cimas llegaban más alto que las nubes; manadas de ovejas pastaban en ellas. En los patios había telares de cintura con que las mujeres producen tejidos de los más hermosos del país.
Un hombre con quien nos encontramos en el camino describió la zona: "Las tierras son pequeñas parcelas. Ya ni hablamos de hectáreas. Unos tienen parcelas de 30 x 50 metros, otros de 10 x 15".
Un joven montando una bicicleta vieja nos dijo: "Ni hablamos de pobreza aquí. Eso querría decir que unos tenemos y otros no, pero todos vivimos en la miseria".
En el camino conocimos a otro joven. Noté que tenía una gorra de béisbol con la marca de una fábrica de la ciudad de Milwaukee, en Estados Unidos. Lo saludé mencionando la gorra y nos pusimos a platicar. Dijo que se llamaba Juan y que tenía 23 años. Nació en un ejido camino abajo, donde alquilaba una casa, pero no tenía tierra. Su padre murió cuando él era niño, así que había tenido que buscar trabajo en los ejidos, las plantaciones y fincas. Explicó que lo había enganchado un capataz que recorría los ejidos:
"Empecé a trabajar a los siete años. Hacía yo de limpia de milpa, todo eso, cortar café para los que tienen café, o sembrar repollos, lo que ellos querían dar. No me pagaban dinero para ayudar, no más en comida.
"Y una vez fui a Tabasco. Pero no hay trabajo allá. Y una vez en Huixtla. Pero no hay allá; un año siete meses estuve ahí. Me pagaron tres pesos cuando regresé. Es gente rico ahí, mestizos pues. Otra vez me pagaron 12 pesos por dos meses de trabajo, porque antes cuando era yo chamaco no sabe hablar en castellano. Lo que me dieron, recibí. En esos tiempos no sabía. Dije: `Gracias por la pago' y ya.
"Aprendí el castellano hace dos años cuando estoy en la cárcel. Desde que llegué, empecé a estudiar. Estudié como año ocho meses. Más o menos aprendí todo. Eso fue la primera oportunidad que tenía para estudiar. Ahorita más o menos ya sé un poco leer. Pero escribir, muy poco. Allá hablan todo en español. Nadie hablaba en idioma como nosotros. Yo, como nosotros aquí, es el tzotzil".
Según las estadísticas oficiales, solo otros tres estados tienen más presos indígenas que Chiapas. Los meten a la cárcel por cortar árboles, quemar campos para cultivarlos y, como en el caso de Juan, por ofender a los caciques y los politiqueros del PRI.
"Me acusaron de varias cosas. Me acusaron el Administrador Pública y el licenciado, el juez en San Cristóbal. Me dijo que yo trabajo mal, que no solo que tomo mucho trago, otras cosas. Son cuatro delitos como me acusaron. Me acusaron contra la salud. Me acusaron de tráfico, me acusaron de violación, y estuve en la cárcel sin delito. Pero sí me sentenciaron a ocho [años], pero sin saber el delito. Cuando me agarraron, todo lo que hicimos ese día yo y el amigo que me acompañó, es que íbamos a pensar a cambiar el partido, vamos a entrar con otro partido, vamos a dejar el PRI. No más eso. Me acusaron de cuatro delitos por querer cambiar la afiliación.
"Estuve en la cárcel un año nueve meses. En el Cereso (Centro de Readaptación Social). Yo allá en el Cereso 5, era yo el representante. Yo manejaba todos los campesinos para que no los moleste la gente mestiza. Porque los mestizos molestan a la gente campesina. Nos llaman `indio', nos llaman `estúpido'. Hablan juntos con los guardias, con los presos los mestizos. Y el director y el comandante ordena a los presos mestizos que `golpea a los indios'. Hay unos que los apuñalaron allá. Y hay unos que se murió; los pasaron tragos, y lo dieron de tomar ácido muriático.
"Llegué a cárcel pero sin delito, y sufrí bastante. Una comida al día, porque no tengo dinero. Una comida, cada día. Sí, hay que comprar la comida en la prisión. Ahí venden las comidas porque no hay dinero. Si uno no tiene dinero, se cansa uno de hambre y muere ahí. Porque ordenó el director general de Tuxtla: Si se mueren los indios aquí, ¡que se mueren ya!
"Ahí me pegaron el comandante, le ordenó al Ministro, que yo dijera cuáles son mis trabajos, si ando sembrando droga o no sé qué. Me dijo que cuántos clases de vicios tengo. Pero yo le dije, `ninguno'. Le dije así y se encabronó y mandó al comandante a torturar. Y me golpearon así en el estómago y todo el cuerpo. Y esos golpes enfermé siete meses. Setenta y dos horas sin agua, sin comer, y dijeron que eso era castigo. Ahí enfermé siete meses. Yo enfermo ahí, nadie me visita, nadie ma da un vaso de agua. Casi muerto".
Casi dos años después de llegar a la cárcel, los zapatistas la atacaron y liberaron a los presos. Riéndose, nos contó: "Cuando llegaron los zapatistas, dispararon a unos cuantos para entrar en la prisión. Nada más dispararon pues. Llegaron como a las seis de la mañana. Dispararon pues y se huyeron los guardias. Y juntaron con nosotros y así es. Los guardias se huyeron. Se cambiaron de ropa, como de ropa de nosotros. Tuvieron miedo. Y todos los guardias juntos nos venimos con nosotros.
"Le hablé a su jefe. Me dijo a mí que quieren educación, quieren trabajo, y quieren liberar la gente inocente. Esto me dijeron: `Están libres. Pueden, sálganse ya'. Cuando entraron ellos, dicen que `¡Uds. pueden salir!'. Hay varias familias, niños y grandes, mujeres. Cuando dicen que `¡Ya!', todos salimos. Y cuando salimos, hay unos que agarraron las armas.
"Por eso `horita quiero cambiar mi vida. Pero no sé cuál es el camino mejor. Quiero saber eso. No sé, ¨cuál camino me encuentro un poco ayuda para la vida?".
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