El escenario es un pueblo en manos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
En las montañas de Chiapas anochece rápido y cuando llega la oscuridad todo queda en tinieblas. Como no hay electricidad, las únicas luces que se ven son las llamas de la lumbre. Una pareja que vive en una casita de un cuarto al lado de donde levantamos nuestra carpa nos ofrece leña, nos ayuda a prender la fogata y nos presta su comal para calentar las tortillas que acompañarán a los frijoles y el arroz. Le echamos más leña al fuego para quitarle un poco el frío a la noche. De vez en cuando sobrevuela un avión militar y agita a los animales. Las otras fogatas se van apagando poco a poco y un profundo silencio se apodera del pueblo.
Mirando el fuego me pongo a pensar en lo que he visto en el pueblo y en su gente. Lo que más impresiona es que en esas condiciones de extrema pobreza y sufrimiento se levantaron, y la seriedad con que sopesan las diferentes ideas de cómo acabar con el sufrimiento y transformar la sociedad.
La mayoría de los pobladores apoyaron la lucha armada que dirigió el EZLN, aunque con diversos niveles de compromiso y con diversas interpretaciones de su estrategia y metas. No conciben la lucha armada como una guerra popular sino más bien como una táctica de presión para obligar al gobierno a aceptar las demandas del EZLN. Demostraron su apoyo de diferentes maneras: unos participaron directamente en la lucha militar, otros en tareas de logística o de abastecimiento a las bases de apoyo y a los soldados del EZLN.
Un soldado zapatista nos explicó que la mayoría de los pobladores estaban organizados y participaron de diferentes maneras. Algunos, como él, son soldados de tiempo completo, mientras que otros pertenecen a la milicia o a la reserva. Los miembros de la milicia y la reserva viven en la comunidad y, entre otras responsabilidades, tienen que sembrar para el ejército y abastecer todas las necesidades de la tropa.
Ricardo es soldado del EZLN desde hace años y participó en la toma de Ocosingo en enero. Nos explicó que al principio el EZLN empezó a organizar a los campesinos uno a uno mientras trabajaban o durante eventos comunitarios. Dijo que muchas veces los zapatistas también pertenecían a otras organizaciones campesinas y comunitarias, y que iban a las reuniones a buscar reclutas. Nos contó que ese trabajo lo hacían en la clandestinidad y que después de reclutarlos les daban entrenamiento y una tarea, ya sea militar o comunitaria.
En los territorios zapatistas y sus alrededores hay muchas organizaciones indígenas y campesinas. Durante el levantamiento, algunos grupos campesinos armados se integraron al EZLN; otros siguieron funcionando, ya fuera en unidad con este u operando independientemente. Los zapatistas siguen trabajando dentro de esas organizaciones, abierta y clandestinamente, para reclutar y ganarse apoyo para su causa y para estar al tanto.
Ricardo describió la clase de entrenamiento que se les da a los soldados zapatistas. Nos contó que practicaban tiro al blanco con latas en la selva a distancia y con armas viejas. También recibieron instrucción sobre cómo operar armas modernas y armas tradicionales, y sobre la guerra en el campo y la ciudad, para aprender a combatir en el territorio del enemigo así como a defender su territorio.
"Yo tengo ocho años en la lucha. Estoy en la lucha desde el comienzo, por las necesidades de la vida. Fuimos preparados pa' la guerra. No es como dice la prensa que vinieron los zapatistas y nos encontraron en la calle, que nos encontraron en el camino no más y nos dijeron que nos uniéramos a su ejército. Somos un ejército joven, muchos de nosotros tenemos de 18 a 28 años, pero somos bien entrenados. Es verdad que cuando salimos el primero de enero, algunos de nosotros no teníamos armas. Algunos solo tenían palos, de madera. Pero cuando regresamos, regresamos con AR 15s, con cuernos de chivo [AK-47] y otras armas modernas. Cuando regresamos a casa, teníamos buenas armas. Fuimos entrenados, y arrebatamos las armas de la Seguridad Pública, de la policía y del ejército.
"Somos una Comandancia y un ejército bien disciplinados. Los comandantes de nuestro ejército nunca comen mejor que los soldados. Si hay un pan, entonces todos tienen que recibir un pedazo igual. Los comandantes no pueden comer mejor que el ejército. Somos muy diferentes del gobierno mexicano. Tenemos nuestro ejército y es un ejército. Tenemos gente que se dedican al ejército y otros que trabajan para ayudar a mantener al ejército. Hacen trabajo de campo o cualquier cosa. Pero nuestro ejército es muy diferente que el ejército mexicano. Cuando nosotros trabamos batalla con el ejército mexicano tratamos muy diferente a nuestros enemigos. Pero el ejército mexicano, si ellos encuentran soldados nuestros heridos en la batalla, nada más los matan. Somos un ejército de campesinos pobres. Todos aquí somos zapatistas.
"En algunas familias hay un hijo que está con el ejército mexicano y el otro hijo está con nosotros. Y están peleando. ¨Quién está en el ejército mexicano? Los ricos y sus hijos no están en el ejército mexicano. Es la gente pobre como nosotros. Pero están en el ejército mexicano. No tienen la razón. Han habido muchas deserciones del ejército mexicano. Cuando atacamos a Rancho Nuevo, muchos soldados nomás depusieron sus armas y se rindieron a nosotros.
"Dicen que todavía no hemos peleado en una guerra. Que solo peleamos una batalla. La guerra está por venir. Viene la guerra y nadie sabe como terminará. Pero sí viene". Ricardo está convencido de que el ejército zapatista se medirá bien ante el ejército mexicano, donde sea o cuando sea que estalle la guerra.
Sus comentarios me hicieron recordar algo que oí una y otra vez en San Cristóbal y que después confirmó en varias entrevistas el Subcomandante Marcos, el vocero del EZLN. Marcos dijo que el ejército mexicano dio por casualidad con un campo de entrenamiento de los zapatistas en mayo de 1993, o sea seis meses antes del levantamiento de año nuevo. Explicó que se trataba de un cuartel del EZLN donde habían construido una réplica de los centros municipales de Ocosingo y otros pueblos que se tomaron el día del año nuevo. El ejército mexicano dijo que encontró propaganda y municiones gastadas. Los zapatistas se estaban preparando para la ofensiva de enero.
Los zapatistas cuentan que cuando el ejército encontró su base ellos se escondieron en las montañas. Los militares mandaron más soldados a peinar los montes. Marcos dice que los soldados terminaron disparándose entre sí, matando a 12 e hiriendo a seis, debido a la gran cantidad de fuego de mortero que soltaron a diestra y siniestra. El gobierno anunció que los muertos eran guerrilleros y aprovechó el pretexto para mandar más soldados para cercar y eliminar a los rebeldes.
Los zapatistas esperaban tensamente a ver qué pasaría. El Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI) ordenó en un comunicado iniciar la lucha armada si el ejército mexicano atacaba cualquiera de los pueblos.
El gobierno mexicano decidió retirar sus soldados y restarle importancia públicamente al descubrimiento de la base y al tema de la guerrilla en Chiapas. El retiro de los soldados ha sido un tema de mucho debate. Muchos piensan que fue una medida extrema del gobierno de Salinas de Gortari para evitar una crisis grave precisamente en los momentos en que se ratificaba el TLC/NAFTA.
Si eso es cierto, sería irónico que el acuerdo del TLC/NAFTA, el cual atizó la lucha armada, haya sido también el motivo por el que el gobierno retiró sus soldados. También pone de manifiesto los problemas que encaran los gobiernos de México y Estados Unidos a medida que ponen en marcha sus planes para explotar más plenamente al campo mexicano.
La mayoría de los pobladores eran zapatistas y apoyaban las demandas del EZLN. Sus 10 demandas son: tierra, trabajo, vivienda, alimentación, salud, educación, libertad, independencia, democracia, justicia y paz.
Pero muchos quieren ir más allá de las demandas y el programa inmediatos; quieren saber cómo acabar para siempre el sufrimiento. Ricardo es uno de ellos. Si bien tiene una ensalada de ideas en la cabeza sobre la lucha, también ansía auténticos cambios revolucionarios y a veces se siente impaciente ante la idea de paz y diálogo con el gobierno. No respeta en absoluto a las autoridades y tiene muy poca esperanza de que se llegue a un acuerdo. "Los finqueros compran tierras y compran gobiernos. En nuestra lucha estamos tomando lo que es de nosotros pues, porque Dios hizo la tierra pa' todos. Dios nos ayuda porque estamos peleando. Los finqueros compraron la tierra pero no la compraron de quien la hizo.
"El gobierno no nos respeta a nosotros y no respeta el cese de fuego. Vienen a hacernos bombardeos. No hay respeto, por eso cancelamos las consultas. No hay diálogo en esta situación. Ya planteamos qué es lo que queremos. El gobierno lo sabe, así que si van a cumplir, que cumplan pues".
Ricardo también estaba furioso por la visita de la guatemalteca ganadora del Premio Nóbel de la Paz, Rigoberta Menchú, que fue a ablandar la combatividad de los zapatistas con súplicas de paz general. "No sé por cuánto tiempo durará. Queremos la paz. ¨Pero de qué sirve la paz si no hay justicia? Si la gente quiere paz, entonces que cumpla el gobierno con nuestras demandas. Si alguien dice `paz y justicia', está bien. Pero si viene una persona y nos dice, `queremos la paz, así que paren la guerra', está equivocado pues".
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