Asumir toca varios puntos importantes, enumera varios principios correctos y trata de abordar algunos factores de la presente situación. Es notable su línea sobre la situación mundial y el capitalismo burocrático, completamente diferente del análisis del PCP que hemos conocido. Empero, la médula de este documento es el criterio con que aborda la cuestión de la guerra revolucionaria en general y la Guerra Popular en el Perú en particular. Aquí se ve su peligro.
Asumir nos da una "nueva" interpretación de las teorías del Presidente Mao sobre la guerra y la paz; tergiversa la relación entre guerra y política y entre las diferentes formas de la lucha de clases, buscando convencer a los lectores de que es permisible regresar de la lucha armada a la lucha política, ostentando la esperanza de "repetir" la Guerra Popular más tarde. Dicho artículo alega que todo el proceso de la guerra contrarrevolucionaria logra éxito y sostiene que, en el mejor de los casos, bajo las condiciones actuales la Guerra Popular sólo puede "mantenerse". El "artículo de prisión" lleva la línea de Asumir a su conclusión lógica de que la Guerra Popular debe darse por terminada; alega que, con el fin de salvar la Guerra Popular de la derrota total y al partido del derrumbe, el PCP deberá pasar otra vez a la "política sin derramamiento de sangre" y dedicarse al problema de dirección creado por la captura del Presidente Gonzalo y otros altos dirigentes. La lucha por un "acuerdo de paz" serviría para facilitar este "repliegue general", como Asumir lo expresa. Este es el aspecto principal de la línea y programa de estos documentos. Otros argumentos, como el aparentemente profundo análisis de Asumir sobre la situación internacional, caracterizado como "Repliegue Político Mundial" (enfatizando que es estratégico y global), sirven a esa meta. Consideramos también que su análisis del crecimiento económico parcial en el Perú de hoy apunta a que ya no existan las bases materiales para continuar la Guerra Popular.
Aun si estos documentos repitieran mil veces que el MLM es universal o cuán grandes son los logros de la Guerra Popular en el Perú, estas palabras no cambiarían su lamentable carácter.
La violencia revolucionaria es la forma más alta de lucha para tomar el Poder; ésta ha sido una cuestión decisiva en la lucha entre el marxismo y el revisionismo. No asirla firmemente ayudará a los revisionistas. El revisionismo sostiene que el Poder puede tomarse sin recurrir a la violencia o que el Estado puede reformarse poco a poco en favor de los intereses del pueblo, y que si la violencia ha de usarse, no es para destruir el poder del Estado existente y establecer el Estado del proletariado y los oprimidos (dictadura revolucionaria), sino más bien como un medio para presionar el Estado existente a fin de lograr un acuerdo para compartir el Poder.
El proletariado y el pueblo no pueden tomar el Poder sin empuñar la violencia organizada, o sea, la guerra revolucionaria. Dado que el enemigo de clase domina mediante la violencia organizada (el Estado reaccionario), ésta es una verdad que rige tanto en Estados abiertamente dictatoriales como en las repúblicas burguesas más "democráticas". El Estado (ejército, fuerzas policiales, tribunales, etc.) existe para hacer cumplir el sistema de explotación y opresión, realidad sentida en carne propia por las masas en sus millones. Además, la historia nos ha demostrado repetidas veces que las clases dominantes utilizarán todo el poder de su Estado para aplastar al pueblo cuando sientan amenazados sus intereses fundamentales (su derecho a dominar y explotar al pueblo).
Esta es la razón por la cual nuestros grandes dirigentes, especialmente el Camarada Mao, prestaron especial atención al desarrollo de la estrategia militar de la revolución proletaria. Para recalcar esta cuestión cardinal, Lenin dijo: "Una clase oprimida que no aspirase a aprender el manejo de las armas, a tener armas, esa clase oprimida sólo merecería que se la tratara como a los esclavos" ("El programa militar de la revolución proletaria", OC, t. 30, p. 142 [Moscú: Progreso, 1985]).
La Guerra Popular en el Perú, dirigida por el PCP, ha demostrado su férrea sujeción a este principio en su práctica de más de 13 años de guerra revolucionaria.
Asumir sostiene: "La Lucha de Clases es grande y constante guerra de clases dirigida por los políticos, tiene dos formas: Incruenta... Cruenta. ...Ambas son formas de la gran guerra política..."; "...la política es guerra sin derramamiento de sangre, en tanto que la guerra es política con derramamiento de sangre..."; "...si estalla oponer la guerra justa a la guerra injusta, siempre que ello sea posible"; "La guerra se inicia y se desarrolla según condiciones concretas, al variar éstas, demandan cambiar formas de lucha".
Por supuesto, Asumir no se abstiene de lanzar algunas afirmaciones correctas sin explicar ni mostrar las conexiones de unas con otras. Afirma, por ejemplo: "Mientras no se elimine por completo el obstáculo, la guerra prosigue". La cuestión aquí es cuándo y cómo se aplica esto hoy. 沒e refiere acaso Asumir a esta Guerra Popular en marcha u otra desconocida e inexistente? Una de las principales características del eclecticismo es que esconde su naturaleza derechista revolviendo algunas afirmaciones correctas en la mezcla.
Cuando Asumir relaciona guerra y política (una cruenta, otra incruenta), sus palabras se parecen a lo que dijera el Presidente Mao. Sin embargo, las similitudes no pasan de ahí. La diferencia, en esencia, es que el Camarada Mao pone de relieve la necesidad histórica y social de la clase oprimida de llevar a cabo su lucha política a través de la violencia revolucionaria, en tanto que Asumir trata de socavar esta necesidad igualando el papel y la importancia de las dos formas, violenta y no violenta, en la lucha del proletariado hacia la sociedad comunista.
Veamos más detalladamente la línea de Asumir sobre guerra y política:
En "Sobre la guerra prolongada", el Camarada Mao afirma claramente que todas las guerras tienen carácter político y explica la relación dialéctica entre guerra y política. El Presidente Mao dice: "Cuando la política llega a cierta etapa de su desarrollo, más allá de la cual no puede proseguir por los medios habituales, estalla la guerra para barrer el obstáculo del camino. ...Mientras no se elimine por completo el obstáculo, la guerra tendrá que continuar hasta lograr el objetivo" ("Sobre la guerra prolongada", `Guerra y política', OE, t. 2, p. 157 [Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1972]).
Toda guerra busca lograr un objetivo político definido y tiene que continuar hasta alcanzarlo. Al mismo tiempo, la relación entre guerra y política es muy dinámica: los dos aspectos constantemente se interpenetran y se influyen. En la lucha de clases, solamente una política revolucionaria puede conducir a una guerra revolucionaria, y una vez iniciada la guerra, sólo una política revolucionaria puede mantenerla y desarrollarla como tal. Una política reformista de colaboración de clase nunca conducirá ni servirá a una guerra revolucionaria.
Esta interacción entre guerra y política establece que la posición de las clases oprimidas y el objetivo político de una guerra revolucionaria son determinantes en el alcance y ámbito de la guerra, y en la conducción de ésta en términos de táctica y estrategia, incluyendo sus políticas tanto macro como micro (en las esferas política, económica, etc.), las maniobras y formaciones que requiere, etc. El Camarada Mao, por ejemplo, señala que la victoria de la guerra de resistencia antijaponesa no puede separarse de su objetivo político (la expulsión de los invasores japoneses y la formación de la nueva China); ni puede separarse de la orientación básica de perseverar en la guerra de resistencia, desarrollar el frente unido, movilizar a todo el pueblo, ni del concepto de que la gente es decisiva y no las armas, etc. Es crucial comprender este punto, pues sobre esta base debemos examinar si la política de "un acuerdo de paz" que representa Asumir sirve a la guerra y política revolucionarias en el Perú o si, al contrario, es antagónica a ellas. En pocas palabras, o una política reformista quedará derrotada por el avance de la guerra revolucionaria o, de prevalecer, ocasionará derrotas y transformará finalmente el carácter revolucionario de la guerra. De esta relación dinámica entre guerra y política surge la gran importancia de contar con una línea ideológica, política y militar correcta que dirija la guerra revolucionaria. La historia de nuestra clase ha demostrado que puede haber momentos en los cuales el resultado de una importante lucha entre dos líneas llega a tener un impacto crucial en una guerra revolucionaria.
En vista del modelo de algunas recientes estrategias antisubversivas, podemos observar que el imperialismo ha venido usando esta interacción entre guerra y política para desgastar los movimientos guerrilleros y para asestarles golpes mortales: alterna entre ataques militares, y sobre esa base, ataques políticos para "ablandarlos", luego asesta nuevos golpes militares. Hoy día en el Perú, los reaccionarios aplican esa misma política. Han intensificado sus operaciones contra las bases de apoyo, y a toda costa buscan convertir su éxito en la captura del Camarada Gonzalo y otros golpes a la estructura del partido, en una victoria política para fortalecer sus planes militares contra la Guerra Popular.
Mao recalcó que la guerra es la forma más alta de lucha y que conquistar el Poder a través de la violencia revolucionaria es la tarea central de los comunistas en cualquier lugar del mundo. Eliminar estos puntos cruciales (más alta y central) en la relación entre las dos formas de lucha es puro eclecticismo, o sea, oportunismo resbaladizo. En la relación dialéctica entre política y guerra, es la política la que, en sentido general, constituye el aspecto principal; o sea, el objetivo político de la guerra es lo que determina la naturaleza y las circunstancias de la guerra misma, y la manera de conducirla. De aquí emana que la política debe mandar al fusil y que el partido debe mandar al ejército. Pero en cuanto se refiere a las medidas requeridas para que el proletariado y el pueblo conquisten el Poder, no debemos olvidar que entre las dos formas de lucha (la política y la lucha armada), la lucha armada es principal y todas las demás formas deben servir para prepararla; y que cuando se inicia la guerra, esas otras formas deben de servir a desarrollarla y llevarla hasta la victoria.
Esto no es una buena idea nacida en el cerebro de algún fulano; al contrario este principio ha surgido de la misma realidad objetiva. La base fundamental de esta profunda verdad es que las contradicciones de clase en el mundo, han alcanzado un punto en el que sólo pueden resolverse a través de la guerra, y particularmente en las naciones oprimidas donde las condiciones están, en general, ya maduras para iniciar la guerra revolucionaria. Esta base ha sido fortalecida aun más en la época del imperialismo y viene siendo continuamente reforzada por los mismos efectos cotidianos del imperialismo. El mero hecho de que las luchas de las masas oprimidas estallan continuamente en forma de lucha armada es testimonio de esta verdad. El hecho de que las fuerzas políticas de los movimientos revolucionarios han venido siendo asesinadas, continuamente perseguidas y reprimidas violentamente por los Estados reaccionarios, incluso antes de tomar las armas, ha sido y es una irrefutable evidencia de que la guerra revolucionaria está a la orden del día. Los Estados reaccionarios en las naciones oprimidas dominan por medio de la violencia abierta contra el pueblo, utilizando cortos intervalos de "aperturas" y "paz" que apacigüen por un tiempo a los oprimidos, que inducen a los revolucionarios y sus estructuras partidarias a salir a la luz para luego aniquilarlos de manera aún más salvaje. Y esta historia se repite una y otra vez. Todo esto demuestra contundentemente que la guerra está a la orden del día, esta guerra sube a empujones al escenario para que los revolucionarios la vean, la reconozcan y actúen en consecuencia.
Asumir dice que "la política es guerra sin derramamiento de sangre, en tanto que la guerra es política con derramamiento de sangre.... Ambas son formas de la gran guerra política que es la lucha de clases, y ésta es el desarrollo de la contradicción entre Revolución y Contrarrevolución...". "La guerra se inicia y se desarrolla según condiciones concretas, al variar éstas, demandan cambiar formas de lucha".
Ya hemos demostrado cómo Asumir siembra confusión sobre la relación entre guerra y política y cómo oculta la centralidad de la lucha armada para la lucha del proletariado y el pueblo por su emancipación. Asumir hace también otra cosa: trata las dos formas de lucha como si el paso de la lucha política a la guerra no implicase ningún salto; y por tanto, presenta como posible y permisible dar por terminada la guerra antes de que las contradicciones básicas que la han generado hayan sido resueltas o en gran parte mitigadas.
La guerra existe para conseguir determinadas metas políticas, y, para los comunistas revolucionarios, esto significa la toma del poder político. Empero la guerra tiene sus propias leyes de desarrollo y su propia dinámica. Mao trata este tema de manera extensa en "Sobre la guerra prolongada", y afirma que "la guerra tiene sus peculiaridades; en este sentido, no equivale a la política en general".
La ley fundamental de toda guerra es conservar las fuerzas propias y destruir las enemigas. Para lograr este fin (conservar-destruir), cada parte en toda guerra usa estrategias y tácticas que le sean favorables para él y desfavorables para el enemigo. Mao explicó esto al representante de la OLP con estas palabras: toda la lógica militar se puede resumir en "Uds. combaten a su manera y nosotros a la nuestra" (Mao Tsetung espontáneo [México: Universidad Autónoma de Sinaloa, 1981]).
La guerra no sólo tiene sus propias leyes de desarrollo y su propia dinámica, sino que también estas leyes asumen formas particulares en contextos específicos. Así pues, la guerra revolucionaria tiene sus propias leyes particulares. Los principios fundamentales de la guerra revolucionaria se aplican mediante estrategias y tácticas las cuales surgen del carácter y las condiciones de la clase revolucionaria, y los de sus enemigos. Por ejemplo, en la guerra revolucionaria apoyarse en las masas es la clave para ganar. Y más allá de las leyes generales de la guerra revolucionaria, ésta tiene sus propias leyes particulares en los dos tipos de países (los países imperialistas, y los países semifeudales y semicoloniales dominados por el imperialismo). Al aplicar estas leyes generales, el partido del proletariado que conduce la guerra debe examinar las particularidades de la guerra revolucionaria en cada país.
Le tocó al Presidente Mao formular de forma cabal la estrategia militar del proletariado y especialmente la estrategia militar para los países oprimidos. En esencia, sus puntos cardinales son: la guerra popular es necesariamente prolongada; sigue la estrategia de cercar las ciudades desde el campo, lo que, a su vez, da lugar a la toma del Poder por pasos, particularmente mediante la construcción de bases de apoyo en el campo donde el partido dirige a las masas de campesinos (principalmente campesinos pobres) en el ejercicio del poder político. De tales bases el ejército rojo recluta sus combatientes, consigue suministros y una superioridad en la inteligencia y puede atraer al enemigo a un escenario de guerra que le es más favorable comparado con el terreno de las zonas blancas.
Es más, el pensamiento militar de Mao es un tesoro de ricas doctrinas tácticas que le permiten a una fuerza inferior, tanto numérica como materialmente, prolongar la guerra y, en el contexto de una guerra prolongada, devorar al enemigo bocado por bocado, haciendo máximo uso del dinamismo consciente de las tropas y los mandos, a la par de otras tácticas como movilidad, flexibilidad, superioridad de inteligencia, etc. Todo esto se ha aplicado con destreza durante los 13 años de Guerra Popular dirigida por el MLM en el Perú, comprobando una vez más la invencibilidad de la estrategia de guerra popular.
Pasar de la política revolucionaria a la guerra revolucionaria requiere de un salto cualitativo tanto en las condiciones del partido (ahora devenido en cuartel general de la guerra), como en la intensidad y alcance de la lucha y también un cambio cualitativo en los medios para librarla. Los rasgos específicos de la guerra conducen a la creación de varias organizaciones y métodos específicos, y a un proceso específico de guerra. Estas organizaciones conforman el ejército y todo lo que con él se relaciona. Los métodos incluyen la estrategia y tácticas que se requieren para conducir la guerra.
Cuando la guerra se inicia, comienza también una nueva vida. Suponer que una etapa previa puede resucitarse y repetirse es metafísico.
Una vez iniciada la guerra, cualquiera que desee hacer política no puede alejarse de esta guerra sino que tiene que adoptar una posición al respecto. De ahí en adelante política es guerra, guerra que está sujeta a ciertas reglas que, de no observarse, ocasionarán la ruina del partido que las desatienda.
每ómo ve Asumir la situación actual de la guerra y qué es lo que propone?
"Enfrentamos nuevos problemas, resolverlos aplicando el Pensamiento Gonzalo...combatir por la Nueva Decisión y Nueva Definición".
"El principio no está en cuestión, la cuestión es su aplicación según las condiciones concretas. (Tener presente la experiencia de los 60-70)".
"La guerra se inicia y se desarrolla según condiciones concretas, al variar éstas, demandan cambiar formas de lucha. ...`Siempre que ello sea posible' rige también para nosotros cuando enfrentamos una guerra injusta como respuesta a una guerra justa (incluso como respuesta a nuestra acción...)".
"Política a aplicar: 1. No enfrentarse, neutralizar y responder medida por medida".
"...el partido es fuerte en política, pero estar dispuestos a que queden sólo pocos; seremos los más probados...".
"La otra colina también tiene su objetivo...no se repita la guerra popular..." [énfasis nuestro].
"Damos un presente de posibilidades inciertas por un futuro de perspectiva cierta y real".
"El PCP quiere la Paz, ya no más represión".
"汨uién representa al Pueblo en las elecciones? Nadie...".
Aunque Asumir no dice explícitamente que, en la presente etapa, la Guerra Popular debe darse por terminada, lo da a entender claramente, en especial cuando afirma que "Todo el proceso de la guerra contrarrevolucionaria lleva a que logre éxito". Es bien sabido que el objetivo de la guerra contrarrevolucionaria es ponerle fin a la Guerra Popular. Asumir da una clara impresión de que la Guerra Popular ha sido derrotada y que lo que queda debe cambiarse por un "futuro", y la posibilidad de "repetir" la Guerra Popular más tarde cuando haya una "perspectiva cierta". Para hacerlo, debe combatirse por una "Gran Decisión": llegar a una paz con las Fuerzas Armadas. Y de la sección de "Consignas" puede concluirse que, a cambio de terminar la Guerra Popular, ¡quien escribe el documento exige "no más represión"! 每ómo quiere Asumir utilizar esta situación de "no represión"? Asumir propone que el Partido debe retornar a la lucha política, ¡la cual incluye también elecciones!
El "articulo de prisión" llama de manera más explícita a terminar la Guerra Popular: "El Acuerdo de Paz que planteamos...sirva a mantener la independencia ideológica, política y organizativa del Partido...es un compromiso de clase...". Y se compromete a luchar "para concluir la guerra que dura más de 13 años a fin de establecer la paz que ha devenido en necesidad del pueblo, la nación y la sociedad".
En pocas palabras, ante la ofensiva del enemigo y los reveses sufridos por el PCP y la Guerra Popular, ha surgido una línea que sostiene que la Guerra Popular ha sido derrotada, que las condiciones para continuar la Guerra Popular ya no existen, que el Partido debe salvarse a través de un acuerdo de paz que llevaría a terminar la Guerra Popular (aceptando una derrota formal) y ganar a cambio una posición legal ("no más represión") para el Partido.
Esta línea es errónea en muchos aspectos, pero nos hemos enfocado en los principales, llevándonos a concluir que si se pusiera en práctica semejante línea, ello tendría trágicos resultados para la revolución peruana y constituiría un serio revés para la revolución proletaria mundial.
Asumir plantea que, con las fluctuaciones en las "condiciones concretas", el proletariado puede simplemente pasar entre una y otra de estas dos formas de lucha de clases.
Contrariamente a lo que Asumir quiere dar a entender, la guerra no surge de acuerdo a "condiciones concretas", entendidas como condiciones inmediatas, puntuales y superficiales, sino de acuerdo a las condiciones profundas, estructurales y determinantes, que emergen de las contradicciones estratégicas. Aquí Asumir toma un concepto correcto (la insistencia de Lenin que el análisis concreto de la situación concreta es el alma viva del marxismo) y lo reduce a simple pragmatismo al servicio del oportunismo, como los reformistas y revisionistas lo han venido haciendo por décadas.
En lo que concierne a "condiciones concretas", en el curso mismo de la guerra popular, éstas cambiarán muchas veces porque en el curso de la guerra ambos bandos experimentan transformaciones. Y la Guerra Popular se lleva a cabo en el contexto de una situación mundial cambiante(3). Es cierto que los cambios en las condiciones concretas requieren de una nueva apreciación de las mismas y pueden requerir cambios en tácticas y estrategias de la conducción de la guerra, pero ¡lo que Asumir está proponiendo es parar y comenzar cada vez que esto ocurra!
Cuando Asumir dice "Tener presente la experiencia de los 60-70", busca apoyarse en la historia del partido, en tiempos en que éste no estaba librando una lucha armada. Asumir quiere dar a entender que la guerra no se inició durante ese período porque las "condiciones concretas" no habían surgido. "La guerra se inicia y se desarrolla según condiciones concretas, al variar éstas, demandan cambiar formas de lucha".
Consideramos que distorsionan la historia del PCP. No pensamos que el PCP haya esperado a que surgieran algunas "condiciones concretas" para iniciar la guerra. Básicamente, el PCP tenía que esperar hasta que, mediante la lucha entre dos líneas, lograse la reestructuración del partido y su preparación ideológica, política y organizativa. Las contradicciones objetivas en las cuales se basó el inicio de la Guerra Popular estaban maduras desde mucho tiempo atrás, manifestándose concretamente en las luchas campesinas y de demás sectores de masas en la región en que la Guerra Popular se inició e incluso en otras regiones. El escoger el mejor momento posible (el momento y no la década) para iniciar la guerra (cuando el gobierno estaba cambiando de manos) sólo fue una cuestión táctica y no estratégica ni global. Durante toda la lucha de dos líneas dentro del Partido, las fuerzas dirigidas por el Camarada Gonzalo habían triunfado en su lucha por la adopción de resoluciones en favor de librar la lucha armada, por parte de los plenos del comité central, resoluciones que, por supuesto, los revisionistas en el Partido nunca permitieron que se materializaran. Así que, constituye una completa distorsión dar a entender que el Partido no inició la guerra en los años 60 y 70 porque estaba esperando el surgimiento de las "condiciones concretas" o "que ello sea posible" objetivamente. Esto se opone a la línea correcta (que, consideramos, el PCP ha mantenido firmemente y sigue manteniendo) que sostiene que, en los países oprimidos, las condiciones revolucionarias se desarrollan en forma dispareja haciéndolo generalmente posible dar inicio a la guerra en una u otra parte del país. Nunca hemos visto ni escuchado de ningún análisis del PCP de que el inicio de una guerra revolucionaria hubiese sido imposible debido a condiciones objetivas durante los años 60 y 70. El PCP nunca planteó ningún desacuerdo con la profunda verdad de la Declaración del Movimiento Revolucionario Internacionalista de que, en los países oprimidos de Asia, Africa y Latinoamérica, existe generalmente una continua situación revolucionaria, situación que, por supuesto, implica flujos y reflujos y nunca un desarrollo rectilíneo. (Véase, Declaración del MRI, p. 34, edición EU). Cuando en 1965 el MIR (grupo foquista procubano) inició una especie de lucha armada en el Perú, la dirección anterior del PCP la condenó por aventurera; empero, sintetizando la experiencia de aquellos años, el Presidente Gonzalo afirma que si el proletariado no dirige la lucha armada, otros lo harán. No es suficiente condenarlos por sus errores; nosotros mismos tenemos que asumir nuestra responsabilidad.
Echemos un vistazo a cómo la revolución y la contrarrevolución se han enfrentado desde el inicio de la Guerra Popular en el Perú y especialmente durante los difíciles períodos que ésta ha atravesado.
El inicio fue modesto, casi sin armas. Basándose en una estrategia y táctica correctas, con una apreciación correcta de la situación, se trazaron planes para "iniciar" la Guerra Popular. Las primeras llamas de guerra crecieron hasta convertirse en grandes, turbulentos y furiosos incendios en el curso de la propia guerra prolongada. Este fue un logro muy importante para el proletariado y los oprimidos peruanos y del mundo entero. 每ómo actuó la contrarrevolución ante la Guerra Popular en el Perú? Abrió el infierno y desató todos los demonios, plagas y jinetes del apocalipsis en su contra.
Primero, restaron importancia al problema. Enviaron sus fuerzas policíacas quienes cometieron graves crímenes contra el pueblo, empero sufrieron derrotas humillantes, y mientras tanto surgían los primeros Comités Populares. Ante el avance del nuevo Poder, el régimen envió las Fuerzas Armadas, la columna vertebral de su Estado. El estado de emergencia se declaró varias veces, imponiendo autoridad militar sobre millones de personas. Esta fue una nueva situación en la guerra; el Partido tuvo que analizarla y resolver los problemas. Las Fuerzas Armadas iniciaron la política de enfrentar masas contra masas formando bandas de ronderos y desatando el terror blanco en el campo. Cuando aquello falló y no detuvo la Guerra Popular, recurrieron a los crímenes más viles. Comenzaron a liquidar a los campesinos junto con sus comunidades y poblados en Ayacucho. En 1984 este genocidio alcanzó su punto más álgido.
El régimen cacareó que la Guerra Popular había sido aplastada o detenida. "Senderólogos", oportunistas e incluso algunos revolucionarios vacilantes dijeron que era imposible que la Guerra Popular mantuviese su bastión en esos tres departamentos que estaban bajo ataque y llamaban a las fuerzas revolucionarias a abandonar esas áreas para regresar en un momento más oportuno. Pero el PCP dijo: "...[Estamos] seguros de la gran verdad del Presidente Mao Tsetung de que una zona no se abandona mientras en reiteradas ocasiones no se pruebe la imposibilidad de defenderla..." ("Desarrollar la guerra popular...", Comité Central del PCP, 1986, en UMQG 8, p. 81). La Guerra Popular demostró su superioridad frente a la estrategia y salvajismo del enemigo. El Ejército Guerrillero Popular y las masas bajo la dirección del PCP demostraron su capacidad de confrontar persistentes ofensivas y genocidios. 1983 y 1984 fueron años de luchas en torno a la restauración y la contrarrestauración, o sea, guerra contrarrevolucionaria para aplastar el nuevo poder político y restaurar el viejo, de un lado; y de otro lado, guerra revolucionaria para defender, desarrollar y construir el naciente poder popular. Esto sólo fue posible debido a que el Ejército Guerrillero Popular libró una serie de duras contiendas contra las Fuerzas Armadas reaccionarias. La Guerra Popular se desarrollaba desigualmente, o sea, la caracterizaban la fluidez, restauraciones y contrarrestauraciones, retiradas y avances, consolidaciones y expansiones.
En el transcurso de estos años el EGP, bajo la dirección del PCP, llegó a comprender las leyes que rigen en estos enfrentamientos, forjándose y arraigándose más ampliamente en las masas. A cada paso del desarrollo de la Guerra Popular, la guiaron planes basados en una evaluación de los dos lados, las "dos colinas" de la guerra. Cada plan tenía objetivos políticos y militares definidos y se ocupaba de los problemas de consolidación y avance de la guerra.
En tanto que la Guerra Popular avanzaba, los imperialistas yanquis escalaron su intervención encubierta, mandando mayor ayuda a las Fuerzas Armadas, estableciendo bases, etc., así como también preparando la opinión pública bajo el pretexto de la "guerra contra las drogas". Pero EU no intervino abiertamente. Continuaba su "guerra de baja intensidad", uno de cuyos objetivos era el descabezar la Guerra Popular mediante complejas actividades encubiertas.
Para 1990, se veía claramente la Guerra Popular como una "amenaza para la seguridad nacional" del imperialismo yanqui; los yanquis ingeniaron minuciosos planes para reestructurar y fortalecer las instituciones represivas con el fin de poner en marcha una campaña de represión generalizada. Esta campaña le dio victorias al enemigo, siendo la más importante la captura del Presidente Gonzalo y los golpes a la estructura del Partido. Esta fue la más grande victoria militar que el viejo Estado ha logrado en su guerra contrarrevolucionaria contra la Guerra Popular. Empero, 秀ué hacer? El sendero de la Guerra Popular en el Perú nunca ha sido ni llano ni liso. En 13 años ha enfrentado dificultades, vueltas y revueltas y nuevos problemas. Pero todos y cada uno de los problemas se consideraron y se resolvieron en el contexto de defender y desarrollar la Guerra Popular. En síntesis, todo pudo resolverse y construirse tomando como núcleo el combate, guiado por una estrategia y tácticas correctas además de tenacidad, esfuerzo y sangre. Tal orientación sólo puede generarse en base a una línea ideológica y política marxista-leninista-maoísta, y se convierte en orientación estratégica para la guerra popular una vez iniciada ésta.
La afirmación de Asumir de que todo el proceso de la guerra contrarrevolucionaria ha logrado éxito es, para no decir cosa peor, infundada. No montemos la silla antes de traer el caballo. Incluso los "senderólogos" y analistas yanquis no afirman tal éxito; y si ése fuera el caso, 私or qué el reaccionario Fujimori hace tanta alharaca sobre esta cuestión de la "paz", tratando de usarlo para la "pacificación"? 每ontra quién lanzan la operación "pequeño Vietnam"? 每on qué motivo bombardean pueblos? En su desesperación secuestran y asesinan a estudiantes y abogados, 私or qué? Es innegable que la Guerra Popular dirigida por el Comité Central del PCP sigue realizando operativos contundentes aún en condiciones dificilísimas. Consideramos que la captura del Presidente Gonzalo y otros dirigentes y cuadros del PCP y los golpes a la estructura del Partido representan serios reveses para la Guerra Popular, pero no obstante el tamaño de estos reveses, ello no puede negar todo el proceso de la Guerra Popular ni le han asestado el golpe mortal a la Guerra Popular. Es extremadamente difícil que el enemigo erradique una Guerra Popular de más de 13 años, dirigida por una fuerza maoísta; Guerra Popular transformadora que refleja el profundo odio de clase de las masas y sus ansias de liberación, dirigida por una fuerza de carácter cabalmente proletario. Y la Guerra Popular tiene en reserva muchos factores favorables que puede usar para rebatir esta ofensiva, defenderse y sobre esta base desarrollarse.
Por ejemplo, en el Perú actual existe ya un campesinado levantado. Este es un factor militar innegable que ni el gobierno ni su amo yanqui puede pasar por alto. Este campesinado y pueblo levantados se ha convertido en fuerza material para la guerra popular. El PCP ha logrado desencadenar a la mujer a que rompa sus cadenas y participe en la revolución; ha sido capaz de incorporar a un gran número de mujeres combatientes a todo nivel y aspecto de la Guerra Popular. Asimismo ha logrado movilizar a sectores significativos del proletariado de los pueblos jóvenes.
Las bases más importantes de la Guerra Popular (el pueblo y especialmente los campesinos pobres) están mucho más sólidas que nunca en la historia moderna de la lucha de clases en el país y eliminar este factor no es nada fácil para el enemigo. Como dice el informe de la Corporación Rand, "El movimiento está firmemente atrincherado en la sierra. ...Sendero goza ahora de un sustancial apoyo en el campo y ha comenzado a reclutar activamente entre la...masa de desempleados urbanos.... También ha demostrado ser una organización flexible, adaptable y cruel. Estas características, juntas, convierten a Sendero en un formidable adversario" (informe Rand, citado en "Nuestra bandera roja ondea...", UMQG 16, p. 71).
Después de siglos de brutal represión y degradación por las clases dominantes, las masas oprimidas peruanas (trabajadores, campesinos, especialmente los campesinos pobres, e intelectuales), audazmente levantadas por el PCP, han sido movilizadas en torno a un programa que representa sus intereses fundamentales de clase en el curso de los 13 años de Guerra Popular. El PCP desató su iniciativa y las guió a tomar su destino en manos propias y a luchar por su propia liberación. El PCP ha puesto armas en sus manos y les ha dado un sentido real de su capacidad de luchar por una nueva vida con que sólo podían soñar en años atrás. El PCP ha armado a muchos campesinos con una ideología y un programa que pueden usar en aras de sus intereses para cambiar el mundo. Además, el PCP ha organizado a muchos de ellos en el Partido, el ejército y otras organizaciones de masas; les ha enseñado cómo unirse, cómo aislar al enemigo y cómo luchar para destruirlo. Todo esto ha cambiado extraordinariamente a las masas que ahora tienen la capacidad de resistir las inevitables campañas de represión enemigas.
El carácter internacionalista proletario de esta Guerra Popular, el hecho de que se ha llevado a cabo sintetizando los intereses del proletariado y las masas oprimidas de todo el mundo, mostrándoles el auténtico camino de la liberación; el hecho de que es la lucha revolucionaria más avanzada en la actualidad, y de que el PCP es un destacamento del MRI, todo ello ha despertado e inspirado a miles de proletarios y masas oprimidas de todo el mundo. Esta es también una fuerza material con la que los imperialistas deben lidiar, y ahora buscan hacerlo principalmente tratando de aplastar la Guerra Popular.
En una frase: golpear mortalmente a una guerra de esta naturaleza es una cosa muy difícil, incluso para los yanquis que recibieron un "tratamiento especial" en Vietnam y que se jactan de ser muy "experimentados".
Poco antes de la captura del Camarada Gonzalo, los expertos en contrainsurgencia del imperialismo yanqui advertían de la posible conquista del Poder por parte de Sendero Luminoso (como la burguesía internacional llama al PCP) que se avizoraba, poniendo de manifiesto que la Guerra Popular había alcanzado tal etapa de su desarrollo.
Estos mismos expertos imperialistas siguen sosteniendo que esta guerra está lejos de terminarse a pesar de los reveses sufridos por el PCP, dando a entender que se debe perseverar en la guerra contrarrevolucionaria.
De todo esto podemos concluir que existe una enorme base material para defender la Guerra Popular, y que el no defenderlo pugnando con todas las fuerzas, constituiría una traición a las masas del Perú y a las masas oprimidas del mundo. Dar por terminada la Guerra Popular solamente serviría a la semifeudalidad, al capitalismo burocrático y al imperialismo, especialmente al imperialismo yanqui. Vemos, pues, que al enemigo no le queda fácil propinar una derrota completa a la Guerra Popular. En la historia de la lucha de clases, pueden haber reveses de las fuerzas revolucionarias en que no hay estrategias o tácticas militares que puedan revertir la situación. Pero incluso en tales casos, tratándose de una situación de guerra, esa valoración debe dejarse de lado porque nunca puede constituir un principio operativo: el principio operativo debe ser, simplemente, hacer lo mejor que se pueda(4). Sin embargo, éste no es, en manera alguna, un caso tal. Es decir, hay grandes factores favorables para que el PCP dé vuelta a la moneda, preservando la Guerra Popular y, sobre esta base, desarrollándola hasta ganar. Como el Presidente Mao dice, todas las derrotas son relativas y raras veces se da una derrota absoluta; señala que, desde el punto de vista estratégico, se puede hablar de derrota solamente cuando falla un operativo nuestro contra una campaña de "cerco y aniquilamiento"; y añade que, incluso esta derrota es parcial y temporal. "Sólo la destrucción total del Ejército Rojo puede ser considerada como una derrota completa en la guerra civil", puntualiza. Debido al éxito de la quinta campaña de cerco y aniquilamiento de Chiang Kai-Shek, la Guerra Popular en China perdió vastas bases de apoyo y el Ejército Rojo tuvo que desplazarse a otras partes del país, y el número de los miembros del partido y del Ejército Rojo, y la extensión de las bases de apoyo, fueron reducidos en un 90%. A pesar de todo esto, el Presidente Mao concluía que "la pérdida de extensas bases de apoyo y el desplazamiento del Ejército Rojo representaron una derrota temporal y parcial, y no una derrota definitiva y total" ("Problemas estratégicos en la guerra revolucionaria de China", OE, t. 1, cap. IV, p. 217).
Aunque un ejército revolucionario enfrente una derrota completa, debe hacer los máximos esfuerzos para extraer las más grandes victorias políticas de la situación. No se debe permitir que la derrota militar se convierta en una derrota política por la vía de la capitulación. Tal situación se va a dar si se acepta la derrota fácilmente, antes de que toda la iniciativa y entrega de los combatientes y las masas se hayan agotado. Y aún si esos esfuerzos no hacen milagros, al menos representarían luchar hasta quemar el último cartucho como se hizo en la Comuna de París, una batalla que fue necesaria para proveer de enseñanza adicional a las masas y de entrenamiento para la siguiente lucha. Sin embargo, insistimos, no estamos concediendo que el PCP haya sido derrotado; de hecho, estamos convencidos que la situación es justamente la opuesta: que las dificultades pueden superarse y que la victoria es posible. La Guerra Popular puede y debe mantenerse y desarrollarse.
Una de las grandes contribuciones de Mao Tsetung fue su desarrollo, teórico y práctico, de la guerra popular prolongada. Mao supo mostrar que, para el proletariado chino (y más tarde sostuvo que era aplicable en general en los países oprimidos por el imperialismo), le era posible y necesario entablar una guerra prolongada con las clases reaccionarias, iniciándola desde una posición de debilidad y desarrollándola gradualmente hasta llegar a una posición de fuerza. En el documento ¡Viva el marxismo-leninismo-maoísmo!, nuestro Movimiento se ha unido en torno al concepto de que, en los países oprimidos, la lucha armada es la principal forma de lucha y que el ejército popular la principal forma de organización de masas.
La guerra prolongada es un imperativo que permite sortear las vicisitudes de la guerra y acumular fuerzas. El Presidente Mao sostiene que la prolongación de la guerra es una meta estratégica.
Un punto fuerte de la Guerra Popular en el Perú, conducida por el PCP, ha sido su capacidad de evitar que el enemigo asestara un golpe mortal o que una línea incorrecta llegara a prevalecer; así que la preservación y desarrollo de la guerra, creciendo de pequeño a grande, de débil a fuerte, representa un logro extraordinario. El Presidente Mao insiste que el ejército revolucionario debe pugnar por ganar la capacidad de prolongar la guerra en aras de fortalecer sus fuerzas paso a paso y de acelerar-aguardar el surgimiento de la situación favorable para conquistar el Poder en todo el país. Una guerra prolongada es una desventaja para el enemigo y una ventaja para el ejército revolucionario; esto es, por tanto, crucial para que el ejército revolucionario gane y retome la iniciativa y logre la meta de conservar-destruir. Evaluaciones pesimistas de la situación como la que podemos ver en el documento Asumir y en el "artículo de prisión" conducirán a que se adopten medidas derrotistas que, a su vez, obrarán en detrimento del objetivo de prolongar la Guerra Popular y, por ende, en perjuicio de la estrategia de preservar y desarrollar las fuerzas de la revolución. Cuando un ejército revolucionario pierde la iniciativa, cualesquiera que sean las razones (política incorrecta, análisis equivocado, o no poder resistir la presión del enemigo), sólo la puede rescatar nuevamente aplicando las leyes de la guerra revolucionaria.
Terminar la guerra ante condiciones difíciles o aparentemente imposibles contradice las leyes de la guerra popular prolongada, puesto que, si no se logra el objetivo de prolongar la guerra, a través de vueltas y revueltas, las fuerzas de la revolución no podrán acumular la fuerza y capacidad suficientes para derrotar al enemigo. Tal como lo han sintetizado los camaradas de Turquía: "De esta manera, ¡no hay forma de lograr la acumulación de fuerzas para la lucha armada, ni el desarrollo de una base social y política! ¡Piénsenlo, no más! Tú construyes tu ejército, tus fuerzas guerrilleras; luego viene la lucha pacífica... 每uánto y qué le costará al partido semejante punto de vista...?"(5)
Para preservar la guerra de guerrillas y desarrollarla, no puede subestimarse el papel de las bases de apoyo. Este es el factor vitalmente importante que hace posible la guerra prolongada y el desarrollo de la fuerza armada. Haber sido capaz de mantener viva la llama hasta surgir las bases de apoyo (cualquiera que sea su nivel) ha sido un logro invaluable de la revolución en el Perú. Ahora esto ha de utilizarse para rechazar los avances del enemigo y preservar la Guerra Popular, desarrollándola sobre esta base. Cualquiera que se preocupe por preservar las fuerzas revolucionarias en el Perú hoy, deberá preocuparse por la consolidación y desarrollo del ejército revolucionario y de las bases de apoyo. Tal como Mao dijera, "La solución concreta de este problema depende de las circunstancias" ("Problemas estratégicos de la guerra de guerrillas", OE, t. 2, cap. IV, p. 99). Sostener que la solución exitosa de estos problemas depende de tomar en cuenta las nuevas circunstancias es una cosa, pero sostener que no es posible preservar el núcleo de estos logros es otra totalmente diferente y esto se opone a los intereses fundamentales del pueblo.
Asumir y el "articulo de prisión" tratan a la guerra como si fuera un juego. Bueno, pues ¡no lo es! Y menos aún una guerra revolucionaria que, por su contenido social, es una guerra apasionada y furiosa. Tal como el Camarada Gonzalo lo señaló: "Marx nos ha enseñado: No se juega a la insurrección, no se juega a la revolución; pero cuando uno enarbola la insurrección, cuando uno toma las armas, no arría la bandera, la mantiene victoriosa hasta el triunfo, sin arriarla jamás; así nos enseñó y ¡no importa cuánto nos cueste!" ("Entrevista al Presidente Gonzalo", El Diario, Lima, Perú, 1988; reimpresa en UMQG 18, p. 56).
Nuestra guerra se juzga por su contenido social. El punto fundamental de toda guerra es "conservar las fuerzas propias y destruir las enemigas". Pero estas leyes operan en interacción con el contenido social y el contexto en el que la guerra se libra. Cuanto más trascendental su meta política y enraizados los antagonismos, más cabalmente se adhiere a este principio. "Si la política es grande y poderosa, igualmente lo será la guerra, y esto puede ser llevado a la altura en que la guerra alcanza su forma absoluta" (Clausewitz, De la guerra [Barcelona: Editorial Labor, 1992], p. 285). Por ejemplo, cuando los imperialistas se enfrentan, no llegan a aniquilarse entre sí porque esto no corresponde a los intereses de su base de producción capitalista. No más obligan al otro bando a capitularse a fin de sacarle concesiones. Pero cuando se trata de guerra popular, los imperialistas no van a descansar hasta aniquilarla y cesarán sus acciones sólo cuando hayan sido derrotados y su poder de Estado derrocado. Incluso después de que un Estado proletario se asiente firmemente en el Poder, los imperialistas tratarán de derrocarlo. "Cuando decimos que `el imperialismo es feroz', queremos decir que su naturaleza nunca cambiará, que los imperialistas nunca dejarán de lado sus cuchillas de carnicero...hasta su ruina" (Mao Tsetung, Libro Rojo [1966], "Guerra y paz", p. 71).
Para conquistar el Poder, el proletariado debe destruir el viejo Estado; y el corazón de éste es el ejército que debe ser derrotado y sometido por el ejército revolucionario. Esta es una guerra sumamente antagónica en la que grandes fuerzas sociales entran en juego. Y, para ambos bandos, las apuestas son muy altas. Si el proletariado simplemente pudiera tomar posesión de la maquinaria del viejo Estado y ponerla en marcha, es probable que esa guerra hubiera sido menos feroz e intensa. Hay muchos tipos de guerra justa pero el contenido social de las demás es cualitativamente limitado en comparación con el de las guerras proletarias. Las guerras dirigidas por el proletariado tienen como objetivo final hacer añicos y barrer los cimientos materiales del imperialismo y toda forma de opresión y explotación. Además, son capaces de desatar toda la energía de las masas. Los Estados reaccionarios no se quedan satisfechos con arrancar la capitulación y concesiones de las guerras revolucionarias dirigidas por el proletariado; al contrario, utilizarán tales concesiones para alcanzar el objetivo político de la guerra visto desde su perspectiva: aniquilar la guerra popular. Esto es natural porque la guerra es un instrumento de la política y necesariamente tiene carácter político y debe medirse por normas políticas. Ellos también juzgan nuestra guerra por su contenido social.
Como el Camarada Mao señaló: "Con nuestras propias manos pondremos fin a la época de las guerras en la historia de la humanidad, y la guerra que ahora hacemos es indudablemente parte de la guerra final. Pero la guerra que enfrentamos es al mismo tiempo, sin duda alguna, parte de la más grande y más cruel de todas las guerras..." ("Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria de China", `El objetivo de la guerra es eliminar la guerra', OE, t. 1, p. 197). 每ómo podría ser de otra manera? El comunismo, como Marx decía, es la más profunda ruptura con las viejas relaciones de propiedad, con las relaciones sociales que corresponden a ellas, con la superestructura ideológica y política que las defiende y las refuerza y con las viejas ideas y costumbres. Una guerra que tiene como meta realizar esa sociedad, 牢ómo no puede ser de la más feroz y despiadada? La burguesía, 牢ómo no verse atizada por un odio acendrado contra esta guerra y contra quienes la libran? Ninguna guerra en la historia ha demandado tanta audacia y sacrificio.
Exactamente de la naturaleza de la guerra revolucionaria deviene que, una vez iniciada, no podemos dar marcha atrás hacia una lucha principalmente pacífica. No obstante, eso es algo que los revisionistas armados y las fuerzas de la burguesía nacional hacen con frecuencia. 沌or qué y cómo es que eso es posible para ellos y no para nosotros? Justamente por la naturaleza reformista de su "guerra"; porque su estrategia no es destruir el viejo Estado sino ganarse un lugar dentro de él. Sus "guerras" no son más que una suerte de lucha armada o, en el mejor de los casos, "guerra mínima o limitada" que consiste simplemente en amenazar al enemigo, reservando las negociaciones bajo la manga. "Ellos no juegan grandes apuestas, sólo regatean concesiones", observó Clausewitz, y explicó este fenómeno: "Podemos suponer que, cuando los móviles y las tensiones son débiles, una leve probabilidad, apenas perceptible, es suficiente para hacer ceder al bando al cual le es desfavorable. Ahora bien, si el otro bando estuviera convencido de antemano de esto, es natural que se esforzaría solamente en obtener esta probabilidad a su favor, en lugar de preocuparse por intentar la derrota completa del enemigo.... Si sólo queremos del enemigo un pequeño sacrificio, estaremos satisfechos con sólo obtener, mediante la guerra, un pequeño equivalente y esperaremos alcanzarlo por medio de esfuerzos moderados. El enemigo razona más o menos en la misma forma" (Clausewitz, De la guerra, pp. 54, 282).
Sin embargo, la historia nos enseña que incluso fuerzas revisionistas y de la burguesía nacional no siempre deben confiarse en ello. Los imperialistas y sus secuaces reaccionarios en los países dominados por ellos, normalmente no dan cabida a nada que pueda convertirse (aun cuando sus iniciadores no lo hayan querido así) en la chispa que incendie la pólvora de las masas, desate el fuego del inapagado deseo de los oprimidos de tomar revancha contra ellos y le prenda fuego a su casa. Un buen ejemplo de esto es la guerra por la independencia de Argelia dirigida por el FLN. Justo al inicio de la guerra, el FLN llamó al imperialismo francés a realizar negociaciones; de hecho, en su programa el FLN proponía un acuerdo negociado. Los franceses, no obstante, respondieron con una guerra contrarrevolucionaria en que murieron más de un millón de argelinos. Sólo entonces los imperialistas franceses se prestaron a negociar.
La situación internacional es, también, un elemento decisivo para determinar cómo los imperialistas tratan con una fuerza armada revisionista. Durante la "guerra fría", por ejemplo, el imperialismo yanqui, sus aliados occidentales y sus lacayos respondieron brutalmente a todo intento de fuerzas revisionistas o de la burguesía nacional de abrir resquicios a la influencia de la Unión Soviética en los países dominados por el bloque imperialista occidental.
El Camarada Mao subrayó que la forma principal en que un ejército revolucionario puede conservar las fuerzas propias es destruyendo las enemigas. La destrucción de las fuerzas enemigas es un elemento central del concepto mismo de guerra. Una vez iniciada la guerra, o se destruye al enemigo o éste nos destruye. La cuestión debe verse de esta forma; cualquier otra forma de concebirla constituye una ilusión peligrosa. Esto significa que si el enemigo utiliza la fuerza sin miramientos de ningún orden, mientras que tú te abstienes de hacerlo en consideración del derramamiento de sangre que el uso de la fuerza desencadena, pues el enemigo tomará la sartén por el mango y pronto te destruirá. Esto es justamente lo que el régimen de Fujimori busca: mientras aprovecha las supuestas "conversaciones de paz", se fortalece militarmente. En la guerra hay interacción entre dos lados. De manera que, hasta tanto el enemigo no haya sido derrocado, éste aún puede volverte trizas. El ejército revolucionario no debe dejarse engañar por este argumento en ninguna situación, por más difíciles o imposibles que parezcan las cosas; no debe tener ninguna ilusión acerca de las intenciones del otro bando.
El enemigo también aprende. Es una ilusión pensar que el enemigo va a abstenerse de usar toda su capacidad y reservas en su tarea de destruir la guerra maoísta. Embarcarse en negociaciones de paz hace parte y sirve a su estrategia militar de destruir a los revolucionarios y a los potenciales revolucionarios (la base popular). Con ortodoxia y hasta donde más pueda, el enemigo aplicará el principio fundamental de la guerra contra una guerra revolucionaria dirigida por maoístas. Y es así porque el objetivo político de la guerra revolucionaria es destruir, de una buena vez y para siempre, el viejo Estado, y barrer con el dominio de las clases explotadoras(6).
Una vez analizadas las cosas desde esta perspectiva, es fácil ver que la guerra, especialmente la guerra revolucionaria, no puede concluir antes de alcanzar su objetivo político. Si una de las partes suspende la guerra (en gracia de la discusión, digamos, la parte revolucionaria, la parte débil), antes de que se haya logrado tal objetivo, es poco probable que el enemigo siga el ejemplo; puede que cambie sus tácticas, pero lo más probable es que continúe a todo dar hasta terminar completamente su trabajo. (Por esto los comunistas revolucionarios no deben nunca vacilar sino ser despiadados en propinar el golpe de gracia al perro que se ahoga.) Ejemplos históricos amargos desde las guerras de los esclavos hasta ahora, demuestran esto palmariamente. Y estas reglas se aplican doblemente a la Guerra Popular en el Perú porque es una guerra revolucionaria dirigida por el proletariado y porque es una guerra que se ha desarrollado exitosamente durante más de 13 años. Aunque los reaccionarios intentaron desde el comienzo cortar de raíz a la despuntante Guerra Popular, ahora sin embargo, van a tener que trabajar aun más duro puesto que la guerra ha transformado para siempre el panorama político del país. Si el Estado peruano y el imperialismo yanqui tienen la oportunidad (que tanto la Guerra Popular como los revolucionarios de todo mundo no deben darles), desatarán una campaña prolongada de sangre y fuego para desenterrar las profundas raíces que el PCP ha echado en el corazón del Perú.
Cuando el desenvolvimiento de la lucha de clases imponga ciertos compromisos (o sea, cuando sean necesarios), éstos deben hacerse teniendo en cuenta los siguientes principios: no deben perjudicar los intereses fundamentales del pueblo. Esto significa, concretamente, proteger la Guerra Popular que constituye el más importante interés del pueblo en el Perú actualmente. Esto incluye proteger al partido, al ejército y al Nuevo Poder. Ninguno de ellos puede disolverse. Otro punto es que los compromisos deben servir al proceso de desarrollo de la guerra y no al revés. Cuando dos partes, hostiles a muerte, están en guerra, una de las reglas que gobiernan sus compromisos (tales como negociaciones de paz entre ellos) es que cada una de ellas ve los acuerdos como preparación para desatar la guerra nuevamente y muy pronto. Si una de las partes de la guerra pasa por alto esto y no se mantiene preparada o si realiza retiradas y acuerdos que van a recortar su capacidad de retomar la guerra en cualquier momento, será la parte perdedora. Cuando el Presidente Mao declaró que las negociaciones con Chiang Kai-shek eran necesarias, antes de ir a Chungching elaboró un plan operativo para el Ejército Rojo. Y declaró que el Ejército Rojo no aceptaría desmantelar las bases de apoyo. Por lo tanto, nosotros no negamos el papel de maniobras políticas ni incluso de compromisos; pero sostenemos que cuando sean aplicables, en todo momento deben de servir al proceso de la guerra. Cuando sean necesarias, puede haber intercambio de notas diplomáticas, pero éstas no pueden reemplazar la guerra(7).
沒ignifica esto que no puede haber una pausa en la guerra? La guerra se desarrolla por medio de flujos y reflujos, avances en una zona y retrocesos en otra; la caracterizan períodos de tensión y otros de reposo, de actividad intensa y de preparación/espera, así como también de retiradas y avances. Esto se aplica especialmente en la guerra popular prolongada. Podría haber una pausa o un respiro en la guerra, pero ésta se estallará nuevamente y no se dará por terminada hasta que una de las partes sea completamente devorada y sometida por la otra. Incluso puede darse receso en la lucha o un alto al fuego, empero las fuerzas revolucionarias deben prepararse en serio en caso de que vuelva a estallar la guerra muy pronto. Mientras que el ejército reaccionario tenga fuerza superior, las fuerzas revolucionarias no pueden confiarse en que los reaccionarios se atiendan a los acuerdos del alto al fuego. Las fuerzas revolucionarias no deben permitir que condiciones temporales y excepcionales, como un alto al fuego, minen su capacidad combativa, ni que se siembren ilusiones en las masas. Aun cuando un alto al fuego sea correcto como táctica, las fuerzas revolucionarias deben calcular de qué manera lo usará el enemigo y cuáles van a ser los resultados.
Sin embargo, estos flujos y reflujos en el estado de la guerra deben verse con la mente clara, de ninguna forma implican detener y reiniciar la guerra.
Terminar la guerra con la esperanza de "reiniciarla" en mejores condiciones es un sueño improbable y una ilusión extremadamente peligrosa. En el mejor de los casos, esto significa no conocer nada sobre la guerra, sobre todo la guerra revolucionaria. Aún si Asumir repita cien veces que el MLM es universal, no vale nada; el problema es cómo aplicar nuestra ideología científica universal a las condiciones de hoy: 秀ué es lo que va a suceder con la Guerra Popular, con el ejército popular, con el nuevo poder popular? Asumir no aplica esta ideología; esto se ve claramente en la prescripción para la revolución que en ese documento se da a entender. Tal prescripción no puede llamársele ni "repliegue estratégico" ni "repliegue general" y si se aplica, sólo llevará a un resultado: capitulación y rendición.