Del Comité del Movimiento Revolucionario Internacionalista (CoMRI)

¡Que el 1º de Mayo Rojo de 1997 retumbe por todo el mundo!

Obrero Revolucionario #905, 4 de mayo, 1997

El 1º de Mayo, el día cuando el proletariado internacional retumba su manifiesto político contra las clases imperialistas y reaccionarias de todo el mundo, y reafirma su resolución de tumbar violentamente el gobierno de chupasangres en todo el planeta y de construir una nueva sociedad, libre de explotación y opresión. En este día los proletarios revolucionarios se reúnen en la calle, en sus barrios, fábricas y las bases de apoyo de la lucha armada revolucionaria para reafirmar su misión histórica mundial y exhortar a todos los oprimidos a participar en esta lucha liberadora, de vida o muerte. En este día, el Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI) exhorta a los comunistas revolucionarios de todo el mundo a celebrar un 1º de Mayo Rojo que haga sentir poderosa y claramente nuestro mensaje, en contraste con todos los puntos de vista reformistas, que de una u otra manera aconsejan al proletariado y a los oprimidos hacer las paces con la explotación clasista.

En los cinco continentes, nuestra clase y las demás clases trabajadoras producen toda la comida y riquezas. Pero mientras las clases explotadoras amontonan enormes recursos, los productores experimentan una creciente pobreza y hambre. Los grandes avances electrónicos no pueden tapar el hecho de que nunca en la historia del planeta ha habido tanta desigualdad. Las clases dominantes imperialistas de un puñado de países capitalistas ricos dominan naciones y pueblos enteros en Asia, Africa y Latinoamérica y, junto con los grandes capitalistas y terratenientes nacionales, sacan más y más ganancias de su sangrienta explotación de la gente trabajadora. Puede ser que algunos sectores de las clases medias de los países en desarrollo gocen de una prosperidad efímera, pero a otros de esas mismas clases los avientan sin miramientos al fondo de la sociedad. Incluso en las ciudadelas imperialistas, millones carecen de los recursos más básicos y millones más ven erosionarse su nivel de vida. En el antiguo bloque oriental, la misma vieja élite dominante (como Yeltsin) abandonó su máscara de "comunistas" (en realidad, revisionistas). Se cambiaron de uniformes, pero conservaron su alma capitalista y hoy son "demócratas del mercado". Han acumulado increíbles fortunas, mientras millones de personas han perdido su trabajo y sus tierras.

La labor del proletariado y los conocimientos acumulados de los seres humanos han producido enormes avances tecnológicos. Pero en manos de los imperialistas, esos avances se transforman en "propiedad intelectual privada" y son un eslabón más de su sistema moderno de esclavitud. Los capitalistas convierten todo avance tecnológico en un horror asesino, que le quita el trabajo a más gente, le chupa más riquezas a las naciones oprimidas y aumenta la brecha entre ellas y los países ricos.

Eso no es todo. Ha terminado la guerra fría entre los bloques imperialistas occidental y oriental, pero las secuelas de su rivalidad por la dominación mundial siguen reclamando víctimas entre las masas. El derrumbe del tinglado que montaron para librar esa guerra sigue siendo una fuente de inestabilidad y sufrimiento para las masas de muchos países de Africa y Europa oriental; encima, nuevos y crecientes conflictos entre las potencias imperialistas occidentales le echan leña al fuego. El imperialismo tiene la culpa indirecta y muchas veces directamente de las matanzas y el tremendo sufrimiento humano en Ruanda, Afganistán, Bosnia y otras partes. Luego, los imperialistas aprovechan esas situaciones como pretexto para despachar sus ejércitos reaccionarios e intervenir con violencia reaccionaria para imponer el orden y los dizque derechos humanos (el más importante de los cuales es su "derecho" de explotar a las masas). Las acciones de los imperialistas no tienen el propósito de rescatar a los curdos de Saddam Hussein, a los musulmanes bosnios de los asesinos y violadores fascistas serbios ni a los tutsis de las bandas armadas hutus. Su única preocupación es estabilizar sus imperios tambaleantes. Usan sus armas para dominar y explotar a los oprimidos. Desde hace décadas todo pez gordo reaccionario de los países oprimidos ha sido su leal servidor, como Mobutu de Zaire, cuyo gobierno ahora se está desmoronando. Todo escuadrón de la muerte de Africa a Afganistán ha recibido sus fondos, armas y asesoría política de los imperialistas estadounidenses, europeos (Francia, Alemania, Bélgica, etc.) o rusos individual o colectivamente. Las fuerzas políticas que piden que los imperialistas intervengan para resolver sus crisis están tapando la verdad a propósito o se están embaucando a sí mismas.

La situación mundial hoy y los repetidos estallidos de crisis claman por una clara visión revolucionaria que se implemente audaz y persistentemente. La opresión está engendrando muchas formas de resistencia y protesta de las masas de todo el mundo, la gran mayoría de las cuales necesitan cambios urgentes. Alejarlas de los caminos ilusorios y las ideologías obsoletas y dirigirlas hacia el sendero liberador de la revolución proletaria es el gran reto que confronta a los maoístas revolucionarios del mundo.

La historia nos enseña que solo una revolución proletaria puede llevar a las masas al poder, para controlar los recursos humanos y de otros tipos y construir un nuevo mundo libre de todas las formas de opresión. Eso es lo que demostró nuestra clase tan poderosamente cuando hizo la revolución y construyó el socialismo en la URSS (1917-1956) y China (1949-1976). La restauración del capitalismo en esos países no puede borrar esa profunda verdad y realidad histórica. Estas experiencias históricas han probado que el proletariado y las masas, una vez que hayan establecido su poder por medio de la revolución, pueden dar grandes pasos hacia la meta de eliminar las relaciones de opresión y explotación establecidas durante muchos milenios, y las ideas reaccionarias y embrutecedoras que corresponden a esas relaciones. Hoy el proletariado no tiene el poder en ningún país, pero esos enormes logros históricos son precisamente los cimientos para llevar hasta la victoria nuevas revoluciones proletarias en varias partes del mundo, y construir nuevas sociedades socialistas a nivel más alto. No hay otro camino a la liberación. Esta es una verdad que tenemos que hacerle ver a cada vez más proletarios.

Además, la historia nos muestra la bancarrota de otros puntos de vista que dicen que quieren cambiar el mundo: el oscurantismo religioso, el nacionalismo, el reformismo y la "democracia" imperialista. Inmediatamente después de la caída del sha de Irán, las fuerzas islámicas le cayeron encima a las masas y ahogaron su revolución en sangre. En Afganistán, las fuerzas islámicas se han aliado con el imperialismo yanqui y otras potencias reaccionarias para esclavizar a las masas. En los últimos años, la introducción de reformas de mercado al estilo occidental en los países del antiguo bloque oriental ha aumentado el sufrimiento de las masas, y las democracias electorales que se instituyeron con tanto bombo y platillos no les han dado ningún control. En Sudáfrica, las reformas auspiciadas por los imperialistas no han sido más que un "cambio de guardia" del sistema opresivo; las masas negras, la gran mayoría de la población, todavía no han alcanzado su liberación. En el Oriente Medio, el "proceso de paz" imperialista es una traición a las masas palestinas y sus aspiraciones nacionales. Tampoco pueden los ex rebeldes vueltos "demócratas" al estilo occidental (o del mercado) dirigirnos hacia la liberación. Todos esos falsos profetas solo pueden llevar a las masas de regreso a la misma miseria. Incluso los pocos gobiernos que hoy están en desgracia con una u otra potencia imperialista no son representantes de los intereses del proletariado.

En contraste con todos esos puntos de vista reaccionarios y reformistas que buscan "mejorar" el mundo sin cambiar las distinciones de clase básicas, se destacan las revoluciones que están librando o preparando el proletariado y sus partidos marxista-leninista-maoístas. Hay guerras populares en Perú, dirigida por el Partido Comunista del Perú, y en Nepal, dirigida por el Partido Comunista de Nepal (Maoísta), dos partidos participantes del MRI. Además, otras organizaciones maoístas están librando luchas armadas revolucionarias en Filipinas, India y otros lugares. Si bien las luchas revolucionarias dirigidas por los partidos y organizaciones MLM todavía no están en el centro del escenario político internacional, esas luchas son las expresiones más agudas de los intereses de nuestra clase. Son precursoras de las futuras oleadas de la lucha de clases.

Ante los viles ataques del gobierno reaccionario de Fujimori y sus padrinos yanquis, la guerra popular en Perú continúa y el Partido Comunista del Perú se ha mantenido firme a pesar de una línea oportunista de derecha que surgió en el seno del partido y que propone que la guerra popular se dé por vencida. Su posición es un inspirador ejemplo de la resolución de nuestra clase internacional. El inicio de la guerra popular en Nepal, al comienzo por masas desarmadas, es un eco poderoso del punto de vista del proletariado internacional sobre cómo los trabajadores y campesinos conscientes de clase deben y pueden cambiar el mundo con las armas en la mano. En Perú y Nepal, los falsos comunistas (revisionistas) se oponen rotundamente al sendero revolucionario de los maoístas y ayudan a los reaccionarios a reprimir los levantamientos armados.

Mientras los imperialistas y reaccionarios del mundo se jactaban de la "muerte del comunismo", los partidos y organizaciones del MRI y otras fuerzas maoístas han estado dirigiendo luchas revolucionarias y cobrando fuerzas. Nuestro movimiento ha difundido sin vacilación su punto de vista comunista revolucionario sobre cómo cambiar el mundo, y se ha esforzado por organizar partidos y organizaciones maoístas donde todavía no existen y por fortalecer a los que ya se han forjado. En un mundo donde las inestables estructuras de poder de muchos países se están tambaleando y las masas no pueden seguir viviendo como antes, lo que más hace falta son vanguardias marxista-leninista-maoístas que puedan dirigir la lucha y los sacrificios de las masas a la victoria.

El proletariado internacional tiene que unir sus filas en torno a una clara visión y programa revolucionarios y construir un núcleo internacional para impulsar el proceso de la revolución proletaria mundial. Por eso se formó el MRI como un escalón para llegar a una Internacional Comunista de nuevo tipo basada en el marxismo-leninismo-maoísmo. De esa manera se puede y se debe encarnar hoy el llamamiento histórico de Marx y Engels: "¡Obreros de todos los países, uníos!". Unicamente esta clase de núcleo puede canalizar la fuerza colectiva de nuestra clase mundial a los lugares y las coyunturas clave del proceso revolucionario, y al mismo tiempo impulsar toda la revolución proletaria mundial. Unicamente esta clase de núcleo puede galvanizar a los aliados en potencia del proletariado internacional para reforzar el frente revolucionario contra el imperialismo.

Tenemos que hacer oír este punto de vista más clara y poderosamente en diferentes partes del mundo, enseñárselo a las masas proletarias y dirigirlas a la revolución, para que el mundo de veras cambie de base.

¡Viva el 1º de Mayo Rojo!

¡Viva la guerra popular en Perú, Nepal y por todo el mundo!

¡Redoblemos la lucha por una nueva Internacional Comunista!

¡Construyamos y fortalezcamos los partidos marxista-leninista-maoístas unidos en el
Movimiento Revolucionario Internacionalista!


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