Obrero Revolucionario #906, 11 de mayo, 1997
Las acciones iniciales, aunque modestas desde un punto de vista estrictamente militar, dejaron aturdida a la clase dominante como si les hubieran dado un golpe directo en la cabeza. Por más de un milenio, las clases altas de Nepal han considerado que es su derecho divino dominar y explotar a la gente trabajadora. De hecho el rey de Nepal se dice ¡la reencarnación del dios hindú Vishnu! A los feudales y capitalistas burocráticos quienes gobiernan Nepal vinculados con el imperialismo y sus allegados en la India se les hacía imposible creer que los trabajadores y en especial los campesinos pobres que forman la gran mayoría de la población, se atrevieran a usar la fuerza en contra de los guardianes del viejo régimen.
Pero aunque el actual comienzo de los ataques llegó como una sacudida para los opresores, la intensificación de las condiciones que generaron la revolución ha estado en marcha desde hace mucho tiempo y ha estado acelerando a paso veloz en especial en los últimos años. Dos importantes artículos académicos aparecieron con la finalidad de difundir el amplio apoyo de que goza en Nepal el Partido Comunista del Perú y el Presidente Gonzalo y las posibilidades de que una Guerra Popular pudiera surgir debido al agudo conflicto de clases que se desarrolla en ese país.
Además, el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) no mantuvo en secreto su determinación de preparar e iniciar la Guerra Popular. Hubo numerosos documentos, artículos y conferencias públicos con esta línea, y muchos miles de personas sabían o participaban en las acciones preparatorias del partido. Entonces, ¿por qué tal sacudida?
Debido a que, en todos los países, la perspectiva de las clases reaccionarias tiende a subestimar y tener desprecio por los oprimidos. Aunque los explotadores temen la posibilidad de una explosión en los niveles bajos de la sociedad e instituyen numerosas medidas represivas dirigidas a preservar el status quo a través de la fuerza y la violencia, creen que son los únicos realmente capaces de manejar la sociedad. Este punto de vista también está profundamente arraigado en el hinduismo, la religión de la clase dominante de Nepal. Entre más la rebelión de las masas tome una forma consciente revolucionaria, entre más el objetivo de la lucha sea la toma de Poder, y entre más profundamente la revolución apunte a desarraigar y reemplazar las viejas relaciones sociales reaccionarias, más las clases dominantes consideran la revolución una pesadilla imposible e impensable, aún cuando no escatiman esfuerzos para oponérsele, desviarla, difamarla y cuando todo eso falla, sofocarla en sangre.
Otra particularidad del movimiento revolucionario de Nepal es que por más de una generación líderes comunistas han abogado de palabra por la lucha armada y una revolución de nueva democracia mientras encontraban una razón tras otra para no tomar en serio la preparación y el lanzamiento de dicha lucha. El Partido Comunista de Nepal (Maoísta) también ha tenido que desechar el gran peso de las metas, métodos de trabajo y formas de organización no revolucionarios, que caracterizaron a todo el movimiento comunista de Nepal por décadas. El osado inicio de la Guerra Popular es también una contundente refutación a las líneas revisionistas y oportunistas.
Nepal está localizado en una ancha franja que cubre una vasta zona de los montes Himalaya, que dividen el subcontinente hindú de la meseta tibetana (parte de China). Aunque los montes Himalaya son las montañas más altas del mundo (la más alta cumbre, Sagarmatha, conocida en el occidente como el "monte Everest", por el nombre de un oficial colonial británico, está localizada en Nepal), no son intransitables y desde la antigüedad, los comerciantes han usado numerosos pasos como rutas de comercio. La capital de Nepal, Katmandú, está localizada en la principal ruta de comercio que históricamente ha unido al Tíbet (y más allá de éste, China) con la India.
Aunque es un país relativamente pequeño, en especial en comparación con sus vecinos al norte y sur, Nepal es un mosaico de diferentes pueblos, idiomas y culturas. La mayoría de los pueblos y los grupos de idiomas de Nepal se remontan a lo que unos antropólogos llaman los grupos "tibeto-burman" del este y del norte de los montes Himalaya o los grupos "indo-arios" del oeste y del sur. Las culturas que coexisten en Nepal también reflejan variadas influencias. Se dice que Nepal es el lugar de nacimiento de Buda, y esa religión, principal pero no exclusivamente en su variedad lamaísta o tibetana, todavía la practica el 20% de la población.
Aproximadamente la mitad de la población de Nepal la forman diferentes grupos janjati (o nacionalidad minoritaria). La clase dominante nepalesa cuenta a la población janjati entera como "hindúes" para justificar el tratamiento de esas masas como parte de "castas inferiores" y sostener sus pretensiones de que Nepal es una "nación hindú". De hecho, la mayoría de los janjatis rechazan el nombre "hindú" y siguen variadas prácticas religiosas animistas (o naturalistas).
La geografía de Nepal ha favorecido este mosaico de pueblos y culturas. Las montañas y los numerosos ríos que forman tres cuencas distintas en Nepal históricamente han mantenido aislados a los diferentes pueblos. Los campesinos siempre han tenido que vivir a duras penas del cultivo en las terrazas de las montañas, o del pastoreo en altas regiones montañosas, y el Mahabarat Lekh (las montañas medias entre los montes Himalaya y sus faldas) abarca algunos valles buenos para el cultivo del arroz y otra agricultura entre uno y dos mil metros sobre el nivel del mar. Esas zonas, como el fértil valle de Katmandú, llegaron a ser hogar de muchos señores feudales hindúes, quienes viajaron al norte desde lo que es hoy la India para escapar de los invasores moghul en los siglos XI-XIII. Luego, éstos pudieron establecer un número de feudos y exprimir la salud de sucesivas generaciones de campesinos. Después, mientras que la presencia de los británicos en el subcontinente de la India empezó a tomar forma, el más exitoso de esos principados feudales, el reino de Gorkha gobernado por Prithvi Narayan Shah, pudo establecer un Estado unificado en Nepal y extender sus fronteras más allá de las actuales fronteras de Nepal (hasta Punjab al oeste y Bengal en el este) por medio de guerras de montaña.
La derrota del reino de Gorkha por la India británica en 1815 y el Tratado Sugauli establecieron las presentes fronteras del país y codificó la clara dominación de la India británica. Los diferentes grupos janjati en montañas y valles aislados del país tenían sus propias autoridades y mantenían sus propias identidades culturales, si bien pagaban tributo al rey.
A lo largo de la frontera sur con la India, que corre a todo lo ancho del país, está una planicie de 25 a 50 kilómetros de ancho conocida como Terai (o llanura), que no está muy arriba del nivel del mar. Hoy, Terai es una región agrícola muy productiva con buena tierra, generalmente buenos recursos acuíferos y una abundante población laboral (más del 40% de los nepaleses viven ahí). Sin embargo, hasta el siglo pasado, Terai estaba poco poblado, con bosques pantanosos infestados de malaria y por ende fue un lugar peligroso, incluso para los ejércitos invasores, ni hablar de los granjeros que quisieran retomar la tierra para la agricultura. De hecho, el rey de Nepal desalentó la colonización de Terai precisamente para mantenerlo como barrera contra la India británica. Pero como Nepal llegó a estar más y más bajo el control de Gran Bretaña a mediados del siglo XIX (sin siquiera reducirse a una colonia), la autoridad colonial de la India británica y los gobernantes nepaleses acordaron abrir Terai a los colonizadores. Los gobernantes lucraron con la tala del entonces arbolado Terai, mientras que las masas vertieron su sudor y sangre para poder hacer la región productiva, pero por desgracia las encadenó un estricto sistema feudal. Aparte de la gente de las regiones montañosas de Nepal y de los descendientes de los originales habitantes de los bosques, un gran porcentaje de esos nuevos colonizadores llegó de diferentes regiones de la India. Todos ellos conforman la población actual de Terai.
Hoy, Terai, como el resto de Nepal, es todavía un mosaico de culturas. Muchos de los habitantes todavía se consideran "hindúes", incluso después de pasar generaciones retomando y trabajando la tierra. Explotar la división entre los llamados "hindúes" y los "nepaleses" es uno de los juegos comunes del régimen reaccionario hindú y de los gobernantes nepaleses para dividir a la gente y fomentar sus reaccionarios intereses.
Según la constitución de Nepal, más de la mitad de la población es janjati. Esta categoría se usa para distinguir esas masas de lo que a veces se llama la nacionalidad nepalesa "mayoritaria". Aunque muchos janjatis viven en zonas remotas en condiciones muy primitivas, el término también se aplica a los newars, es decir, los anteriores habitantes y comerciantes budistas del valle de Katmandú quienes todavía ocupan puestos claves en el comercio y la vida pública en la capital. Aunque el idioma nepalés ha predominado en todo el país por dos siglos, sólo el 30% de la población lo habla como lengua materna (es un idioma basado en el sánscrito con lazos lingüísticos con el hindi, bengalí y muchos otros idiomas del norte de la India, Paquistán y Bangladesh).
La vida es difícil para el campesinado de Nepal, que constituye la gran mayoría de la población (cerca del 90%). Pese a la reforma agraria nominal desde la II Guerra Mundial, la propiedad feudal de la tierra es fuerte en Terai y los principales valles de media montaña, como Katmandú y Pokhara. Los janjatis llevan a cabo el cultivo primitivo en las laderas montañosas y se ganan la vida a duras penas, pues aún sufren diferentes formas de explotación del Estado central y de las autoridades tradicionales janjati.
Todos los "criterios" comunes para medir el empobrecimiento muestran que Nepal es uno de los países más pobres del mundo. En un país donde el ingreso per cápita anual es de apenas unos cientos de dólares por año; el pollo y el huevo pueden costar tanto como en Europa. Esto quiere decir que un gran porcentaje de la población está desnutrida según cualquier norma. Los productos industriales son raros o no existen para la mayoría de la población. A pesar del hecho de que las masas nepalesas han construido, con duro trabajo, viviendas y servicios higiénicos elementales que son buenos en comparación con la extensa miseria en muchos países del Tercer Mundo, las condiciones de salud para la mayoría de la población son abominables. Según el documento Indicadores sociales de desarrollo del Banco Mundial de 1988-1993 (el último disponible), hay sólo 1290 doctores registrados en el país entero, en su mayoría en la capital, ¡dejando a un pequeñísimo número de doctores para atender a cerca de 18 millones de personas en el resto del país! Todo eso se convierte en un promedio de esperanza de vida de 54 años para los hombres y aún menor esperanza de vida para las mujeres (52.2 años). Esos promedios disfrazan la gran disparidad entre los habitantes de las ciudades y el empobrecido campo.
Esta baja esperanza de vida para la mujer es muy llamativa, dada la tendencia en todos los países a que la mujer viva más años que el hombre. Esto es testimonio de las extremas condiciones de opresión y duro trabajo que las mujeres nepalesas viven y de la alta incidencia de muerte durante los partos (uno de cada cien). El matrimonio por secuestro (después de que se negocia el pago a la familia de la novia, es decir, lo opuesto al tradicional dote hindú) todavía se da en unos sectores de la población. Como hasta las zonas remotas de Nepal se han integrado más estrechamente con la economía de mercado, ha surgido un lucrativo negocio, que ha entregado a gran número de mujeres a los horrores de los burdeles de la India. Pero en algunas zonas janjati, las mujeres disfrutan de más igualdad, resultado de una división del trabajo menos estricta y la influencia, en algunos casos, de estructuras sociales comunales primitivas. Por todas esas razones, no es sorprendente que un gran número de mujeres estén participando en la lucha revolucionaria.
En las ultimas décadas, se ha desarrollado a gran escala una industria del turismo en Nepal. Para los imperialistas, las "ventajas específicas" de Nepal son sus bellos paisajes y excelente clima y, en especial, por supuesto, sus muy bajos salarios. Una buena parte del "desarrollo" que se han dado en Nepal ha apuntado a convertir al país en un paraíso vacacional para turistas de Europa e Israel, y para ricos hindúes.
Por generaciones, las dificultades de subsistir han obligado a millones de nepaleses a emigrar en busca de trabajo. Muchos se han ido a la India, donde trabajan en las peores condiciones de superexplotación. El ir y venir de millones de nepaleses a la India es económicamente vital tanto para la India como para Nepal y es una importante característica de la vida social y política. A pesar de las grandes penurias, esto ha puesto a las masas trabajadoras nepalesas en contacto con la cultura de otros países y con lo que pasa en el mundo, y en especial con la ideología liberadora del Marxismo-Leninismo-Maoísmo. A través de la India, un gran número de trabajadores nepaleses han tomado parte en luchas revolucionarias; y muchos están organizados con la dirección del Partido Comunista de Nepal (Maoísta) por medio de varias organizaciones de masas que el Partido dirige en la India. También hay millones de habitantes de las zonas montañosas hindúes colindantes con Nepal que hablan variaciones del nepalés y se identifican de cerca con las masas de Nepal. Por esas razones, en parte, las revoluciones de Nepal y de la India serán entrelazadas.
Tradicionalmente, muchos hombres nepaleses se han enrolado en servicios militares extranjeros, en particular el ejército británico (y desde la independencia, en el ejército hindú). Esas fuerzas, comúnmente mal llamadas "regimientos Gorkha" (por el nombre de uno de los muchos pueblos de Nepal), jugaron un papel importante en la máquina de guerra británica y ahora en la hindú. Durante la II Guerra Mundial, cerca de 500.000 nepaleses cumplieron servicio en el ejército británico, pero al fin de la guerra, los dieron de baja sin ningún centavo. Su masivo regreso a Nepal fue uno de los elementos importantes de los levantamientos democráticos a gran escala en 1950-51. Un aspecto positivo de esta práctica muy repugnante de apresar a los oprimidos para servir a sus "amos" en la guerra ha sido la difusión del conocimiento en asuntos militares y el manejo de armas modernas, incluso en los rincones más remotos del país.
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