Comunismo y religión: Parte 2--Cristianismo

El comunalismo de los primeros cristianos y el verdadero comunismo

Bob Avakian

Obrero Revolucionario #912, 22 de junio, 1997

Para ilustrar algunos puntos básicos del materialismo dialéctico, así como para examinar importantes aspectos de la religión y en particular del cristianismo, podemos examinar lo que se conoce como el "comunismo" de los primeros cristianos. En Del socialismo utópico al socialismo científico, Engels traza una analogía entre el comunalismo utópico de ciertas comunidades cristianas primitivas y el movimiento comunista moderno, el movimiento comunista científico que representa al proletariado en esta época y su transformación histórico-mundial de la sociedad. Engels señala ciertas similitudes y ciertos contrastes. Vale la pena adentrarnos un poco en esto.

Hoy, desde otro punto de vista, ciertos promotores de la "teología de la liberación" que quieren demostrar que la Biblia es la base para luchar contra la opresión y en defensa de los pobres, para superar las guerras y otros males de la sociedad humana, citan los "Hechos de los Apóstoles" del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. Ahí se encuentra una alusión a repartir los bienes: "a todos según la necesidad de cada uno"; de veras está en el Nuevo Testamento. "Hechos" dice que las primeras comunidades cristianas compartían todo, antes de que el cristianismo se institucionalizara y elevara a la categoría de religión oficial del imperio romano, antes de que llegara a ser la religión oficial, y de que surgieran diversas sectas y tendencias rivales que se mataran mutuamente por cuestiones sobre cómo definir la Trinidad (que ninguna logró definir). Sea como sea, el libro de los "Hechos" dice que en las primeras comunidades cristianas todos ponían a disposición de la comunidad lo que habían adquirido individualmente para distribuirlo entre todos según la necesidad de cada uno.

Así que tenían ese método de distribución que en cierto sentido era "comunal" o "comunista". Pero adentrándose un poco más en esto, en sus cartas (sus Epístolas) Pablo dice (y esto es algo que los "teólogos de la liberación" señalan) cosas como estas: En la comunidad cristiana no hay amos ni esclavos, no hay hombres ni mujeres, etc., o sea, solo hay cristianos.

Pero eso no quería decir que todos dejarían de ser esclavos y amos. Simplemente quería decir que toda esa gente, los esclavos y los amos, los hombres y las mujeres, eran iguales desde el punto de vista de la religión cristiana, que cada cual tenía la misma oportunidad de ir al cielo y encontrar la igualdad en otro mundo. En sus Epístolas Pablo les dice a los esclavos, muy claramente, que tienen que obedecer a sus amos, aunque sean malvados y crueles. Los esclavos no se emanciparían ni se salvarían en este mundo, no lo lograrían con resistencia, derrocamiento ni fugándose de la esclavitud de este mundo; solo lo lograrían cuando se fueran de este mundo y llegaran a un mundo supuestamente ideal con dios, en el cielo. El "comunalismo" o la "distribución comunista" de esos primeros cristianos se cimentaba sobre relaciones sociales injustas y, en última instancia, sobre un sistema de producción explotador, en el cual los cristianos estaban enmarañados como parte de la sociedad, ya estuvieran en Roma u otras partes del mundo a donde se extendió el cristianismo, principalmente en lo que ahora se conoce como el Oriente Medio y el norte de Africa.

Una religión útil
para los gobernantes

Todo eso ilustra, curiosamente, un punto básico del marxismo. Esas limitaciones del espíritu y práctica "comunista" de los primeros cristianos ilustran un punto fundamental de la economía política marxista. Marx señala (y todo el marxismo lo ha recalcado) que en última instancia el sistema de producción es principal y decisivo en relación con el sistema de distribución. El sistema de producción determinará en última instancia cuál será el sistema de distribución. Un sistema de distribución que no corresponda al sistema de producción subyacente--al modo de producción y sus relaciones de producción--no será viable. En última instancia, se tendrá que transformar para que corresponda a las relaciones de producción y al sistema de acumulación. De hecho, los primeros cristianos intentaron practicar entre sí un sistema comunal o comunista de distribución sin cambiar las relaciones de producción, que en última instancia moldeaban las relaciones sociales en sus propias comunidades y en las sociedades en las que sus miembros vivían y participaban.

Así que ese "comunalismo" cristiano estaba destinado al fracaso; esa contradicción tenía que estallar, no podía mantenerse. Aun en la comunidad cristiana, el modo de producción de ese entonces no contaba con la base material para sostener un sistema de distribución comunista. Y definitivamente, no existían las condiciones para generalizarlo a nivel social.

De hecho, a medida que la religión cristiana ganó adeptos de las clases acaudaladas, el principio de "a todos según la necesidad de cada uno" se fue diluyendo hasta desaparecer. Las relaciones clasistas de la sociedad se reprodujeron dentro de la comunidad cristiana y surgió una jerarquía, con obispos y toda la demás estructura de la iglesia. Luego, en el cuarto siglo, el emperador romano Constantino adoptó la religión cristiana como su religión oficial, y pronto se estableció y ensalzó en la superestructura como religión oficial del imperio romano.

En un momento crucial de su ascenso al poder, Constantino declaró que cuando se preparaba para una batalla decisiva con sus rivales para ver quién gobernaría el imperio romano, vio la señal de la cruz en el cielo y después ganó la batalla. Dijo que eso le demostró que la religión cristiana era la verdadera religión. Pero en realidad lo que vio fue que la religión cristiana le era muy útil. Y, más que eso, correspondía a los cambios que se estaban dando en el imperio romano y a las necesidades de su clase dominante y, por eso, pasó a ser su religión oficial (de haberle sido útil solo a Constantino no hubiera durado).

El cristianismo no pasó a ser la religión oficial porque Constantino vio la señal de la cruz en el cielo. Nadie sabe qué estaba tomando o fumando, y de todos modos eso no es lo esencial; es posible que haya estado en un trance hipnótico y que viera la señal de la cruz. Pero eso no es ni importante ni decisivo. Lo esencial es que en ese tiempo la religión cristiana correspondía a las necesidades e intereses del imperio romano y su clase dominante. Teóricamente, no es la única religión que podría haber correspondido a sus necesidades e intereses, pero es la que ganó, por decirlo así, tanto en la sociedad como en la superestructura. Es la religión que, por diversas razones, fue adoptada y adaptada a los intereses de la clase dominante de ese imperio. Es la religión que, con los "ajustes" necesarios de una época a otra, ha servido mejor a los intereses de las clases dominantes de Europa y de otras partes a donde llegaron el imperio romano y otros imperios europeos, así como otras regiones donde la religión cristiana llegó a ser dominante.

Rupturas radicales

Esto ilustra dos cosas. Primero, un principio básico del materialismo dialéctico con respecto a la relación entre la base económica y la superestructura de la sociedad y, dentro de la base económica, la relación entre el sistema de producción y el de distribución, en la cual el sistema de producción es decisivo. Segundo, la naturaleza y las limitaciones del sistema de distribución "comunista" y los ideales correspondientes de los primeros cristianos, y la diferencia cualitativa y radical entre el "comunalismo de los primeros cristianos" y el comunismo que se construirá en todo el mundo por medio de la lucha revolucionaria del proletariado para acabar las bases económicas y sociales de todas las relaciones de explotación y opresión.

Mejor dicho, esta es otra ilustración de las dos rupturas radicales de que hablaban Marx y Engels en el Manifiesto comunista: la ruptura radical con las relaciones de propiedad tradicionales y las subyacentes relaciones de producción en que se asientan esas relaciones de propiedad; y la ruptura radical con las ideas tradicionales. Es una ilustración de lo que representan esas rupturas radicales y de por qué son necesarias. También ilustra por qué la "teología de la liberación" y otros conatos de basar en la Biblia cristiana y en la religión la justicia, la lucha contra la opresión y la defensa de los pobres no dan resultado, por qué no responden a las necesidades de las masas de oprimidos ni pueden llevar a eliminar la opresión.

Por eso es que al trazar una analogía entre el movimiento comunista de esta época y el movimiento de los primeros cristianos, Engels dijo claramente que era una analogía limitada. Recalcó que varias relaciones de la sociedad dividida en clases y de explotación, entre ellas las relaciones burguesas, no solo habían dejado de ser necesarias sino que se habían convertido en impedimentos directos al desarrollo y a la emancipación de la sociedad y de la gente. No es simplemente que hayan dejado de ser necesarias en un sentido abstracto, sino que material y socialmente esas relaciones de explotación se han vuelto un impedimento al desarrollo y a la emancipación de la sociedad y de la gente. Eso ilustra, otra vez, por qué son necesarias e importantes las dos rupturas radicales: con las relaciones de propiedad tradicionales y con las ideas tradicionales.

(Continuará)


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