La devolución de Hong Kong
Obrero Revolucionario #914, 6 de julio, 1997
A medianoche del 30 de junio de 1997, Hong Kong regresa a ser parte de China.
Durante años, meses y días, la cuenta regresiva ha avanzado. En China, los niños empiezan el día escolar coreando en unísono cuántos días quedan, y los medios empiezan su reportaje con el conteo. En Hong Kong, los websites de la Internet muestran los días, minutos y segundos que quedan para que la ciudad pase a manos de China.
Este cambio tiene dos aspectos. Por un lado, se corregirá una gran injusticia histórica. Por el otro, se impondrán nuevas cadenas de opresión.
Hace más de 150 años, el imperialismo inglés le robó Hong Kong a China en la guerra del Opio. A comienzos del siglo pasado, el imperio británico tenía un problema: cómo sacar más ganancias de su comercio en Asia. ¿Su solución?: Aumentar el tráfico increíblemente lucrativo de opio. El gobierno chino había prohibido el opio, con excepción de usos medicinales. Pero, en uno de los grandes crímenes de la historia del imperialismo, Inglaterra distribuyó opio sistemáticamente en China, con la participación de comerciantes estadounidenses.
Entre 1820 y 1835, los imperialistas ingleses metieron de contrabando grandes cantidades de opio y, como consecuencia, 12 millones de chinos se volvieron adictos. Cuando el pueblo chino opuso resistencia a ese tráfico, Inglaterra lanzó una guerra y ganó por la superioridad de su marina. En 1841, con su victoria en la guerra del Opio, Inglaterra reafirmó su derecho de importar opio. En 1842, se firmó el Tratado de Nankín, que le dio a Inglaterra la colonia de Hong Kong. Fue el comienzo de una serie de tratados injustos por los cuales Inglaterra le robó territorios a China. En 1860, se apoderó de la península de Kowloon; en 1898, incorporó los Nuevos Territorios (una zona rural que colinda con Kowloon) y 235 islas a la colonia, con un contrato de 99 años. Ese "contrato" se vence el 1º de julio.
En 1984, China e Inglaterra firmaron una declaración conjunta para devolver Hong Kong a China. Así, el 1º de julio Hong Kong se volverá una "Región Administrativa Especial" de la República Popular de China.
La declaración dice que Hong Kong contará con un alto grado de autonomía, fuera de asuntos de defensa o política exterior. Tendrá ramas ejecutiva, legislativa y judicial independientes, y sus leyes actuales se respetarán. Podrá establecer sus propias relaciones económicas y culturales, y firmar sus propios acuerdos, con otros países, regiones y organizaciones internacionales. Un contingente de 10.000 efectivos del Ejército Popular de Liberación reemplazará a las FFAA inglesas, pero el orden público será responsabilidad de la policía local.
La declaración dice que "el sistema socialista y las normas socialistas no se practicarán en Hong Kong, y el actual sistema y vida capitalista no se transformará en 50 años". Esto concuerda con la política china de "un país, dos sistemas" y "no subversión mutua", lo que significa que China no tratará de cambiar a Hong Kong y viceversa.
Después del 1º de julio, una legislatura provisional aprobada por Pekín gobernará Hong Kong, compuesta de la élite de ricos y poderosos. Uno, un fabricante de textiles conocido como "el rey de los pantalones", es miembro de la junta directiva de 211 corporaciones; otro es director de 86 compañías. Veinticuatro de los 60 legisladores tienen propiedades en el extranjero.
Tung Chee Wa, el nuevo jefe del ejecutivo, nació en Shanghai; en 1949, cuando el Partido Comunista conquistó el poder nacional, huyó a Taiwán. Heredó un imperio naviero de $1,7 billones. Su posición es prácticamente indistinguible de la del gobierno chino.
La nueva legislatura anunció que pondrá en vigor nuevas leyes represivas para restringir las libertades civiles y la protesta. Ahora se dice que el mismo gobierno que llevó a cabo la masacre de la plaza Tiananmen les quitará los derechos a los habitantes de Hong Kong. Pero desde hace 150 años, Hong Kong ha sido una colonia del imperialismo británico, con un gobernador inglés que ha nombrado los miembros del consejo legislativo, controlado las reuniones públicas, censurado en la prensa toda "traición" al gobierno colonial y metido periodistas a la cárcel. En 1967, una enorme rebelión contra la dominación inglesa sacudió a Hong Kong y el gobierno la reprimió con saña. La policía antimotín abrió fuego, mató a docenas de manifestantes e hirió a centenares. Atacaron los sindicatos y arrestaron a centenares.
Los habitantes de Hong Kong no han gozado de derechos civiles bajo la dominación inglesa. Solo hace dos años el gobierno colonial celebró las primeras elecciones, y únicamente porque estaba a punto de pasar a manos de China.
No cabe duda de que el gobierno chino de Deng Xiaoping (y ahora de Jiang Zemin) es muy represivo, ha llevado a cabo muchos crímenes contra el pueblo chino y podría aplastar brutalmente cualquier oposición política en Hong Kong. Pero Pekín quiere que Hong Kong siga desempeñando un papel clave en el desarrollo capitalista de China y en su integración a la economía mundial. Por eso permitirá que mantenga un alto grado de autonomía. Por lo menos por el momento, no beneficiará al gobierno chino entrar en conflicto con Estados Unidos y las demás potencias occidentales ni arriesgarse a sufrir inestabilidad política y económica con una racha de represión en Hong Kong.
Unos piensan que después del 1º de julio China obligará a Hong Kong a adoptar un sistema económico y político socialista. Pero a China no le interesa establecer el socialismo en Hong Kong, ¡porque no es un país socialista!
Bajo la dirección del gran revolucionario Mao Tsetung, el pueblo chino se liberó y China pasó a ser un país independiente socialista. Tras expulsar a las potencias imperialistas que habían dominado y explotado el país, durante 25 años el pueblo chino trabajó conscientemente para revolucionar la sociedad y abolir la explotación y la opresión. Pero después de la muerte de Mao en 1976, Deng Xiaoping dirigió un golpe de estado reaccionario que restauró el capitalismo. Desde ese entonces, una vez más China está abierta a la dominación y explotación imperialistas. La devolución de Hong Kong es parte de la integración de Hong Kong y de China al sistema capitalista mundial.
¿Cuál es el valor de Hong Kong para China? Es un factor clave para el desarrollo del capitalismo y es una avenida para más penetración imperialista. Servirá de mediador entre China y la economía mundial, y de puerta de entrada para la tecnología, el capital y los métodos capitalistas occidentales. Un vistazo al papel de Hong Kong en la economía mundial explica por qué China tiene tantas ganas de integrarla a su propio desarrollo capitalista.
Hong Kong es uno de los centros más importantes del comercio internacional, donde se tranzan y coordinan grandes acuerdos financieros; donde se almacenan y distribuyen gran cantidad de productos; donde se concentran los servicios necesarios para coordinar vendedor, producto, cliente, transporte y financiamiento.
Con la globalización de la producción, el papel de centros comerciales como Hong Kong es hoy más importante que nunca. En el mercado mundial, muchos países venden sus productos y casi todos compran: materias primas, juguetes, petroquímicos, computadoras, etc. El papel de Hong Kong, por ejemplo, es conectar una grabadora Hitachi manufacturada en China por una compañía japonesa con un comprador en Sudamérica.
Más que nunca, las corporaciones transnacionales comparan costos y oportunidades a nivel global. En busca de los más bajos costos de producción, necesitan trasladar sus inversiones fácil y rápidamente a donde puedan sacar las mayores ganancias. Hong Kong es un enorme centro financiero que facilita ese proceso. Es el tercer centro financiero del mundo en cantidad de bancos: 525 bancos, 181 de ellos extranjeros, y 223 compañías de seguros. Para las compañías transnacionales, Hong Kong es una base para financiar sus inversiones.
En Hong Kong hay miles de compañías que tienen operaciones internacionales o que venden sus productos en el mercado internacional. Muchas compañías tienen su sede regional para Asia en la ciudad. Un total de 1800 compañías extranjeras tienen oficinas en Hong Kong.
-Swiss, un fabricante de zapatos atléticos de California, es típico de las muchas compañías que tienen fábricas en China. Más de la mitad de sus zapatos se producen en China, y una red de servicios y de transporte de Hong Kong coordina los pedidos, la distribución de materiales, la preparación de documentos oficiales y la exportación a Estados Unidos, Japón y Europa.
La revolución de Mao acabó con la dominación extranjera en 1949. Pero con la restauración del capitalismo, Deng Xiaoping lanzó un programa de reformas capitalistas cuya meta era abrir el país al imperialismo. Por su ubicación y papel de centro financiero internacional, Hong Kong ha sido la puerta de entrada a la China capitalista.
En el pasado, Hong Kong era un centro de manufactura. Pero con la restauración del capitalismo en China, las fábricas empezaron a trasladarse al sur. Actualmente Hong Kong gerencia la manufactura en el sur de China y por todo Asia; así su papel global es mucho mayor. La manufactura está creciendo más rápidamente en China que en ningún otro lugar del mundo y Hong Kong coordina el grueso de su exportación: el 50% de las exportaciones de todo el país y el 80% de las de la provincia sureña de Guangdong. Para 1991, la gran mayoría de la manufactura de Hong Kong se había trasladado a China y el 83% de la economía de Hong Kong era de servicios (finanzas, seguros, ventas y administración, servicios profesionales y de alta tecnología).
Hong Kong es como un centro corporativo para ejecutivos, contadores y gerentes, mientras que China es el centro de producción. Seis millones de personas viven en Hong Kong, ¡y sus compañías tienen más de cinco millones de trabajadores en el sur de China! De acuerdo a un estudio, el 60% de los productos de exportación de Hong Kong se fabrican en China y el 30% en otros países.
Tan pronto como Hong Kong pasó a ser el centro de organización y la puerta de entrada para inversiones en China, su comercio con Estados Unidos e inversiones directas aumentaron enormemente. Muchas grandes compañías estadounidenses establecieron su sede regional en la ciudad; para mediados de la década pasada, más de 800 compañías estadounidenses tenían operaciones en Hong Kong.
Hong Kong es la principal fuente (60%) de inversiones extranjeras directas en China. La producción de esas fábricas pasa por su puerto, que es el mayor del mundo. Veinte millas al norte de Hong Kong hay tres puntos de entrada a China. La policía fronteriza dice que el año pasado 4,5 millones de vehículos cruzaron la frontera y el 80% de ellos eran camiones de transporte.
China también tiene grandes inversiones en Hong Kong: de $25 a $45 billones, según varios estudios. Hay unas 10.000 compañías chinas en la ciudad; los gobiernos de casi todas las provincias tienen oficina allá; y el Banco de China controla el 25% de las cuentas bancarias. Se cree que el Ejército Popular de Liberación es el mayor inversionista en la ciudad y que gran parte de las 20.000 compañías que controla por todo el mundo están en Hong Kong.
Tanto China como Hong Kong son capitalistas y están integradas en la economía mundial. Pero para que Hong Kong desempeñe el papel especial que se le ha asignado, tendrá que mantener sus propias instituciones y prácticas judiciales y financieras. Esta es la realidad de "un país, dos sistemas".
Los imperialistas estadounidenses apoyan la reunificación de Hong Kong y China porque concuerda con sus necesidades políticas y económicas. Refuerza la integración de China en el mercado global y le da más posibilidades al capital extranjero en China.
Estados Unidos es uno de los principales inversionistas y socios comerciales de Hong Kong. Esos vínculos económicos han crecido debido a que las compañías estadounidenses usan a Hong Kong como base para sus inversiones en China y el resto de Asia.
Más de 1100 compañías estadounidenses tienen su sede regional en Hong Kong. Unos 36.000 estadounidenses viven y trabajan en la ciudad, y cada año de 60 a 80 buques de la marina estadounidense llegan a su puerto. Además, hay oficinas del FBI, DEA, Aduana, INS, Servicio Secreto y de la Oficina de Seguridad Diplomática del Departamento de Estado. En preparación para su devolución a China, Estados Unidos ha firmado varios acuerdos con Hong Kong para subrayar que la seguirá tratando como una entidad distinta y autónoma en asuntos económicos y comerciales.
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Un cuarto de la población del mundo siguió el camino socialista en China y forjó una nueva sociedad revolucionaria donde las masas populares luchaban por acabar las clases y la sociedad clasista. Era la sociedad más liberada y más liberadora que ha existido en la historia humana. Pero el capitalismo se ha restaurado en China, y sus tristes consecuencias se pueden ver en las zonas capitalistas desarrolladas que colindan con Hong Kong.
La economía global, que combina la más alta tecnología con la más salvaje explotación de los trabajadores de los países del tercer mundo, ha llegado a Suzhou:
Suzhou era un pueblito agrícola del sur de China; hoy tiene un montón de fábricas. En una, mujeres jóvenes en guantes y chaquetas blancos ensamblan piezas de plástico para producir ratones de computadoras. Un 40% de sus productos terminan en Estados Unidos; cuatro de cada cinco ratones que se venden con computadoras Apple son de Suzhou. Las trabajadoras de esa fábrica (una subsidiaria taiwanesa de la compañía suiza Logitech International) ganan un promedio de $75 al mes. La combinación de fuerza de trabajo china con piezas y directores extranjeros es muy lucrativa para Logitech. En 1994, cuando abrió la fábrica, tenía exportaciones de $500.000; en 1996, las exportaciones rebasaron los $160 millones.
Tanto en la costa como en el interior de China, miles de compañías producen productos electrónicos simples como los ratones de Logitech.
Para el capital financiero internacional, los seguidores del camino capitalista en China y la élite corporativa en Hong Kong, la integración de la ciudad con China será una fuente de enormes ganancias. Pero para las masas chinas, la restauración del capitalismo y la integración de China en el mercado capitalista global traerán desempleo, pobreza y una enorme brecha entre ricos y pobres.
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