Obrero Revolucionario #916, 20 de julio, 1997
Los comicios del 6 de julio le dieron una sacudida al sistema político mexicano. El Partido Revolucionario Institucional (PRI), el mayor y más poderoso de los partidos políticos de las clases dominantes mexicanas, perdió su mayoría en la Cámara de Diputados por primera vez desde su fundación hace más de 70 años. Además, por primera vez desde hace 70 años el alcalde de ciudad de México no es del PRI, sino Cuauhtémoc Cárdenas, el líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
El PRI todavía controla la presidencia, la mayoría de los 31 estados y el mayor bloque de diputados. Pero los dos mayores partidos de la oposición burguesa--el PRD y el PAN (Partido de Acción Nacional)--tienen más del 50% de los diputados. Siete de los estados más grandes y ricos tienen gobernadores del PAN. Y como alcalde de ciudad de México, con su población de 20 millones de habitantes, Cárdenas tiene una posición de mucha influencia.
Los imperialistas y reaccionarios, de Clinton a los inversionistas extranjeros y los medios de comunicación, alabaron los comicios. Dijeron que representan la victoria de la "democracia" en México. El Wall Street Journal dijo que "podrían representar el auténtico nacimiento de la democracia en México". El presidente de la subsidiaria mexicana de la compañía Goodyear dijo: "La verdad es que México es más democrático hoy que ayer. Lo que esto significa para la inversión extranjera es que los que han apostado por México ganaron".
Muchos mexicanos esperan que estos comicios lleven auténticos cambios al país; que acaben con la crisis económica que ha dejado a millones sin trabajo y con la desenfrenada corrupción del gobierno.
Pero hay que preguntarse: ¿Cuál es el verdadero contenido de esta "democracia"? ¿Y a quiénes benefician estas elecciones?
El PRD y el PAN tienen desacuerdos con el PRI. El PRD, un partido liberal burgués, ha llamado a "estudiar" del Tratado de Libre Comercio (TLC/NAFTA), que abrió las puertas del país a más explotación por el imperialismo yanqui. Pero el PRD ha dicho que no quiere cambios drásticos del TLC ni de las relaciones con Estados Unidos. En mayo, Cárdenas se reunió con 200 inversionistas en Nueva York. Un ejecutivo dijo: "Es una persona tranquila y responsable, un estadista. No dijo nada para alarmar a los inversionistas". El PAN, un partido derechista muy enchufado con la iglesia católica, quiere acercarse más a Estados Unidos y pide más "privatización" capitalista.
A veces las disputas de estos tres partidos han sido muy agudas y han precipitado ataques violentos y asesinatos. El PRD tiene fama de ser "populista" y líderes regionales se han aliado con el Frente Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que dirigió el levantamiento campesino en Chiapas. Pero las diferencias entre estos tres partidos son disputas en el seno de las clases dominantes. El PRI, el PRD y el PAN representan varias facciones e intereses de los capitalistas particulares y paraestatales y de los terratenientes que gobiernan el país en alianza con el imperialismo. El PRD se fundó en 1987, después de que Cárdenas abandonó el PRI.
Durante muchas décadas, estas disputas de las clases dominantes se resolvieron dentro del PRI. Pero el PRD y el PAN han cobrado fuerza al nivel regional y nacional en los últimos años. Con los resultados de los comicios del 6 de julio, las fuerzas de las clases dominantes que antes no tenían poder por el monopolio priísta ahora tienen más voz e influencia.
Es decir, ahora hay más democracia para la élite de ricos y poderosos de la sociedad mexicana.
Este desarrollo de la "democracia multipartidaria", ¿beneficiará a la gente común y corriente? En realidad, es una maniobra del conjunto de las clases dominantes para resolver problemas muy profundos que han sacudido su sistema en los últimos años, para seguir explotando y oprimiendo al pueblo.
En 1993, el gobierno del PRI proclamó que el TLC era el comienzo de una "nueva era" en México y que traería un futuro estable y próspero. Pero el levantamiento campesino en Chiapas el 1º de enero de 1994 hizo añicos ese espejismo: mostró al mundo la pobreza que reina en el campo mexicano, donde los campesinos no tienen tierra, y la salvaje opresión de los pueblos indígenas; puso en claro el propósito del TLC: ofrecer todo el país (su mano de obra, su tierra y sus recursos) a la explotación de los capitalistas internacionales; y demostró el potencial de levantamientos y luchas revolucionarias en un país oprimido que tiene una larga frontera con Estados Unidos.
La rebelión de Chiapas tuvo repercusiones por todo el sistema capitalista internacional. Asustó a los inversionistas de Wall Street, que empezaron a retirar billones de dólares del país. El peso se devaluó más de la mitad en unos pocos meses. Los precios de los artículos más básicos, como la electricidad, la gasolina y las tortillas, se pusieron por las nubes. Un año después, tres cuartos de las familias no tenían con qué comprar la "canasta básica" de bienes y servicios para vivir sobre el nivel oficial de pobreza. La crisis económica le dio más duro a los pobres urbanos, los trabajadores y los campesinos, pero mucha gente de la clase media también perdió su trabajo, ahorros y negocios.
Desde la rebelión de Chiapas, han continuado las tomas de tierras y los choques con las autoridades en varias zonas rurales. En 1996, un nuevo grupo guerrillero, el Ejército Popular Revolucionario (EPR), inició una campaña de ataques armados en varios estados centrales y sureños.
Además, una serie de escándalos de narcotráfico y corrupción de altas figuras de la clase dominante y del gobierno sacudieron el país. Raúl Salinas, el hermano mayor del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, está acusado de homicidio y narcotráfico. Por su parte, Carlos Salinas se ha escondido en Irlanda, en respuesta a las revelaciones de corrupción durante su gobierno. Estos escándalos no han parado con el nuevo gobierno de Ernesto Zedillo. Hace poco, arrestaron al general del ejército encargado de la "guerra contra la droga" por aceptar sobornos.
La crisis económica, los escándalos gubernamentales y los alzamientos en el campo han puesto en tela de juicio la legitimidad y credibilidad del gobierno del PRI. Esta situación preocupa mucho a la clase dominante estadounidense, porque México es una piedra angular económica y estratégica de su imperio. La posibilidad de que estallen explosiones sociales y tormentas revolucionarias en México es una de las pesadillas más aterrorizantes para los imperialistas yanquis, por lo que prestan mucha atención a mantener la estabilidad del país.
Por eso aplaudieron con entusiasmo los comicios. Creen que al suavizar el control del PRI y dar más poder a los principales partidos de la oposición burguesa amainarán los conflictos en el seno de las clases dominantes. Además, esperan embaucar a sectores de la población descontentos y furiosos con el actual gobierno pintando una fachada de "democracia". Como siempre, su meta es seguir sacando ganancias. Después de los comicios, un ejecutivo de una compañía inversionista de Wall Street dijo: "Si uno tiene inversiones en México, puede tener más confianza ahora que hace una semana. Hay más posibilidades de un buen rendimiento en los próximos 18 meses".
Son ganancias exprimidas del sudor del pueblo mexicano: de los campesinos sin tierra que trabajan en las grandes agroempresas y de los trabajadores que subsisten con el salario mínimo de $3 al día. Las inversiones de Estados Unidos no ayudan al pueblo ni contribuyen al desarrollo de la economía nacional. En vez, causan más desequilibrios en una economía dominada por el imperialismo e intensifican la polarización de ricos y pobres. Fuera de Africa, México ocupa el séptimo lugar en diferencia de ingresos entre ricos y pobres del mundo.
La "democracia multipartidaria" en el seno de las clases dominantes facilitará ese pillaje imperialista. No beneficiará a la gran mayoría de los mexicanos. El único camino para el pueblo mexicano es lo que Mao Tsetung llamó la Revolución de Nueva Democracia, cuya meta es quitarse de encima la dominación de los imperialistas yanquis, los grandes capitalistas y los terratenientes semifeudales.
Hace unos meses, un grupo de barrenderos del estado de Tabasco realizaron una huelga de hambre en ciudad de México. Dijeron que estaban listos a tomar medidas extremas porque no tienen tierras y no pueden pescar porque la compañía petrolera paraestatal contaminó las aguas. Uno dijo: "Ya nos estamos muriendo de hambre en Tabasco". Cada año llegan miles de manifestantes a la capital desde todas partes del país.
La víspera de los comicios, el volcán Popocatépetl cerca de ciudad de México, se sacudió amenazador. Para la clase dominante mexicana y sus amos imperialistas yanquis, los sacudones sociales de los oprimidos son más amenazadores y espantosos.
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