Bob Avakian
Obrero Revolucionario #917, 27 de julio, 1997
Pasando a ver el islamismo en Estados Unidos propiamente: ¿a qué se debe la acogida del islamismo por los oprimidos, particularmente los negros, hoy día?
Desde luego esto se debe en gran medida al hecho de que abrazar el islamismo implica oponerse en cierta forma al statu quo opresivo y, en el caso de los negros, a la religión predominante del cristianismo, que forma parte de ese statu quo opresivo. Abrazar el islamismo implica oponerse en cierta forma al statu quo opresivo sin requerir ni posibilitar una verdadera ruptura radical con él. Así, abrazar el islamismo va más de acuerdo con la espontaneidad; requiere algo menos que una ruptura concreta y cabal con las ideas tradicionales y el sistema en su totalidad. No requiere oponerse al sistema de una forma completa y consecuente; no reconoce ni plantea la necesidad de tumbar el sistema y todas las condiciones y relaciones vigentes, y todo lo que esto encierra. Por todo esto, es posible gravitar hacia el islamismo antes de llegar a reconocer la necesidad de comprometerse con la posición totalmente revolucionaria del proletariado consciente de clase.
Obviamente la Nación de Islam es un aspecto importante de este fenómeno en el país. (Existen diferencias muy significativas entre el islamismo ortodoxo y la doctrina de la Nación de Islam planteada por Fard Muhammad y después Elijah Muhammad; pero en lo fundamental la Nación de Islam, dirigida actualmente por Louis Farrakhan, puede considerarse parte del fenómeno islámico en Estados Unidos.) Farrakhan tiene la apariencia de ser combativo, inclusive a veces da la impresión de oponerse radicalmente al statu quo. Adoptando una pose de profeta, les reclama a los poderosos algunas--pero sólo algunas--de sus maldades más atroces. Sin embargo, en lo fundamental Farrakhan es muy conservador ideológica y políticamente, y de hecho tiene mucho en común con aspectos clave del programa y la cosmovisión reaccionarios que la clase dominante anda difundiendo a todo volumen en estos días.
Lo que plantea Farrakhan suena muy parecido a la Coalición Cristiana. Sin embargo, hay una diferencia muy significativa y es muy importante tenerla presente: en general Farrakhan es un representante de la burguesía de una nación oprimida, es decir de la nación afroamericana, y como tal tiene contradicciones concretas y a veces agudas con la clase dominante. Y por esto hasta cierto punto es capaz de dar voz a la profunda inconformidad y coraje de los oprimidos, de unir sectores de los oprimidos, incluso del proletariado, en torno a su bandera, a pesar de que su ideología se opone a la ideología proletaria y de que su programa representa aspiraciones burguesas y no los anhelos proletarios. Repito, se requiere aplicar materialismo dialéctico de una forma consecuente, sistemática y viva para entender y tratar este fenómeno correctamente, para buscar la unidad que se puede y debe buscar en la medida que las acciones de Farrakhan objetivamente se opongan al sistema y vayan de acuerdo con los intereses fundamentales del proletariado, y a la vez luchar para ganar a las masas a la bandera del proletariado revolucionario en vez de todos los demás ideologías y programas, contando los de la burguesía de un pueblo o una nación oprimida.
Como nuestro partido ha planteado, de plano las masas necesitan mucha menos expiación y mucha más rebelión contra el sistema; necesitan entender quién y qué es el verdadero enemigo y cómo unirse con todos los posibles amigos para combatir y finalmente derrotar a ese enemigo. Mucha menos expiación y mucha más rebelión contra el sistema: es nuestra forma de expresar lo que decía Malcolm X al referirse al movimiento de derechos civiles y la resistencia pasiva cuando cantaban "Nosotros venceremos" mientras les daban una golpiza brutal. Malcolm decía: necesitamos menos cantar y más pegar. Nuestro partido retoma el espíritu de Malcolm y a la vez expresa la cosmovisión y el programa cabalmente revolucionarios del proletariado cuando recalca: necesitamos menos expiación y más rebelión contra el sistema.
Fundamentalmente las masas no tienen nada que expiar. No crearon las condiciones materiales que determinan el marco y el carácter de las "alternativas" que tienen. Tampoco tienen la culpa por la mentalidad de "te chingo o me chingas" que generan esas condiciones materiales y las relaciones fundamentales características de la sociedad burguesa. Ante el enemigo, no tenemos nada que expiar. El sistema capitalista es el culpable de las condiciones de las masas--las creó y las mantiene, y la policía y todo el aparato represivo del Poder burgués obliga a las masas a permanecer sujetas a esas condiciones--y por esto a fin de cuentas el sistema y su clase dominante son culpables por lo que hagan las masas obligadas a vivir en esas condiciones. Además, la ideología que populariza constantemente el sistema propaga y alienta la mentalidad egoísta e individualista de "hacerse ricos cueste lo que cueste, la gente es mercancía para poseer y usar".
Ahora, es preciso que las masas salgan de esta situación y que rompan con toda esa mentalidad e ideología del sistema. Es muy necesario transformar las relaciones entre la gente en la sociedad y esto implica dejar de fregarse uno al otro, como muchas veces ocurre. Es cierto que las masas tienen que superar esto, pero no tienen nada que expiarse. Concretamente, habrá que autocriticarse y cambiar de fondo las actitudes y las acciones en el contexto de librar la lucha revolucionaria, pero las masas no tienen por qué hacer penitencia, y mucho menos pedir perdón del enemigo.
Sin embargo, las masas no aprenderán esto de gente que, en el mejor de los casos, no tiene claridad al respecto, confunde los amigos con los enemigos y culpa a las masas, que plantea que se culpen a sí mismas por su propia desgracia y/o que busquen que fuerzas sobrenaturales las "salven" o "rediman" o "guíen". A fin de cuentas tales fuerzas "sobrenaturales" son imaginarias, pero representan los intereses de poderes terrenales muy reales. Desde luego Farrakhan no es el único que plantea esta posición y pide la "expiación"; es un punto de vista compartido y predicado por distintas fuerzas religiosas y desde luego por los líderes religiosos cristianos.
Pero la "expiación" es una posición confusa en el mejor de los casos, que no corresponde en lo absoluto a la realidad. Con el enemigo, no funciona; es inútil pedir a los imperialistas que expíen todas sus maldades. Jamás se disculparán, ni hablar de acabar con los crímenes horrendos que han perpetrado y siguen perpetrando en todo el planeta; no podrían acabar con todo eso ni si desearan hacerlo. En cuanto a las masas, la expiación es totalmente inútil, es peor que inútil, porque implica culpar a las masas en vez de al sistema por la situación en que viven.
Si bien diferentes creencias y normas de conducta religiosas pueden operar algunos cambios en la vida de alguna gente, no pueden llevar ni llevarán a los cambios fundamentales en las condiciones sociales y la forma de pensar que se requieren para que toda la gente pueda actuar y tratarse en forma radicalmente nueva. Esas creencias y normas de conducta religiosas jamás llevarán al derrocamiento revolucionario del orden social dominante y la transformación de las relaciones económicas, sociales y políticas dominantes, y de la ideología dominante, en la sociedad y en el mundo. Las masas requieren de dirección para poder golpear y finalmente hacer añicos las cadenas de las relaciones económicas, sociales, y políticas de explotación y opresión, tanto como las cadenas mentales (o "espirituales") que las mantienen como esclavos. Requieren de liderazgo revolucionario, es decir, la dirección de una vanguardia que representa al proletariado revolucionario; requieren de nuestro Partido con su cosmovisión y programa. Requieren que estos se difundan amplia y audazmente, que se lleven a la práctica concreta y sistemáticamente, desarrollando la lucha revolucionaria de las masas y manejando todas las vueltas y revueltas del camino y todo el tira y afloje entre la Revolución y la Contrarrevolución.
Desde luego que para que las masas puedan finalmente romper esas cadenas y liberarse completamente de ellas ha de darse una lucha tortuosa y a largo plazo. Fundamentalmente el liberarse de esas cadenas mentales y "espirituales", al igual que romper las cadenas materiales que mantienen a la gente como esclavos, ha de ser el acto consciente de las propias masas; no se les puede imponer por bien intencionado que sea. Recalcamos de nuevo que para alcanzar nuestros objetivos estratégicos habrá que unirnos con muchas y muy diversas fuerzas, inclusive muchas que tienen y difunden puntos de vista religiosos; sin embargo, solo la cosmovisión y metodología científicas que representan al proletariado revolucionario son capaces de iluminar el camino hacia la liberación total de las masas. Esto encierra una unidad de contrarios--por un lado se requiere de la más amplia unidad posible conforme a los intereses objetivos del proletariado; por el otro lado, se requiere de lucha constante para establecer la dirección del proletariado y su ideología--una unidad de contrarios que habrá que manejar en toda su complejidad e intensidad, vez tras vez a lo largo de todo el proceso histórico mundial de la revolución proletaria y el avance al comunismo a nivel mundial.
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