Obrero Revolucionario #918, 10 de agosto, 1997
Una joven mexicana entra al metro, como hacen todos los días tantos otros vendedores ambulantes. Espera que el tren llegue a la estación. Cuando las puertas abren, entra y empieza su rutina. Su mochila está llena de llaveros con tarjetas que dicen: "Soy sordomuda". Deja un llavero sobre las piernas de cada pasajero; evita a los que indican con una mueca o la mano que no quieren que les moleste. Luego vuelve a recorrer el vagón y recolecta los llaveros o un dólar.
Es una conocida escena para los pasajeros del metro de Nueva York. Y las respuestas varían. Unos no se toman la molestia de levantar los ojos de su periódico. Los duros miran con desdén o los mandan ir con un gesto de la mano. Los compasivos buscan un dólar en el bolsillo.
Sea cual sea la respuesta, los pasajeros no intuían que esos mexicanos sordomudos vivían en una situación que se parece a la esclavitud. El horror de su vida era un fenómeno oculto...hasta el 20 de julio, cuando arrestaron a siete mexicanos por dirigir una red que traía a mexicanos sordomudos de México a California, y luego por avión a Nueva York, y los obligaba a trabajar a golpes de vendedores ambulantes en el metro.
Al día siguiente salió la noticia: a 57 sordomudos los convencieron de venir a Estados Unidos con promesas de una vida mejor. Pero lo que les estaba esperando en El Norte era una pesadilla cien por cien estadounidense.
A los sordomudos los reclutan en ciudades y pueblos por todo México. En la ciudad de México los organizan en grupos. Se los llevan en camión a Tijuana o Ciudad Juárez, les dan falsos documentos para cruzar la frontera y se los llevan a varias ciudades de Estados Unidos, donde tienen que trabajar de balde.
En Nueva York, tienen que levantarse todos los días antes del amanecer y trabajar de 12 a 18 horas vendiendo los llaveros u otras baratijas. Empiezan con una mochila llena de 100 llaveros y los venden por un dólar. Unos terminan trabajando hasta la medianoche porque saben que si no regresan sin los $100, los van a golpear. Solo tienen dos días de descanso al mes. La mayoría vivían en un departamento de planta baja de Queens lleno de docenas de literas y colchones. Tres mujeres jóvenes dijeron que el jefe las molestaba sexualmente.
Durante toda la historia de Estados Unidos, grupos de inmigrantes han tenido que trabajar sin derechos o salario para pagar el costo del viaje. En este caso, los inmigrantes son más vulnerables que nunca por su discapacidad, y los contrabandistas pueden aislarlos y explotarlos con más saña. Los 57 mexicanos tuvieron que entregar todos sus documentos, como actas de nacimiento, tarjetas de identificación mexicanas y, en algunos casos, visas de turista falsificadas. Sabían que los podían entregar a la Migra en cualquier momento para deportarlos. Por eso, daban casi todo lo que recolectaban en el metro a los que los trajeron al país.
La policía y el FBI han aprovechado el incidente para redoblar la represión de los inmigrantes y para ampliar sus poderes de cazar y arrestar a los indocumentados. Se ha establecido una unidad especial a nivel nacional para buscar y desarticular redes parecidas en otras ciudades. Ya han arrestado a sospechosos en Nueva York, Carolina del Norte y Chicago; han arrestado a las víctimas de las redes, que probablemente deportarán. El gobierno federal lanzó una investigación en México y anunció que pedirá la ayuda del gobierno mexicano en caso de extradiciones.
En Nueva York, alojaron a los 57 inmigrantes en un hotel y los interrogaron varios días. Después de la investigación, los entregarán a la Migra, que podría deportarlos.
Después de que salió la noticia de los inmigrantes sordomudos, los voceros de la alcaldía de Nueva York aparentaron asombro y preocupación. Pero tuvieron que admitir que en los últimos meses empleados de varias dependencias municipales han ido a departamentos donde vivían los inmigrantes para investigar quejas de un número excesivo de inquilinos o una emergencia médica. Otros datos indican que la alcaldía y la policía sabían de la situación en que vivían y trabajaban los inmigrantes, pero lo pasaron por alto.
En una ocasión, policías y personal de los servicios de urgencias fueron a la casa para ayudar a una señora, pero esta (probablemente por miedo) se negó a ser atendida. Tres vecinos dijeron que la policía había estado en la casa dos veces, la primera vez hace dos meses en respuesta a una queja de un número excesivo de inquilinos. Unos bomberos y empleados del Departamento de Vivienda también fueron a la casa.
La prensa y unos politiqueros han corrido a pintarse de "salvadores" de los inmigrantes. El alcalde Rudolph Giuliani se ha presentado como el defensor más indignado y vocal de los sordomudos. Pero en la administración Reagan, Giuliani era el número tres del Departamento de Justicia y dirigió la detención forzosa de los centenares de haitianos que llegaban en botes. Y uno de sus primeros actos oficiales como alcalde fue ordenar arrestos por vender o pedir limosna en el metro. No es ningún amigo del pueblo. Los politiqueros que lamentan el incidente apestan a hipocresía.
Quien crea que las autoridades han "rescatado" a los 57 inmigrantes, debe recordar lo ocurrido hace cuatro años cuando un barco con 300 inmigrantes chinos encalló en Rockaway Beach, Queens. Los "rescatados" del barco The Golden Venture pasaron cuatro años en un centro de detención federal.
Los 57 inmigrantes eran víctimas de una operación que llevaba 10 años trabajando en varias ciudades del país. Según las autoridades, la dirigía un mexicano de nombre Renato Paoletti; en México, se le llamaba a su familia "los burgueses" del barrio.
Las autoridades y la prensa dicen que la operación y la extrema explotación de los inmigrantes no corresponden a los valores y costumbres de Estados Unidos. Pero la pura verdad es que los líderes de la operación en Nueva York explotaban a sus presas en una escala mucho menor que muchas empresas y contratistas capitalistas. Por ejemplo, la billonaria agroindustria de California depende de la superexplotación de los indocumentados mexicanos. Esas empresas saben que para sobrevivir, estos inmigrantes (quienes viven con la amenaza de deportación) aceptarán chamba con pago muy bajo y sin derechos.
Aunque varias autoridades se están distanciando de lo ocurrido en Nueva York, es importante recordar que el gobierno creó las condiciones que facilitaron esta situación de esclavitud. Hace años, el gobierno viene librando una vil guerra contra los inmigrantes: ha militarizado la frontera, aprobado toda clase de leyes antiinmigrante, lanzado redadas y deportaciones, y creado opinión pública en contra de los inmigrantes.
Los vecinos de los sordomudos contaron que escucharon gritos, golpes de puertas y puños en las paredes. Una noche, vieron a una mujer descalza en camisón huyendo de unos hombres. Pero nadie llamó a la policía.
En su mayoría, los vecinos son recién llegados de América Latina y muchos no tienen documentos. Cuando se les preguntó por qué no llamaron a la policía, muchos mostraron temor y una profunda desconfianza hacia las autoridades. Unos iban a llamar a la policía, en especial cuando los niños lloraban por muchas horas o cuando unas jóvenes salían a trabajar en el metro con la cara magullada, pero no llamaron porque temían que la policía los deportara o les quitara a sus hijos.
Dos vecinos indocumentados no llamaron a la policía porque temían que eso pusiera en peligro su condición migratoria. Uno no confía que las llamadas a la policía sean anónimas; dice: "Cuando se me aproxima un agente, paso al otro lado de la calle. Así que ¿cómo voy a llamar a las autoridades?" Otros vecinos creían que aunque llamaran, la policía no habría respondido. Un inmigrante colombiano, quien trabaja quitando asbesto de edificios, dijo: "Hablamos con dejo extranjero, apenas nos entienden. No van a venir no más porque llamamos y nos quejamos de algo que le está pasando a uno de nosotros".
La historia de los 57 sordomudos de Nueva York es un ejemplo sobresaliente de la explotación y opresión de los "inmigrantes ilegales" que se da en todo el país. Las condiciones de peonaje de estos inmigrantes eran extremas. Pero la historia de las horribles condiciones en que vivían, salarios bajos, amenazas y brutalidad es el pan de todos los días de las masas de inmigrantes que llegan a Estados Unidos y tienen que sufrir abusos para vivir y trabajar sin documentos.
Se calcula que 200.000 mexicanos viven en la ciudad de Nueva York, y como las empresas manufactureras han abandonado la ciudad, muchos inmigrantes acabaron en trabajos de bajo salario en restaurantes, maquiladoras y tiendas de comida preparada. A quienes viven de la venta de baratijas o dulces en el metro, o de fruta y flores en la calle, los hostiga siempre la policía. La amenaza de arresto y deportación es constante, y cada vez peor. Poco antes de conocer la noticia de los sordomudos, un tribunal federal anuló la política de la alcaldía de no pedir documentos migratorios cuando se solicitan servicios sociales.
En México, mucha gente sueña con venir a Estados Unidos para trabajar duro, ahorrar y salir de la pobreza. Pero para muchos inmigrantes que logran pasar a El Norte, la realidad es una pesadilla.
Una mexicana indocumentada de Nueva York habló con un reportero unos días después de enterarse del caso de los 57 inmigrantes mexicanos sordomudos. Vestía una camiseta de la ciudad de Nueva York con escenas de la Estatua de la Libertad, las torres del World Trade Center y las máscaras de comedia y tragedia. Dijo: "Imaginaba que la ciudad era un palacio, algo bello, y no toda la crueldad, racismo y cosas feas que hay en este país".
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