Tuskegee en Africa

Mortales experimentos yanquis con el SIDA

Obrero Revolucionario #927, 12 de octubre, 1997

Tuskegee, Alabama, 1932-1972: El gobierno dio placebos (drogas sin valor medicinal) a 412 hombres negros pobres de los estados sureños que tenían sífilis para documentar y estudiar su lenta agonía y muerte.

Africa y República Dominicana, 1995-1997: El gobierno está dando placebos a miles de mujeres embarazadas que tienen el virus del SIDA (VIH) para estudiar su transmisión.

Hace poco se supo que en Africa y la República Dominicana, Estados Unidos está haciendo una investigación que les niega a mujeres embarazadas que tienen el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) una medicina que bloquea la transmisión del virus al feto. En vez, les están dando placebos, lo cual significa que miles de niños nacerán con el VIH, el virus que causa el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

Se calcula que para el año 2000, en Asia y el centro y sur de Africa habrá seis millones de mujeres embarazadas con VIH. La gran mayoría podría dar a luz bebés sanos, si se las tratara con las medicinas que ya hay en los países ricos.

En Estados Unidos y Francia han logrado impedir la transmisión del virus en dos de cada tres casos con una droga que se llama zidovudine. La mujer se la toma en píldoras durante el embarazo, se la inyectan en la vena durante el parto y se la dan al recién nacido.

CRUELES EXPERIMENTOS

Este tratamiento cuesta $1000, o sea, 100 veces más de lo que se gasta en un año en servicios médicos por persona en el centro y sur de Africa. Encima, como consecuencia de la "privatización" global de la medicina, en Africa están eliminando los pocos programas médicos para los pobres. La enorme desigualdad que existe en el mundo impide que la gran mayoría de mujeres del tercer mundo obtengan ese tratamiento. La industria farmacéutica está experimentando con una dosis menor (y más barata) de la que usan en Estados Unidos y Francia para mujeres del tercer mundo y para las pobres de los países imperialistas. Ha sido durante esos experimentos que a unas mujeres se les ha dado un placebo en vez de la medicina.

A partir de documentos del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), los Drs. Peter Lurie y Sidney M. Wolfe dieron a conocer 18 experimentos de ese tratamiento con 17.000 mujeres. Su artículo salió en el número del 18 de septiembre de 1997 del New England Journal of Medicine (NEJM).

Dos experimentos se están llevando a cabo en Estados Unidos; en ellos todas las participantes reciben zidovudine u otras drogas similares. Pero en los 15 experimentos que se están llevando a cabo en Africa y la República Dominicana, "no se les da a las pacientes, o a una parte de ellas, una medicina eficaz". El gobierno estadounidense costea nueve de los experimentos; cinco son patrocinados por otros gobiernos y uno por la ONU.

El plan de usar placebos encontró resistencia de administradores a quienes les tocaba implementarlo. Desde Costa de Marfil, los investigadores del CDC enviaron una carta a su sede en Atlanta que decía que sus colegas africanos "no están de acuerdo con el uso de placebos". En Tailandia, un investigador de la Universidad Harvard rechazó la presión del CDC de administrar placebos, si bien sus colegas sí obedecieron las órdenes.

Los voceros del gobierno dicen que los experimentos de Africa y la República Dominicana no se parecen a los de Tuskegee, porque esta vez se les informa a las mujeres que a algunas les están dando placebos. Pero hay que preguntar: ¿cómo podemos estar seguros de que se les ha dado toda la información necesaria sobre un experimento que no les conviene? Además, ¿qué justificación puede haber para darle una píldora sin valor medicinal a una mujer embarazada con VIH?

Ante las denuncias de estos crueles experimentos, el director del NIH contestó: "Lo que tenemos que saber es si una intervención médica es mejor que nada".

¿Por qué se necesita un experimento para saber qué les pasa a las mujeres embarazadas con VIH, si por todo el mundo ya están dando a luz niños infectados sin ninguna clase de tratamiento?

Según el artículo del NEJM: "La declaración de la Organización Mundial de la Salud, suscrita en Helsinki y reconocida en el mundo entero como la pauta para experimentos con seres humanos, establece: `En todos los estudios médicos, se debe asegurar a cada paciente, aunque sea de un grupo de control, el mejor tratamiento diagnóstico y terapéutico posible'". Pero las autoridades de salud pública estadounidenses dicen que eso no debe ser general, y que cada localidad debe aplicar sus propios criterios. Mejor dicho, un experimento que en Estados Unidos no se consideraría ético (o que por lo menos sería problemático desde el punto de vista político), está bien para el tercer mundo.

Un administrador admitió lo obvio: "Si se intentara realizar un experimento así en Estados Unidos, habría protestas en las calles y en la prensa.... Yo no llevaría a cabo un experimento con un placebo. Creo que habría que informarle al paciente, aunque le falte educación para exigirlo."

Pero a los ojos del director de ética médica de la Universidad de Wisconsin, los mismos criterios no se aplican en el tercer mundo. Con buena lógica imperialista dijo: "Los hechos varían según la región donde uno está". Otro dijo: "Un aspecto de esos experimentos es que tienen que cuadrar con la situación en esos países".

DE TUSKEGEE A AFRICA:
CONEJILLOS DE INDIAS

¡La justificación de ese doble criterio se reduce a que la vida de los oprimidos "no vale nada" y, por tanto, la "ética" que se aplica en los países imperialistas no sirve en lugares donde la gente va a morir de todos modos!

Asimismo justificaron el experimento de Tuskegee: que esos hombres negros iban a morir de todos modos porque no irían a un médico, así que a quién le importa que no se les dé tratamiento. De hecho, el CDC les privó de tratamiento: ordenó a sus médicos no darles penicilina por ninguna razón.

En un editorial que acompañó al artículo del NEJM, la Dra. Marcia Angell señala que la aplicación de criterios "locales" para investigaciones científicas podría "resultar en la explotación de sectores vulnerables del tercer mundo para llevar a cabo experimentos no aceptables en los países patrocinadores".

Eso no es una mera posibilidad; ya se está cumpliendo. En su artículo, los Drs. Lurie y Wolfe señalan:

"¿Qué implicaciones conlleva aceptar ese doble criterio? Los científicos podrían inyectar a chinos VIH positivos con malaria para estudiar su efecto en el desarrollo de la infección de VIH, aunque la investigación fuese rechazada en Estados Unidos y México. O podrían dar a unos bosquimanos desnutridos pan fortificado con vitaminas y a otros pan sin vitaminas. También se podrían justificar experimentos con el SIDA en los cuales no se les dan a los participantes condones ni información sobre los riesgos de relaciones sexuales sin protección, con el argumento de que de todos modos eso no se da en los países en desarrollo. No estamos hablando de casos hipotéticos: los primeros dos ya se han llevado a cabo y el tercero se ha propuesto, aunque recibió muchas críticas".

LO LUCRATIVO DEL SIDA

La Dra. Angell dice: "Otro motivo para dejar de lado los principios técnicos es la necesidad de hacer investigaciones en un clima de más y más reglamentos y competencia. Las investigaciones en el tercer mundo resultan más atractivas en la medida en que reciben más fondos y en que se circunscriben aquí. Aunque existen reglas de que se apliquen las mismas protecciones en el extranjero que en Estados Unidos, no siempre se cumplen. En el tercer mundo se llevan a cabo experimentos prohibidos en los países patrocinadores. Los experimentos clínicos son ahora un gran negocio, con los mismos imperativos de los negocios. Para sobrevivir, hay que realizarlos rápido y con un mínimo de obstáculos".

El desdén total que tienen los imperialistas estadounidenses por la vida humana coincide con los voraces intereses de la industria farmacéutica capitalista. Para esos chupasangres, los millones de personas que sufren del SIDA son una fuente de conejillos de Indias baratos y una fuente de ganancias para el primero que logre descubrir una medicina.

Es una infamia que se niegue tratamiento a los que sufren del SIDA en Africa y otras partes del tercer mundo. Al mismo tiempo que nuevos tratamientos le están dando esperanzas a una pequeña cantidad de personas en Estados Unidos y Europa, en el sur de Africa hay 14 millones de personas que no pueden obtener esas medicinas por su pobreza. Los estragos del SIDA han dejado muchos huérfanos y han destruido a países enteros. Un informe en el NEJM indica que en el campo de Uganda, el 80% de las mujeres y hombres entre las edades de 25 a 44 años que mueren son víctimas del SIDA. La Dra. Angell dice: "Parece que no hemos avanzado mucho desde Tuskegee".

El mundo no tiene que ser así. Hoy día existe la tecnología para brindar los tratamientos necesarios, así como para dar grandes pasos para prevenir y curar el SIDA. El obstáculo es el mismo sistema que experimentó con los hombres negros del Sur, y que hoy está dando a mujeres africanas y dominicanas medicinas sin valor y por las cuales mil niños al año nacen infectados con el VIH. Este sistema impide que se recluten las enormes fuerzas productivas del mundo en la batalla contra el horror del SIDA.


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