El mito de los tigres asiáticos
y las realidades imperialistas
Obrero Revolucionario #936, 14 de deciembre, 1997
Desde hace años, los imperialistas han aplaudido a los "tigres asiáticos" (Tailandia, Indonesia, Corea del Sur, Malasia, Singapur, Taiwán y Hong Kong) y se los han puesto de modelo a todos los países "en desarrollo". Durante los últimos 25 años, sus economías han crecido al doble que el resto del mundo. A los países pobres de Asia, Africa, Sudamérica y el ex bloque soviético les decían que se podía salir adelante siguiendo el ejemplo de las "milagrosas economías" de Asia oriental.
Abundaban las historias de éxitos: familias asiáticas que en una sola generación pasaron de una carreta de bueyes a un Mercedes-Benz. Campesinos que de la noche a la mañana se volvieron millonarios. La cantidad de compañías asiáticas (sin contar las de Japón) que figuran en la Bolsa de Valores de Nueva York aumentó de dos en 1988 a 30 en 1997. El capital estadounidense invertido en fondos monetarios asiáticos se multiplicó 18 veces en cinco años.
Pero de repente, los tigres asiáticos se encuentran en una gran crisis.
Empezó en Tailandia. Durante los últimos 10 años hubo enormes inversiones extranjeras en la economía tailandesa, lo que llevó a una de las mayores tasas de crecimiento del mundo: 8% al año. Pero en 1996 las exportaciones empezaron a decaer, las deudas se amontonaron y los bancos le limitaron el crédito.
Los financieros internacionales especularon que el gobierno devaluaría la moneda nacional (la
baht), así que obtuvieron préstamos de grandes cantidades de baht y las vendieron por dólares u otras monedas, con la esperanza de sacar grandes ganancias comprándolas de nuevo a un precio reducido. En julio, el gobierno devaluó la baht para bajar el precio de sus productos de exportación y estimular su venta. Otros países de Asia oriental, temiendo que sus exportaciones no fueran competitivas, siguieron el ejemplo de Tailandia y devaluaron su propia moneda. Los inversionistas internacionales empezaron a retirar su dinero de esos países; como consecuencia, la bolsa de valores asiática se desplomó y una crisis de grandes proporciones sacudió la economía mundial.Esta crisis demuestra que detrás de los mitos de los tigres asiáticos está la
realidad de la dominación imperialista.EL MITO: El rápido crecimiento de los tigres asiáticos se debe a las "características especiales" y la "mentalidad" de los asiáticos. La clave de su éxito ha sido el trabajo duro, la diligencia y el espíritu de empresa, la educación, el compromiso al crecimiento y las inversiones extranjeras. Los demás países del tercer mundo deben sacar lecciones de su ejemplo para salir adelante "por su propia cuenta".
LA REALIDAD: El crecimiento de los tigres asiáticos se debió a los intereses geoestratégicos y geoeconómicos del imperialismo estadounidense.
Después de la II Guerra Mundial, Estados Unidos estaba resuelto a dominar a Asia oriental para reforzar su poderío político y militar regional, y exprimirle ganancias. Para ello, reconstruyó a Japón como socio menor imperialista en Asia; elaboró una estrategia para "contener el comunismo" y los movimientos de liberación nacional de la región; reforzó a Taiwán como contrapeso a la China maoísta, y a Corea del Sur como baluarte contra Corea del Norte. Por esas metas imperialistas los países de Asia oriental han recibido grandes cantidades de inversiones y ayuda, y han tenido acceso a los mercados estadounidense y japonés. Esto les ofreció la posibilidad del desarrollo económico rápido.
EL MITO: Hoy los tigres asiáticos han pasado a ser socios independientes en la economía global. Su éxito se debe a que se han abierto al mercado libre y la democracia.
LA REALIDAD: Los tigres asiáticos se encuentran más dominados, explotados y controlados que nunca por el imperialismo, especialmente Estados Unidos y Japón. Por lo general, los gobiernan salvajes dictaduras.
El economista maoísta Raymond Lotta ha dicho: "Los países imperialistas son estratégicamente dependientes del tercer mundo como fuente de materias primas y mano de obra baratos, además de mercados. Los países oprimidos son estructuralmente dependientes del imperialismo: sus estructuras económicas se caracterizan por subordinación al imperialismo. A menos que hagan una transformación revolucionaria, seguirán ocupando una posición subordinada en la división internacional del trabajo, y su crecimiento económico seguirá dependiendo de inyecciones de capital y de la demanda de sus productos en los países imperialistas".
¿Qué significa esto para Asia oriental? Cada centavo de capital extranjero (y el desarrollo capitalista que estimula) se basa en la superexplotación y produce miseria. Es cierto que la inversión extranjera estimula el crecimiento; pero, ¿qué tipo de crecimiento y para quién? El crecimiento económico de los tigres asiáticos responde a las necesidades del imperialismo. Eso significa que tienen economías de exportación que ignoran las necesidades de la mayoría de la población; que su desarrollo es totalmente dependiente de los países imperialistas; que hay más penetración y dominación de los bancos y corporaciones extranjeros; que han aflojado las medidas de protección de los trabajadores y del medio ambiente; que los trabajadores y campesinos sufren recortes salariales y peores condiciones de trabajo.
Desde los años 50 hasta los 70, Corea del Sur experimentó un rápido crecimiento económico gracias a salarios de miseria, control dictatorial de los trabajadores, represión política y desastrosos daños ecológicos. Se volvió más dependiente del imperialismo, especialmente de Japón, en materia de maquinaria y tecnología.
Además, no hay ninguna correlación entre la democracia y el desarrollo económico en esos países. El desarrollo lo han supervisado dictaduras brutales y represivas. Por ejemplo, el rápido crecimiento de Indonesia empezó después de 1965, cuando Suharto conquistó el poder (con el apoyo de Estados Unidos) y masacró a centenares de miles de personas.
EL MITO: Los tigres asiáticos recibieron grandes cantidades de inversiones extranjeras pero las despilfarraron por ineficacia, derroche, corrupción y mal manejo. Así surgió la actual crisis.
LA REALIDAD: La anarquía del capitalismo llevó a la crisis actual del sureste asiático.
La dinámica del mercado libre fue lo que atrajo enormes cantidades de capital imperialista a esos países (tanto a la producción como a la especulación financiera y de finca raíz). Igualmente, la incesante búsqueda de ganancias fue lo que causó el patrón especulativo y cortoplacista de gasto, inversión y venta de valores que llevó directamente a la crisis.
El mercado libre no refrenó el derroche desbocado ni la corrupción en esos países; los fomentó. Ahora que esas economías se encuentran en apuros, el capital huye, atizando la crisis.
En el mundo actual el parasitismo ha alcanzado proporciones gigantescas: los capitalistas invierten en dinero, en la compraventa de miles de billones de monedas de distintos países a diario. Esa clase de especulación financiera, precisamente, desempeñó un papel muy grande en la crisis de los tigres asiáticos.
Lotta: "Es la época del `capitalismo cada vez más rápido'; el capital tiene que responder rápidamente a las oportunidades de sacar ganancias. Grandes cantidades de capital de corto plazo salen de un país a otro buscando ganancias rápidas; entran y salen del mercado financiero y de la bolsa de valores de los países del tercer mundo.... Es mayor movilidad geográfica de capital, la posibilidad de trasladar los recursos de un sitio de bajo costo a otro y de usar la amenaza de tales traslados como un garrote contra los trabajadores. Es combinar la tecnología más moderna con la mano de obra más barata y las conexiones del mercado mundial".
EL MITO: Estados Unidos y el FMI van a rescatar a los tigres asiáticos de sus dificultades económicas y del mal manejo.
LA REALIDAD: Los imperialistas están confabulando un "rescate" de los tigres asiáticos que los dejará más dependientes que nunca, tanto económica como políticamente.
Después de que la crisis estalló en Corea del Sur, hubo una serie de reuniones tras bastidores de los gobiernos estadounidense, europeos y japonés. Inicialmente el gobierno sudcoreano se opuso al programa de rescate del FMI, pero dos altos funcionarios estadounidenses volaron a Seúl a hablar con el ministro de Hacienda y, pocas horas después, este anunció que iba a pedir ayuda de los bancos centrales de Estados Unidos y Japón.
A comienzos de diciembre, Corea del Sur aceptó el mayor programa de rescate económico internacional que se haya visto: $55 billones en préstamos. Es mayor que los $17 billones prometidos a Tailandia y los $40 billones a Indonesia, y mayor que los $48 billones del "rescate" del FMI a México en 1994.
El presidente Clinton dijo que el futuro económico de Estados Unidos está vinculado al crecimiento económico de Asia oriental, y efectivamente abrir los mercados mundiales al comercio y a la penetración de capital extranjero ha sido una prioridad de su política exterior. En 1996, el comercio con Asia (sin contar Japón) fue de casi $300 billones.
Además, Estados Unidos subrayó que su deseo de "ayudar" a los tigres asiáticos a superar esta crisis va más allá de su papel comercial. El secretario de Hacienda, Robert Rubin, dijo: "Estos países no solo son importantes mercados para nuestras exportaciones, sino también cruciales al fomento del crecimiento, la paz y la prosperidad por todo el mundo". (Traducción: Estados Unidos quiere proteger su derecho de dominar la región política y militarmente.) A Washington le preocupa en particular la estabilidad de Corea del Sur, donde tiene más de 37.000 de soldados.
Tras bastidores, Estados Unidos y Japón están maniobrando para sacar provecho el uno a costa del otro. Washington ha dicho que en esta crisis le preocupa que "los asiáticos entiendan que Estados Unidos está comprometido a la estabilidad económica de la región". (Traducción: que sepan quién manda.)
Los detalles del plan del FMI demuestran que su meta es reforzar la dominación imperialista. A cambio del dinero, el gobierno sudcoreano tendrá que recortar servicios sociales, abrir su mercado a más productos e inversiones del extranjero y tomar medidas para restringir sus propios conglomerados. También se comprometió a atraer más inversiones y eliminar barreras al comercio internacional. Washington dijo que espera que los bancos estadounidenses y de otros países compren bancos sudcoreanos. La bolsa de valores coreano subió cuando se dio a conocer que el plan aumentará el porcentaje de acciones de compañías coreanas que pueden controlar los extranjeros del 26% al 50% inmediatamente, y al 55% en 1998. La red gubernamental de emisoras informó: "Con la apertura completa de los mercados financieros coreanos, el capital extranjero prácticamente controlará las ganancias y la gerencia de las compañías coreanas".
EL MITO: Si los tigres asiáticos obedecen al pie de la letra el plan de rescate, saldrán más fuertes de esta crisis.
LA REALIDAD: El plan del FMI causará más crisis económica y más inestabilidad política. Para las masas, significará más sufrimiento y miseria.
De repente, la historia de la crisis de México ha tomado un nuevo giro: ahora su moraleja oficial es que los países del tercer mundo tienen que aguantar "dolores a corto plazo" para realizar "avances a largo plazo". Pero tanto para México como para los tigres asiáticos, la realidad es que, bajo la dominación imperialista, "los dolores a corto plazo llevan a más dolores a largo plazo".
En México, el programa de austeridad impuesto por el FMI ha causado mucho sufrimiento. En dos años, el nivel de vida ha caído un 20%, los obreros industriales han perdido gran parte de su poder adquisitivo, los campesinos han perdido tierras y el nivel de vida de la clase media se ha desplomado.
Hoy, en Corea del Sur, se predice que como consecuencia de los drásticos recortes de servicios sociales y otras medidas de austeridad el desempleo se duplicará o triplicará y habrá muchas quiebras. En un discurso a la nación, el presidente Kim Young Sam dijo que el pueblo coreano tendrá que aguantar "dolor de huesos".
Los gobiernos de Tailandia, Indonesia y Filipinas también se han comprometido a "reformas financieras" a cambio de un plan de rescate de más de $100 billones. La única manera de pagar esa deuda será imponer fuertes medidas de austeridad. Se predice que en Tailandia 120.000 trabajadores quedarán cesantes antes del año nuevo, y dos o tres millones (de una fuerza de trabajo nacional de 25 millones) a la larga. Ya se oye expresar preocupación de que todo esto lleve a estallidos de resistencia popular.
***** El desplome de las economías de Asia oriental contiene una profunda lección: demuestra que el modelo de los tigres asiáticos no representa una solución al subdesarrollo y la dependencia de los países oprimidos, ni al sufrimiento de las masas populares.
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