Masacre en Chiapas
México: Paramilitares matan a 45 campesinos
Obrero Revolucionario #939, 11 de enero, 1998
Poco antes del mediodía del 22 de diciembre, unos 70 miembros de uno de los grupos paramilitares que trabajan para el gobierno y los terratenientes entraron a la comunidad de Acteal en el estado de Chiapas, México, armados con fusiles militares AK-47 y AR-15.
De repente, abrieron fuego cobardemente contra los indefensos indígenas tzotziles que estaban rezando en la iglesia. Fue una masacre a sangre fría. Después mataron cerca de un río a los que huían.
La balacera duró varias horas; el saldo de muertos fue 45: 21 mujeres, nueve hombres, 14 niños y un bebé de dos meses. A varios niños les dispararon a quemarropa o los mataron a machetazos. Docenas más quedaron heridos. La policía estatal se encontraba en las afueras de Acteal pero no intervino, aunque se oían los disparos.
Un médico que vio a muchas víctimas en el hospital de San Cristóbal de las Casas dijo: "Jamás he visto perforaciones de bala tan grandes". Aparentemente los asesinos usaron balas ahuecadas que se expanden. No hay duda de que las balas y las armas provenían del ejército o la policía.
Gobierno siembra terror
en ChiapasEl grupo paramilitar que llevó a cabo la masacre de Acteal es uno de los asociados con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el partido oficial que controla el gobierno federal y la mayoría de las gobernaciones, como la de Chiapas. La gente común y corriente simplemente llama "priístas" a esos grupos paramilitares. El procurador general de Chiapas anunció que la masacre se debió a una "disputa" de familias, pero un joven campesino citado en el New York Times dijo: "No es entre familias, son los priístas".
La dirección del PRI, del presidente Ernesto Zedillo para abajo, ha negado responsabilidad por la masacre. Es posible que le echen la culpa a sus funcionarios locales, como el presidente municipal de Chenalhó, el municipio a que pertenece Acteal, a quien ya han arrestado.
El que las máximas autoridades del PRI hayan sabido con anticipación de la masacre o no, importa poco; lo que importa es que los sucesos del 22 de diciembre se desprenden de su política oficial.
Acteal está situado en Los Altos de Chiapas, donde el 1º de enero de 1994 un levantamiento de miles de campesinos indígenas bajo la dirección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) estremeció a México, hizo ver al mundo entero la situación de pobreza y opresión de los indígenas, y proclamó sus demandas de tierra y justicia.
Desde el 1º de enero de 1994, el gobierno federal de México, con el respaldo de Estados Unidos, viene aplicando una doble estrategia contrarrevolucionaria para aplastar la justa lucha de las masas campesinas. Por un lado, ha realizado pláticas con el EZLN y ofrecido promesas de llevar a cabo "reformas" y "desarrollo económico". Por el otro lado, ha despachado miles de soldados para sitiar las bases del EZLN en la selva Lacandona. Igualmente, en los pueblos y comunidades cercanas a la selva el ejército, la policía y los paramilitares han desatado un reino de terror contra los partidarios del EZLN.
La formación de grupos paramilitares en Chiapas es similar a la formación de "rondas" en el campo y las ciudades de Perú para combatir a la guerra popular maoísta. Un artículo reciente del periódico mexicano La Jornada señala que el gobierno recluta paramilitares entre los jóvenes rurales desempleados y sin tierra, y que los engatusa con promesas de "prestigio" de pertenecer a un grupo armado conectado con el gobierno, sueldo mensual y carta blanca para robar a los campesinos sus cosechas, animales y otras pertenencias.
Varios informes de prensa señalan que los grupos paramilitares han redoblado su accionar en los últimos meses. Los masacrados el 22 de diciembre eran campesinos desplazados de sus comunidades que llegaron a refugiarse en Acteal. Los paramilitares los atacaron porque pertenecen a un grupo civil llamado Las Abejas, que apoya las demandas políticas y económicas del EZLN.
La masacre causó confusión en toda la región; miles de campesinos huyeron de sus comunidades temiendo que los paramilitares, policías y soldados prepararan otro ataque. El New York Times informó: "Los refugiados contaron haber estado sitiados por los paramilitares en los últimos meses. Dijeron que los paramilitares, a quienes los líderes de oposición acusan de ser fieles al PRI, han bloqueado los caminos a varias comunidades (la única vía para llevar alimentos) y que no los dejan salir. También dicen que los paramilitares les roban sus pertenencias y que les roban o quitan el dinero".
Un señor de 31 años que huía del pueblo de Chorros habló sobre las amenazas de los priístas: "Primero me pidieron 10.000 pesos. ¿De dónde los saco? Luego exigieron 5000 pesos. Que si no les dábamos el dinero íbamos a morir, que nos iban a disparar".
Los desplazados dicen que han tenido que abandonar sus comunidades por falta de alimentos y otros artículos de primera necesidad. Muchos se fueron porque los paramilitares les quemaron sus casas. Entre los desplazados muchos, especialmente los niños, padecen de desnutrición, diarrea, problemas respiratorios y otras enfermedades.
El presidente Zedillo ha aprovechado la masacre para militarizar más a Chiapas, y el ejército se ha declarado en "alerta máxima". Según un informe de prensa, han llegado tantas tropas que en el municipio de Chenalhó hay un soldado por cada 20 habitantes.
De reserva estratégica
a daga apuntada al corazón
del imperialismo yanquiLa masacre de Acteal demuestra que la clase dominante de México y sus padrinos imperialistas no pueden resolver los problemas de los oprimidos de México. Lo único que pueden ofrecer es más militarización, paramilitarización, robo de tierras y pobreza. No es solo porque son crueles y desalmados; la verdad es que no pueden ofrecer soluciones verdaderas porque todo su sistema se afinca en la explotación y opresión.
Cuatro años después del levantamiento de Chiapas, Estados Unidos ha metido más sus garras en México con el Tratado de Libre Comercio/NAFTA. Sin embargo, la posibilidad de levantamientos sociales y luchas revolucionarias en México sigue siendo un dolor de cabeza para Washington. Por eso sigue la militarización de la frontera, y las fuerzas armadas y la CIA están asesorando al ejército mexicano con ayuda secreta y adiestramiento, todo bajo la pantalla de la "lucha contra la droga". Pocos días después de la masacre de Acteal, el New York Times señaló: "Nada puede impedir que los agentes adiestrados por Estados Unidos sean trasladados a unidades especiales que combaten a las insurgencias izquierdistas en los estados sureños de Guerrero y Chiapas".
Desde hace muchos años Estados Unidos considera a México su "patio trasero" especial, su reserva estratégica para exprimirle ganancias a los oprimidos e intervenir cuando le dé la gana para proteger sus intereses. Pero como señaló el Movimiento Revolucionario Internacionalista después del levantamiento de Chiapas: "La lucha revolucionaria puede transformar a México de una reserva estratégica del imperialismo yanqui a una daga estratégica de la revolución proletaria mundial apuntada al corazón del imperio yanqui".
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