El sistema maniobra en el caso de Abner Louima
Obrero Revolucionario #948, 15 de marzo, 1998
En agosto de 1997, Nueva York se electrizó cuando se supo que la policía sodomizó al haitiano Abner Louima con un destapador de inodoros. En miles de esquinas saltaban chispas de furia, que encendieron airadas marchas.
El alcalde, Rudolph Giuliani, corrió a calmar la situación. Juró que su gobierno no apoyaba esa brutalidad y que castigaría a todos los culpables.
A la larga, las autoridades estatales acusaron a cuatro agentes--Justin Volpe, Charles Schwarz, Thomas Wiese y Thomas Bruder--de agresión y abuso sexual. Para un sistema judicial que normalmente es ciego a la violencia y muerte que siembra la policía, esas acusaciones (que conllevan de 12 a 25 años de cárcel) son sumamente raras.
En este caso, las autoridades de Nueva York decidieron poner en el banquillo a cuatro de sus capataces armados para desviar la furia popular.
Ahora, el gobierno federal ha decidido encargarse del juicio de los policías. El 26 de febrero, el fiscal federal de la ciudad acusó a cinco agentes de 12 cargos de violación de derechos civiles y conspiración. Asimismo, anunció que está investigando si hay un patrón de violencia de la policía de Nueva York.
En la misma rueda de prensa, se anunció que las autoridades estatales se harán a un lado y dejarán el caso en manos de las autoridades federales.
Diluir la furia popular
Desde el comienzo, la alcaldía ha dicho que este caso fue una "anormalidad" y un "incidente aislado", y que bastaba con acusar a los policías involucrados directamente.
Pero desde el comienzo, los hechos han desmentido eso. En una entrevista que publicó el Village Voice, un policía de la delegación donde agredieron a Louima cuenta que lo hicieron caminar con los pantalones abajo desde el baño hasta la celda. Todos los policías vieron esa exhibición humillante, pero ninguno hizo nada. Toda la delegación lo tapó. Esto claramente muestra que la brutalidad es la rutina, como también lo es taparla.
El incidente de Louima prendió tanta furia y ha sido tan explosivo precisamente porque la brutalidad policial no es "un incidente aislado" y porque mucha gente cree que las autoridades, especialmente el alcalde, la alientan.
Por eso, por lo visto las autoridades federales pensaron que no bastaba con acusar a cuatro policías. Y han acusado al supervisor de esa noche. Además de agresión directa, los han acusado de interferir con la justicia, manipular testigos y dar declaraciones falsas. A dos de los agentes también los acusaron de golpear a Patrick Antoine la misma noche. Un gran jurado federal está interrogando a otros agentes.
Los cinco agentes acusados están sueltos bajo fianza.
El hecho de que las autoridades estatales acusaran a los policías demuestra cuánto las remeció la enorme protesta popular por el ataque a Abner Louima. El hecho de que las autoridades federales hayan metido mano y añadido acusaciones indica que la clase dominante del país está preocupada por la intensidad de las hostilidades que han surgido en Nueva York, una ciudad tan importante para su sistema.
Las tácticas y las metas de las autoridades estatales y de las federales no son fundamentalmente distintas: ambas se han enfocado en agentes de bajo nivel para diluir la furia popular y dar la impresión de que el sistema responde a las demandas de justicia.
La diferencia es que las autoridades federales han ampliado un poco el radio de acción y preguntan abiertamente si la policía de Nueva York no necesitará efectuar ciertos cambios para calmar la situación.
La clase dominante bien recuerda el alto precio que pagó en Los Angeles en 1992 por absolver a los dos policías juzgados por la paliza a Rodney King, y le ha quitado de las manos el caso de Abner Louima a las autoridades locales para que se le dé la mejor solución para el sistema en general.
La hora de Giuliani continúa
Pero esto no quiere decir que el alcalde Giuliani haya perdido puntos con sus superiores. Giuliani fue reelegido el otoño pasado y de inmediato lanzó nuevas campañas contra el pueblo, como multas por cruzar a media calle y más recortes a las universidades públicas.
La prensa de Nueva York afirma que el sufrimiento de Louima se manipuló injustamente para perjudicar a Giuliani. Louima ahora dice que los agentes no mencionaron el nombre de Giuliani cuando lo agredieron, y la prensa corrió a decir que con eso queda claro que Giuliani y los altos niveles del gobierno de la ciudad en última instancia no son responsables de esa clase de brutalidad; es más, se afirma que la policía debe continuar sus rachas de represión mientras juzgan a unos cuantos agentes.
Para las masas populares (especialmente los haitianos, así como otros negros y latinos), lo central no es lo que dijeron los policías mientras sodomizaban a Louima. Lo enfurecedor es que la policía trate así a la gente con impunidad, como un ejército de ocupación.
Rudolph Giuliani subió al poder como un candidato duro en favor de la policía y de "retomar" la ciudad de manos de los pobres y los oprimidos. Lanzó a la policía contra los sin techo y contra los que piden limosna. El hecho de que haya vuelto al poder después del escándalo de Abner Louima muestra lo que tiene en mente la clase dominante para las masas populares.
El sistema se ve en la necesidad de llevar a un tribunal federal a unos pocos policías, pero no tiene la menor intención de frenar los ataques que ha lanzado contra el pueblo.
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