Encontrar nuevas fronteras contra la opresión de los inmigrantes
Obrero Revolucionario #956, 10 de mayo, 1998
Houston, Texas, 17 de abril: En el simposio "Encontrar nuevas fronteras contra la opresión de los inmigrantes" en la Universidad de Houston, se discutió la necesidad de forjar un movimiento de resistencia y desobediencia a los ataques contra los inmigrantes. Participaron conferencistas de diversos puntos de vista, experiencias y lugares: Houston, San Diego Santa Ana, El Paso, San Antonio y el valle del río Bravo/Grande. Todos se declararon resueltos a luchar hasta la victoria.
Jaime Martínez, secretario del distrito 11 del sindicato IUE-AFL-CIO y director regional de la Coordinadora 2000 de San Antonio, hizo un balance de la marcha de octubre de 1996 en Washington: "Tuvimos éxito porque logramos unir a gente de todas las razas, a inmigrantes de todas las nacionalidades y a gente de diferentes países para declarar que no nos sentaremos de brazos cruzados mientras le echan la culpa a nuestra gente". Dio muchos ejemplos de las grandes injusticias que padecen los inmigrantes: como la muerte a cachiporrazos de Eli Montesino a manos de la policía de San Antonio, y las 342 quejas de 94 trabajadoras de "violaciones de sus derechos civiles, maltrato físico e insultos, destrucción de propiedad personal, arrestos ilegales y violación" al cruzar la frontera. Dijo: "Todavía estamos esperando que se haga justicia. En este país no se respeta la vida humana".
Linda Reed, directora del programa de estudios Afroamericanos de la Universidad de Houston, dijo: "A comienzos de los años 60, mucha gente sacrificó la vida en aras de la lucha. Los que sobrevivieron pasaron muchos años en la cárcel, y todos nos concientizamos. Muchos se dieron cuenta de las fechorías y del sufrimiento que son pan de todos los días en este país". Hablando del movimiento de derechos civiles, destacó lo importante que es "la capacidad del individuo de vincularse a la comunidad y llevar a cabo cambios en beneficio de todos. Es una capacidad de suma importancia".
Todos se pusieron de pie para vitorear a José Palacios. José desobedeció una ley que ordena no darle licencia de conductor a los indocumentados. Por eso lo arrestaron y condenaron en California. Ahora quieren quitarle su certificado de maestro y su trabajo.
Dijo: "En los siete años que trabajé en el Departamento de Automóviles, me di cuenta de que poco a poquito apretaban los requisitos para obtener licencia de conductor o tarjeta de identificación. Cuando empecé a trabajar en octubre de 1989, el único requisito era una partida de nacimiento, de este u otro país. Nosotros solo teníamos que verificar la fecha de nacimiento. Después empezaron a pedir el número de seguro social y nosotros nada más metíamos los datos en la computadora. Pero con el tiempo nos dijeron que verificáramos si el número de seguro social era auténtico y legal. Nos dijeron que confiscáramos las tarjetas ilegales y delatáramos al solicitante. Más adelante, el Departamento de Automóviles recibió todos los números de seguro social, así que la computadora los verificaba. En los últimos dos o tres años, agregaron otro requisito: una tarjeta de residencia legal. Estos requisitos han tenido graves consecuencias para los trabajadores del centro de California, muchos de los cuales no tienen papeles. Los han obligado a violar la ley.
"Me parece injusto que a estos inmigrantes, que son una fuente de mano de obra y de millones de dólares de ganancias para la economía estatal, les nieguen documentos tan básicos. Estos documentos no les otorgan ningún privilegio de residencia. Los necesitan nada más para cambiar un cheque, manejar al trabajo, llevar y traer a sus hijos y subsistir".
Dijo que "las autoridades tienen miedo de que los inmigrantes y las minorías sigan creciendo y adquiriendo más poder". Habló de su niñez y contó por qué tomó partido con los inmigrantes: "Siempre que veo gente necesitada, pobre, oprimida y explotada, siento la necesidad de ayudarlos". Dijo: "Unámonos, hermanos, y fortalezcamos nuestra resistencia y compromiso a no cooperar con estos ataques contra los inmigrantes y minorías. No todos se encuentran en una posición como la mía, donde se puede oponer resistencia directamente a las injusticias contra nuestros hermanos y hermanas. Pero todos podemos poner nuestro grano de arena a la lucha por la justicia y la igualdad".
Yolanda Garza-Birdwell, activista política desde hace muchos años, habló de sus experiencias con MAYO (Organización Juvenil Mexicana-Americana, por sus siglas en inglés) en los años 60 y 70 en Houston. Dio un ejemplo: "Queríamos un centro comunitario en el barrio. Había una iglesia vacía y les pedimos permiso a los dueños. Fuimos a reuniones, negociamos, escribimos cartas, pedimos ayuda, pero a fin de cuentas nos dijeron que no". Con el apoyo de mucha gente del barrio, los jóvenes ocuparon la iglesia y ahí organizaron sus reuniones, clases, programas de deportes y desayunos para niños. Dijo: "Nos hizo sentir nuestra importancia y nuestra fuerza. En esa iglesia no se hacía nada. La necesitábamos, así que nos la tomamos. Les digo a los jóvenes que sí se puede... que hay que organizarse. Mi mensaje es que hay que entrarle a una organización, hacerse ver y hacerse oír. Sí, van a cometer errores. Pero el peor error de todos es no defenderse, no oponer resistencia".
Cici Ortiz, de HIRC (Coalición de Inmigrantes y Refugiados de Houston, por sus siglas en inglés), habló de la necesidad de organizar a los inmigrantes y luchar contra las leyes injustas. Describió las actividades de HIRC, como por ejemplo su campaña de justicia para Esequiel Hernández, un joven asesinado por unos marines en Redford, Texas, hace un año; su programa en defensa de los derechos de los indocumentados; y su trabajo con proveedores de servicios sociales para documentar su ayuda a los inmigrantes para conseguir beneficios y para que les vuelvan a dar estampillas de comida.
Isabel Martínez, de Fuerza Unida, comenzó con estas palabras: "Me siento nerviosa... ante la furia que todos tenemos al umbral del siglo 21. El gobierno está sacando leyes contra los derechos civiles, especialmente contra nosotros, los inmigrantes. Venimos a este país por lo que llamamos el sueño americano". Martínez describió sus experiencias como organizadora cuando la compañía Levi Strauss clausuró su fábrica en San Antonio y se trasladó a Centroamérica. El 99% de los trabajadores eran mujeres y el 95% inmigrantes. El cierre mostró las injusticias que abundan a su alrededor y muchas de ellas siguen luchando para defender a los inmigrantes.
Dijo que como el gobierno reconoce que la familia es muy importante para los inmigrantes, está tratando de desintegrarla: "Por eso apoyamos a José Palacios y al simposio: para seguir luchando para quitarnos de encima todas estas leyes. Estamos aquí para desobedecer esas leyes como lo hizo José Palacios. Es nuestro ejemplo. Estamos conscientes de que el sueño americano no será un sueño sino una pesadilla".
Roberto trabaja con una agencia de servicios a los inmigrantes en el valle del río Bravo/Grande. Señalando un hermoso estandarte de La Resistencia, habló de la guerra contra los inmigrantes en la frontera: "Ahora cuando uno cruza la frontera le preguntan si es ciudadano. Dicen que ser ciudadano naturalizado es una categoría aparte. Hostigan a los hispanos. Requieren que los ciudadanos naturalizados tengan sus papeles. Es un documento de casi 30 x 20 centímetros. Habría que colgarse una cadena al cuello para cargarlo".
Araceli, del Comité en Solidaridad con el Pueblo de México, de San Antonio, condenó el "gran monstruo que no tiene banderas ni derecho de explotar a la gente. Este gran monstruo es el capitalismo y hoy se llama `globalización'". Habló de la situación en Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Michoacán, donde los indígenas padecen hambre y hay mucha represión de los trabajadores, campesinos y grupos comunitarios. Concluyó: "Tenemos que regresar a casa pero no debemos dormir tranquilos. Tenemos que prepararnos para combatir este monstruo. Si no, este monstruo que se llama globalización nos devorará".
Travis Morales, el vocero de La Resistencia y partidario del PCR, dijo: " Vivimos en tiempos peligrosos que nos presentan grandes retos y, por eso, decimos que es la hora de los héroes". Habló de la necesidad de encontrar formas de oponer resistencia. "¿Por qué hablamos de resistencia y desacato? Primero, quisiera explicar el título del simposio, `Encontrar nuevas fronteras...'. No permitiremos que el sistema decida las fronteras, es decir, no nos limitaremos a las formas de lucha que dicta el mismo sistema que promulga las bárbaras medidas antiinmigrantes. No vamos a caer en la trampa de solo defender a los que el sistema aun clasifica de legales o `seres humanos legítimos'. De hecho, este es un grupo cada vez más chico; a la gran mayoría se le niega servicios, se le pide identificación, le cae encima la Migra y tiene que pasar por un laberinto burocrático que confunde hasta a los abogados más experimentados".
Travis habló de los problemas que obstaculizan la construcción de este movimiento y de las muchas maneras de oponer resistencia. "¿Cómo se puede permitir que se acorrala la protesta detrás de los límites establecidos por los opresores? Nosotros de La Resistencia creemos que la vida es más importante que las leyes injustas. Sin la resistencia a leyes injustas, la esclavitud todavía existiría.
"Tenemos que crear una atmósfera en que los inmigrantes se den cuenta de que no los rodea un mar de hostilidad, sino muchos compañeros. Tenemos que popularizar el lema de La Resistencia: `No seré soplón de la Migra'. El afiche de desobediencia que creó la Coalición pro Derechos Inmigrantes y que distribuye La Resistencia tiene que aparecer en muchas partes.... Valientes héroes de la resistencia como José Palacios son los `modelos' para la nueva generación y toda la sociedad. Hay que defenderlos".
Toda la noche y la mañana siguiente los participantes hablaron de la defensa de José Palacios y la lucha contra la militarización de la frontera. Forjaron planes para distribuir el afiche de desobediencia; hablaron de los problemas de los proveedores de servicios sociales, que no quieren cooperar con el gobierno pero se arriesgan a que les corten los fondos; y de la necesidad de organizar ampliamente en las comunidades, iglesias, sindicatos y otros lugares para ofrecer servicios a los inmigrantes. Se forjó fuerte solidaridad y compromiso para parar los ataques a los inmigrantes.
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