Tiempos peligrosos, la hora de los héroes
Travis Morales
Obrero Revolucionario #956, 10 de mayo, 1998
A continuación la charla de Travis Morales en el simposio "Encontrar nuevas fronteras contra la opresión de los inmigrantes", el 17 de abril de 1998 en la Universidad de Houston.
Vivimos en tiempos peligrosos que nos presentan grandes retos y, por eso, decimos que es la hora de los héroes.
Hoy, otros conferencistas han descrito con gran elocuencia la difícil y urgente situación de los inmigrantes.
Las autoridades han desatado una serie de ataques contra los inmigrantes, como elemento clave de una escalada de represión general: han aumentado las deportaciones y las redadas de la Migra; hay una espantosa concentración militar en la frontera Estados Unidos/México, y han invertido billones de dólares en armas de alta tecnología para el ejército y la fuerza aérea, además de garrotes y pistolas de los sheriffs, todo para cazar a inmigrantes que cruzan en busca de trabajo. Los siguientes casos muy sonados ilustran la feroz represión que experimentan los inmigrantes y la gente de color: Abner Louima, un inmigrante a quien la policía de Nueva York torturó e insultó por ser haitiano; Esequiel Hernández, un joven chicano asesinado a sangre fría por los marines en su pueblo de Redford, en Big Bend, Texas; Alicia Soltero y Enrique Fuentes, dos mexicanos golpeados salvajemente por sheriffs de California el 1º de abril de 1996, cuya golpiza fue filmada por los noticieros y llegó a conocerse como el Rodney King mexicano.
Inclusive a muchos "inmigrantes legales" que han "cumplido las reglas" ahora les dicen: ni modo, las reglas han cambiado. No más en Houston, pueden deportar a 20.000 inmigrantes que solicitaron amnistía hace 10 años, pero les rechazaron la solicitud y no pueden apelar con la nueva ley migratoria de 1997. Con las nuevas leyes están arrestando y deportando a gente que cometió delitos menores hace 30 años. Están cortando las estampillas de comida y SSI (seguro para ancianos, ciegos e incapacitados) de inmigrantes que trabajaron y pagaron impuestos durante muchos años. La neta: esos ataques son totalmente injustos y toda persona de conciencia debe desobedecer las leyes con que los justifican.
¿Por qué hablamos de resistencia y desacato?
Primero, quisiera explicar el título del simposio, "Encontrar nuevas fronteras...". No permitiremos que el sistema decida las fronteras, es decir, no nos limitaremos a las formas de lucha que dicta el mismo sistema que promulga las bárbaras medidas antiinmigrantes. No vamos a caer en la trampa de solo defender a los que el sistema aun clasifica de legales o "seres humanos legítimos". De hecho, este es un grupo cada vez más chico; a la gran mayoría se le niega servicios, se le pide identificación, le cae encima la Migra y tiene que pasar por un laberinto burocrático que confunde hasta a los abogados más experimentados.
Vayamos al grano: les están negando el derecho de vivir simplemente porque son inmigrantes. Por ejemplo, los padres no mandan a sus hijos a la escuela por temor que los deporten. La policía detiene gente por su idioma, su acento o el color de la piel. Es como la película "Mi Familia": la mamá nació en Los Angeles y es ciudadana estadounidense; sin embargo, la deportan a México. Durante dos años la familia en Los Angeles no tiene noticia de ella. Eso pasó en los años 30; pues, es igual hoy.
Hace unos años los de arriba salieron con la Proposición 187 en California; con ella, las escuelas y clínicas iban a tener la obligación de pedir identificación de todos los que recibían sus servicios. Miles protestaron y miles más--médicos, enfermeros y maestros--declararon que iban a desobedecer esa vil proposición racista. Tras aprobarse, se entabló una demanda y recientemente se anuló por inconstitucional. Sin embargo, Clinton y el Congreso han adoptado las principales medidas de la 187--y peor--y entraron en vigor el 1º de abril de 1997.
Por ejemplo, han quitado muchos servicios sociales, como estampillas de comida y SSI, a los "inmigrantes legales"; asimismo, mandan que las agencias y clínicas reporten inmigrantes indocumentados al Servicio de Inmigración.
A inmigrantes que han trabajado toda la vida en los empleos más duros, ahora los detienen y deportan. Los limitan terriblemente. Por ejemplo, en California los indocumentados no pueden sacar licencia de conductor, y por eso no pueden cambiar cheques ni manejar. El verano pasado pusieron retenes en East End, un barrio de Houston, para revisar los papeles de los conductores. Mejor dicho, les están diciendo a los inmigrantes que trabajan en los campos, cuidan los niños, limpian las oficinas, etc., etc., que no pueden manejar para ir al trabajo. Además, se les niegan los servicios de salud pública excepto para emergencias.
El 1º de abril pasado, La Resistencia declaró: "Por eso hacemos un llamado a los trabajadores sociales y a los proveedores de salud a que actúen independientemente del INS y otras dependencias federales, a que busquen maneras de proveer servicios a todos los inmigrantes en necesidad de ayuda, y a que se rehúsen a reportar a los indocumentados al INS". Hasta la fecha, más de 50 grupos y personas han firmado ese llamamiento.
Algunos piensan que Bill Clinton y los demócratas tienen más compasión por la situación de los inmigrantes y que no iban a soltar una represión fuerte contra ellos. A ver, ¿qué tienen en su haber? Se han visto deportaciones sin precedentes durante la época de Clinton. La frontera se ha militarizado; cada año centenares de mexicanos desarmados mueren en esa zona de guerra. Han decretado nuevas leyes contra grandes categorías de gente, algo que no hemos visto desde la época de las leyes racistas "Jim Crow" en el Sur, que se eliminaron en los años 60. Ha habido un tremendo crecimiento de la Patrulla Fronteriza y la Migra es ahora la mayor agencia federal de policía del país.
Les doy un ejemplo de la hipocresía de Clinton para que no nos dejemos engañar. Después del asesinato de Esequiel Hernández en mayo pasado, una delegación de Redford viajó a Washington, D.C., para hablar con funcionarios del gobierno. Los habitantes de Redford les dijeron que no tenían idea que vivían en una zona de guerra donde las "normas de combate" permiten matar sin advertencia. Pidieron justicia para Esequiel. Doris Meissner, la directora del Servicio de Inmigración, aparentemente los escuchó. Una semana después dio su respuesta: viajó al valle del río Grande y anunció una escalada de las fuerzas militares y policiales en la frontera. Poco después, un gran jurado decidió no entablar acusaciones contra el gobierno ni la Patrulla Fronteriza por el asesinato de Esequiel Hernández.
La neta acerca de la frontera
Examinemos algunas dudas que se plantean. Algunos dicen que los inmigrantes ilegales violan la ley al cruzar la frontera. Piensan que eso no se debe permitir, que un país tiene el derecho de defender sus fronteras.
Hablemos claro. Estados Unidos no tiene ningún derecho de acusar a nadie de violar fronteras. A lo largo de la historia, los yanquis han violado las fronteras de los demás países con invasiones, bombardeos, golpes de estado; han entrenado y financiado escuadrones de la muerte y contras, han asesinado a gobernantes, etc. Miremos no más a Cuba, México, Nicaragua, El Salvador, República Dominicana, Irak, Granada, Vietnam, Chile, Filipinas, Corea y Somalia. En este momento están entrenando a 300 oficiales del ejército mexicano en la Escuela de las Américas en Fort Benning, Georgia; les enseñan tácticas de guerra de baja intensidad--tortura, asesinato, escuadrones de la muerte--contra el levantamiento de los indígenas de Chiapas. Entonces, díganme, ¿quiénes están violando las fronteras? Es más, ni ondearía aquí la bandera yanqui si no fuera por el robo de la mitad de México en una guerra para legalizar la esclavitud en Texas.
Stacy Merkt del movimiento santuario lo expresó muy bien hace unos años. Estados Unidos enciende la casa y después bloquea la puerta para que no salga nadie. NAFTA/TLC ha transformado a México en una gran maquiladora donde se gana tres o cuatro dólares al día trabajando con químicos tóxicos. Los productores de maíz y frijol no pueden competir con los granos de Estados Unidos que inundan el mercado y millones van a perder su tierra. Según la lógica del opresor, está bien que las corporaciones yanquis saquen billones de dólares de México pero no está bien que los despojados vengan aquí a ver cómo subsistir.
Aquí en este país, grandes industrias reciben enormes ganancias del trabajo de los inmigrantes: la agricultura del valle del río Grande y California, construcción, la manufactura de Houston, electrónica, costura, restaurantes, cultivo de hongos en Pensilvania, tabaco en el valle de Connecticut, fábricas de conservas en Alaska.
¡Es el colmo de la hipocresía que los mismos que exprimen jugosas ganancias del trabajo de los inmigrantes los llamen "ilegales"!
Dicen que los inmigrantes son la causa de los problemas de la sociedad hoy día. ¡Háganme el favor! ¿Tiene la culpa el inmigrante de que las escuelas se desmoronen por recortes del presupuesto, mientras las prisiones son una industria que crece a todo dar y los presos en el estado de Texas se triplican? ¿Los inmigrantes cerraron las acerías y las plantas de la industria automotriz de Ohio e Illinois o de la industria aeroespacial de California? El inmigrante que corre por la frontera, sacándole el quite a los sensores infrarrojos, el inmigrante que carga todas sus pertenencias en la espalda y que va a buscar trabajo eventual en la esquina, ¿a poco él tiene avión para transportar las enormes cantidades de droga que llegan a parar a los barrios pobres?
Es la hora de los héroes
A veces nos dicen que para hacer lo que La Resistencia propone hay que violar la ley. Hay muchas formas de resistencia, pero sin lugar a dudas, para frenar los feroces ataques del sistema contra los inmigrantes habrá que desobedecer la ley. En una canción, Bob Dylan dijo: "Uno que viva fuera de la ley debe ser honesto". Hoy día yo digo: "Para ser honesto hay que vivir fuera de la ley". ¿Acaso la protesta puede limitarse a lo que los opresores permitan? En La Resistencia estamos convencidos de que los seres humanos son más importantes que las leyes injustas. Si no se hubieran desobedecido las leyes injustas, todavía existiría la esclavitud. En el sur de Texas tendríamos letreros que dicen "no se permite pasar a perros ni mexicanos". Universidades como esta serían solo para blancos. Hoy día, la ley niega atención médica a niños con enfermedades contagiosas y graves, y cuidado prenatal a embarazadas que viven en las zonas tóxicas del sur de Texas creadas por las corporaciones. La ley exige quitar alimentos a niños. Todo el mundo debe preguntarse: ¿Son leyes justas que debemos respetar?
En el pueblo de Spring Branch, al iniciarse el año escolar en agosto pasado, dijeron que los padres debían dar el número de seguro social para matricular a sus hijos. En verdad, ese no es un requisito legal, pero muchos no los matricularon por temor a la Migra. El periódico Houston Chronicle informa que los enfermos no acuden a las clínicas. No debemos permitir otro incidente como el de Spring Branch ni que los enfermos no reciban atención médica. Hay que forjar un movimiento que ponga a las autoridades a la defensiva para que no hagan esas cosas, un movimiento que denuncie y pare sus ataques.
Necesitamos acabar con el ambiente hostil contra los inmigrantes y crear un ambiente en que sientan que están rodeados por amigos. Médicos, enfermeros y trabajadores de clínicas deben ver que los servicios estén disponibles para todos, independientemente de su estado migratorio. Maestros y directores deben garantizar que no se niegue la educación a nadie. Hay que hacerles saber a los inmigrantes que no les van a pedir el número de seguro social. Debemos propagar la consigna de La Resistencia: "No seré soplón del INS". Hay que colocar el afiche que diseñó la Coalición pro Derechos de los Inmigrantes en centenares de clínicas y oficinas en montones de ciudades y pueblos.
He dicho que es la hora de los héroes. Me refiero a gente como José Palacios; gente valiente que opone resistencia como él son modelos para la nueva generación y hay que defenderlos. El gobierno de California quiere castigarlo de modo ejemplar. Pero vamos a voltear la tortilla, vamos a defenderlo, a aprender de él, a dar a conocer lo que hizo. Cada vez que ataquen y hostiguen a un luchador, vamos a abrazarlo, apreciarlo, aprender de él y defenderlo con toda nuestra fuerza. Si el sistema quiere atacar a los que dan servicios de salud, los que permiten que los niños vayan a la escuela o que las mujeres reciban atención prenatal, vamos a ver que mucha gente los va a defender.
Un movimiento de resistencia y desacato
Los que atacan a los inmigrantes tienen un gran problema, pues quieren que gente como nosotros sea la primera línea de ataque, sus soplones, sus ojos y orejas. Buscan que profesionales que se dedican a la educación se la nieguen a un sector de niños. Quieren que los profesionales de salud nieguen servicios a los inmigrantes simplemente porque no nacieron aquí.
Sé muy bien que muchos profesionales no están de acuerdo pero, más que eso, se necesita forjar un movimiento de masas que se haga sentir en toda la sociedad, que aliente a todos los que tienen el deseo de oponer resistencia. En ese sentido, el simposio de hoy es un paso muy bueno.
Sin embargo, se requiere mucho más, pues hay que acabar con esta vil guerra contra los inmigrantes. Para eso, debemos apoyarnos en nuestros propios esfuerzos. Hay diferentes formas de lucha, como hemos visto con el ejemplo de José Palacios. Es importante, por ejemplo, colocar el afiche, hacer protestas en las escuelas contra English Only, etc. Es preciso crear un ambiente social de respeto a los inmigrantes y no permitir que las autoridades los hostiguen y cacen.
Hay muchos ejemplos de la historia que nos pueden dar inspiración. Está la valiente lucha de los jóvenes a principios de los años 60 que fue clave para acabar con la época racista de Jim Crow. Hicieron protestas y plantones a pesar de golpizas, bombazos, arrestos. Están los que quemaron su mica de servicio militar durante la guerra de Vietnam y los demás que opusieron resistencia a la máquina de guerra; pusieron de manifiesto que Estados Unidos estaba librando una guerra injusta contra el pueblo vietnamita.
Hoy día, todos debemos considerar de qué lado colocarnos. La lucha en torno a esta cuestión definirá el futuro y la opinión que futuras generaciones tendrán de nosotros. ¿Nos espera un futuro de más represión, donde un gobierno rico y poderoso mete grandes cantidades de jóvenes al bote, con una frontera militarizada donde cazan con armamento de alta tecnología a gente pobre que busca trabajo? ¿Nos aguarda un futuro donde todos sospechan de los demás y donde se vive con la cabeza agachada, pensando en sí mismo nada más? ¿Las futuras generaciones comentarán cuánta gente dio la espalda cuando deportaron a los inmigrantes, cuando les negaron servicios de salud y educación, cuando los golpeó la Migra y la policía? ¿O más bien señalarán que esta generación alzó la frente, que dio héroes, como los que lucharon contra la segregación de Jim Crow a pesar de la brutalidad y los asesinatos del Klan y la policía? ¿Dirán que había héroes, gente con compasión y comprensión que hizo el trabajo duro necesario para cambiar la situación, que rechazó y opuso resistencia a la represión injusta y cruel de la sociedad oficial?
La Resistencia tiene cuatro puntos de unidad que proponemos como base para forjar un movimiento de resistencia y rechazo a todos los ataques contra los inmigrantes:
1) Arrojados de su país por la necesidad, los inmigrantes vienen a Estados Unidos para subsistir.
2) Toda persona tiene el derecho de subsistir sin que importe su estado legal.
3) Ser inmigrante no es un crimen. La vida humana es más importante que las leyes.
4) Toda persona que sea "legal" tiene la responsabilidad de desafiar y atacar las leyes injustas, luchar lado a lado con nuestros hermanos y hermanas que sean declarados "ilegales" y protegerlos.
Se necesitarán mucho trabajo y perseverancia para cumplir con esos puntos en los meses que vienen, pero es imprescindible librar esta batalla. Exhorto a todos a unirse a La Resistencia para organizar el movimiento de resistencia y desacato.
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