¡Estalla Indonesia!
Obrero Revolucionario #958, 24 de mayo, 1998
La crisis económica y política de Indonesia se está profundizando y las protestas contra el gobierno siguen cobrando fuerza. Parece que se acerca el fin de la salvaje dictadura de Suharto.
La crisis económica que azotó a varios países de Asia en el verano le dio duro a Indonesia y tuvo que devaluar su moneda. Esto alzó los precios y causó mucho desempleo. Bancos y negocios no pudieron pagar sus deudas internas o externas. El Fondo Monetario Internacional (FMI), que domina Estados Unidos, le ofreció a Indonesia un préstamo de 43 billones de dólares para frenar la creciente inestabilidad financiera, a cambio de una serie de reformas económicas y medidas de austeridad que favorecen a los inversionistas extranjeros, pero que perjudican al pueblo.
Hasta hace un par de semanas, cuando el gobierno anunció que el precio de la gasolina subiría drásticamente, las protestas estudiantiles contra las medidas de austeridad y el corrupto gobierno eran por lo general pacíficas. Pero ahora, la nueva ola de protestas cuenta con los del fondo de la sociedad: obreros y desempleados. Cada vez más hay choques con la policía y el ejército.
Estudiantes retan a los soldados
El 12 de mayo, en una manifestación de 10.000 estudiantes de la Universidad Trisakti, el ejército mató a seis manifestantes y dejó muchos heridos. La Universidad Trisakti es cristiana y particular, y muchos funcionarios del gobierno y militares mandan a sus hijos ahí. Tal manifestación en una institución de la élite muestra lo amplia que es la oposición a Suharto.
Un estudiante dijo: "Estábamos corriendo--por el ataque policial--cuando se oyeron disparos. A mi amigo le dio una bala en el cuello, a una chava que se cayó le dieron un puntapié en la cabeza".
En la ciudad de Bandung, la policía disparó al aire y atacó con cachiporras una manifestación de 600 estudiantes; en Kupang, Timor, disparó gas lacrimógeno contra una manifestación de 300 estudiantes; en Java central, atacó con cañones de agua, gas lacrimógeno y balas de goma una manifestación de 5000 estudiantes; y en Surabaya, la segunda ciudad, 30.000 estudiantes se reunieron en dos universidades y se echaron a la calle.
El 13 de mayo fue el entierro de los estudiantes muertos en Trisakti; no hubo clases. Tanto estudiantes como maestros se pusieron brazaletes negros. Bloquearon las entradas a los edificios universitarios. Una delegación de motociclistas dejó coronas con mensajes de diferentes universidades.
Una multitud leía los nombres de los muertos. En una manta blanca, que invitaba a escribir comentarios y mensajes, decía: "¡Amigos--nosotros continuaremos la lucha!, Poder al pueblo, Odio a Suharto, Que se largue Suharto, Sigan luchando, no se den por vencidos". En un muro decía en inglés: "Suharto y ABRI asesinos". (ABRI son las siglas del ejército.)
En el entierro, la madre de uno de los estudiantes muertos agradeció a todos por compartir el dolor de su familia y preguntó: "¿Cómo puedo pagarles?". Una voz respondió: "Con una vida"; y otra voz: "Con la vida de Suharto".
Hierven las calles
Los obreros, los jóvenes desempleados y otros pobres se han lanzado a las calles y a combatir a la policía. El saqueo de tiendas aumenta a diario. El 14 de mayo, la policía mató a balazos a dos personas, y la prensa dice que los manifestantes quemaron 300 automóviles.
En un lugar, los manifestantes desafiaron los tiros de los soldados y se apoderaron de un grifo de gasolina y quemaron un camión de la basura; tumbaron lámparas y cables eléctricos. Los tiros se escucharon cuatro horas.
En otra parte, una multitud se reunió frente a un "The Body Shop" y un "Dunkin' Donuts". Aplaudieron a unos pobres de un barrio vecino que se burlaban de la policía y les lanzaban botellas. A unas pocas cuadras, rompían las ventanas de bancos y prendían incendios. La policía tuvo que cerrar tres carreteras, entre ellas la que va al aeropuerto internacional.
Quinientas personas murieron en un almacén de cinco pisos cuando se incendió con gente adentro. La capital entera estaba cubierta por humo de los muchos incendios, como el de una delegación policial, que la policía trató de impedir con disparos y gas lacrimógeno desde un helicóptero.
Un sindicato no autorizado hizo una protesta frente a las oficinas del FMI por sus "reformas". Un obrero dijo: "Tenemos hambre, ya no aguantamos más". En la ciudad de Yogyakarta, un desempleado le dijo a un periodista: "Será como un bumerang. Cuanto más violento se ponga el ejército, tanto más fuerte será la respuesta del pueblo".
Aunque los chinos son apenas el 5% de la población, han sido un blanco de la rebelión porque muchos son comerciantes ricos. Además, el gobierno los ha usado como chivos expiatorios por la crisis que han causado las medidas de austeridad, y prefiere encaminar la violencia hacia los chinos y no al gobierno.
Nueve chinos murieron en el incendio de una cantina. Están bajando a chinos de sus automóviles para golpearlos y quemar sus autos. Están quemando y saqueando tiendas chinas. La dueña de una tienda dijo que el pueblo no tiene la culpa: "Lo que pasa es que los pobres se han reunido y han dicho `ya no aguantamos más'. Para mí el que tiene la culpa es el gobierno por alzar el precio de la gasolina".
Hay mucha ira contra Suharto; las masas han atacado bancos y otros negocios del imperio financiero de su familia y de sus compinches. Por ejemplo, quemaron el negocio de autos de uno de los hijos de Suharto, así como la casa y cinco carros de Lim Sioe Liong, un compinche de Suharto, cabecilla del conglomerado Salim y el hombre más rico del país.
"¡Díganle al mundo que Suharto se largue!", les decían a los periodistas. Un obrero dijo: "Nos han pisoteado ya 30 años", y un universitario elaboró: "Esto tiene que ver con los estudiantes, con la crisis económica, con el sufrimiento del pueblo, y especialmente con los últimos 30 años. Lo que vemos es el estallido de esa ira contenida".
Oposición y grietas en la clase dominante y el ejército
Al profundizarse la crisis económica y política, se empiezan a ver divisiones en la clase dominante y el ejército.
Hasta hoy, el ejército ha sido muy fiel a Suharto; ha sido un elemento integral del aparato gubernamental que tiene garantizadas 75 de las 500 curules del Parlamento. Los gobernadores de la mitad de las provincias son militares, como muchos ministros del gabinete, funcionarios de peso, embajadores y directores de corporaciones. Pero ahora, como Suharto podría tener sus días contados, se ven divisiones y maquinaciones en los más altos niveles.
El cuñado de Suharto, el teniente general Prabowo (comandante de la fuerza élite de 27.000 soldados que se responsabiliza de la seguridad de Yakarta) es el cabecilla de la línea dura y firme defensor de Suharto. Su principal rival, el general Wiranto (ministro de Defensa y comandante en jefe de las FFAA) está apoyando las manifestaciones estudiantiles.
Hace poco, 45 militares retirados, ex ministros de gabinete, etc., publicaron una carta abierta que pide que Suharto deje la presidencia. Dice: "Apoyamos el movimiento y la lucha de los estudiantes, quienes con valentía expresan las aspiraciones de todos los indonesios".
En las manifestaciones, unos oficiales les han dicho a los estudiantes: "Somos uno...el ejército también quiere reformas". En algunos casos, las FFAA no han impedido saqueos y hasta han coreado consignas contra Suharto. En otros han abierto fuego contra los manifestantes.
En el entierro de los estudiantes estuvieron presentes altos mandos de las FFAA. El general Wiranto dijo que se investigará la balacera hasta las últimas consecuencias y pidió disculpas a las familias de los fallecidos.
Al llevar a cabo (o prometer) las reformas impuestas por el FMI, Suharto se ha ganado enemigos de la élite empresarial. El FMI manda reestructurar el sistema bancario, y fusionar, vender o cerrar instituciones no lucrativas. Esas medidas afectarían a 200 de los 212 bancos nacionales, muchos de los cuales pertenecen a amigos o compinches de la familia Suharto.
Viendo que podría caer, sectores de la clase dominante están abandonando a Suharto y varias fuerzas de la oposición burguesa compiten por el poder.
La Asociación Indonesia de Intelectuales Musulmanes, ligada al vicepresidente B.J. Habibie, ha pedido reformas políticas inmediatas. Los capitalistas que han sido excluidos de los sectores más rentables de la economía apoyan a Megawati Sukarnoputri, hija de Sukarno (el predecesor de Suharto), y a Amien Rais, el líder nacional de Muhammadiyah, una organización islámica.
Esa oposición burguesa, que también goza de cierto apoyo popular, dice que apoya a los estudiantes. Megawati Sukarnoputri y Amien Rais estuvieron en el entierro de los estudiantes, donde pidieron seguir la lucha pero "pacíficamente". Al ejército le pidieron "moderación".
Rais estuvo en Estados Unidos el mes pasado y se presentó ante el Comité Congresional sobre Derechos Humanos. También se ha reunido con la cúpula del ejército indonesio. Hace poco anunció la formación de un "consejo de paz" para formar un nuevo gobierno con representantes de las FFAA, líderes islámicos y Megawati Sukarnoputri.
Ninguna de esas fuerzas representa a las masas populares, quienes para liberarse tienen que tumbar a los capitalistas burocráticos y acabar con el dominio del imperialismo estadounidense.
Hipocresía y maquinaciones
de Estados UnidosEstados Unidos tiene muchas inversiones en Indonesia, que ha sido una plaza fuerte de estabilidad en el sudeste asiático. Por eso, siempre ha apoyado al gobierno de Suharto y ha gastado millones de dólares para entrenar a sus oficiales. Pero ahora, hipócritamente, se está apartando un tanto y pide que las FFAA se "moderen".
Clinton anunció el despacho a Indonesia de una delegación militar encabezada por el almirante Joseph W. Prueher, comandante de las fuerzas del Pacífico. El supuesto propósito era pedir que las FFAA dejen de atacar las manifestaciones estudiantiles, pero el propósito real era analizar la situación y ver cómo influenciar y manejar a las fuerzas que podrían asumir el poder. Refiriéndose al general Wiranto, un funcionario del gobierno dijo: "No lo conocemos muy bien, pero tenemos esperanzas; parece más dispuesto al diálogo".
Lo que Estados Unidos quiere es seguir llevando la batuta, pase lo que pase. Por eso la delegación militar iba a reunirse tanto con el general Wiranto como con su principal rival, el teniente general Prabowo.
Sin embargo, las masas impidieron el encuentro. Debido a que se tuvo que cerrar la carretera al aeropuerto internacional, al gobierno estadounidense no le pareció que se podía garantizar la seguridad de su almirante.
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