Debbie Lang
Obrero Revolucionario #1000, 28 de marzo, 1999
Tras el asesinato de Amadou Diallo en Nueva York, el buró del OR organizó un equipo multinacional, con un traductor francés, para hacer entrevistas en varias comunidades. Esta es la quinta parte de su informe:
Muchísimos inmigrantes han protestado contra la ejecución policial de Amadou Diallo; ese horrible crimen ha producido algo muy bello: la lucha común de hermanas y hermanos de todos los rincones del planeta, hombro a hombro, contra los matones de azul. Platicamos con africanos, caribeños, latinoamericanos y asiáticos; al relatar sus experiencias, nos agradecieron calurosamente por escucharlos.
Amadou Diallo vendía videos, camisetas y otras mercancías; tenía un puesto frente a la tienda C&B en un barrio de clase media de Manhattan, Nueva York.
Hablamos con el gerente de C&B, un inmigrante de Bangladesh; dijo que Amadou era "simpático, honrado y muy trabajador". Le pareció espantoso que la policía le disparara 41 tiros: "De plano, fue una ejecución; una especie de tiro al blanco". Colocó un anuncio del entierro: "Lo pegué en un árbol, allí en propiedad municipal. La policía vino a quitarlo; lo arrancó y después quería ponerme una multa.... Hay que protestar, manifestarse, hacer todo lo posible por conseguir justicia".
Todos los días pone una mesa con una libreta, flores y un retrato de su amigo Amadou. Mucha gente ha llegado a rendirle homenaje y más de cien páginas están llenas de mensajes en chino, francés, español, árabe e inglés.
Un señor escribió: "Doy el pésame a la familia Diallo. Amadou, te quiero. A mí también casi me matan en 1983".
Una vecina recordó: "...yo pasaba cada tarde a charlar contigo y a oír tus opiniones. Te extrañaré y no te olvidaré jamás". Otra señora escribió: "Tantas veces me ofreciste tu asiento porque me viste cansada. Nos sonreíamos y me tratabas siempre con amabilidad. Dios sabe que es una gran injusticia".
Otra nota dice simplemente: "Tu muerte no será en vano". Es cierto, pues ha unido a miles de personas en la lucha por justicia para Amadou y contra la brutalidad policial.
Muchos inmigrantes nos dijeron que nunca se imaginaron que existiera un problema tan grave de brutalidad policial y racismo en Estados Unidos ni que tendrían que luchar tan duro para ganar el pan de cada día. Para ellos el asesinato a sangre fría de Amadou es espantoso; lo mataron como si fuera una bestia. Una y otra vez señalaron la hipocresía de Estados Unidos, que se las da de modelo de libertad y derechos humanos para el mundo entero.
La primera noche templadita de marzo, salimos a Harlem, donde encontramos a docenas de inmigrantes frente a un restaurante africano. La mayoría hablaba francés o sus idiomas natales; algunos hablaban inglés. Todos eran hombres, muchos de ellos musulmanes. Juntos superamos las barreras de idioma y cultura, y nos platicaron de sus experiencias. Repartimos la declaración de Carl Dix en inglés y francés: "Sobre el asesinato policial de Amadou Diallo, ¡41 razones más para hacer la revolución!"
Durante siglos el látigo del negrero trajo a los africanos a América; ahora, nos dijeron, los trae el látigo del hambre.
Un músico senegalés dijo que muchos africanos tienen una imagen falsa de Estados Unidos por el cine y la televisión: "Ven al jugador de básketbol Michael Jordan, a Mike Tyson, a Wesley Snipes.... dicen, caray, esos tienen mucha lana. Puedo ser igual". Comentó que es muy difícil ganarse la vida, sobre todo si uno no tiene documentos (el caso de muchos africanos). La mayoría trabaja largas jornadas y recibe salarios muy bajos; son chóferes de taxi, vendedores ambulantes y mensajeros.
Un hombre del pueblo de Amadou nos dijo que llora su muerte: "Pensábamos que en este país se gozaba de derechos, justicia, paz, derechos humanos, que era un país de gente buena.... El pueblo de Guinea pregunta: ¿por qué lo mataron de una forma tan cruel?".
Una señora de Antigua llevó a sus hijos a ver el lugar donde lo asesinaron. Habló del racismo descarado de Estados Unidos: "Uno debe estar ahí si es blanco y allá si es negro. Me dijeron, pero antes no lo creía".
Una compañera de Trinidad comentó que ahora el clima es más hostil que antes: "Hoy, uno va a ciertos lugares y es como los años 50 o los 60. Lo miran a uno como diciendo `qué diablos hace aquí'; no nos quieren ni ver".
Un señor de Guinea (Africa occidental) dijo: "Lo que le pasó a Amadou Diallo le ha pasado a más gente. Así que todas las comunidades deben unirse, negros y blancos, todos, y reclamar justicia".
Un grupo de hombres frente al restaurante de Harlem miraron las fotos del OR: "Asesinado a sangre fría por el DPNY". Hablamos por medio del traductor. Un señor de Guinea preguntó: "¿Por qué la estructura de poder, Clinton y todos los demás, por qué no frenan a Giuliani [alcalde de Nueva York]?".
Un compañero del OR dijo que son imperialistas, que Estados Unidos, Francia y otras potencias imperialistas saquean a Africa y explotan a los inmigrantes.
Eso electrizó al grupo. El compañero de Guinea nos habló en inglés por primera vez: "¿Conocen Africa?". Dijimos que no; él siguió en francés: "Las grandes potencias como Estados Unidos y Francia llegan a nuestros países y destruyen la vida del pueblo. No les importa más que el dinero. La destrucción es evidente en toda Africa, por ejemplo en Liberia y Sierra Leona. Digamos, hay dos personas; una quiere el petróleo y la otra dice que no. Libran una guerra y matan a toda la población. Esas dos personas que matan a todos reciben su armamento y su poder de Francia, Inglaterra o Estados Unidos". Repartimos el RW y la edición francesa del folleto del Movimiento Revolucionario Internacionalista "Nuestra ideología es el marxismo-leninismo-maoísmo".
Conversamos con muchos inmigrantes, casi todos víctimas de la brutalidad policial. A los taxistas los paran, multan y arrestan. Les roban la mercancía a los vendedores. Los golpean. Un hombre de Guyana que conocía a Amadou y vive en la misma manzana dijo que su hijo tiene temor de salir, y a él le da miedo salir con el hijo porque los podrían balear a los dos.
En Harlem un señor de Guinea nos dijo: "Dicen que en este país se respetan los derechos humanos, pero a los extranjeros los tratan con muchísima brutalidad policial. Muchos africanos no tienen documentos.... Tienen una licencia de manejar internacional, pero la policía no la reconoce. ¿Cómo pueden decir que aquí se respetan los derechos humanos cuando ni siquiera reconocen una licencia internacional? Me esposan a cada rato. La noticia de la muerte de ese señor me dio mucha tristeza, pero así es la justicia estadounidense".
Platiqué con inmigrantes que participaban en una manifestación en el Bronx, Nueva York, donde un gran jurado debate si se debe acusar a los policías que asesinaron a Amadou. Un señor de Guyana me dijo: "Si uno va manejando y la policía prende las luces, hay que detenerse de inmediato. Siempre se bajan dos y tienen la mano en la pistola. Si uno se pone nervioso y tiembla, a lo mejor lo matan. Lo más aconsejable es bloquear el tránsito, provocar un embotellamiento para que todo el mundo vea lo que pasa porque uno no tiene nada que perder. Digo, así es esta ciudad ahora.... Queremos democracia y derechos humanos, pues todos somos seres humanos con los mismos sentimientos". Un musulmán de Gambia (Africa occidental) dijo: "Queremos justicia para todas las víctimas, no solo para Diallo. Necesitamos justicia para todos: negros, blancos, latinos, amerindios, todos seres humanos y todos creados iguales por Dios. Sin embargo, a Diallo lo mataron, lo balearon y su sangre es la misma que la tuya.... Lo que le pasó a él podría pasarle a cualquiera, podría volver a pasar".
Un compañero de Nigeria que vino a estudiar dijo que vivir en Estados Unidos es "vivir en un estado de guerra". Relató su experiencia cuando la chota allanó su departamento por equivocación (algo que pasa muy a menudo en Nueva York): "Mi hijo estaba dormido y yo también. Oí que tocaban y fui a la puerta a preguntar quién. Contestaron: `Abre no más'. Dije: `Por favor, espere tantito a que me ponga la camisa'. Dijeron: `Abre la puerta, cabrón, o la tumbo'.... Ya no tuve tiempo de vestirme, pues la tumbaron. Entraron con sus pistolas, me patearon, me golpearon con la pistola, me la metieron a la boca, me arrastraron de aquí para allá y registraron la casa".
Posteriormente, acudió a la delegación para pedir que repararan la puerta. Un sargento negro dijo que la policía no tumbó la puerta. "Entonces los tres policías llegaron a la delegación y dije que esos tres eran.... El agente me dijo: `Bueno, ven'. Me arrestó ahí mismo sin motivo. Pasé todo el día hasta la noche. Le dije que tenía que recoger a mi hijo.... Respondió que tiene 10 años y puede cuidarse solo. Le dije que no, le rogaba que me permitiera recoger a mi hijo.... Estaba solito con la puerta tumbada hasta que llegué".
Me relató otra experiencia de su hijo: "Fue al parque con sus amigos, estaban platicando. La policía llegó y les preguntó qué hacían. Mi hijo respondió: `Salimos de la escuela y estamos jugando en el parque'. Lo arrestaron a él y a todos los amigos. En el tribunal pregunté por qué y me dijeron que no se permite estar en el parque a esa hora. Pregunté al policía a qué horas el parque está abierto al público. Me contestó que no más babosadas.... Lo que le pasó a Diallo podría pasarme a mí, a mis hermanos o hermanas. Podría pasarle a mi hijo".
Un señor de Ghana (Africa occidental) dijo que lo arrestaron en un retén; dijeron que su licencia estaba suspendida, pero no era cierto. Habló con mucho coraje de una lotería de tarjetas verdes de su país. Si a uno le sale una tarjeta verde, le prometen empleo, dinero y casa en Estados Unidos. Pero al llegar aquí se encuentra que no hay nada... y no tiene con qué regresar. Dijo: "Cuando estaba en Africa, pensaba que Estados Unidos era la tierra prometida donde todos tenían derechos civiles, es decir, los inmigrantes también. Pero parece que es todo lo contrario.... Cuando matan a un inocente como Amadou Diallo, uno se pregunta, ¿por qué? Cuando ve que muere así acribillado, nadie debe morir así. Me parte el corazón.... En Ghana tenemos un dicho, decimos si uno está mordiendo el dedo de otra persona, debe cuidar el propio dedo.... Necesitamos una revolución para ganar nuestros derechos como seres humanos".
La vi por primera vez en una protesta por Amadou Diallo con el puño en alto; lloraba y lloraba. Tenía tanto coraje, tanta tristeza. Marchamos de Wall Street al Palacio Municipal y me habló de su vida. Huyó de Haití y del gobierno títere de Estados Unidos, Duvalier y sus escuadrones de la muerte, los Tontons Macoutes. No se le borra la memoria de tanta gente torturada por los Tontons Macoutes... y ahora los atropellos de la policía de Nueva York.
En el camino, luchaba contra las lágrimas para platicar de sus experiencias. Los Macoutes le dieron una golpiza a su padre; después no podía levantar la cabeza, caminó agachado toda la vida. Mataron a 29 personas de una sola familia. Se le cortó la voz al decirme que tiraron a un niño de dos años al aire y lo mataron a bayonetazos. Cree que Estados Unidos dirigía a los Tontons Macoutes.
Margret me dijo: "Amadou Diallo tuvo suerte de que no le pusieron droga encima o una pistola. Hacen eso con muchos, los echan al bote por nada. Es terrible. No puede seguir así.... Cada vez que pienso en Amadou Diallo, lloro. Golpearon a mi hijo, le fracturaron las manos. Aunque estaba esposado, le rociaron mace en los ojos".
Margret participó en las protestas contra la tortura del inmigrante haitiano Abner Louima por la policía de Nueva York: "Fue totalmente injusto y eso, como te dije, eso pasa en Haití también. El gobierno de Estados Unidos sabe lo que pasa en Haití. Al llegar aquí, nos hacen lo mismo. Lo que le hicieron a Abner Louima, eso pasaba en mi país. Hace 30 años durante el gobierno de Duvalier llevaron a cuatro hombres al cementerio y los acribillaron. Lo mismo pasa aquí. Venimos aquí para alejarnos de todo eso, no para sufrir lo mismo. Dicen que es un país libre, no es cierto, yo digo que no es".
Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta del Obrero
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