Chicago: En defensa de la Casa de la Brigada

Obrero Revolucionario #1003, 25 de abril, 1999

La mañana del viernes 16 de abril estaba cayendo una lluvia fría en Chicago; varias personas estaban en las gradas de la entrada del 1142 N. Orleans, conocida como la Casa de la Brigada. Dos días antes, un tipo de la alcaldía entregó un ultimátum a los militantes de la Brigada de la Juventud Comunista Revolucionaria (BJCR) que viven ahí: váyanse porque el viernes tumbamos el edificio. La respuesta de la Brigada fue un tajante: ¡No nos vamos! Del amanecer al anochecer, docenas de personas se turnaron defendiendo el edificio en solidaridad con la BJCR. La situación se puso tensa cuando la compañía de gas llegó a cerrar la conexión, con resplado de radiopatrullas y guardias de seguridad. Sin embargo, al cierre de esta edición, la situación es la siguiente: la fecha de desalojo pasó, los inquilinos siguen ahí, los sheriffs no llegaron y el edificio sigue en pie.

Como saben los lectores del Obrero Revolucionario, se está librando una feroz lucha para impedir que tumben el edificio del 1142 N. Orleans. La Casa de la Brigada, decorada con pancartas contra la limpieza urbana, es el único edificio que queda en esa cuadra donde antes había una iglesia, edificios de apartamentos y negocitos. El edificio está a un extremo del multifamiliar Cabrini Green, al norte del centro de Chicago. La alcaldía y el Departamento de Vivienda de Chicago (CHA) están desalojando a los inquilinos de Cabrini Green y dispersándolos a otros barrios pobres, porque quieren apoderarse del terreno para construir edificios para gente con dinero y, a la vez, deshacer una peligrosa concentración de pobres cerca al centro.

La semana pasada, la alcaldía y el CHA anunciaron que quieren tumbar tres edificios más, o sea 15. Ya vaciaron nueve rascacielos y tumbaron cuatro, así como otros edificios del vecindario. Todo eso obedece al plan del gobierno federal de eliminar la vivienda pública. Para el año 2000 quiere tumbar 100.000 unidades, 18.000 en Chicago. El plan eliminará por completo a Cabrini Green. Por todos lados están construyendo edificios para gente con dinero: "limpieza étnica", estilo Chicago.

El edificio del 1142 N. Orleans está trastornando ese plan. Las autoridades dicen que tienen que tumbarlo para extender el parque Seward y así "servir a la comunidad". Pero muchos inquilinos de Cabrini preguntan: "żLa comunidad de quién?". Las autoridades nunca se preocuparon de la comunidad hasta que esa zona se valorizó. La dejaron deteriorar a propósito. Ahora que han vaciado varios edificios de Cabrini, sí quieren ampliae el parque. Pero hasta el presidente del Consejo Consultivo del Parque Seward contradice el pretexto oficial para tumbar el edificio del 1142 N. Orleans; hace poco dijo que como lugar histórico "realzaría" al parque. Otros piden que se reconozca su importancia histórica, porque el dirigente del movimiento de derechos civiles Medgar Evers vivió en ese edificio cuando investigaba el asesinato en Misisipí de un joven de Chicago. La presidenta del Consejo Consultivo de Cabrini Green ofreció trabajar con los inquilinos para convertirlo en un museo histórico afroamericano.

La Casa de la Brigada se ha vuelto un eje de la lucha contra la brutalidad policial y la limpieza urbana, y del trabajo revolucionario en la comunidad.

La lucha para defender el 1142 N. Orleans se ha ganado la simpatía de quienes luchan contra la "limpieza urbana" en Chicago. La defensa para impedir el desalojo lo demuestra. Un señor negro en silla de ruedas levantó el puño. El reverendo Michael Yasutake, detenido en un campo de concentración para japoneses-americanos durante la II Guerra Mundial y quien ahora defiende presos políticos, habló en una conferencia de prensa frente al edificio. Una chava que estaba con gente de Cabrini en las gradas del edificio prometió darles duro a los sheriffs si iban a desalojarlos. Un par de jóvenes blancas vigilaron toda la noche; Gretchen dijo: "La cruzada de las autoridades contra los pobres y la vivienda pública ya lleva dos años... echando a todo mundo dios sabrá dónde. Hay que pararlas". James, quien han vivido 28 años en Cabrini, dijo: "Yo vivo ahí. Mi familia vive ahí. Mi bisabuela vivió aquí y sus hermanas también. Es nuestro hogar. Lo que está pasando aquí también tiene que ver con nosotros. No tenemos a dónde ir.... Deberían arreglar los apartamentos en vez de echarnos a la calle. Aquí estamos luchando por nuestro derecho a vivir".

Muchos de los que han ido a defender la Casa de la Brigada contaron sus experiencias, como una pareja negra que vivió en Cabrini y conocía a los antiguos dueños del edificio. La señora se pone brava cuando cuenta que el CHA los desalojó a la carrera sin siquiera darles tiempo para sacar todas sus cosas; muchas siguen dentro del apartamento clausurado. Unos activistas comunitarios de West Town contaron que unos inspectores de edificios llegaron armados a dos edificios pobres y se metieron en todos los apartamentos para "investigar"; también que le quemaron el carro a una activista. Un profesor universitario contó de la lucha para salvar lo que queda del histórico mercado Maxwell Street, donde se ganaban la vida cientos de vendedores y los fines de semana se escuchaba música blues. Ahora es propiedad de las compañías de bienes raíces e instituciones particulares. Un representante de la Liga de Estudiantes Filipinos conectó esta lucha con la lucha por la vivienda en Filipinas, donde el 80% de la gente vive en extrema pobreza y se construyen tugurios sobre basureros.

Los medios se han visto obligados a informar sobre esta lucha. Es tema constante en la página Web de una emisora, cuyo director dice que el "idealismo" de los activistas le picó la curiosidad.

En este momento, la alcaldía no tiene obstáculo judicial alguno para desalojar a los brigadistas y tumbar el edificio. El contrato de arriendo se venció el 31 de marzo y un juez dictó que la alcaldía era el nuevo dueño de la casa. Aunque se logró aplazar la orden de demolición varias veces, esta también se venció el 13 de abril y la corte de apelaciones se ha negado a extender el plazo.

La policía sigue vigilando la Casa de la Brigada y hostiga a los brigadistas con regularidad. El 16 de abril, la alcaldía ordenó cortar el gas, pero uno de los brigadistas se sentó en el lugar donde tenían que hacer el trabajo. Podrían intentar desalojarlos en cualquier momento.

Los brigadistas y sus partidarios han declarado que no se irán y que defenderán el edificio porque eso corresponde a los intereses del pueblo. Grant, uno de los brigadistas, dijo: "Con esta resistencia estamos cumpliendo con los deseos de los inquilinos de Cabrini Green y de la comunidad negra y pobre.... Cabrini Green es un símbolo nacional de la vivienda pública. Tenemos que parar el plan para eliminar a Cabrini Green y todo el vecindario a como dé lugar. Nuestra posición es firme, nos quedamos aquí y decimos: `No nos moverán'. Esto es en defensa de Cabrini Green y de toda la vivienda pública".

La valentía y firmeza de los brigadistas ha inspirado a muchos. Se han unido con muchas fuerzas para trazar una línea divisora entre las autoridades desalmadas y los capitalistas codiciosos, por un lado, y los oprimidos y sus aliados por el otro lado. Su inquebrantable firmeza ante las embestidas del enemigo ha demostrado que sí se puede luchar contra las injusticias de este sistema.


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