Puerto Rico: La lucha por la independencia

Los años iniciales: 1898-1954

Obrero Revolucionario #966, 19 de julio, 1998

El 25 de julio de 1898, miles de tropas estadounidenses invaden la costa sur de Puerto Rico; primero desembarcan en el pequeño puerto de Guánica y después en la ciudad de Ponce. Unos 16.000 soldados, bajo el mando del general Nelson A. Miles, avanzan sobre la isla.

La nación de Puerto Rico, compuesta de esclavos africanos, indígenas y españoles, con su propia cultura, se formó durante 400 años de colonialismo español. La isla tenía más de un millón de habitantes. La mayoría vivía de la pesca y la agricultura en pequeños poblados.

El pueblo puertorriqueño ha luchado contra la opresión por muchos años. Los indígenas taínos lucharon desde el principio contra el genocidio que casi los extermina y los hizo huir al monte. Los esclavos se rebelaron numerosas veces. En 1868, se proclamó la República de Puerto Rico en el famoso levantamiento contra los españoles conocido como el Grito de Lares. Estados Unidos decidió invadir por el sur, porque sabía que ahí había mucha resistencia contra el gobierno central colonial.

Muchos puertorriqueños le dieron la bienvenida a las tropas estadounidenses, pensando que como Estados Unidos también fue colonia, iban a ayudarlos a acabar con la opresión española. En pueblos como Ciales, Adjuntas, Yauco y Mayagüez, empuñaron armas contra los españoles.

Pero cuando en París se firmó un tratado entre Estados Unidos y España el 10 de diciembre de 1898, y Estados Unidos tomó control de Puerto Rico, Guam y Filipinas, no fueron invitados los representantes de esos pueblos. Y cuando se arrió la bandera española en el palacio de La Fortaleza de San Juan, la reemplazó la bandera yanqui. Pronto estalló resistencia armada contra los nuevos colonizadores, silenciada tras cuatro años.

Como dicen los maoístas, lo que sucedió es que al cuidarse del tigre por la puerta del frente, el zorro se metió por la de atrás.

Botín de guerra

"Cuba y Puerto Rico son anexos naturales de Estados Unidos".

John Quincy Adams, 1823,
secretario de Estado del presidente Monroe

"No hemos venido a hacerle la guerra a un pueblo dominado desde hace siglos. Todo lo contrario, hemos venido para protegerlo, para garantizar sus propiedades, promover la prosperidad, y para dotarlo de las inmunidades y bendiciones de las instituciones liberales de nuestro gobierno".

Proclama del general Nelson A. Miles
al pueblo de Puerto Rico, 1898

"Aquí se habla inglés".

Aviso colocado por las tropas
invasoras en Ponce, 1898

"Una isla o un grupo de islas pequeñas adquiridas confines navales no es muy diferente a un buque de guerrao a una armada anclada. Sería tan imprudente trasladarla administración de tal isla o grupo de islas de la Marina a otra dependencia, como trasladar buques de guerra a otra dependencia que no fuera la Marina".

General de división Frank McIntyre, comandante del Buró
de Asuntos Insulares del Departamento de
Guerra de Estados Unidos, durante la I Guerra Mundial

Desde los primeros días de la república, la clase dominante de Estados Unidos codiciaba a Puerto Rico, y por más que decía que se oponía al colonialismo invadió para conquistarlo. Ya antes del 25 de julio había tomado la decisión de apoderarse de Puerto Rico como "indemnización por la guerra con España". El senador Perkins dijo que era un "botín de guerra".

Los yanquis decían que el pueblo puertorriqueño necesitaba "protección" e "instrucción"; que era un "pueblo mezclado" carente de "civilización"; que algún día sería "apto" para gobernarse. Además de racismo, eran pretextos coloniales.

En 1900, se formalizó el dominio colonial con la aprobación en el Congreso de la ley Foraker, la cual dictaba que a Puerto Rico lo gobernaría un gobernador escogido por el presidente de Estados Unidos.

Un siglo después, Puerto Rico sigue colonizado; y su vida oficial sigue en manos del Congreso de Estados Unidos.

En 1917, en plena I Guerra Mundial, Estados Unidos tomó medidas para asegurar el control de Puerto Rico. Con la ley Jones le zampó al pueblo la ciudadanía estadounidense, sin su consentimiento y a pesar de que la Cámara de Delegados puertorriqueña objetó unánimemente. Estados Unidos estaba refinando el neocolonialismo en Cuba y Panamá, o sea, el dominio por medio de gobiernos "independientes". Pero en Puerto Rico, impuso el colonialismo directo.

La ley Jones también creó una nueva legislatura de mentirillas para Puerto Rico. Esa legislatura le solicitó al Congreso estadounidense cinco veces que se debatiera el status de la isla y no recibió una sola respuesta. El verdadero poder, hasta 1934, estaba en manos de la Marina y el Departamento de Guerra de Estados Unidos.

En los años 30, el líder independentista Pedro Albizu Campos decía que a los invasores les "interesó la jaula, pero no los pájaros". Estados Unidos quería conservar a Puerto Rico como una base militar clave para dominar la región.

Las ambiciones del imperio

"Hoy en Puerto Rico hay más pobreza, miseria y desempleo que nunca en su historia".

Harold Ickes, secretario del Interior
del presidente Franklin Delano Roosevelt, 1935

Tras las tropas yanquis llegaron los capitalistas para ver cómo exprimirle ganancias al pueblo. Se fueron apoderando de las mejores tierras y desplazando a la clase terrateniente. Muchos campesinos perdieron su conuco y tuvieron que trabajar en las nuevas plantaciones como asalariados o agregados, por $1 al día, en extrema pobreza y hambre.

Estados Unidos también mandó religiosos y un cuerpo de funcionarios públicos para minar el idioma y la cultura, e imponer el inglés en las escuelas.

La economía servía a los intereses de Estados Unidos en el mercado mundial. Ya no se cultivaba para el consumo nacional, sino para la exportación, y había que comprar productos fabricados en Estados Unidos. La Gran Depresión de 1929 arruinó la economía azucarera, y causó mucha pobreza y sufrimiento.

La opresión engendró resistencia y surgió un nuevo movimiento independentista radical. En 1930, Pedro Albizu Campos subió a la dirección del Partido Nacionalista (PN). Inspirado por la lucha de Irlanda contra Inglaterra, Albizu Campos dirigió a sus seguidores por un camino audaz y militante de resistencia.

Los nacionalistas eran un movimiento revolucionario de la clase media y, si bien no tenían una perspectiva clara de cómo ganar la independencia o de la clase de sociedad que construirían, dejaron grandes aportes al pueblo puertorriqueño.

El PN promovió el principio de retraimiento, es decir, el repudio a la política oficial y a las elecciones coloniales. Proclamó que el gobierno estadounidense era ilegal e ilegítimo, y rechazó las autoridades y el sistema judicial. Responsabilizó a Estados Unidos de la ruina y pobreza de los puertorriqueños y abogó a nivel internacional por su derecho a la independencia. Lo más loable fue que enseñó que el pueblo tenía el derecho de empuñar las armas contra los invasores. Albizu Campos declaró que iba a formar un ejército revolucionario para expulsar a los yanquis.

Consciente de que se veían ante una formidable y desalmada potencia militar, los independentistas imbuyeron en sus militantes justicia moral y autosacrificio. El poeta revolucionario Juan Antonio Corretjer lo describió como un movimiento que "mezclaba nacionalismo, misticismo y fervor revolucionario".

La rebelión de los jíbaros

En 1934 se dio un giro importante. A principios de enero, en Fajard, miles de jíbaros (campesinos desplazados) del cañaveral de la compañía Armstrong se lanzaron a la huelga y los siguieron otros trabajadores. Hartos de su dirección vendida, buscaron la dirección de Albizu Campos. El PN les dio todo su apoyo, y el movimiento que forjaron estremeció la isla.

Las autoridades coloniales se aterraron ante el fantasma de un movimiento revolucionario popular. Los paniaguados de las compañías estadounidenses formaron el "Comité de Mil Ciudadanos para Conservar la Paz y el Orden", que le comunicó al presidente Roosevelt por telégrafo que: "Existe estado de anarquía. Ciudades sitiadas, policía impotente, negocios paralizados". El general Blanton Winship, ascendido a gobernador, recibió órdenes de reprimir la rebelión. Su principal asesor, el tristemente célebre coronel Francis Riggs, tomó las riendas de la policía.

El gobierno se propuso calmar el movimiento con una serie de concesiones, mientras preparaba la destrucción de las fuerzas más organizadas. Militarizó a la policía. Llegaron en secreto equipos de agentes del FBI para neutralizar al movimiento.

Donde apareciera el movimiento independentista, lo hostigaban. Hubo varios atentados contra Albizu Campos, y después de varios asesinatos de nacionalistas, él proclamó que el movimiento atacaría a representantes del imperialismo estadounidense.

En octubre de 1935, la policía mató a tres nacionalistas a la entrada de la principal universidad de Puerto Rico. El 23 de febrero de 1936, el coronel Francis Riggs, director de la campaña contrarrevolucionaria, fue asesinado. A sus ajusticiadores, Elías Beauchamp e Hiram Rosado, los ejecutaron en la delegación de policía poco después de que los capturaron.

El 5 de marzo de 1936, acusaron a la dirección del PN de conspiración sediciosa 000para tumbar el gobierno de Puerto Rico. El primer juicio (solo en inglés) terminó en una victoria para los independentistas: siete jurados puertorriqueños de un total de 12 jurados decidieron no condenarlos. Pero fiel a su injusticia, el gobierno de Estados Unidos escogió un nuevo jurado de 10 gringos y volvió a juzgarlos. Esta vez, condenaron a Albizu Campos y lo metieron en una prisión federal.

La masacre de Ponce

"Viva la república. Abajo los asesinos".

Escrito en un muro de Ponce
por un combatiente antes de morir, 1937

Las autoridades desplazaron más tropas para reprimir al resto del movimiento.

En Ponce, el PN convocó una marcha para el 21 de marzo de 1937, un Domingo de Ramos, para conmemorar la abolición de la esclavitud. Las autoridades municipales dieron permiso para la marcha, pero el gobernador Winship lo canceló y despachó cientos de policías para una emboscada premeditada.

El Domingo de Ramos, jóvenes militantes del PN desafiaron la orden del gobernador. Unos 80 militantes orgullosos, con camisa negra y pantalones blancos, se fueron formando por la calle Marina. Detrás de ellos iba un contingente femenino con uniforme blanco, seguido por un conjunto musical que tocaba La borinqueña, el himno puertorriqueño. La multitud los aplaudía.

De repente, al frente y atrás los bloquearon pelotones de policías fuertemente armados con ametralladoras. Los manifestantes no se movieron y los policías abrieron fuego. Mataron indiscriminadamente y después remataron a balazos y garrotazos. El saldo fue de 22 muertos y más de 100 heridos.

Aunque existía el peligro de otra masacre, 15.000 personas participaron en el entierro de la víctimas en Ponce y 5000 en Mayagüez. A los sobrevivientes de la masacre los acusaron de conspirar para matar. Prohibieron las marchas de los nacionalistas y la policía siguió matándolos.

El presidente Roosevelt no quiso retirar al gobernador Winship, quien el 25 de julio de 1938 organizó un gran desfile militar en Ponce para conmemorar la invasión de Puerto Rico. Era un despliegue de fuerza.

Contra el "impuesto de sangre"

A pesar de intensos ataques, y de que la mayor parte de su dirección estaba en la cárcel, los nacionalistas siguieron luchando. Con el comienzo de la II Guerra Mundial, el gobierno llamó al servicio militar a miles de puertorriqueños, y empezó a construir la mayor base naval del mundo en el este de la isla.

Los nacionalistas dijeron que el servicio militar era un "impuesto de sangre" y organizaron resistencia. Ese antiimperialismo consecuente indignó a mucha gente, incluso a izquierdistas; hasta los acusaron de ser "pro fascistas" por no alistarse en las fuerzas armadas imperialistas de Estados Unidos.

Metieron a cárceles federales a docenas de jóvenes puertorriqueños que desobedecieron las órdenes de servicio militar y los castigaron duro; a algunos hasta los mataron. Pero esa firme posición sería una inspiración para las generaciones futuras y contribuyó al poderoso movimiento de oposición al servicio militar en Puerto Rico durante la guerra de Vietnam.

"No" al "siglo americano"

La II Guerra Mundial causó grandes cambios en el mundo y en los países colonizados como Puerto Rico. Estados Unidos, ahora la mayor potencia imperialista, quería neocolonias por todo el planeta. Iba a ser el "siglo americano".

Por eso, la dominación colonial abierta de Puerto Rico empezó a causarle problemas a Washington, y buscó una nueva estructura política que le diera a la isla la apariencia de autodeterminación sin trastornar la realidad del control yanqui.

Por otro lado, la situación económica en Puerto Rico sacaba a mucha gente del campo a los tugurios, como La Perla y El Fanguito. Con el fin de explotar a esos desplazados, el gobierno lanzó una campaña de desarrollo industrial llamada "Operación Manos a la Obra".

Pero mucha gente tenía una concepción radicalmente diferente del cambio. Luchas anticoloniales sacudían a muchos países y, en 1949, la revolución china dirigida por Mao Tsetung derrotó a los imperialistas y tomó el poder. En la isla, miles de soldados regresaron de la guerra con poderosas lecciones sobre el racismo en la sociedad estadounidense, y no encontraron trabajo ni oportunidades. Surgió un nuevo movimiento de liberación.

En 1947, Pedro Albizu Campos salió de la cárcel, regresó a Puerto Rico e inmediatamente dio una serie de charlas por toda la isla contra el plan de reorganización imperialista y el sufrimiento del pueblo.

A varias fuerzas políticas moderadas se les permitía debatir sobre una forma de "independencia" neocolonial. Pero a Albizu Campos le apretaron las clavijas.

En 1948, aprobaron la Ley de la Mordaza, que prohibía abogar por el derrocamiento del gobierno colonial. También se conoce como la "pequeña Ley Smith", porque siguió el modelo de una ley fascista similar impuesta en Estados Unidos.

En la práctica, esa ley prohibió las charlas y los poemas pro independencia, y hasta izar la bandera puertorriqueña. Los imperialistas simplemente criminalizaron la liberación.

La policía le seguía los pasos a Albizu Campos abiertamente, a veces en jeeps con ametralladoras. Interrogaba a todas las personas con quienes hablaba, hasta empleados de tiendas.

En 1948, los nacionalistas organizaron un boicot contra las elecciones de un nuevo gobernador colonial; casi la mitad de la población no votó.

La clase dominante yanqui estaba finalizando las últimas etapas de su nuevo plan y no podía tolerar oposición organizada. En abril de 1950, el presidente Harry Truman mandó destruir al Partido Nacionalista. La campaña fascista contra el PN dio un vistazo de los futuros ataques de COINTELPRO en los años 60 contra el Partido Pantera Negra.

En abril, el secretario de Guerra, Louis Johnson, se reunió en Puerto Rico con altos oficiales de las fuerzas armadas. Como mafiosos, le mandaron al gobernador Muñoz Marín aplastar al Partido Nacionalista o asesinar a Albizu Campos.

Los nacionalistas se enteraron del complot e hicieron correr la voz. Pero los periódicos se negaron a informar sobre la situación y no quisieron publicar desplegados pagados por adelantado. Por eso el PN organizó una serie de reuniones públicas, que empezó en Manatí el 11 de junio de 1950.

Los nacionalistas estaban resueltos a oponer resistencia por todos los medios posibles, y a empuñar las armas si les negaban avenidas pacíficas de resistencia.

El 27 de octubre de 1950, la policía paró una caravana de nacionalistas cerca de Peñuelas. En el tiroteo murieron cuatro nacionalistas y dos policías. Albizu Campos llamó a las armas.

La rebelión

El 30 de octubre de 1950, los nacionalistas atacaron el cuartel policial en Jayuya, prendieron fuego al edificio y destruyeron las oficinas del gobierno; proclamaron la formación de la Segunda República de Puerto Rico e izaron una bandera revolucionaria.

La fuerza aérea estadounidense bombardeó el pueblo y la Guardia Nacional lanzó un ataque terrestre.

Blanca Canales, una de los líderes de la rebelión de Jayuya, informó que masacraron a los rebeldes que se rindieron durante el levantamiento en el pueblo cercano de Utuado. También estallaron rebeliones armadas en Arecibo, Mayagüez y Naranjito. En San Juan, luchadores independentistas atacaron el palacio del gobernador, La Fortaleza, un símbolo de la dominación colonial.

Ese levantamiento ocurrió cuando Estados Unidos estaba en la cima de su poder y arrogancia mundial. A pesar de eso, los independentistas tuvieron la osadía de rebelarse y proclamar un poderoso manifiesto armado: el Grito de Jayuya. Ha sido el más poderoso levantamiento en la historia de Puerto Rico y la mayor rebelión armada en un territorio estadounidense desde las guerras de los amerindios en la década de 1890.

Pero ocurrió en un momento sumamente difícil para librar una lucha revolucionaria y conquistar el poder en toda la isla. La lucha armada no se pudo sostener y las autoridades lograron aplastar los centros de la rebelión, uno tras uno.

La policía sitió la casa de Albizu Campos durante dos días, hasta que los defensores depusieron las armas y se rindieron.

Pero la lucha continuó, y el 1º de noviembre de 1950 estalló en las mismas entrañas de la bestia. Dos nacionalistas, Oscar Collazo y Griselio Torresola, atacaron la residencia temporal de Truman en Blair House en Washington, D.C. Torresola murió y Collazo resultó herido. La prensa había censurado las noticias de la rebelión en Puerto Rico, pero no podía pasar por alto un ataque en la ciudad capital.

Por lo menos 21 independentistas murieron en la rebelión y todo el mundo se enteró de la lucha de independencia en Puerto Rico.

Las autoridades desencadenaron un reino de terror. Arrestaron a 3000 personas: casi todos los miembros conocidos del Partido Nacionalista e incluso miembros del Partido Independentista Puertorriqueño (un partido reformista que rechaza la lucha armada). La policía recibió órdenes de detención en blanco. Durante el levantamiento de Jayuya arrestaron a una norteamericana internacionalista, Ruth Reynolds.

Los juicios duraron tres años. Condenaron y metieron a la cárcel a centenares, en algunos casos nada más porque un espía del gobierno dijo que gritaron: "¡Viva Puerto Rico libre!".

Un ejemplo: al independentista Carlos Feliciano y a otras 12 personas los condenaron de matar a cuatro policías en Arecibo. A Feliciano lo sentenciaron a 465 años de cárcel. (Dijo en broma: "Pensaron que era Matusalén".) Más tarde, un testigo del gobierno admitió que Feliciano estaba en su casa en Mayagüez durante el tiroteo. Por eso tuvieron que anular la condena. Pero no lo pusieron en libertad; en vez lo acusaron de "abogar por el derrocamiento del gobierno" y lo metieron a la cárcel. Ser miembro del Partido Nacionalista era un delito grave.

La policía y el FBI elaboraron una lista negra de independentistas y se pusieron a perseguirlos a ellos, a sus familiares y a sus patrones. En 1988, cuando se entabló una demanda contra esa lista negra, tenía más de 100.000 nombres.

Otra mentira tropieza con oposición

"El Partido Popular Democrático quiere una república bananera con aire acondicionado de Estados Unidos".

J. Edgar Hoover, director del FBI

El Partido Popular Democrático, un partido colonial, tomó las riendas en los comicios del 25 de julio de 1952 (¡el aniversario de la invasión yanqui!). El PPD y el gobierno estadounidense proclamaron un Estado Libre Asociado (ELA), o Mancomunidad, para continuar la dominación y explotación de Puerto Rico, que ya llevaba 46 años.

El historiador Alfredo López describió el ELA como una empresa colonial avanzada en que todo--las leyes, la burocracia y hasta la ideología--tiene la meta de explotar de la manera más eficaz los recursos naturales y la mano de obra.

El ELA creó un sistema político títere que copió la política electorera de Estados Unidos. Con eso, en 1954 Washington hizo que la ONU quitara a Puerto Rico de la lista de "territorios sin autogobierno". Es decir, Estados Unidos (y la ONU) proclamaron que Puerto Rico ya no era colonia.

Una vez más los luchadores de independencia empuñaron las armas para refutar esa mentira. El 1º de marzo de 1954, cuatro nacionalistas--Lolita Lebrón, Rafael Cancel Miranda, Irving Flores y Andrés Figueroa Cordero--entraron a la galería del Congreso y abrieron fuego contra los congresistas en medio de un debate sobre la inmigración, cuando uno acababa de llamar "mojados" a los mexicanos. Cinco congresistas resultaron heridos; a los independentistas los capturaron.

El ataque fue la tercera proclamación de la República soberana y libre de Puerto Rico.

En la cárcel, Albizu Campos recibió un cruel tratamiento. Acusó a las autoridades de irradiarlo y de causarle una enfermedad muy dolorosa. Por temor a lo que pasaría si moría en la cárcel, lo pusieron en libertad en abril de 1965, unos pocos meses antes de su inminente muerte.

El movimiento nacionalista sufrió mucho por la represión. Pero en los años 60 una nueva generación se rebeló contra el imperialismo. Inspirados por Albizu Campos y los combatientes nacionalistas, muchos en la isla y en Estados Unidos se consagraron a la causa de la liberación de Puerto Rico.

Fuentes:

  • Doña Licha's Island--Modern Colonialism in Puerto Rico, Alfredo López, South End Press, 1987
  • Prisoners of Colonialism--the Struggle for Justice in Puerto Rico, Ronald Fernández, Common Courage Press, 1994
  • Puerto Rican Nationalism: A Reader, editado por José E. López, Centro Cultural Puertorriqueño, Chicago, 1977
  • Puerto Rico--A Political and Cultural History, Arturo Morales Carrión, Norton, 1983

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