Informe de Amnistía Internacional
La brutalidad de la Patrulla Fronteriza
Obrero Revolucionario #972, 6 de septiembre, 1998
El verano de 1998 ha sido mortal para los inmigrantes que cruzan la frontera a Estados Unidos. Por la militarización de la zona en los últimos años, han tenido que cruzar en zonas más remotas y peligrosas. Por lo menos 90 han muerto a raíz de la ola de calor que está azotando varios estados, con temperaturas que sobrepasan los 100F/45C. Entre ellos figuran siete (cinco hombres, una mujer y un adolescente) que murieron el 13 de agosto en el desierto californiano.
Ante estas muertes, la Patrulla Fronteriza (la policía del INS, el Servicio de Inmigración y Naturalización, o sea, la Migra) se presenta hipócritamente como "salvadora" y finge preocuparse por el bienestar y seguridad de los inmigrantes. Los medios dicen que los agentes de la Patrulla Fronteriza llevan agua como parte de la "Operación Lifesaver" (Operación Salvavidas), para rescatar inmigrantes en el sur de Texas.
En realidad, las acciones de la Migra han llevado a cruzar en las zonas más arriesgadas, como el desierto, donde no hay agua. Lejos de preocuparse por el bienestar de los inmigrantes, la Patrulla Fronteriza los trata como bestias.
En un informe de mayo de 1998, Amnistía Internacional (AI) documenta muchos casos de brutalidad contra los inmigrantes. El informe salió antes de la ola de calor, pero describe lo que pasó durante el verano del año pasado: "En 1997 recibimos cuantiosos informes de que la Patrulla Fronteriza no les daba agua a los detenidos en el desierto al este de San Diego, a pesar de que sufrían de deshidratación avanzada y agotamiento por el calor. Estos detenidos, entre ellos mujeres y niños de todas las edades, no recibieron agua sino hasta que llegaron a los centros de detención, donde a veces tenían que hacer cola para tomar agua al lado de fétidos inodoros. El agua tenía poca presión y no se podía tomar lo suficiente para volver a hidratarse".
El papel de los agentes no es "salvar vidas"; por el contrario, maltratan y torturan a gente cuyo único "crimen" es huir de la pobreza y opresión en su país, y buscar trabajo en Estados Unidos.
El informe de Amnistía Internacional, titulado "Los Estados Unidos de América: Problemas de derechos humanos en la región fronteriza con México", presenta las conclusiones de un equipo que investigó la situación en la frontera, de San Diego, California, a Brownsville, Texas, en septiembre de 1997.
Dice que "el INS tiene más agentes armados con autoridad para hacer arrestos que ninguna otra dependencia federal". Así es, y como parte de la guerra contra los inmigrantes, cada año contrata más.
Por las operaciones militares, es más difícil que nunca cruzar la frontera cerca de las ciudades y zonas pobladas. El informe dice que una consecuencia ha sido "llevar a los inmigrantes a cruzar en zonas remotas, como el desierto y las montañas, y en zonas rurales donde hay más peligros físicos. Pero están tan resueltos a cruzar que arriesgan la vida... y muchos mueren. Se calcula que de 1993 a 1996 unos 1185 inmigrantes murieron en la frontera, y se teme que el total sea mucho más alto dado que no se encuentran muchos cadáveres. Mueren ahogados (en el río Grande o los muchos canales de riego), en accidentes automovilísticos, y de deshidratación, agotamiento e hipotermia".
En este artículo, vamos a presentar datos del informe de AI.
Golpizas y torturas
AI dice: "Recibimos informes sobre tratamiento cruel, infrahumano y degradante por toda la zona frontera". Estos informes no son completos porque muchas veces deportan en seguida a los detenidos y no tienen la oportunidad de contar lo que les pasó; además, no ponen quejas por temor de represalias.
A continuación, unos pocos ejemplos:
"El 12 de mayo de 1996, Jesús Héctor Gaspar Segura cruzó la frontera ilegalmente en Nido de Aguilas, en el este del condado de San Diego. Lo acompañaban una señora de 23 años y un adolescente de 15 años. La Patrulla Fronteriza los capturó al tomar un bus. Segura dijo que un agente le pegó a la mujer en la cara dos veces; a él le pegó con una cachiporra varias veces en la espalda; y al joven lo golpeó en el estómago y le pegó en la cara. Los insultó, no les permitió ver su chapa de identificación y les advirtió que no dijeran nada sobre la golpiza. Los deportaron a México a medianoche". "Andrés Hurtado, un salvadoreño de 32 años, describió la captura de su grupo de inmigrantes en Falfurrias, en el este de Texas, la madrugada del 14 de abril de 1997. Dijo que los agentes de la Patrulla Fronteriza lo agarraron entre unos arbustos y lo echaron a la tierra, donde lo hirieron espinas de cactos. Un agente le puso unas esposas muy apretadas y lo levantó con mucha fuerza. Los llevó al cuartel, donde los insultó varias veces durante la noche: `¡Levántense hijos de su pinche madre, pinches mojados, cabrones!'. Dos veces el agente entró en la celda, donde había unos 70 presos, y les dio patadas, los insultó y los levantó por las esposas, hiriéndoles las muñecas. `Como todos dormíamos, nos dio patadas en los pies, las piernas y la espalda. Nos dio patadas muy fuertes para levantarnos'". "Según la declaración jurada de una enfermera de la sala de emergencia del hospital Douglas, de Douglas, Arizona, al hospital llegó una mexicana de 26 años, su hijo de cuatro años y su hija de un año el 5 de abril de 1997. La señora dijo que los agentes la persiguieron y que se cayó en un hoyo. Agregó que los dejaron en el desierto y que llamaron a los bomberos para llevarlos al hospital. "No podía caminar; una radiografía mostró que tenía una fractura en la pierna y necesitaba atención ortopédica y enyesarla. Pero `cuatro hombres llegaron y dijeron que la iban a dar de alta'. La enfermera protestó: dijo que la señora sufría mucho dolor, que tenía la rodilla hinchada y que no podía caminar. Sin embargo, la llevaron a un taxi, sin tablilla, yeso ni nada para inmovilizar la pierna. La enfermera le dijo al chofer que llevara a la señora a la casa de una amiga y le pagó, pero nunca llegó. En vez `los llevó a la frontera, donde los descargó'.
"Según la declaración jurada, no es la primera vez que la enfermera ha visto a la Patrulla Fronteriza descargar a inmigrantes heridos en México sin darles atención médica; dijo que cuando su supervisor se quejó le contestaron que la Patrulla Fronteriza `puede hacer lo que le dé la gana'".
Los chavos
El informe habla del tratamiento de los menores de edad: "El fenómeno de niños de nueve o 10 años que cruzan la frontera solos es una tragedia poco conocida pero alarmante. Cada año miles de menores entran al país ilegalmente, huyendo de la pobreza o la violencia en la casa, o en busca de familiares. La mayoría de los niños solos que captura el INS terminan deportados; se sabe muy poco de lo que les pasa después".
AI: "Hemos recibido informes sobre muchachos de 14 a 17 años, detenidos en Texas y Nuevo México en el otoño de 1997, que fueron golpeados, pateados e insultados".
A continuación presentamos dos casos del informe:
"Guillermo, un hondureño de 17 años, dijo que lo capturaron al norte de Laredo, Texas, en noviembre de 1997. Se escondió en un montón de heno; el agente le dio una patada en el estómago y le dijo: `¡Levántate, hijo de puta!'. Guillermo no podía levantarse por el dolor, así que el agente lo agarró y lo levantó violentamente. Dijo que lo tuvieron 24 horas en el cuartel de la Patrulla Fronteriza de Laredo y solo le dieron agua. Durmió en el suelo sin manta a pesar del frío. Más tarde lo trasladaron a un centro de detención para menores en El Paso. Los dolores de estómago le duraron semanas". "Amnistía Internacional recibió otro informe alarmante sobre dos menores capturados a fines de 1997. Dijeron que primero los entregaron a las autoridades mexicanas, quienes los interrogaron y, en un caso, los maltrataron. David, un salvadoreño de 17 años, informó que lo capturaron agentes de la Patrulla Fronteriza en Nuevo México en septiembre de 1997. Les dijo que era mexicano, pero no le creyeron. Le gritaron y lo amenazaron, y uno le pisó el pie. Lo entregaron a las autoridades mexicanas (no se sabe si era la policía o la inmigración), que lo tuvieron preso tres días sin comida ni agua y lo golpearon. Cuando admitió que era salvadoreño, lo devolvieron al INS; lo trasladaron a un centro de detención para menores". Peligros para la mujer
Otra parte del informe describe la brutalidad contra la mujer. Dice que las mujeres sin papeles que cruzan la frontera "corren mucho riesgo de asalto físico, violación, robo y asesinato". Se sabe que el INS descarga a las mujeres detenidas, solas o en pequeños grupos, al otro lado de la frontera en plena noche. AI: "En los pueblos del lado mexicano las mujeres corren muchos peligros en la noche, especialmente si no conocen la zona. Si hay refugios, muchas veces no tienen cupo o es difícil encontrarlos; no hay buses y los taxis son muy costosos; hay pandillas que las asaltan y las roban".
Pero corren otros riegos a manos de la Migra, como demuestran los siguientes casos:
"Dos guatemaltecas entablaron una queja contra el INS; dijeron que un agente de la Patrulla Fronteriza las agredió sexualmente cerca de El Paso, Texas, el 7 de marzo de 1996. Según informaron su abogado y varios artículos, a Luz López y Norma Contreras, las dos de 23 años, las capturaron después de vadear el río Grande en el distrito Ysleta, al este de El Paso. Un agente las esposó y las metió en su vehículo. "Según la queja, el agente le alzó el vestido a Contreras, le abrió las piernas, le quitó la ropa interior y le metió los dedos en la vagina. A López le ordenó desabotonarse el vestido y le manoseó los senos. Las dos dijeron que se miraron la una a la otra, paralizadas por el temor. `Temíamos que nos pasaría lo peor', nos dijo López. `No sabíamos dónde nos iba a llevar.... Su placa y pistola nos asustaron". El agente las dejó en el vehículo y fue a hablar con otro agente. Los dos regresaron y, delante del segundo agente, él las volvió a agredir. Luego las llevaron a una oficina de la Patrulla Fronteriza, donde el mismo agente las agredió sexualmente por tercera vez en una celda y en el baño. Después de varias horas, le dio un dólar a cada una y las puso en libertad".
"El 23 de enero de 1997, capturaron a una guatemalteca de 16 años cerca de Corpus Christi, Texas, y la llevaron a un cuartel. Dijo que en la madrugada, con el pretexto de buscar contrabando, un agente la llevó a una celda aparte y le manoseó los senos y el frente de los pantalones. Después, le contó a otra joven lo que le pasó y esta dijo que la tocaron de la misma manera". Otros sectores
El informe documenta que la militarización de la frontera también ha afectado a los que viven en la región. Habla de la muerte de Esequiel Hernández, un ciudadano estadounidense, por unos marines en Redford, Texas. El 20 de mayo Esequiel, de 18 años, fue a pastorear las cabras de su familia cerca del río, como era su costumbre. En Redford nadie sabía que había una patrulla de marines camuflados en las colinas. Esequiel recibió un balazo de un M16 y murió desangrado. El gobierno no levantó acusaciones contra los marines.
Desde hace mucho, el Segundo Barrio de El Paso ha sido el blanco de ataques de la Patrulla Fronteriza. AI dice que "por temor a deportaciones accidentales, los padres no permiten que sus hijos salgan de la casa sin partida de nacimiento. A los habitantes legales los paran, los interrogan, los registran, los arrestan, los insultan y los maltratan".
En 1992, los maestros y estudiantes de la secundaria Bowie, del Segundo Barrio, entablaron una demanda contra el hostigamiento del INS. Unos ejemplos de su demanda:
"A Nieden Susie Díaz, de 15 años, la agredió un agente de la Patrulla Fronteriza al caminar a su casa; `sin ninguna razón aparente, la tiró al suelo y la pateó unas veinte veces'. El agente le clavó una bota en el pecho y le dio patadas con la otra, causándole contusiones en la pierna y el pecho". "Al entrenador de fútbol Benjamín Murillo lo paró y amenazó un agente; le apuntó una pistola a la cabeza". "A David Rentería, un estudiante corto de vista, un agente lo amenazó, lo agarró, le empujó la cabeza contra una cerca y lo registró violentamente; el agente se burló de él cuando quiso ejercer su derecho a no decir nada y a seguir caminando". Los amerindios de la región fronteriza--los tohono o'odham, los yaquis, los cocopahs y los kickapoos--también han sufrido por la militarización fronteriza.
El informe dice: "El tratado de Guadalupe-Hidalgo de 1848, que terminó la guerra México-Estados Unidos, reconoció el derecho de las tribus amerindias, como naciones soberanas, a cruzar la nueva frontera sin obstáculo. Sin embargo, los trabajadores de derechos humanos de Arizona han documentado que el INS ha hostigado o ha pedido papeles a amerindios que quieren cruzar la frontera para visitar a familiares o asistir a ceremonias.... Los indígenas señalan que no quieren cruzar la frontera, que la frontera los cruzó a ellos".
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