The Cider House Rules:
Teatro osado y valienteObrero Revolucionario #972, 6 de septiembre, 1998
Para mí, el teatro es como contar cuentos, es sentarse a la luz de una fogata a oír cuentos de lo mejor y lo peor de la humanidad, cuentos que nos animan a seguir adelante. En esta sociedad no es muy común que veamos los intereses fundamentales del pueblo representados en el escenario, pero a veces la fogata ilumina los cuentos del pueblo con todas nuestras penas, nuestra alegría, romance y heroísmo.
Me preguntaba cómo iba a ser la obra The Cider House Rules (Las reglas de la fábrica de sidra) que se está presentando en el teatro Mark Taper Forum de Los Angeles, una adaptación de la novela de John Irving de 1985 del mismo título; sabía que trata temas muy debatidos. Además, por todo lo que había leído, estaba claro que la obra es algo fuera de lo común. Al llegar a la taquilla, me dijeron que no era necesario pagar el boleto: "un benefactor" entusiasmado por la obra invitaba a la función.
The Cider House Rules es la historia de mujeres que necesitan abortar y de los que luchan por darles ese derecho, de la opresión de la mujer y de los luchadores contra dicha opresión. Hoy están asesinando a proveedores de aborto o acusándolos de homicidio [como el caso del Dr. Bruce Steir, quien perdió a una paciente por complicaciones de un aborto]. Pero en The Cider House Rules son héroes. Es una obra del pueblo que hace ver el terrible sufrimiento de nuestra gente y nos llena de orgullo al celebrar lo mejor de la humanidad.
El montaje es excelente y no fue fácil de lograr; trabajaron en la producción de la obra durante dos años. Se estrenó en Seattle en 1996 y aquí en Los Angeles este verano. La adaptación de una novela tan compleja como la de Irving es un gran logro; empieza en 1880 y corre hasta la década de 1950, en un pueblo rural del estado de Maine. El protagonista es el Dr. Wilbur Larch (desempeñado por Michael Winters), un obstetra-ginecólogo quien tomó la decisión de practicar abortos en su clínica, contraviniendo la ley, después de conocer los horrores del aborto ilegal.
El joven doctor Larch se niega a practicarle un aborto a una muchacha; posteriormente se entera de que murió a causa de un aborto mal hecho. Va a donde la comadrona que le hizo el aborto y allí las mujeres le señalan una cruel realidad: la tercera parte de las mujeres que necesitan abortar son víctimas de incesto, violación o violencia. ¿Cuál es su deber ante dicha situación? Exigen que o les enseñe a hacer abortos como manda la medicina, o que él mismo los haga.
Al Dr. Larch le atormentan las fantasmas de las mujeres que han muerto por abortos chapuceros; por la gran pena que siente, se vuelve adicto al éter. Por otra parte, y lo que es más importante, toma la decisión de violar la ley y practicar abortos, gratis, a cualquiera que lo necesite.
El doctor es director de un orfanato. Atiende partos y se encarga del bebé cuando la madre decide abandonarlo: "Era obstetra. Cumplía el deber de atender partos. Sus colegas decían que era `una labor de Dios'. Hacía abortos; cumplía su deber con las madres. Sus colegas decían que era `una labor del Diablo', pero para Wilbur Larch todo era labor de Dios.... Cumplía su deber con los bebés y con las madres también".
Homer Wells (desempeñado por Josh Hamilton) es huérfano y crece en el orfanato; como si fuera su propio hijo, el Dr. Larch lo prepara para ser un excelente obstetra, atender partos y hacer abortos. Aunque no tiene estudios ni licencia, el Dr. Larch le enseña todo, las técnicas médicas y su punto de vista sobre la labor que hace. Le dice a Homer que debe "hacer una contribución". Sin embargo, un día Homer ve "una sonrisa" en la cara de un feto abortado; es un terrible trauma para él y no quiere hacer más abortos. El Dr. Larch le dice: "No estás de acuerdo, pero no puedes hacerte el que no sabe ni dar la espalda".
Le anima a irse del orfanato porque sabe que Homer tiene que conocer el mundo para decidir a qué dedicarse. Entonces, Homer va a vivir a una finca de manzanas donde no cumplen con las reglas laborales (de allí proviene el título de la obra). Conocemos a muchísimos personajes con vidas complejas e interesantes: una pareja joven que van al orfanato porque la mujer necesita un aborto; trabajadores migratorios negros que hablan de sus sueños sentados en el techo de la fábrica de sidra.
Al abandonar el orfanato, Homer siente un gran conflicto entre su cariño por el Dr. Larch y el hecho de que el doctor está "violando las reglas". Luego, experimenta más del mundo y aprende mucho más sobre "las reglas", quiénes las hacen y quiénes las violan; se le presenta un gran reto. En el orfanato solía leer su novela favorita, David Copperfield por Charles Dickens, a los niños cada noche. Empieza así: "A través de estas páginas se verá si finalmente seré el héroe de mi propia vida o si le tocará a otro desempeñar dicho papel". Esas líneas se las aplica Homer a sí mismo y mantienen al público muy interesado en el desenlace.
Es una obra espectacular: hay 150 escenas y la compañía de 22 actores desempeña 120 papeles (principalmente personajes, además de animales y objetos). Hay dos partes, cada una de tres horas; generalmente se presenta en dos funciones, o sea, el público regresa a ver la segunda parte; o se puede asistir a una función maratón un sábado o domingo. Requirió un esfuerzo colectivo extraordinario por parte de los codirectores, Tom Hulce (también actor) y Jane Jones, junto con el dramaturgo Peter Parnell; crearon una obra conmovedora y contundente.
Aunque parezca increíble, el público no encuentra difícil seguir la trama ni la vida de tantos personajes, a pesar de lo complejo y de la presentación en dos partes. Cuando los actores aparecen en el escenario para resumir la trama antes de iniciar la segunda parte de la obra, reciben aplausos y vítores.
Hulce, Jones y Parnell decidieron producir la obra hace seis años: "Al igual que Irving, nuestra preocupación es el bienestar de cada niño que nace en este mundo y el derecho de la mujer a decidir si puede ofrecerle ese bienestar".
Cuando Tom Hulce le propuso la obra al autor de la novela, John Irving, este dijo: "Siempre he tenido un gran respeto por su talento [de Hulce] pero, la verdad, pensé que se le había ido el avión. Me parecía un proyecto sumamente difícil, sobre todo hacer una obra tan larga como él proponía. Sin embargo, tenía tanta confianza en su intuición en un mundo donde tengo muy poca experiencia, que le dije: `Claro, ándale; a ver qué puedes lograr'". Cuando Irving vio la obra en Seattle, dijo: "Me asombró. Era una maravilla, un encanto".
Los directores y el dramaturgo buscaron llevar la voz narrativa de Irving al escenario; en la obra se emplea una técnica muy novedosa: los personajes expresan sus ideas antes de entrar al escenario y, a veces, cuando salen también cuentan sus pensamientos o vuelven a tocar un tema. Es una forma muy diferente de desarrollar la trama y los personajes, lo cual sería casi imposible con las técnicas tradicionales dado el tamaño y complejidad de la obra.
Se procura enfocar la atención del público exclusivamente en los personajes y la trama. El escenario--unas tablas y pasarelas de madera--crea el ambiente del pueblo rural de Maine y a la vez nos hace concentrar en los actores. Ellos mismos hacen todos los efectos de sonido y efectos especiales. Pero lo más importante es que al desempeñar sus papeles, nos brindan una increíble energía y entusiasmo.
Dice la codirectora Jane Jones: "El chiste es activar la narración y emplearla. Es bien difícil para los actores captar eso, pero una vez que lo hacen, no es más difícil que Shakespeare, por ejemplo, porque el lenguaje es central. Hay que lograr el objetivo a través del lenguaje, a través de la narración, para que las palabras trasladen al actor a otro lugar, a otro tiempo, transformen su comportamiento psíquico. Mejor dicho, permiten al actor conocer la mente del personaje, adoptarla y conservar las intenciones del autor para ese personaje, físicamente, pero más que eso en la mente.
Jones, Parnell y Hulce se dedicaron a producir la obra en gran parte por sus convicciones acerca del derecho a escoger de la mujer. (Hulce dejó de trabajar como actor durante dos años para hacerlo.) Dijo Jones: "Los derechos de la mujer me motivaron, ha sido un gran reto. Me motiva la forma en que los dos personajes abogan por el derecho a escoger". Asimismo, los actores están comprometidos con el tema de la obra. Casey Lluberes, quien desempeña a la hija de un trabajador negro, dedicó su trabajo a su padre y "a todos los médicos que hacen posible el derecho a escoger".
El futuro de The Cider House Rules es un poco incierto. Por un lado la Asociación de Críticos del Teatro Americano la galardonó, y el público responde con lágrimas, risa y fuertes aplausos. Sin embargo, otros críticos muy importantes la han atacado, y tildado de insípida y pesada. Eso no es nada sorprendente; pero esos ataques han encontrado una respuesta de la gente que tanto aprecia la obra.
La obra se presentará en Los Angeles hasta finales de septiembre. Posiblemente se presentará posteriormente en teatros regionales y también la quieren presentar en Broadway. Además, John Irving está trabajando en el guión cinematográfico.
Hoy hay una tremenda ofensiva contra el derecho a escoger; más de la mitad de los médicos que practican abortos están próximos a jubilarse y muchas facultades de medicina ni siquiera enseñan cómo hacerlos. Por ese motivo, Irving dice que la novela es "más pertinente ahora que cuando salió.... Cuando se publicó, mucha gente decía: `No es un tema candente, ya pasó'. La crisis del derecho a escoger no se sentía y mucha gente, equivocadamente, daba por seguro un derecho que apenas tenía 10 años. Sobre todo los jóvenes, quienes disponían del aborto en toda su vida sexualmente consciente, suponían que si necesitaban valerse de ese derecho, siempre podrían hacerlo. [Pero en realidad] hay que defenderlo una y otra vez".
The Cider House Rules es una obra apasionante, uno de esos pocos momentos gloriosos en que los intereses fundamentales del pueblo se toman el escenario. ¡No se la pierdan! Todos los que están preocupados por la humanidad y la lucha contra la opresión de la mujer deben verla (y leer el libro). Debemos apoyar esta clase de arte; les aseguro que cualquiera que la vea experimentará una gran odisea.
This article is posted in English and Spanish on Revolutionary Worker Online
http://rwor.org
Write: Box 3486, Merchandise Mart, Chicago, IL 60654
Phone: 773-227-4066 Fax: 773-227-4497
(The RW Online does not currently communicate via email.)