La juventud negra y la criminalización
de una generaciónParte 4: Su futuro.. y el nuestro
Obrero Revolucionario #974, 20 de septiembre, 1998
En esta serie hemos esbozado la situación económica de los años 60 y 70, cuando algunos sectores proletarios negros y latinos consiguieron buenos trabajos. Sus luchas militantes influenciaron a todos los oprimidos y a amplios sectores de la clase obrera. Pero en un dos por tres, esos trabajos empezaron a desaparecer; los trasladaron a los suburbios o a otros países, o los eliminaron del todo.
Durante la década pasada, el desempleo aumentó en los ghettos y barrios pobres; mucha gente se metió en el narcotráfico por necesidad y terminó en la cárcel. La población carcelaria aumentó de medio millón de presos en 1980 a 1.75 millones en 1997. La mayoría son negros y el porcentaje de latinos y otras minorías sigue creciendo. Para los habitantes de los centros urbanos, la intromisión de la policía y los tribunales en la vida diaria es abrumadora. Con urgencia se plantea: ¿Por qué ocurrió todo esto? ¿A dónde se encamina? ¿Qué debemos hacer?
Muchas causas,
pero una causa fundamental¿A qué se deben los horrores de los últimos 20 años? En cierto sentido, hay muchas causas.
Las grandes compañías han trasladado sus fábricas a donde puedan pagar menos y controlar más la mano de obra, sea en zonas rurales o suburbanas de Estados Unidos o a México, Asia y otras partes del tercer mundo. Para el capital, la oportunidad de explotar más y sacar más ganancias es como un imán irresistible. Muchos capitalistas han optado por no contratar trabajadores negros por su militancia. En la década pasada, el gobierno decidió financiar con narcotráfico las guerras secretas de la CIA. La droga inundó los ghettos y barrios pobres; muchos chavos negros y latinos se metieron en el narcotráfico y acabaron en la cárcel. Simultáneamente el gobierno recortó o de plano eliminó servicios sociales, primero para financiar la carrera atmamentista contra la Unión Soviética y luego para crear condiciones más rentables para los capitalistas. Eso aumentó mucho la miseria popular. El sistema tenía que contener y controlar la justa furia de los millones de chavos que no tienen futuro. ¿La solución? Más cárceles y más brutalidad, intimidación y asesinatos policiales. Poderosas fuerzas de la estructura de poder se dedicaron a reforzar la supremacía blanca y la ideología del racismo. Necesitaban un chivo expiatorio para las ansiedades de los blancos, cuya vida privilegiada se resquebrajaba. Resucitaron gastadas teorías racistas sobre la falta de inteligencia de los negros (con nueva cara); la prensa demonizó y criminalizó a los chavos negros. Todo esto puso en marcha otras causas. Por ejemplo, la construcción y manejo de cárceles es una pujante industria que genera ganancias para compañías de construcción y trabajos de carceleros en zonas rurales pobres.
Pero si bien hay muchas causas, hay una sola causa fundamental: el sistema capitalista y su sed de ganancias, uno de cuyos pilares es la supremacía blanca.
¿Una nueva generación
de esclavos?"Tenemos una fuerza laboral cautiva, un grupo de hombres dedicados que quieren trabajar. Por eso este negrocio es muy lucrativo".
Bob Tessler, dueño de DPAS,
una compañía de procesamiento de datos
que tiene una oficina en el penal San QuintínCuando ven casi dos millones de presos, a los capitalistas se les hace agua la boca. Son una fuente irresistible de mano de obra a la que le pueden un salario de miseria y controlar a gusto.
Desde 1990, 30 estados han permitido contratar presos. En la década de 1930, el gobierno federal lo prohibió, pero como ha dicho Clinton, "esos tiempos pasaron".
Ahora los presos no se limitan a manufacturar placas para automóviles o a limpiar jardines. Hoy hacen reservaciones para la aerolínea TWA, empacan pelotas de golf para la compañía Spaulding, reparan circuitos para L.T.I. (que le vende a IBM y Texas Instruments), abastecen estantes de la tienda de juguetes Toys R Us en Chicago y (en una fábrica de más de 250 mujeres en el penal federal Danbury) hacen cables y enchufes para el Departamento de Defensa.
Por lo general el 80% del salario termina en manos del gobierno para pagar el costo del "alojamiento" y de los servicios médicos. Brad Haga, ex vocero de Oregon Prison Industries, dijo: "A los contribuyentes les encanta. Los presos pagan hasta seis mil dólares al año por su celda".
En 1994, 72.461 presos trabajaban en industrias carcelarias y fabricaban productos por un valor de $1.35 billones. De ellos, 1724 eran empleados de compañías particulares. Los demás trabajaban para el gobierno produciendo artículos para la venta.
Hasta la fecha las compañías apenas han estado explorando la situación en los penales. Pero esta industria avanza conforme a una lógica peligrosa: es lucrativo aprovechar una "fuerza laboral cautiva".
Por un lado, el gobierno está presionando a los presos a trabajar. Muchos estados requieren que paguen "alquiler"; Virginia hasta les cobra todo el costo del juicio, si pierden. En los penales donde casi nunca permiten salir de la celda, trabajar es una oportunidad de escaparse de la horrible monotonía diaria.
En su campaña presidencial de 1996, Phil Gramm, senador fascista de Texas, alabó el trabajo carcelario obligatorio: "Me gustaría convertir todo penal federal en un miniparque industrial. Que los presos tengan que trabajar 10 horas al día, seis días a la semana, y que en la noche estudien".
Por otro lado, esa fuerza laboral barata es irresistible para los capitalistas. Las superganancias que se pueden sacar de esa fuerza laboral los llaman. Esperan que con más y más industrias carcelarias, la oposición del público se desvanezca.
Si bien rebasa el tema de este artículo, hay que mencionar que a esta criminalización la ha acompañado una racha de recortes de welfare. En ciudad tras ciudad, los que reciben welfare tienen que trabajar como esclavos en programas de "workfare". En Nueva York, más de 30.000 personas que reciben welfare han reemplazado a trabajadores municipales; si no lo hacen, les dan la patada.
¿Por qué está pasando todo esto? El sistema está haciendo todo lo posible para que una vez más sea rentable explotar al sector más oprimido de los negros y demás minorías.
El futuro:
Pesadillas capitalistas o sueños revolucionariosSe está gestando un futuro infernal: zamparán a más y más personas a la cárcel y tendrán que trabajar como esclavos para el mismo sistema que los metió en esas mazmorras. En los ghettos y barrios pobres, los que no van a parar a la cárcel tendrán que trabajar por el salario mínimo (o menos en trabajos de workfare) en los "buenos tiempos". En los tiempos de vacas flacas, pasarán hambre. Un pequeño puñado de ricos tendrá grandes palacios; la clase media tendrá que medio matarse para mantener su nivel de vida; y el proletariado (los que no tienen que perder más que sus cadenas y que tienen que venderse a un capitalista para subsistir) quedará aislado, acorralado y reprimido. La situación actual es mala, pero podría empeorar. Incluso si esta pesadilla no se plasma en realidad, la historia del capitalismo/imperialismo nos demuestra que solo nos ofrecerá un futuro de injusticia y opresión.
Esto no se puede tolerar. No se puede permitir que sacrifiquen generaciones de chavos negros y latinos en el altar del capital. Tenemos que rechazar el futuro que ofrecen y luchar por algo distinto: un futuro donde la creatividad y el amor de la juventud puedan florecer; donde no se tomen las decisiones sobre el rumbo de la sociedad para sacar más ganancias sino para servir al pueblo; donde se pueda arrancar de raíz la supremacía blanca de una vez por todas. Tal futuro requiere declararle la guerra a un sistema que ha declarado la guerra contra el pueblo.
Cómo librar una guerra revolucionaria y cómo construir un frente único revolucionario capaz de plantársele al sistema, está fuera del alcance de este artículo. Pero sí se puede. Combatir el plan de criminalización del sistema es un primer paso importante. Tenemos que desenmascarar y condenar lo que están haciendo, forjar resistencia y atizarla a los cuatro vientos. Tenemos que preparar mentes y organizar fuerzas para la revolución. Este es un futuro por el cual vale la pena vivir y morir.
This article is posted in English and Spanish on Revolutionary Worker Online
http://rwor.org
Write: Box 3486, Merchandise Mart, Chicago, IL 60654
Phone: 773-227-4066 Fax: 773-227-4497
(The RW Online does not currently communicate via email.)