La entrevista del ORUna escandalosa negación de derechos
Secretario general Pierre Sané habla del nuevo informe de Amnistía Internacional sobre Estados UnidosObrero Revolucionario #981, 8 de noviembre, 1998
El 6 de octubre, Amnistía Internacional publicó un informe sobre violaciones de los derechos humanos en Estados Unidos. La publicación del informe, titulado United States of America: Rights for All (Estados Unidos: Derechos para todos), coincidió con el comienzo de una campaña de un año de Amnistía Internacional sobre los derechos humanos en este país. El informe cubre varios temas: la brutalidad policial; la aplicación injusta y racista de la pena de muerte; la detención de solicitantes de asilo político; el doble criterio sobre derechos humanos; y la exportación de armas a gobiernos y grupos pro Estados Unidos.
Hace poco Larry Everest, un colaborador del Obrero Revolucionario, habló con Pierre Sané, el secretario general de Amnistía Internacional, sobre el informe y la campaña. Sané es de Senegal y trabajó muchos años en el campo de desarrollo internacional antes de entrar a Amnistía Internacional en 1992. Está a cargo de las actividades diarias de la organización y es su principal vocero mundial.
LE: Es muy grato para el Obrero Revolucionario tener la oportunidad de hablar con usted; agradecemos mucho que nos haya apartado un espacio en su calendario, pues estoy consciente de que lo tiene saturado. El nuevo informe de Amnistía Internacional de 150 páginas, titulado United States of America: Rights for All (Estados Unidos: Derechos para todos) aborda temas de suma importancia, que nosotros también hemos abordado a lo largo de los años y que se merecen mayor atención. Este informe es el más extenso que Amnistía Internacional ha sacado sobre Estados Unidos, ¿no es cierto? ¿Qué lo motivó?
PS: Hemos sacado informes sobre Estados Unidos desde 1965, pero en general se enfocaron en un tema específico, por ejemplo, la pena de muerte o derechos humanos en un estado, como el informe de 1996 acerca del estado de Georgia. El presente es el primer informe global sobre derechos humanos en Estados Unidos desde la perspectiva del cometido de Amnistía.
Además de la investigación y el informe, consideramos muy importante iniciar la campaña de 12 meses en la cual movilizaremos a nuestra organización mundial a divulgar esta información y a presionar al gobierno estadounidense para que haga los cambios necesarios.
Lo consideramos necesario dado el alcance de las violaciones de derechos humanos en este país; la situación es grave y nuestra investigación indica que está empeorando sobre todo porque existe una mentalidad de guerra. Es decir, hay una guerra contra el crimen, una guerra contra la droga, una guerra contra los inmigrantes ilegales, una guerra contra el terrorismo; y las fuerzas del orden gozan de mucha libertad para abordar esas cuestiones que, de hecho, se presentan como un peligro a la nación. En tal situación, es lógico que sufran los derechos humanos.
Vemos que la brutalidad policial está en aumento de una costa a la otra. Es cosa de todos los días. Las cárceles se desbordan con 1,7 millones de presos, uno de los porcentajes más altos del mundo. La pena de muerte es cada vez más común, hay menos compasión. Los que piden asilo político reciben un trato de delincuentes; los meten a la cárcel, a veces en situaciones muy malas. Consideramos necesario crear conciencia acerca del alcance de las violaciones de derechos humanos y el rápido deterioro de la situación.
Por otra parte, Estados Unidos se ofrece como modelo político y económico, como modelo para las relaciones entre la sociedad y los gobernantes. Es más, impone su modelo, a través de organismos como las instituciones financieras internacionales y presiones a otros gobiernos. Si otros países van a seguir esa pauta económica, esa pauta para el sistema democrático, tenemos la responsabilidad de enseñarles la otra cara de la moneda, es decir, las violaciones que son parte de tal modelo; para que estén alerta ante las promesas del paraíso.
LE: Usted mencionó una campaña de 12 meses. El informe abarca las condiciones que imperan en las cárceles, la brutalidad policial, la situación de los inmigrantes, además de otras cuestiones. ¿En qué se enfocará la campaña?
PS: Publicamos el informe esta semana para sacar todas esas cuestiones a la luz. En los próximos 12 meses, publicaremos una serie de informes más detallados. Por ejemplo, con ocasión del Día Internacional de la Mujer en marzo publicaremos un informe sobre la mujer y los derechos humanos en Estados Unidos. Asimismo, vamos a preparar un informe detallado sobre el sistema de justicia y los jóvenes, uno sobre la pena de muerte y la discriminación racial, y uno sobre la pena de muerte y la inocencia. Además, habrá un informe acerca de los que piden asilo político. En su debido momento habrá la oportunidad de destacar cuestiones específicas y toda la organización a nivel mundial se enfocará en ellas.
LE: ¿Habrá un informe especial en la brutalidad policial?
PS: Hemos dedicado mucha atención a ese tema, a los departamentos de policía de Los Angeles, Nueva York y Chicago. Hemos pedido a nuestros miembros aquí en Estados Unidos colaborar estrechamente con otras organizaciones para exigir que se establezcan sistemas de control, para velar por los derechos humanos, para que la policía responda por sus acciones.
LE: ¿Cómo ve usted el alcance de la brutalidad policial en Estados Unidos?
PS: A lo mejor la "sociedad respetable" no está consciente del alcance del problema porque las víctimas principales son las llamadas "clases peligrosas". Es decir, la policía apunta contra los que clasifica como "delincuentes", principalmente jóvenes negros, asiáticos y amerindios. Pero, en verdad, si no se controla la brutalidad policial, no habrá seguridad para nadie en Estados Unidos, pues si permitimos que la policía atropelle a los ciudadanos con impunidad total, el peligro es que la brutalidad policial seguirá en aumento.
LE: ¿Usted cree que la situación de la brutalidad policial, al igual que la de los derechos humanos que mencionó anteriormente, está empeorando?
PS: Está empeorando debido a la impunidad. Oímos de muchos casos de brutalidad policial que se resuelven pagando una indemnización, y cuando eso pasa, desde luego, no hay admisión de culpabilidad ni acusan a los agentes. Por otra parte, está empeorando porque la policía está empleando nuevas tecnologías, como gas pimienta y armas de choque eléctrico. Así que va a seguir de mal en peor mientras los políticos aprovechen la inseguridad provocada por la oleada de delincuencia para sus fines políticos y le den carta blanca a la policía.
LE: Usted mencionó que algunas comunidades, especialmente de gente de color, son víctimas de represión. ¿Nos podría platicar de eso?
PS: Por lo visto, el contexto de las violaciones de derechos humanos es la propaganda del gobierno acerca de la guerra contra el crimen, la guerra contra la droga, la guerra contra los inmigrantes ilegales y la guerra contra el terrorismo. En una situación de guerra, es natural deshumanizar al enemigo; se crean estereotipos y se deshumaniza al enemigo. Ese proceso perjudica los derechos humanos. Está claro que el estereotipo del enemigo en la guerra contra la droga y la guerra contra el crimen es el joven negro. En la guerra contra los inmigrantes ilegales, es el hispano o mexicano. En la guerra contra el terrorismo, es el árabe, el árabe-americano o el árabe de otro país. Es obvio que eso desemboca en atropellos contra gente inocente.
LE: Tengo entendido que usted acaba de hacer un viaje a la frontera entre Texas y México. ¿Qué buscaba y qué encontró?
PS: En mayo de 1998, Amnistía Internacional sacó un informe con los resultados de una misión de investigación sobre atropellos perpetrados por la Patrulla Fronteriza y las condiciones de detención de los inmigrantes y los solicitantes de asilo. Hicimos el viaje con el propósito de evaluar la situación y ver si ha cambiado a raíz del informe, porque el Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) estableció un comité asesor de ciudadanos para investigar atropellos en la frontera y para prevenirlos. Este viaje fue muy rápido, no fue una misión de investigación.
La directora del INS y el jefe de la Patrulla Fronteriza nos aseguraron que están implementado las recomendaciones y que, por eso, las quejas de maltrato han disminuido y las condiciones de detención han mejorado. Sin embargo, al reunirnos con organizaciones de inmigrantes y de derechos humanos, así como abogados, de ambos lados de la frontera--de Texas y de México--nos dijeron que la situación no ha mejorado, que la brutalidad de la Patrulla Fronteriza sigue y que hay nuevos incidentes de disparos contra inmigrantes.
La Patrulla Fronteriza y el INS van a ser la mayor dependencia federal de fuerzas del orden. Le aumentaron el presupuesto y está contratando a más agentes para controlar la inmigración. Amnistía no toma posición sobre el derecho de Estados Unidos a controlar la inmigración ilegal, pero sí nos preocupa que tal control implique negar derechos elementales, por ejemplo, el derecho de no ser sometido a torturas, el derecho a un abogado, el derecho a ver la familia. Muchas personas huyen de la persecución en su país de origen y vienen aquí al amparo del derecho internacional para pedir asilo, pero las arrestan como si fueran criminales, las esposan y las trasladan de cárcel en cárcel.
LE: ¿Usted encontró algo en el informe de Amnistía sobre Estados Unidos que lo asombró? ¿Algo que no esperaba?
PS: Hay varias cosas que me asombran. Tenía conocimiento de algunas y me enteré de otras al leer el borrador del informe. Una cosa espantosa es el trato a las presas. Actualmente, hay 75.000 presas en Estados Unidos, cuatro veces más que en 1980, no por delitos violentos sino principalmente por usar o vender droga. Sujetan a las presas al mismo maltrato--maltrato físico y abuso sexual--que a los presos, pero yo diría que es peor en el caso de la mujer porque necesita mayor protección.
Me espanta que los mismos guardias cometan atropellos, que el personal médico cometa abuso sexual. Me asombra que esposen a una mujer cuando está de parto. Mil mujeres dan a luz cada año en las cárceles. Esposan a la mujer encinta, la llevan al hospital y la esposan a la cama cuando da a luz. Para mí eso no tiene caso.
LE: ¿Otra cosa que le impresionó?
PE: El trato a los retrasados mentales. Muchos acaban en la cárcel, es decir, no los internan en hospitales mentales. No son responsables por los delitos que se les imputan; sin embargo a muchos los ejecutan. Por ejemplo, en 1992, Bill Clinton regresó a Arkansas en plena campaña electoral para firmar la orden de ejecución de Ricky Ray Rector, un retrasado mental. Cuando lo sacaron de la celda para llevarlo a la ejecución, dejó el postre y dijo: "Lo acabo después"; ¡no tenía ni idea de lo que pasaba! Eso lo hizo Bill Clinton. Estamos enterados del caso de otro retrasado mental que estuvo atado a una plancha de metal durante 12 semanas. ¡Doce semanas!
Se trata de los sectores más vulnerables de la sociedad--las mujeres y los niños--o de los retrasados mentales; la sociedad debe cuidarlos, pero los meten a la cárcel y ahí los maltratan. Eso es inaceptable.
LE: ¿Hay algo en particular que recomiende Amnistía para combatir la brutalidad policial?
PS: Con esta campaña exhortamos a nuestros miembros aquí en Estados Unidos a movilizar a la sociedad civil contra la brutalidad policial. Nuestra intención es que el informe contribuya a la labor de distintas organizaciones que exigen que la policía responda por sus acciones; además, a través de actividades internacionales manifestaremos nuestra solidaridad con las víctimas y con dichas organizaciones.
LE: Así que, ¿están animando a los miembros de Amnistía a unirse a esas organizaciones?
PS: Sí, efectivamente, nuestra estrategia comprende la combinación de presión nacional desde la base y presión internacional, pues es la única forma de lograr cambios. El meollo de la estrategia es ir a los sindicatos, a las organizaciones religiosas y de mujeres, a los movimientos sociales, para discutir este problema e invitarlos a sumarse.
LE: Usted mencionó la brecha entre lo que llamó la "sociedad respetable", o sea, por un lado las clases medias y por el otro los pobres, los desposeídos, la gente de color. ¿Cómo puede Amnistía coadyuvar a cambiar eso?
PS: Para superar esa brecha, primero hay que insertar la cuestión de derechos humanos en la vida cotidiana. Claro, todo el mundo cree que nacimos libres e iguales, que debemos gozar de derechos iguales, etc., etc. Pero, en realidad, las estructuras de injusticia de la sociedad exigen que hagamos algo más que simplemente reconocer dichos derechos; hay que actuar para que no se nieguen los derechos socioeconómicos, civiles o políticos.
La historia demuestra que si no se defienden los derechos de todos, mañana nos pueden quitar nuestros derechos individuales. Ciertos sectores son víctimas de represión hoy y así se crea la impunidad, los policías quedan por encima de la ley. Mañana los ciudadanos de la "sociedad respetable" serán las víctimas de una fuerza policial que no responda por sus acciones, que no reciba castigo alguno por los atropellos que comete.
LE: En sus viajes por Estados Unidos, ¿usted nota una mayor preocupación por parte de los que no son afectados directamente por el maltrato policial? ¿Qué sienten los intelectuales, la clase media, los profesionales, los periodistas, etc., acerca de la brutalidad policial?
PS: Algo está ocurriendo, pero no puedo precisar muy bien porque mis visitas no son tan frecuentes. Sí le diré que los miembros de Amnistía se han sumado a esta campaña con gran entusiasmo y eso quiere decir algo porque Amnistía es una organización típica de clase media, y en Estados Unidos es de la clase media blanca. Se compone de gente que tiene compasión, que quiere ayudar a los demás, principalmente a víctimas de otros países; esa gente se ha sumado con gran entusiasmo a esta campaña para fortalecer las garantías de derechos humanos en su propio país.
Me parece que la gente ya no se deja engañar por la propaganda [del gobierno], es decir, llega un momento y ya no se deja, ya no acepta ciertos atropellos que se cometen, a fin de cuentas, en el nombre de la "sociedad respetable". Desde luego, siempre dicen que es para proteger a dicha "sociedad respetable" que ejecutan y envenenan a presos y menores de edad, a enfermos mentales. En el nombre de tal sociedad y de su bienestar, tratan a los inmigrantes como si fueran criminales, violan los derechos de los presos descaradamente.
Llega un momento de cuestionar todo eso: lo que presentan como necesario para proteger la vida acomodada de dicha "sociedad respetable" y el precio que se paga como miembro de ella, o sea, la responsabilidad por las atrocidades que se cometen a puerta cerrada. Es difícil aceptarlo. Lo vemos en el movimiento religioso. Por ejemplo, el fin de semana pasado organizamos una jornada de fe, invitamos a todas las congregaciones de Estados Unidos a participar en una jornada de oraciones y sermones acerca de la pena de muerte. Recibimos una respuesta muy favorable, mucho más de lo que esperábamos.
LE: ¿Dónde lo hicieron?
PS: Por todo el país. Todas las congregaciones--cristianos, musulmanes, judíos--respondieron con mucho entusiasmo; pidieron materiales para abordar la cuestión de la pena de muerte, para pedir una moratoria. Existe un vacío moral en Estados Unidos, y los religiosos de derecha y grupos de derecha han tratado de llenarlo pero la gente empieza a captar ese fraude. Nos toca centrar la atención en los derechos humanos, en el mensaje de igualdad, dignidad, respeto, tolerancia y hermandad.
LE: Me interesa su comentario de que la gente ya no cree en el proyecto de la derecha contra el crimen. En su declaración de prensa Amnistía dice que Derechos para todos sale justo cuando el Congreso debate la rectitud de las acciones del Presidente Clinton. ¿Pudiera ampliar ese punto?
PS: Para nosotros se destaca la hipocresía de la estructura de poder: se zambulle en un debate sobre rectitud política y moral, y a la vez permite la ejecución de menores de edad, la detención de enfermos mentales en condiciones totalmente inaceptables. Asimismo, amplía la aplicación de la pena de muerte, aprueba leyes de tres strikes y fuera, mina el sistema internacional de garantías de refugiados. En fin, dicha estructura de poder moldea la sociedad en la cual la policía se desempeña, pues la policía mantiene el orden público en la sociedad tal como es, y es una sociedad desigual e injusta. Así que nos parece bien que se debata la rectitud moral, pero si el Congreso quiere convencer a la opinión pública internacional, tendrá que hacer algo más.
LE: Al parecer, como usted dijo, la clase media ahora tiene mayor conciencia y preocupación. Por otra parte, es muy positivo que los mismos oprimidos se organicen y protesten, en particular los parientes de las víctimas del maltrato policial. Derechos para todos tiene una foto del grupo Padres Contra la Brutalidad Policial de Nueva York. ¿Ustedes también han notado eso?
PS: Sí, efectivamente, y divulgar esas cuestiones, permite que dichas organizaciones cobren fuerza, pues les da mayor publicidad. Nuestra experiencia en la lucha contra las violaciones de derechos humanos en el mundo entero demuestra que las organizaciones de familias de víctimas--las Madres de la Plaza de Mayo de Argentina; las madres de los desaparecidos de Turquía, México, Líbano, etc.,--logran que el asunto siga ante el público porque no cejarán hasta conseguir justicia.
En la mayoría de los casos son las mujeres quienes han establecido esas organizaciones y las dirigen. Cuando las mujeres luchan en una causa común por los derechos de sus hijos, sus esposos, sus padres, son las mejores luchadoras que conozco. Así que para nosotros es de suma importancia ayudar a dichas organizaciones, ver que reciban nuestra solidaridad y el apoyo de todos nuestros miembros, y eso se aplica a nuestra campaña sobre Estados Unidos también.
LE: Mumia Abu-Jamal es un preso muy conocido aquí en Estados Unidos; está en el pabellón de la muerte. ¿Nos podría hablar de la posición de Amnistía respecto a su situación?
PS: Visité a Mumia en octubre pasado. Fui a Pensilvania y pasé un par de horas con él. Amnistía considera que hay una emergencia ahora para salvar la vida de Mumia, es decir, prevenir su ejecución. Mucha gente tiene la impresión de que jamás ejecutarán a Mumia por lo famoso que es y porque tiene una gran red de apoyo. Como yo conozco lo desalmado que es el sistema de justicia penal de Estados Unidos, no confío en eso.
Para nosotros, repito, lo importante es salvar la vida de Mumia. Sé que existe mucho debate: si debemos adoptarlo como preso de conciencia, si debemos decir que es un preso político, etc., etc. Nosotros consideramos que en este momento la mayor contribución que podemos hacer es movilizar a nuestros miembros en todo el mundo a trabajar por la conmutación de su sentencia, que salga del pabellón de la muerte, es decir, asegurar que no lo ejecuten.
LE: No he tenido el gusto de conocer a Mumia, pero tengo entendido que es una persona maravillosa.
PS: Es cierto y es muy claro que no han logrado quebrarlo. Aun tras las rejas contribuye mucho a la lucha por respeto y dignidad; sin lugar a dudas inspira a la nueva generación.
LE: ¿Quisiera añadir algo más?
PS: Nuestro mensaje es que esta campaña es una manifestación de solidaridad con los grupos que luchan por justicia en este país y que les toca a ellos lograr un cambio. Podemos ayudar desde afuera, pero Amnistía no puede brindar derechos humanos al pueblo de este país.
Amnistía puede movilizar a la opinión pública y apoyar al pueblo en lucha, pero si la gente quiere que se defiendan los derechos humanos, tendrá que luchar; tendrá que canalizar la tradición de lucha por los derechos civiles y por los sindicatos, tendrá que ir más allá de los tribunales, pues en cierta forma el movimiento de derechos civiles se ha estancado en esa forma de lucha.
Hay que salir a la calle; hay que concientizar y movilizar. Eso les toca a los estadounidenses; nosotros podemos ayudar, podemos movilizar apoyo desde afuera, pero finalmente ustedes tendrán que lograr el cambio. Nos parece muy importante que se logre porque entonces será mucho más fácil lograr cambios en el resto del mundo.
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