Si entablas una queja por brutalidad policial...
La historia de la Junta Investigadora de Quejas de Ciudadanos de Nueva York
Obrero Revolucionario #984, 29 de noviembre, 1998
Hace unos meses, salió una pequeña nota en la prensa acerca de la Junta Investigadora de Quejas de Ciudadanos (CCRB, siglas del inglés), la dependencia de la ciudad de Nueva York que recibe quejas contra la policía. De 1993 a 1995, "se extraviaron" 87 quejas "fundadas" (válidas, según la dependencia). La noticia tuvo muy poco eco, pues según las autoridades se trataba de un simple "traspapeleo"; en fin, ¡qué mala suerte para los que esperaban justicia de la Junta!
¿Qué hace la CCRB? En realidad, es una especie de válvula de escape para la ira popular contra el hostigamiento y brutalidad del Departamento de Policía de Nueva York (DPNY). Cuando miles de personas se echaron a la calle tras la violación y tortura de Abner Louima en agosto de 1997, el alcalde, Rudolph Giuliani, aumentó el presupuesto de la junta y anunció un proyecto de ampliarla en un 20%. Luego el 22 de octubre pasado--el segundo Día Nacional de Protesta para Parar la Brutalidad Policial--exhortó a la CCRB a "establecer normas para agilizar la resolución de las quejas".
Es irónico que el alcalde le dé importancia ahora a la CCRB puesto que por muchos años se ha opuesto a la participación de "civiles" en la junta; sin embargo, ante las grandes protestas contra la brutalidad policial, el sistema recurrió a la CCRB para calmar la ira popular.
Una dependencia sin poder
Se supone que el cometido de la CCRB es investigar quejas contra la policía por fuerza excesiva, mala conducta, falta de respeto o groserías (insultos por la orientación sexual, raza, etnia, religión, contra las mujeres o incapacitados). Está facultada para investigar casos de muerte si la fiscalía no ha entablado acusaciones. En 1995, hubo 8767 quejas: 3521 por fuerza excesiva, 2302 por mala conducta, 2322 por falta de respeto y 622 por groserías.
En realidad, la CCRB no tiene poder; no puede disciplinar a los agentes, solo investiga las quejas para determinar si son "fundadas" o "infundadas". Las cifras al respecto son muy reveladoras: según el New York Times, de julio de 1993 a diciembre de 1996, la CCRB revisó 16.327 quejas y encontró que apenas 690 eran "fundadas". Es decir, rechazó el 96% de las quejas.
Si decide que una queja es fundada, la pasa al comisionado de policía, quien tiene la opción de disciplinar al agente. Sin embargo, el comisionado anula la mayoría de los casos; en 1997, anuló el 50%. Así que rara vez se llega a castigar a los agentes y cuando se hace, generalmente es simbólico. De los 52 agentes castigados en 1996, solo despidieron a uno; suspendieron a cuatro; pusieron a uno en período de prueba; y les quitaron unos días de vacaciones de tres. En el 70% de los casos, los policías recibieron una advertencia verbal o perdieron un día de vacaciones.
Dado que la CCRB rechaza la mayoría de las quejas, es una infamia que "se extraviaran" 87 quejas fundadas; como el trámite tiene un límite de 18 meses, las quejas "extraviadas" se anulan.
Hay miles de quejas cada año; de enero a junio de 1998 aumentaron en un 21% (unas 500 quejas) en comparación con 1997. Como es de esperarse, los agentes que reciben muchas quejas son los más violentos. Por ejemplo, Frances Livoti, quien asfixió a Anthony Báez, tenía 11 quejas; Michael Davitt, quien mató a William Whitfield (lo baleó por la espalda en un supermercado), tenía 12 quejas "infundadas". Paolo Colecchia, quien mató a Nathaniel Gaines (lo baleó por la espalda), tenía tres quejas por fuerza excesiva en 1994, todas "infundadas". Veamos el caso de Patrick Brosnan, uno de los chotas que baleó a Hilton Vega y Anthony Rosario (les metieron ocho y 14 balas respectivamente). La CCRB determinó que se empleó fuerza excesiva, pero el comisionado de policía no lo disciplinó. Brosnan se jubiló con todo y pensión; además, le dieron una pensión por incapacidad laboral, pues dijo que la balacera le dañó el oído.
Hostigamiento
¿Qué pasa cuando uno quiere poner una queja? En agosto, Dateline (un programa de noticias de NBC) hizo un reportaje sobre el manejo de quejas por el DPNY. Señaló el ejemplo de Abner Louima, cuya familia tuvo el valor de ir a la delegación 70 para entablar una queja; el sargento les informó: "No pueden poner una queja aquí". ¡Pues allí mismo la chota violó a Abner Louima con un desatascador de inodoros y le dijeron que lo iban a matar si gritaba!
Dateline contrató al Centro de Quejas contra la Policía, un grupo de Florida que trabaja con cámaras escondidas para documentar el maltrato policial. En octubre de 1997, visitaron 15 delegaciones en los cinco distritos de Nueva York para ver qué pasaba con las quejas. Dateline informó sobre los resultados: "En ocho de las 15 delegaciones se apegaron a las normas y actuaron debidamente. En siete de ellas proporcionaron información incorrecta, violaron las normas, faltaron el respeto, o las tres cosas".
Posteriormente, Dateline visitó otras 17 delegaciones tres meses después de que el comisionado de policía, Howard Safir, supuestamente hizo circular (de nuevo) las normas para el manejo de quejas. Encontró que ocho de las 17 no cumplían con las normas.
Se supone que uno puede entablar una queja en la delegación, puede llamar a la CCRB (gratis) o puede enviar un formulario por correo. En la mayoría de los casos, se hace la queja directamente ante la CCRB, pero se reciben centenares de quejas cada año en las delegaciones.
Paul Parker, un reportero afroamericano de Dateline, fue a varias delegaciones para preguntar cómo entablar una queja y para ver si le proporcionaban el formulario. Los chotas de la recepción se pusieron muy agresivos con él y le hicieron un chingo de preguntas. En una ocasión cuando pidió un formulario le dijeron: "Tú no lo llenas, nosotros lo llenamos". Al pedir uno en la delegación 47 del Bronx, le dijeron: "Está bien, pero primero me dices qué pasó". Cuando insistió, le dijeron: "Piénsalo y luego regresas". En la delegación 71 de Brooklyn, un chota le soltó groserías; cuando no quiso dejar su nombre en la delegación 40, le dijeron: "Vete de mi delegación". Todo eso se documentó con una cámara de video.
Sobre la historia de la junta de quejas
La ciudad de Nueva York ha tenido una junta de quejas desde 1953. Antes de 1987 constaba exclusivamente de policías. De 1987 a 1993, la CCRB estaba compuesta de seis chotas y seis "ciudadanos". Amnistía Internacional informa que dicha junta aceptó apenas el 7% de las quejas.
En 1992, la administración de David Dinkins (el primer alcalde negro) quiso establecer una junta que no estuviera directamente bajo el control de la policía. Era un momento de gran indignación popular por una racha de ataques racistas y asesinatos policiales, y un momento de rebeliones populares en Crown Heights y Washington Heights. Dinkins quería crear una nueva junta para calmar la situación, pero la chota y otros sectores de la clase dominante no estaban de acuerdo. Les dio rabia que se propusiera cualquier forma de control de la chota, pues desde su punto de vista no tenía caso frenar sus golpizas, insultos y salvajadas contra el pueblo.
En septiembre de 1992, se convocó un mitin de 10.000 chotas en las escalinatas del palacio municipal. Giuliani, en ese momento el contrincante de Dinkins por la alcaldía, les dijo que la propuesta de Dinkins era "pura mierda". Fue un mitin gacho y racista. A fin de cuentas, las autoridades optaron por una nueva junta (la CCRB) con 13 miembros nombrados por el alcalde, el consejo municipal y el comisionado de policía. Aunque su nombre da a entender que sea una junta de "ciudadanos", su presidente es Frank Wohl, un ex fiscal federal quien trabajó con Giuliani cuando fue fiscal federal en los años 80. (Asimismo, el ex presidente, Mel Barkan, trabajó con Giuliani durante la misma época.) Otro miembro de la junta, Tosano Simmonetti, fue subcomisionado de la policía en la primera administración de Giuliani.
Venganza policial
Además de intimidar a los que quieren entablar una queja, la chota del DPNY toma represalias. Newsday sacó un artículo sobre el tema: los incidentes que menciona sucedieron a raíz de infracciones de tránsito; ¡ni hablar de cómo reacciona la chota en una situación mayor!
• En enero de 1997, Albert Zihenni, un estudiante de ingeniería de 24 años, tuvo un problema con el agente George Mellina en Manhattan cuando lo paró por una infracción. Mientras estaba estacionado, un taxi chocó con su carro. Zihenni dijo: "Quería reportarlo a mi compañía de seguros, pero [el agente] no estaba de acuerdo. Hice una llamada a la policía y se enfadó conmigo". El mismo día, Zihenni entabló una queja.
Tres meses después, estaba haciendo cola para pagar una multa y lo arrestaron por causar un peligro y resistencia a la autoridad a raíz de una supuesta infracción de tránsito en febrero. Hubiera recibido una sentencia de siete años, pero demostró a la corte que en el momento de la supuesta infracción, estaba en la escuela a unos 15 kilómetros de donde ocurrió el incidente. Anularon las acusaciones, pues resultó que el agente Mellina había fabricado todo. En cuanto a la queja de Zihenni, la CCRB la pasó al comisionado de policía, quien la anuló por "anomalías".
• En mayo de 1997, multaron a James Schillaci por pasarse un alto en el Bronx. Se fijó que la chota tenía puesta una trampa y que manipulaba el semáforo. Con ese jueguito, multaron a docenas de personas. Schillaci lo filmó y entabló una queja ante la CCRB, Asuntos Internos de la policía, el Departamento de Tránsito y la Oficina del Defensor Público; asimismo, llamó al programa de radio de Giuliani para quejarse. El alcalde prometió investigar el asunto. Unas horas después, dos agentes llegaron a su casa, lo entrevistaron y miraron el video del incidente. A las dos semanas recibió una carta del DPNY; afirmaba que la conducta de la policía no fue "ilegal ni indebida". Entonces, Schillaci le contó todo a la prensa. Al día siguiente, lo arrestaron con una orden de hacía 13 años por infracciones de tránsito.
Además, Giuliani y Marilyn Mode, vocera del DPNY, le dijeron a la prensa que Schillaci tenía condenas por sodomía y hurto doméstico; posteriormente, Mode tuvo que admitir que fueron puras mentiras. Giuliani no se disculpó; al contrario, como de costumbre, criticó a la prensa por criticar a la policía.
• En septiembre de 1997, Laura Baird se puso a discutir con dos agentes, Joseph Pérez y Charles Pulci, cuando le dieron una multa por estacionarse indebidamente; amenazaron con meterla al bote por su "actitud". No la arrestaron, pero, según testigos, la maldijeron y le bloquearon el paso para que no subiera al coche.
Baird acudió a la delegación para entablar una queja; el encargado, sargento Jeffrey Lachman, quiso disuadirla pero ella insistió. Dos días después el sargento habló a su casa y le dijo obscenidades a su hijo de 13 años. Baird lo reportó y los detectives de Asuntos Internos iniciaron una investigación, la cual resultó en mayores problemas para Baird y su hijo.
Pidieron que la señora permitiera que su hijo recibiera seis llamadas más del sargento Lachman para grabar las conversaciones; de nuevo dijo sus obscenidades. La colaboración de Baird no sirvió para protegerla.
Dos semanas después de entablar la queja, los agentes Pérez y Pulci la pararon, supuestamente por una infracción. "Fue obvio que me reconocieron", dijo Baird. "Me arrastraron del carro, me dieron patadas en las piernas y pateaban a mis lentes por la acera como si fueran una pelota. Mido 1,52 y peso 60 kilos, no opuse resistencia". (Una persona fue arrestada porque quiso intervenir.)
Los chotas la insultaron y la tiraron contra una vitrina; la esposaron y la llevaron a la delegación, ante el sargento Lachman. La acusaron de agredir a un policía, resistencia a la autoridad, intento de huir y desorden público. En la cárcel de Brooklyn, la desnudaron para hacerle un registro y la fotografiaron. Unas semanas después, anularon las acusaciones por falta de evidencia. Su abogado, Ron Kuby, señaló: "La acusaron injustamente para tapar la mala conducta policial".
Posteriormente, arrestaron al sargento Lachman por causar un peligro a un menor y lo despidieron del DPNY. La División de Asuntos Internos sigue con su "investigación" de Pérez y Pulci, y estos siguen trabajando. Varios investigadores revisaron la queja que Baird entabló ante la CCRB y concluyeron que fue "infundada".
***** ¿Cuál es la función de la CCRB? Cada año la policía somete a miles de personas a hostigamiento, groserías, insultos, epítetos raciales, golpizas, acusaciones falsas y arrestos infundados. Se les dice que deben entablar una queja, pero es muy común que la policía intimide y disuada a los que lo hagan. Además, la abrumadora mayoría de las quejas son descartadas por la CCRB o por el comisionado de policía. En todo caso, si se acepta la queja, el "castigo" es meramente simbólico.
En pocas palabras, la CCRB no ayuda a las víctimas del maltrato policial; al contrario, su función es ocultar la brutalidad sistemática del DPNY. Todo eso es muy ilustrativo y arroja luz sobre la bárbara epidemia de brutalidad policial que se vive en la ciudad de Nueva York.
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