El Dalai Lama y la CIA

Obrero Revolucionario #986, 13 de diciembre, 1998

El 1º de octubre la organización del Dala Lama admitió que recibió millones de dólares de la CIA durante los años 60 para enviar escuadrones de exilados armados a atacar la revolución maoísta en Tibet. El New York Times informó que la CIA le dio $1,7 millones al año para armar, entrenar y pagar una fuerza contrarrevolucionaria. La declaración también admite que el mismo Dalai Lama era un agente a sueldo de la CIA; recibía $186.000 al año.

La contra tibetana inició su guerra en 1959, después de que las fuerzas feudales dieron un golpe de estado contrarrevolucionario pero perdieron. El Dalai Lama (el dios-rey de Tibet) huyó al exilio en India, desde donde dirigía la guerra clandestina de la CIA en China occidental. Esa guerra, suspendida 10 años más tarde por la CIA, fue un rotundo fracaso. El movimiento maoísta echó fuertes raíces en Tibet a raíz de la reforma agraria y la Gran Revolución Cultural Proletaria, pero el movimiento del Dalai Lama recibió poco apoyo popular. Los lamaístas tenían mala fama por su corrupción y pasividad.

Los revolucionarios maoístas llevan más de 30 años diciendo que el Dala Lama y su familia trabajaron de la mano con la CIA y dirigían un ejército mercenario que llevó a cabo una campaña de sabotajes, espionaje y asesinatos en Tibet desde bases en Bután y Nepal.

Durante esos mismos años, el Dalai Lama se ha autoproclamado hombre de paz y luchador por la justicia. En el Occidente, mucha gente se ha dejado embaucar y algunos incluso han adoptado la versión extremadamente conservadora de budismo de los lamaístas. Incluso surgió un movimiento de apoyo que cree que el Dalai Lama es el representante de la autodeterminación y la justicia para Tibet. Desde que murió Mao Tsetung en 1976 y se restauró el capitalismo en China, la meta del Dalai Lama ha sido llegar a un acuerdo con los nuevos gobernantes revisionistas para compartir el poder en Tibet.

Ahora su propia organización admite que participó en la guerra de la CIA para extender el brazo yanqui en Asia. La única defensa que ofrece la declaración del 1º de octubre es que el Dalai Lama no se enriqueció personalmente. Dice que utilizó los fondos de la CIA para abrir oficinas en Nueva York y Ginebra para propagar su religión. Es decir, admite que el Dalai Lama era un agente a sueldo de la CIA, pero afirma que no era un agente corrupto.

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La serie del OR "La verdad sobre la revolución maoísta en Tibet" documenta la guerra contrarrevolucionaria de los lamaístas y el papel reaccionario del Dalai Lama durante las muchas etapas de su carrera. Se puede encontrar en La Neta del OR en: www.mcs.net/~rwor.


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