Obrero Revolucionario #992, 31 de enero, 1999
A principios de enero, el invierno de Chicago se puso bravo. Una tremenda nevada paralizó la ciudad por varios días y, luego, una ola de frío bajó las temperaturas a muy por debajo de cero. En las noticias, se comentaba con las usuales palabras almibaradas que todo mundo andaba paleando.
Sin embargo, en los enormes rascacielos de vivienda pública, miles de personas quedaron sin agua y calefacción, en una situación inhumana y peligrosa. El sistema de calefacción no sirve en muchos multifamiliares de Chicago. Por tanto frío, las tuberías de agua se revientan (más que nada, en los departamentos desocupados) y no hay agua; los inodoros dejan de funcionar. El agua se filtra por las paredes y forma retorcidas columnas de hielo en las escaleras. Hay conos de hielo en los departamentos y capas de hielo cubren los pisos y las paredes. Un residente de Robert Taylor Homes le describió al OR lo que vio cuando visitó a un amigo: "Me asombró. Hasta se podía patinar en el departamento".
Los residentes tienen que ingeniárselas para abrigarse y protegerse del frío. Los niños se quedan en cama con un montón de cobijas, mientras los padres cubren las ventanas con frazadas y prenden los hornos y las secadoras de ropa. Hubo que evacuar a cinco familias de un edificio de Robert Taylor Homes debido al monóxido de carbono producido por calentadores portátiles.
Muchos niños no han ido a la escuela desde la primera helada. Para muchos ancianos es imposible hacer las compras, sobre todo en los edificios donde los ascensores no sirven. Se habla de pasar semanas en departamentos tan fríos que se puede ver el propio aliento. Según revolucionarios que andan en Cabrini Green, a una señora la tuvieron que llevar al hospital porque se le congelaron los dedos dentro de su departamento. Los vecinos señalaron que cuando la chota allanó varios departamentos del edificio en la calle Larrabee en diciembre, destruyó las puertas; y luego, con el frío, las tuberías de uno de esos departamentos se rompieron.
Ya antes de la nevada de enero, las inhumanas condiciones de vida de los multifamiliares causaron muertes. El 29 de diciembre, Tyrese Walker, de dos meses de edad, murió de una infección pulmonar. Debido a que cortaron la calefacción en noviembre, la familia solo tenía un calentador portátil para el departamento de cuatro recámaras. Todos los niños se enfermaron. Para Tyrese el frío fue mortal. Las autoridades apuntaron en la partida de defunción que murió de causas naturales, lo cual enfureció a la familia. Su abuelita, Denise Goodwin, reclamó: "Murió porque el frío le dio una infección pulmonar".
Por todo Chicago, es palpable el coraje por la muerte de Tyrese Walker y el cruel frío que tanta gente tiene que aguantar.
El clima de Chicago es un fenómeno natural, pero la falta de calefacción en los multifamiliares no lo es. Se debe a medidas desalmadas, recortes, negligencia premeditada y la especulación financiera del gobierno federal y la clase dominante de la ciudad.
El 7 de enero, el Chicago Defender, el periódico negro de la ciudad, informó sobre la muerte de Tyrese Walker y describió la inhumana situación en los edificios de vivienda pública. Incendió más coraje y mucha gente exigió que las autoridades dieran calefacción y alojamiento adecuado a los inquilinos.
Un cura dijo: "Hay familias sin calefacción ni agua desde octubre. Esta crisis no la creó la tormenta".
Inmediatamente, las autoridades de vivienda aprovecharon esos llamados a la acción para echar de una vez por todas a los residentes de los edificios que quieren demoler.
El Departamento de Vivienda de Chicago (CHA) anunció que los edificios más afectados son dos rascacielos del enorme complejo Robert Taylor Homes, en el barrio negro al sur del centro. Más tarde, agregó un tercer edificio a la lista. Dijo que iba a evacuar a más de 120 familias que vivían ahí sin agua ni calefacción. El CHA exhortó a iglesias y dueños de hoteles y apartamentos a alojar a los damnificados. Los políticos anunciaron que iban a pedir al gobierno federal pagar los costos.
Sin embargo, cada vez está más claro que la selección de esos tres edificios se debió a planes de alto nivel de destruir las viviendas para gente de bajos recursos. Residentes de los tres edificios le señalaron al OR que recibieron órdenes de desalojo del CHA a mediados de diciembre. Más del 33% de los departamentos estaban ocupados; sin embargo, la falta de calefacción y agua (una situación creada por las autoridades de vivienda) fue pretexto para acelerar el desalojo.
Thomas Harkless, subdirector de operaciones del CHA, dijo: "El estado de esos dos edificios es vergonzoso. Ibamos a evacuarlos y demolerlos de todos modos. El frío solo adelantó nuestros planes". Por días, Harkless le dijo a la prensa que la única lección que se podía sacar de la situación era la necesidad de tumbar los multifamiliares cuanto antes.
LeRoy O'Shield, jefe de policía del CHA, anunció que iban a clausurar los departamentos desocupados y permitir el regreso de los inquilinos, pero con escolta policial.
Por otra parte, el hecho de que el CHA tuvo que recurrir a propietarios privados para alojar a los damnificados pone de relieve que no hay vivienda a bajo costo, ¡y que el CHA no tiene ni idea de dónde podría ir toda la gente que desde hace tiempo quiere desalojar!
La vocera del CHA, Wynona Redmond, tuvo que reconocer que el frío afectó muchos edificios; calculó que el problema de las tuberías rotas en Robert Taylor Homes podrá afectar "hasta a 500 familias".
La primera semana de enero, el gobierno municipal recibió más de 1300 quejas por falta de calefacción en los multifamiliares. El CHA informó que recibió más de 800 solicitudes de reparación. En muchos casos, esto afecta edificios enteros con muchos residentes. El problema surgió meses antes como resultado de la política oficial de permitir el deterioro de los edificios para desalojar a los inquilinos.
Los residentes le señalaron al OR que el problema de calefacción y agua afecta a miles de personas de todos los multifamiliares, y no solamente los edificios mencionados en la prensa. Un activista que visitó cada edificio de Robert Taylor Homes le dijo al OR que todos están en la misma condición.
La "evacuación de emergencia" de los tres edificios sirve de pantalla para un desalojo preplaneado y para ocultar el verdadero alcance de los bárbaros efectos del frío en toda la vivienda pública de la ciudad.
Al mismo tiempo, "evacuaron" (pero con menos publicidad) dos rascacielos de Henry Horner Homes. No debe sorprender a nadie que el CHA ya tenía planes de demoler esos dos edificios.
Muchos inquilinos se opusieron a la evacuación; pensaban que el gobierno no les daría alojamiento digno ni cuidaría las pertenencias que hubo que dejar atrás. El CHA reconoció que docenas de familias de un edificio de la calle South Federal no quisieron ser evacuadas.
Los residentes de otro edificio le dijeron al OR que los empleados del CHA tocaron la puerta a las 3 ó 4 de la mañanita y amenazaron regresar con una orden de desalojo. Dijo un residente: "¿Cómo puede ser una evacuación voluntaria cuando dan un plazo de 24 horas para desocupar el departamento?".
Por otra parte, los damnificados recibieron un trato degradante después de ser evacuados. Por ejemplo, mandaron a varios adultos y ocho niños al Hotel Amber para quedarse una noche, pero el gerente no les permitió inscribirse hasta que el dueño diera autorización.
Algunas autoridades se mostraron preocupadas por las consecuencias que podría provocar el desalmado trato a los inquilinos. Clarence N. Wood, comisionado de Relaciones Humanas, advirtió: "Si no prevemos tales problemas con un plan estratégico, se solucionarán por medio de la violencia y la demagogia".
El 16 de enero, residentes del proyecto Cabrini Green se unieron para dar una solución colectiva. Revolucionarios de la Brigada de la Juventud Comunista Revolucionaria y líderes de la organización de inquilinos tocaron las puertas para organizar una jornada de trabajo en el edificio de 1340 Larrabee, en Cabrini Green. Participaron 20 personas; muchos eran chavos y chavas que protestaron contra el asesinato policial de Brennan King. Quitaron la nieve y hielo de los pasillos; los residentes estaban muy contentos de salir sin problema por primera vez en semanas. Miembros de la Junta Directiva de Inquilinos consiguieron unos plomeros para reparar las tuberías rotas.
Circuló literatura revolucionaria y se debatió la muerte de Tyrese Walker, el trato criminal que reciben los residentes a manos de las autoridades de vivienda, y la estructura de poder en general.
Fue una jornada de lucha y trabajo colectivo, imbuida por el espíritu de "¡Repararlos! ¡No tumbarlos!"
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