Nueva York:
La policía asesina a sangre fría
a Amadou Diallo

Obrero Revolucionario #994, 14 de febrero, 1999

Amadou Diallo vino a Estados Unidos hace dos años y medio del pueblo de Lelouma, Guinea, un país de Africa occidental. Trabajaba 12 horas al día vendiendo calcetines, guantes y videos en las calles de Manhattan, y enviaba la mayoría de lo que ganaba a su familia en Guinea. Vivía en un barrio negro y latino del South Bronx. Sus compañeros recuerdan que a él le gustaba sentarse en las escaleras de su edificio y platicar con los vecinos. Era ávido hincha del fútbol y el baloncesto. A los 22 años de edad, tenía toda la vida por vivir.

Pero la noche del 4 de febrero, su nombre se sumó a la lista de las vidas robadas por el Departamento de Policía de Nueva York.

Diallo regresó del trabajo y a las 12:45 a.m. fue a una tienda. Acababa de regresar a su edificio cuando cuatro tiras llegaron en un carro sin identificación. Bajaron a saltos y lo confrontaron en la entrada.

De repente, abrieron fuego a quemarropa. Dos vaciaron el clip, disparando 16 balas cada uno de sus pistolas semiautomáticas Glock 9 mm. En total los cuatro dispararon 41 balas.

¡Le dispararon 41 balas a un hombre que solo tenía una cartera y un biper!

El cadáver quedó acribillado con 19 balas: 11 en las piernas, cinco en el costado izquierdo, una en la espalda, una en el brazo y una en el pecho. Las balas le hicieron añicos la aorta, la columna vertebral, los pulmones, el bazo, los riñones y los intestinos. Murió instantáneamente. El médico forense tardó 10 horas en determinar cuántos balazos recibió y dónde.

Momodou Kujabi, un compañero de cuarto de Diallo, lo recordó como un hombre muy trabajador con una sonrisa amable y muchos amigos. "Hubiera preferido que me mataran a mí", dijo. "Era mejor persona que yo".

El asesinato de Amadou Diallo ha sacudido a la comunidad africana de Nueva York. Igual que Diallo, muchos africanos han huido de la pobreza y las guerras civiles de su país en busca de una vida mejor aquí. Un liberiano dijo: "Uno se pregunta si fue un error venirnos de nuestros países trastornados. Creíamos que América sería un refugio sin peligro, pero si la policía puede matarnos a balazos, ¿a dónde podemos ir?"

La noticia de este asesinato a sangre fría indignó a muchísima gente. Amnistía Internacional USA dijo que "plantea duros interrogantes sobre la fuerza excesiva y la brutalidad policial". La Nación de Islam lo condenó. El Centro pro Derechos Constitucionales pidió nombrar un fiscal especial. En vista de la amplia indignación popular, muchos politiqueros corrieron a condenarlo también.

La estructura de poder se movilizó rápidamente para controlar la situación. El fiscal del Bronx anunció una investigación por un gran jurado. A los agentes asesinos los retiraron de la calle y les dieron trabajos administrativos. El alcalde Rudolph Giuliani (muy amigo de la policía) no repitió su habitual defensa de los policías asesinos sin importar lo que pasó. Pidió "sabiduría" y "paciencia" hasta que "se conozcan todos los hechos". Pero no pidió disculpas ni expresó condolencias a la familia o los amigos de Diallo. En una rueda de prensa incluso dijo que el DPNY tiene una tasa de muertos menor que la policía de muchas otras ciudades, ¡como si eso justificara robarnos una vida!

Las autoridades federales iniciaron una investigación de posibles violaciones de los derechos civiles de Diallo, algo muy inusual. El New York Times comentó que "quizás su meta fuera tranquilizar al público ante un caso explosivo que se está comparando con el de Abner Louima, el haitiano torturado en una delegación de Brooklyn en 1997, y el de Anthony Báez, quien murió en el Bronx después de una pelea con el agente Francis X. Livoti en 1994".

Al cierre de esta edición, las autoridades dicen que no hubo testigos del asesinato y los cuatro asesinos no han dicho ni mu. Pero Stephen Worth, un abogado del sindicato policial, dio una versión "extraoficial" de lo que pasó. Dijo que los agentes "no piden disculpas" por matar a Diallo; afirman que actuaba de una manera "sospechosa", que "se parecía" a un violador que buscaban, que no obedeció sus órdenes y que les respondió "agresivamente". Worth dijo que los agentes pensaban que tenía una pistola, y ¡una fuente policial "anónima" dijo que confundieron el biper con una pistola!

Kyle Watters, un abogado de la familia Diallo, le dijo a la prensa: "He visto muchos bipers, pero nunca me han dado miedo. No me parece posible confundir un biper con una pistola". Pero el DPNY tiene una larga y sangrienta historia de matar por tener juguetes y cosas totalmente inofensivas, como la envoltura de un chocolate.

La justificación de disparar 41 balas que ofreció Worth es un buen ejemplo de la perversa mentalidad de la policía: "Les damos tanta potencia de fuego para neutralizar a lo que perciben como amenaza. Puede parecer excesivo a un civil, pero fue la cantidad de balas necesaria para pararlo. No todas las 41 balas dieron en el blanco".

Los cuatro agentes asesinos llevan por lo menos cinco años en el DPNY y son miembros de una unidad élite llamada "crímenes callejeros". Los agentes que buscan muchas oportunidades para maltratar al público y avanzar muy rápido en su carrera entran a "crímenes callejeros". Los despachan a "identificar" crímenes en vez de responder a llamadas. En la práctica, esto significa que hostigan, maltratan y registran constantemente sin "causa probable". En 1997 y 1998, esa unidad paró y registró a 45.000 personas. Su lema es "La noche es nuestra". En enero, unos agentes de esa unidad dispararon ocho balas hacia el rapero Russell Jones, de Wu Tang Clan. Dijeron que Jones abrió fuego primero, pero un gran jurado concluyó que ni siquiera tenía pistola.

Tres de los agentes que mataron a Diallo no es la primera vez que han baleado a un sospechoso. Kenneth Boss mató a balazos a un hombre en Brooklyn en octubre de 1997 (el caso todavía está en investigación). La Junta de Quejas Civiles (CCRB) ha recibido otras tres quejas contra Boss, dos de ellas por fuerza excesiva. Edward McMellon, quien disparó 16 veces contra Diallo, hirió a un hombre en Brooklyn en 1998. La CCRB ha recibido cinco quejas contra McMellon. Sean Carroll, el otro agente que disparó 16 balas, ha recibido tres quejas por fuerza excesiva.

El asesinato de Amadou Diallo desenmascara la realidad: le han dado carta blanca a la policía para maltratar y asesinar. Las autoridades han criminalizado a toda una generación y le permiten a la policía matar con impunidad una y otra vez, en Nueva York y por todo el país.

Kyle Watters dijo: "Queremos justicia. Fundamentalmente, queremos que juzguen y condenen a esos agentes y que los metan a la cárcel de por vida".

La muerte de Amadou Diallo ha unido a una variedad de fuerzas resueltas a no permitir que la policía salga impune esta vez. Se ha programado una vigilia en el lugar donde mataron a Diallo y una protesta frente a la fiscalía federal. A los dos días del asesinato, unos 100 activistas, líderes religiosos y organizadores comunitarios fueron a una reunión en la iglesia Abyssinian Baptist de Harlem y anunciaron una manifestación el 22 de febrero.

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