Obrero Revolucionario #995, 21 de febrero, 1999
"Amadou era de Guinea. Pero ahora es del mundo entero porque todo el mundo se compadece de nosotros".
Kadiadou Diallo, madre de Amadou Diallo |
"Quería mucho a mi sobrino y lo extrañaré todos los días. Mi tristeza crece al darme cuenta de que las tres personas que le quitaron la vida están libres".
Mamdou Diallo, tío de Amadou Diallo |
Imagínense lo que pasaría si un policía de Nueva York muere en una ráfaga de 41 balas disparadas por cuatro hombres negros. Si la policía no mata a los cuatro en el acto, los arrestaría enseguida. Si llegan con vida a la cárcel, los acusaría de homicidio. Las autoridades de todos los niveles clamarían que merecen la pena de muerte.
El 4 de febrero, cuatro policías de Nueva York ejecutaron a sangre fría a Amadou Diallo, un inmigrante de Guinea, Africa occidental. ¡Le dispararon 41 balas a un hombre desarmado! Al cierre de esta edición, a los 11 días del asesinato, no han arrestado a los asesinos. De hecho, siguen trabajando (en las oficinas) ¡y ni siquiera los han interrogado! Por su parte, voceros no identificados de la policía y el abogado de los agentes han divulgado "teorías" para "justificar" el asesinato: que Diallo actuaba de una manera "sospechosa"; que "se parecía" a un violador que buscaban; que "extendió la mano" y les pareció que era para agarrar una pistola. Dicen que los agentes dispararon tantas veces porque pensaban que habían abierto fuego contra ellos, o porque una bala "rebotó" o porque un agente se cayó. Puras mentiras. La verdad es que Diallo solo tenía una cartera y un biper.
¿Su "crimen"? Ser joven, negro y estar en la calle frente a su casa de noche. Un columnista del periódico Daily News, Jim Dwyer, escribió: "Sospechaban que el sospechoso, el Sr. Diallo, era sospechoso". Uno de los enfermeros de la ambulancia le dijo a Dwyer: "Casi no se podía dar un paso sin pisar un cartucho. A mí me pareció un asesinato por droga con arma automática, como una Uzi o Tec-9. No sabía que fue la policía. Querían estar seguros de matarlo".
El alcalde Rudolph Giuliani tuvo las agallas de pedir "paciencia" hasta que "se conozcan todos los hechos". Pero el hecho es que ¡no hay justificación para dispararle 41 veces a un hombre por ser negro! Fue un asesinato a sangre fría... y punto. Se debe acusar a los agentes de homicidio.
El asesinato de Diallo desencadenó una tormenta de lucha popular y unió a gente de diferentes nacionalidades. Se han formado nuevas coaliciones para reclamar justicia y miles de personas han participado en manifestaciones. Más de mil personas fueron a una vigilia frente a su apartamento a pesar del frío y la lluvia. Un estandarte colgado de una ventana decía: "¿Por qué?". Dos mil se reunieron frente al edificio federal, donde hablaron familiares, líderes religiosos, africanos de varios países, activistas políticos, miembros de Padres Contra la Brutalidad Policial, los abogados Ron Kuby y Norman Siegel (de la ACLU) y políticos. Participaron miembros de los Latin Kings.
Hay mucha indignación. Muchos negros y latinos, de todas las edades, mujeres y hombres, captan que "yo podría ser el próximo". Un vecino de Diallo dijo: "No dispararían tantas veces contra un animal salvaje". Un inmigrante africano, el Dr. Abdoulaye Balde, les dijo a los medios: "Lo mismo nos podría pasar a cualquiera de nosotros. Todos venimos aquí a trabajar. Todos regresamos a casa muy tarde. Ayer lo mataron a él. Hoy me podrían matar a mí". Un negro dijo: "Si permiten que esos agentes salgan impunes, le van a hacer lo mismo a otra persona". Juan González, otro columnista del Daily News, escribió: "¿Y ahora un policía tiene el derecho de abrir fuego contra una persona por cualquier movimiento que le parezca sospechoso?".
Una señora negra de la iglesia bautista Abyssinian dijo: "Me parece que ahora van más allá de atacar a los hombres negros. Ahora están atacando a la negrura. O montamos resistencia o hacemos fila para ser la próxima víctima". En una reunión popular en su iglesia, el Rdo. Calvin Butts dijo: "Estamos furiosos.... Vamos a apoyar con una sola voz toda la oposición a la brutalidad policial". El Centro pro Derechos Constitucionales ofreció defender a todo manifestante arrestado en protestas contra esta injusticia.
Docenas de políticos han expresado públicamente preocupación de que haya disturbios. En Guinea y otros países africanos y del sur de Asia (el padre de Amadou vive en Vietnam) millones de personas están observando lo que pasa en Nueva York. Aboubacar Dione, miembro de la delegación de Guinea a la ONU, dijo: "No entienden por qué los cuatro [policías] siguen libres". Funcionarios del gobierno de Guinea han expresado sus inquietudes al gobierno estadounidense. La familia de Amadou informó que su muerte ha salido por televisión por todo el continente africano y que se están haciendo camisetas para conmemorarlo. Kadiadou Diallo, madre de Amadou, dijo: "Por todas partes, en todos los países, en Togo, están llorando".
Cuando Kadiadou Diallo llegó a Nueva York de Guinea fue directamente a donde mataron a su hijo. Repitiendo su nombre una y otra vez, gritó: "¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?". Más tarde dijo: "Se necesita justicia". El padre de Amadou, Saikou Diallo, llegó de Vietnam. Los dos pasaron la semana visitando a las personas que tocaron la vida de Amadou y los lugares donde vivía y trabajaba.
El alcalde Giuliani les ofreció "ayuda financiera" y los invitó a reunirse con él. Pero rechazaron todas sus ofertas. Un día el alcalde los esperó una hora en el hotel pero no se presentaron. Rechazaron la oferta de escoltas policiales para recorrer la ciudad. Durante una reunión religiosa, una vez más rechazaron una oferta de reunirse con Giuliani y la multitud lo abucheó.
Cuando un reportero del canal de televisión NY1, Dominick Carter, les preguntó por qué no querían hablar con el alcalde, Saikou Diallo dijo: "Cuarenta y un balas a una persona; incluso para matar a un elefante una bala es suficiente.... No podemos reunirnos con él hasta que hayan arrestado a los agentes que mataron a nuestro hijo. Si los arrestan hoy, si van a parar a la cárcel, estaremos dispuestos a reunirnos con él mañana. Nos da mucho pesar ver el cadáver de nuestro hijo y enterarnos de que esos agentes siguen trabajando...".
Kadiadou y Saikou Diallo se sentaron en una bodega de la calle 14 de Manhattan para platicar con los vecinos sobre su hijo. Kadiadou se sentó en la misma silla donde Amadou vendía sus artículos y lloró. Un cajero les contó que todos los días Amadou le urgía no tomar alcohol. El dueño les mostró los videos que vendía. Kadiadou y Saikou le dijeron al New York Times que están orgullosos de que, a pesar de la dificultad de subsistir con unos $20 diarios que ganaba más un poco de ayuda de la familia, era una persona honesta y compasiva. Dijeron que no les molesta toda la publicidad que ha recibido su visita y que los ha fortalecido el apoyo de miles de personas que han participado en reuniones y protestas contra el asesinato de su hijo. En una reunión comunitaria en Harlem, Kadiadou dijo: "Ustedes me han dado la valentía de estar aquí hoy porque han estado de nuestro lado".
Amadou era de una familia acomodada y era el mayor de cuatro hijos. Estudió inglés y computadoras antes de venir a Estados Unidos, donde quería estudiar en la universidad. Pero no le aceptaron su diploma de secundaria de Guinea.
Vendía calcetines y videos en las calles de Manhattan, donde todo mundo lo llamaba Ahmed. Sus compañeros contaron que muchas veces les daba un dólar a los que pedían limosna o a los estudiantes de la prepa que quedaba frente. Un estudiante le dijo al New York Times que Amadou le prestó $43 para pagar sus impuestos.
El 12 de febrero, se celebró una reunión religiosa en el Centro Cultural Islámico. Llegaron más de mil personas: inmigrantes africanos, caribeños, árabes, sudasiáticos y latinos, así como asiáticos y blancos. Una señora que trabaja cerca de donde trabajaba Diallo dijo: "Pasaba por su puesto durante el almuerzo y hablaba con él, veía su radiante sonrisa y amable personalidad, y esta reunión me conmueve mucho".
Muchos no pudieron entrar a la mezquita y se pararon en la acera. Después de la reunión, se oyó un fuerte ruido a un lado del edificio y docenas de jóvenes africanos salieron llevando el ataúd de Amadou. Caminando rápida y desafiantemente, coreaban "¡Allah Akbar!" (Alá es grande). Muchos empezaron a llorar. Encima del ataúd estaba escrito su nombre y las palabras "Cadáver de un mártir de la injusticia y agresión", en árabe.
Poco después del asesinato de Amadou, el alcalde Giuliani dijo: "En esta ciudad se han cometido graves errores en respuesta a rumores, intuiciones y sentimientos. Dejemos que la situación se desenvuelva para que podamos responder a los hechos". Se refería a las rebeliones de Crown Heights, después del asesinato de Gavin Cato en 1991, y de Washington Heights, después del asesinato policial de Kiko García en 1992.
Pero la verdad es que hay una epidemia de brutalidad y asesinatos policiales en Nueva York y por todo el país.
En octubre de 1998 Amnistía Internacional dijo en un informe titulado Rights for All (Derechos para todos): "En Estados Unidos, el problema de la brutalidad policial es persistente y está generalizado en todo el país", y destaca la gravedad de la situación en Nueva York. Giuliani se mofó del informe y el gobierno federal no respondió.
En Nueva York, la campaña de "calidad de vida" de Giuliani busca crear una atmósfera de represión y obediencia a la autoridad. Sobre todo atacan a los chavos negros y latinos, a veces con el pretexto de la guerra contra la droga, las pandillas o la ausencia escolar. Pero también atacan a los destechados, los que reciben welfare, los taxistas, los vendedores ambulantes, manifestantes estudiantiles, los que cruzan en medio de la calle, los que se sientan en más de un asiento del metro, los que bailan rumba en el parque Central, los que andan en bicicletas sin timbre, los que venden frutas y los que vuelan papalotes. Arrestan y hostigan a mucha gente de la clase media por vender obras de arte en la calle o por infracciones de estacionamiento, y a muchos los maltratan. Nada más en 1998 arrestaron a 403.659 personas... ¡casi medio millón!
Han criminalizado a toda una generación. De 1992 a 1996 el DPNY mató a 187 personas, en su mayoría jóvenes negros y latinos. La policía le cae encima a la oposición política al programa de Giuliani. En septiembre, 5000 policías atacaron la Marcha de Un Millón de Jóvenes en Harlem. En octubre, el DPNY atacó el entierro de Matthew Shepard (un estudiante gay asesinado en Wyoming). Además, trató de prohibir las manifestaciones del Día Nacional de Protesta para Parar la Brutalidad Policial, pero fracasó.
Incluso una zona federal de desarrollo urbano en Harlem les ha servido de pretexto para más brutalidad policial. Giuliani dice que la campaña de "calidad de vida" ha creado condiciones favorables para la inversión en la zona porque ha reducido la tasa de crímenes en un 30%. Una señora de Harlem que le compraba videos a Amadou le dijo al OR: "Es una infamia. ¿Vamos a permitir que sigan haciendo eso? ¿Van a salirse con la suya cada vez? Hay que pararlo ya". Fue con su esposo a la mezquita. Cuando le preguntamos al esposo sobre la brutalidad policial, sacudió la cabeza y nos dijo: "Tanta gente, tanta gente. Es una lástima...", pero no pudo continuar. Su esposa tomó la palabra: "Lo golpearon en los testículos, lo tumbaron a golpes, le pegaron en la cabeza". Dijo que hace un par de días la policía los paró cuando regresaban a casa del supermercado. Arrestaron a su esposo porque no tenía licencia. Dijeron que su carro era robado, pero ni siquiera miraron en la computadora.
En muchos barrios negros y latinos hay un reino de terror. Bob Herbert, un columnista del New York Times, escribió sobre Amadou Diallo: "Muchos negros ven en su muerte el último capítulo del cruel y humillante tratamiento que reciben rutinariamente las minorías étnicas a manos de la policía de esta ciudad.... ¿Qué tan horripilante es esta situación? Padres de familia y líderes cívicos enseñan a los niños negros e hispanos a presentar las manos inmediatamente en un encuentro con la policía, como si fueran pequeños criminales. Es para demostrar que no tienen armas y que por eso no los debe balacear a la edad de 10, 15 ó 20 años un policía dispuesto a apretar el gatillo por cualquier motivo.... Muchos neoyorquinos negros creen que viven en un estado policial y que la policía es una amenaza a la vida de sus hijos".
A pesar de la indignación popular y la crítica de muchos políticos, no han arrestado ni suspendido a los asesinos. Cuando a Giuliani lo criticaron por no hablar con la comunidad negra, dijo que no quería "explotar" una tragedia. Por su parte, el comisionado de policía, Howard Safir, se fue a una convención policial en Los Angeles. Giuliani dijo: "No hay crisis ni emergencia y la situación sigue siendo normal". El gobernador dijo que la muerte de Amadou fue una "tragedia horrible" y pidió "determinar los hechos con un mínimo de emoción". En un editorial, el New York Times escribió: "El alcalde Rudolph Giuliani ha dado un buen consejo a los neoyorquinos: no corran a condenar...".
El comisionado mandó examinar las tácticas de la unidad especial que mató a Amadou, más "capacitación" para los agentes y conversaciones diarias sobre el uso de armas de fuego. Pero Patrick E. Kelleher, el primer subcomisionado, dijo que el tratamiento de sospechosos por el DPNY está perfectamente bien. Los agentes que asesinaron a Amadou están negociando condiciones para dar testimonio ante el gran jurado. El gobierno federal envió agentes del FBI para supervisar las entrevistas a testigos por la fiscalía del Bronx. El alcalde y demás funcionarios del gobierno dicen que hay que permitirles a los fiscales cumplir su deber y llegar a una conclusión "imparcial y completa".
No es la primera vez que nos dicen que hay que esperar a que el sistema haga justicia. ¿Con qué resultados? Escasos. Solo han castigado a un puñado de agentes asesinos. Casi todos andan libres. El asesinato de Anthony Báez es un buen ejemplo. El agente Francis Livoti estranguló a Anthony porque su pelota dio en su radiopatrulla. La familia de Anthony libró una intensa lucha y obtuvo una justicia parcial. Al comienzo, el fiscal decidió no acusar a Livoti. Luego, un juez lo absolvió. En un juicio federal, lo condenaron de violar los derechos civiles de Anthony, pero solo lo sentenciaron a siete años y medio de cárcel ¡por robarle la vida a Anthony!
En el mitin frente al edificio federal, Iris Báez dijo: "Estamos aquí con un solo propósito: honrar a nuestro hermano muerto innecesariamente. Lo mataron a sangre fría. Digo esto a todas las madres: Enseñamos a nuestros hijos a respetar la ley y a cuidarse el uno al otro. Pero los tratan así... los matan a sangre fría. Son asesinos y deben pagar".
Después de la tortura y violación de Abner Louima en 1997, se formó una comisión para examinar la brutalidad policial, pero Giuliani rechazó todas sus recomendaciones. El gobierno federal ahora está a cargo del caso, pero no ha juzgado a nadie. Los torturadores de Louima no están trabajando, pero de todos modos reciben su salario. Mucha gente ha entablado quejas por brutalidad policial, pero con pocos resultados. Los padres de jóvenes muertos por la policía casi nunca han logrado que acusen a los asesinos, ni siquiera cuando piden ayuda al gobierno federal.
Miembros de Padres Contra la Brutalidad Policial han participado en todas las protestas y ruedas de prensa para reclamar justicia para Amadou Diallo.
Margarita Rosario, fundadora de Padres Contra la Brutalidad Policial, habló en el mitin frente al palacio de justicia federal: "Pregunto: ¿por qué? ¿Por qué? Why? Why? ¿Por qué continúa esto? A mi hijo, Anthony Rosario, lo balacearon 14 veces en la espalda. A mi sobrino lo balacearon ocho veces en la espalda boca abajo en el suelo Patrick Brosnan y James Crow de la delegación 46, guardaespaldas de Giuliani. Giuliani les ha dado carta blanca para matar. ¡Es un asesino!.... A mi hijo me lo robaron hace cuatro años y todavía me duele. Me duele oír que lo mismo sigue pasando en nuestra comunidad. ¡No debemos tolerarlo más!"
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