Obrero Revolucionario #995, 21 de febrero, 1999
El presidente Clinton y una bola de jefes de estado de todo el mundo fueron al entierro del rey Hussein de Jordania. Lo pusieron por los cielos; dijeron que era un "hombre de paz", un "estadista sabio" y un monarca "benévolo" y "galante", muy querido por su pueblo.
El hecho de que esos imperialistas y reaccionarios alaben a Hussein es una clara indicación de quién era en realidad. Desde los primeros años de su reinado en 1952, fue fiel servidor de las grandes potencias, especialmente de Estados Unidos; colaboró con el estado sionista de Israel y los gobiernos árabes de la región; desencadenó a la policía secreta y a las fuerzas armadas contra la oposición; y cometió muchos crímenes contra el pueblo palestino.
De esos, el más sangriento fue el ataque militar de septiembre de 1970 contra campos de guerrilleros palestinos. Miles de palestinos murieron en el ataque, que hoy se recuerda como "Septiembre Negro".
La historia de Septiembre Negro muestra cómo fue en realidad este "benévolo" y "pacífico" rey.
Antes de septiembre de 1970, los palestinos y toda la región vivieron une época muy convulsa. En la guerra de junio de 1967, Israel derrotó a los ejércitos de varios países árabes y le arrebató Cisjordania (la orilla occidental del río Jordán) a Jordania. Centenares de miles de palestinos huyeron de Cisjordania a Jordania y otros países vecinos.
Karameh, un pueblo a 5 km del río Jordán, comenzó como un puñado de carpas de refugiados palestinos en 1950. Lo bautizaron "Karameh", que significa "dignidad" en árabe. Con los nuevos refugiados la población se duplicó, a 40.000 habitantes.
Fatah, la principal organización de la resistencia palestina en esa época, lo escogió como base. Ese grupo comenzó a librar lucha armada contra Israel en 1965. Los comandos de Fatah y otros grupos realizaban operativos sorpresa al otro lado de la frontera desde Karameh y otros pueblos y aldeas del río Jordán.
Israel respondió con salvajes represalias. En noviembre de 1967, por ejemplo, bombardeó a Karameh con precisión mortífera: atacó a los niños cuando salían de la escuela y soltó bombas de fragmentación antipersonal en la calle central. Murieron 14 civiles y la mayor parte del pueblo quedó arrasada, pero sus moradores salieron de los escombros y lo reconstruyeron.
En marzo de 1968, los combatientes de Karameh se enteraron de que Israel planeaba un ataque de gran envergadura contra la base. Los dirigentes de Fatah decidieron que la situación demandaba trabar combate con el ejército israelí. La derrota de junio de 1967 sembró desmoralización entre los palestinos. Plantársele a las tropas israelíes, con buenos resultados, volvería a galvanizar la resistencia. Como dijo un comandante después de la batalla: "Fuimos nosotros los que decidimos asumir la responsabilidad de ofrecerles resistencia a los israelíes en Karameh. Lo decidimos a pesar de que todas las reglas de la guerra de guerrillas dicen que uno no debe parar y combatir con un ejército convencional que tiene artillería y aviones. Pero por nuestra propia supervivencia y éxito, era esencial romper todas las reglas esta vez".
El ataque comenzó en la madrugada del 21 de marzo. Israel mandó casi una división entera del ejército, unos 15.000 soldados. Con arrogancia, sus comandantes esperaban aniquilar la plaza fuerte de los fedayin (combatientes palestinos) y penetrar más al interior de Jordania.
Pero tropezaron con una fuerte resistencia. A pesar de la superioridad de armas y la mayor cantidad de efectivos de la fuerza invasora israelí, los fedayin lucharon con resolución. Después de la batalla, un guerrillero de 22 años dijo: "En Karameh, los israelíes tenían tanques y aviones; trataban de aplastar a los fedayin. Nosotros, por nuestra parte, apostamos nuestras fuerzas lo mejor que pudimos y le disparamos al enemigo; tomamos parte en ese combate de las 5 de la mañana a las 10 de la noche.... Muchos de nuestros combatientes que se quedaron sin municiones se amarraron explosivos al cuerpo y se lanzaron debajo de un tanque. El primer mártir que hizo eso fue Rarbi; se echó debajo de un tanque. Yo lo conocía bien. Atacamos ese día para borrar el recuerdo de junio de 1967".
La batalla de Karameh fue una victoria política que electrizó la resistencia palestina y, en un sentido importante, también fue una victoria militar. Los comandantes israelíes no estaban preparados para la feroz resistencia que encontraron y, como resultado, sufrieron pérdidas numerosas. No lograron darle un golpe mortal a los fedayin ni apoderarse de otro trozo de Jordania. Por su parte, aunque los fedayin perdieron la mitad de sus combatientes, no fueron corridos del valle y fortalecieron su posición.
Pero el aspecto decisivo fue el impacto político: electrizó a los palestinos y a todo el pueblo árabe. Menos de un año después de su victoria "relámpago" en la guerra de junio, Israel sufrió una derrota a manos de unos centenares de combatientes palestinos.
Fue un punto de viraje importante para la resistencia palestina. Fue como si la lucha palestina, a quien muchos daban por muerta y quemada para siempre en las llamas de junio de 1967, se alzara otra vez, como el ave fénix, de sus cenizas. El prestigio mundial de los fedayin aumentó enormemente. Miles de jóvenes árabes--palestinos y de otros países, hombres y mujeres--afluyeron a los campos de entrenamiento. Llegaron más voluntarios de los que era posible entrenar y armar. Allí el Libro Rojo de Mao Tsetung era muy popular.
Después de Karameh, los operativos de los fedayin en la zona fronteriza aumentaron mucho. A comienzos de 1969, había unos 15.000 fedayin en Jordania.
El reino hachemita de Jordania fue una creación artificial del imperio británico después de la I Guerra Mundial en tierras de Palestina. La mayoría de sus "súbditos" eran palestinos, que no apoyaban a Hussein. Este dependía del apoyo del ejército, con su leal núcleo beduino. Para pagar y armar al ejército, contaba con la ayuda económica y militar de Estados Unidos. Washington costeaba la mitad del presupuesto gubernamental y, a partir de 1957, Hussein recibió fondos personales de la CIA.
Pero con la derrota de junio de 1967 ante Israel y el crecimiento de la resistencia palestina, Hussein se encontraba débil. Los combatientes de la Organización de Liberación Palestina (OLP) controlaban muchos pueblos y aldeas, y la capital, Amman, así que había un "poder dual" en el país. Más tarde, Hussein diría: "Amman era un campo de batalla. Los militares no podían entrar en la ciudad en uniforme; si lo hacían, la OLP les abría fuego. Hice lo que podía, pero a mí me emboscaron dos veces y casi pierdo el control. El alto mando de las fuerzas armadas perdió confianza en mí...". Los combatientes palestinos recorrían todo la ciudad en camiones, blandiendo armas y coreando consignas revolucionarias.
Hussein se oponía firmemente a los operativos de los fedayin al otro lado de la frontera y hubo una serie de choques entre la guerrilla y el ejército jordano. Pero a Hussein le faltaba la fuerza política necesaria para oponerse abiertamente a los fedayin cuando galvanizaban al mundo árabe. Incluso dijo "Todos somos fedayin" y otras declaraciones por el estilo. Pero siguió preparándose para el día en que pudiera ahogar a la resistencia palestina en sangre y sacar a la OLP de Jordania.
Durante ese tiempo se debatió ardientemente en el movimiento palestino si se debían aprovechar o no las circunstancias favorables para entrarle a la lucha armada para destronar al rey. La dirección de Fatah, el grupo dominante, estaba a favor de la conciliación con Hussein y de "trabajar dentro del sistema" para no poner en peligro la posición de la OLP en Jordania. Pero el problema era que mientras Hussein permaneciera en el poder, no se podía considerar a Jordania una base "segura" para librar la lucha revolucionaria de liberación nacional. O Hussein le "daba duro" a la revolución o la revolución le "daba duro" a él.
A fines de 1969, Washington propuso el "Plan Rogers": ofrecía a Jordania y Egipto recuperar una parte del territorio ocupado si firmaban un "tratado de paz" con Israel y rechazaban completamente las demandas del pueblo palestino. Hussein quería endosar el Plan Rogers, pero la radicalización de la población se lo impidió. En abril de 1970, el subsecretario de Estado anunció que iba a Jordania para promover el "plan de paz", pero tuvo que cancelar la visita porque los palestinos quemaron un centro de información yanqui y atacaron la embajada en Amman.
Hussein comenzó a colaborar directamente con Washington e Israel para aplastar a los palestinos. Según un relato sacado del diario de Abba Eban, ex ministro del Exterior de Israel: "El 4 de febrero de 1970... Hussein, por medio de la embajada de Estados Unidos en Tel Aviv, le comunicó al ministro del Exterior Abba Eban lo que probablemente le hubiera parecido una solicitud sin precedente. Le pidió que Israel no aprovechara el hecho de que las fuerzas militares jordanas estaban ocupadas combatiendo a los palestinos que querían derrocar su gobierno.... Además, pidió ayuda de los servicios de inteligencia de las IDF (Fuerzas de Defensa Israelíes) en caso de que fuerzas extanjeras, refiriéndose a Siria, invadieran Jordania.... Este es apenas un ejemplo específico de la cooperación entre Israel y Jordania. La lista de líderes políticos y militares israelíes que se han reunido con el rey es extensa".
A Washington le preocupaba la estabilidad del reino. Henry Kissinger, el asesor de seguridad nacional de Richard Nixon, escribió en su libro White House Years: "Para nosotros era de gran importancia la supervivencia de Hussein.... era importante demostrar que la amistad con el Occidente y una política exterior moderada serían recompensadas con apoyo efectivo de Estados Unidos. Era necesario contrarrestar la radicalización del Oriente Medio...".
Kissinger mandó estudiar "las consecuencias operativas de un compromiso militar de largo plazo en Jordania". Desplegaron al portaaviones Independence y seis destructores a la costa del Líbano, y pusieron en alerta a seis transportadores C-130 en una base aérea de Turquía, y a tropas en Estados Unidos y Alemania.
El 29 de agosto de 1970, Hussein aceptó oficialmente el Plan Rogers. El 13 de septiembre, ordenó a los fedayin entregar las armas. Los palestinos convocaron una huelga general y pidieron participación en el gobierno de representantes de los fedayin. El 16, Hussein anunció la formación de un gobierno militar e impuso la ley marcial.
El 17 de septiembre, el Consejo de Seguridad Nacional entró en alerta en Washington. Kissinger, acompañado por los jefes del Departamento de Defensa, la CIA y el alto mando de las fuerzas armadas, se reunió con los embajadores de Israel y Jordania. Israel estaba listo para intervenir en Jordania en caso de que Hussein no lograra derrotar a la guerrilla o para repeler una invasión siria.
En Jordania, los tanques rodearon los campos palestinos en Amman y sus alrededores a las 5 a.m. El ejército puso un toque de queda y mató a los que encontró en la calle. Los tanques abrieron fuego y cogieron por sorpresa a la guerrilla. El diario de batalla de un guerrillero palestino atrapado en el ataque cuenta lo que sucedió:
"Luego ocurrió algo inesperado. Los cañones de los tanques dispararon contra las viviendas de una manera totalmente innecesaria. De manera salvaje, sin discriminar entre las viviendas y las oficinas de comando. Fue muy asustador. Quedamos paralizados, viendo las casas desmoronarse repentinamente y los pequeños artículos privados de la gente en las inesperadas ruinas...".
Luego las fuerzas aéreas jordanas (equipadas por Estados Unidos) soltaron bombas de gelatina incendiaria (napalm) contra los campamentos. Se prendieron incendios incontrolables. Los que escaparon de los campos se toparon con un cordón de acero y fueron ejecutados inmediatamente.
Un informe sobre la batalla relata la heroica resistencia de los fedayin: "Cuando los tanques avanzaban, seguidos por la infantería, les abrían fuego los fedayin. Los tanques respondían con una fuerza devastadora. El ruido entre los edificios de piedra era ensordecedor. En el sofocante aire matinal, el polvo creado por los tanques cubría a las tripulaciones mientras buscaban blancos.... Por su parte, los fedayin contraatacaban con fiereza, defendiendo cada centímetro del campo. Contaban con muchas municiones y sus misiles antitanques hacían avanzar con cuidado a los tanques.... Llegaron más y más soldados.... Después de 15 horas de combate constante, los fedayin seguían luchando".
Pero la OLP no estaba preparada política ni militarmente para el salvaje y repentino ataque de Hussein. Muchos creían que Hussein, como temía crear divisiones en el ejército, no se atrevería a lanzar un ataque.
Los palestinos lucharon 11 días contra los incesantes ataques. En la última anotación de su diario, un guerrillero palestino escribió: "Temo que por lo menos aquí este es el fin. Veo únicamente que todos prefieren morir luchando. Hay muerte en cada centímetro de los campos de refugiados de Hussein, así como sed y hambre.... Ahora nuestros hombres luchan contra el hambre en las primeras líneas, contra el hambre y los tanques...".
Después de la batalla, los sobrevivientes salieron de los campos. En las calles de Amman, entre los cadáveres y edificios destruidos, encontraron miles de cajas de municiones con las palabras "Made in U.S.A.".
En Septiembre Negro murieron 5000 palestinos y quedaron 20.000 heridos. El ejército de Hussein siguió atacando a los fedayin durante todo 1971. En julio, atacó la última base importante en el bosque de Ajloum. Una fuerza de 1800 guerrilleros opuso una heroica resistencia de cuatro días; después de 96 horas de bombardeos de artillería y gelatina incendiaria, solo sobrevivieron 50 combatientes. El cadáver de Abu Ali Iyad, un popular comandante militar de Fatah, fue arrastrado por un tanque por los pueblos cercanos como símbolo de la "muerte de la resistencia".
Después de Septiembre Negro, Washington le envió más armas y pertrechos militares (y $35 millones de ayuda de emergencia) a Hussein.
En los últimos años, el rey Hussein desempeñó un papel central en el "proceso de paz" del Oriente Medio dirigido por Estados Unidos: una "paz" cuya meta es proteger los intereses imperialistas en la región y de ninguna manera ayuda al pueblo palestino.
Los palestinos que sueñan con una auténtica liberación nacional recordarán a Hussein como un lacayo de los imperialistas, un colaborador de los sionistas y un asesino. Fue el sangriento rey de Septiembre Negro.
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