Obrero Revolucionario #997, 7 de marzo, 1999
Viento y lluvia despiden a la primavera que parte, la nieve que revuela, saluda su retorno.
Sobre el peñasco, donde inmensos carámbanos imperan,
se abre todavía una flor llena de gracia.
Llena de gracia, mas no pretende para sí la primavera,
se contenta con anunciar su presencia.
Cuando las flores de la montaña se abren plenamente,
se la encontrará en medio de todas ellas riendo.
"Oda a la flor del ciruelo", Mao Tsetung |
Por todo el mundo, roban, explotan, maltratan y descartan a las mujeres. Donde la opresión es intolerable, la situación de la mujer es la más intolerable. Pero la opresión engendra resistencia y la estamos viendo crecer. El 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, invitamos a celebrar con los revolucionarios proletarios del mundo entero el papel de la mujer en nuestra lucha, así como nuestra resolución de acabar con todas las desigualdades y con la opresión de la mujer.
Esa resolución se destaca en las heroicas compañeras que, armas en mano, combaten en las guerras populares dirigidas por partidos maoístas del Movimiento Revolucionario Internacionalista en Perú y Nepal, en la guerra popular maoísta de Filipinas, y donde quiera que el pueblo se prepara para el día en que sea posible tumbar a los opresores.
El porte de estas compañeras es impresionante. Aunque son jovencitas, en el rostro llevan años de penuria y pobreza. La resolución se les ve en la actitud con que empuñan el fusil, la confianza con que lo portan. El optimismo se les ve en los ojos y al caminar con la frente levantada.
Esas mujeres impactan, quiérase o no, pero el impacto es distinto para el opresor y el oprimido. Los opresores sienten temor y pánico. Dicen: "¿Cómo así? La mujer no debe portarse así. No es femenino. Es una abominación. ¡Mujeres armadas! Enarbolan el maoísmo. Fanáticas. Ponen en peligro nuestro poder. Es malo para los negocios".
Pero para los oprimidos y la gente trabajadora de todas partes, esas mujeres revolucionarias son una inspiración. Para los que vivimos en los barrios pobres y ghettos de Los Angeles, Nueva York, Chicago, son parte de nosotros; son como nosotros; somos de la misma sangre, sudamos y lloramos igual. Estamos en la misma lucha, no solo para sobrevivir sino para forjar un nuevo amanecer revolucionario.
Ellas están alumbrando el camino al futuro brillante, en el que no habrá ni ricos ni pobres y en el que a las mujeres no se las tratará como a los perros. Ellas son prueba de que el futuro pertenece a los desposeídos. Nos retan y nos animan a atizar la lucha por la revolución en todo rincón del mundo.
La liberación de los pobres y explotados del mundo está completamente ligada a la liberación de la mujer de toda dominación y opresión machista, y viceversa; no puede haber el uno sin el otro.
Bob Avakian, "Por qué solo la revolución proletaria puede liberar a la mujer" |
Los comunistas revolucionarios estamos absolutamente comprometidos a la emancipación de la mujer. La lucha contra la opresión de la mujer forma parte integral de nuestro programa, estrategia y metas. La revolución comunista no ve en la mujer solo soldados para abonar sus filas; la incorporación de la mujer es esencial para la clase de revolución que estamos librando, una revolución para acabar con toda la opresión.
Sabemos que la opresión de la mujer surgió cuando la sociedad se dividió en clases. La participación de la mujer en la lucha revolucionaria ataca todas las relaciones sociales de opresión derivadas de la sociedad dividida en clases.
La opresión de la mujer se remonta miles de años. La sociedad moderna se basa en la propiedad burguesa, en el predominio de las clases ricas de propietarios. Hoy, la mayoría de la gente trabaja para enriquecer a un puñado, y los países imperialistas dominan naciones y pueblos. El sistema capitalista/imperialista ha puesto al día, refinado y empeorado el sistema de dominación masculina, o sea el patriarcado. Por todo el planeta el sistema imperialista ha combinado costumbres viejas con formas modernas de explotación para crear una pesadilla.
Tanto en los países imperialistas como en los del tercer mundo, la opresión de la mujer está ligada con miles de lazos a la maquinaria del sistema imperialista. Por un lado, el sistema mina las relaciones familiares tradicionales y, por otro lado, impone y refuerza el machismo.
Al acercarse el año 2000, nos encontramos ante la "feminización de la mano de obra"; miles de mujeres trabajan en la fábricas de la nueva economía globalizada. Estamos ante la "feminización de la pobreza". Igualmente estamos ante el "apartheid del género", como en Afganistán e Irán, donde a la mujer se le somete a las más crueles formas de opresión patriarcal. Aquí, en Estados Unidos, confrontamos las guerras culturales y a los enemigos del aborto y abanderados de los valores familiares tradicionales.
¡ROMPER LAS CADENAS! quiere decir: tumbemos el sistema imperialista capitalista y acabemos con todos sus medios para sofocar y explotar a las mujeres del mundo.
"Una vez más, el desarrollo de la Guerra Popular en Nepal está demostrando lo que ya se ha demostrado en el Perú y en otros movimientos revolucionarios: el formidable desencadenamiento del potencial revolucionario de la mujer como una fuerza poderosa para la revolución. En estos dos países, las masas de mujeres pobres, especialmente de los campesinos pobres, los cuales en ambas sociedades constituyen la principal fuerza revolucionaria dirigida por el proletariado, han asombrado a muchos observadores por su masiva efusión de apoyo a la causa revolucionaria. Ejemplo tras ejemplo demuestra que los oprimidos de ayer se están convirtiendo en los sepultureros de los reaccionarios y en constructores del futuro a medida que las mujeres se unan a la revolución en todas las esferas de la actividad, participando en las unidades guerrilleras o como dirigentas de las organizaciones de masas y miembros y dirigentas del propio partido de vanguardia".
"Mujeres como esclavas: ¡Nunca más!", Un Mundo Que Ganar, No. 24 |
¿Por qué se incorporan masivamente las mujeres a esas revoluciones? Porque les encanta la idea de destruir la estructura de poder y construir en su lugar una nueva sociedad. Les gusta que la lucha apunte a arrancar de raíz el sistema clasista que considera a la mujer inferior a prácticamente toda persona, lugar u objeto. No confían en míseras reformas y no quieren vivir ni morir de rodillas.
Saben que si entran a la guerra popular no las van a violar los soldados revolucionarios; que no las van a humillar ni degradar por ser pobres y por no tener estudios; que no las descartarán por ser mujeres. Saben que las recibirán con los brazos abiertos, que aprenderán la ciencia de la revolución y que podrán armarse. Llegarán a ser dirigentes y combatientes seguras de sí mismas, y lucharán contra el sistema que las ha oprimido desde el día que nacieron.
Con sus compañeros, están luchando por el nuevo poder. El poder para construir una nueva sociedad dirigida por el proletariado, la clase explotada que no posee nada y no tiene nada que perder más que sus cadenas. El poder para romper las cadenas que oprimen a la mujer, para transformar las ideas machistas y conseguir que los compañeros dejen de hacer sufrir a las compañeras y que las traten con igualdad. El poder para que los explotados y oprimidos manejen la sociedad y la transformen de pe a pa.
Este Día Internacional de la Mujer, todos los que sueñan con una sociedad sin opresión deben sentirse orgullosos de las mujeres revolucionarias que están en las primeras filas de la revolución proletaria. Están luchando unidas a nuestras luchas contra el sistema para acabar con toda la opresión y para construir un futuro brillante para toda la humanidad.
¡Romper las cadenas! ¡Desencadenar la furia de la mujer como fuerza poderosa para la revolución!
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