Obrero Revolucionario #1010, 13 de junio, 1999
Las autoridades han acusado a cinco presos--entre ellos los presos políticos conocidos como los 3 de Angola--de liderear una huelga de hambre en el penal de Angola en Louisiana. El 3 de mayo, los presos de la CCR (la unidad de seguridad máxima y aislamiento donde meten a los presos "peligrosos" y a los condenados a muerte) iniciaron una huelga de hambre contra las pésimas condiciones en que los tienen.
La mayoría de los presos de la CCR (66 hombres) se negaron a comer, mirar televisión o salir de sus celdas por dos días. Al tercer día, levantaron la huelga de hambre porque les dijeron que el alcaide iba a reunirse con sus representantes. Luego los guardias sacaron a cuatro presos de sus celdas pero en lugar de llevarlos a la reunión les rociaron gas y los llevaron a Camp J, el terrible pabellón de castigo. Dos días después, condenaron a cuatro presos--Herman "Hooks" Wallace, Robert King Wilkerson, David Carr y Barbette Williams--de "incitar a una huelga de hambre" y los sentenciaron de uno a tres años en el pabellón de castigo. A otro preso, Albert Woodfox, lo acusaron del mismo delito y lo metieron en "la mazmorra" de la CCR.
El OR habló con Malik Rahim, ex Pantera Negra, quien estuvo preso con Herman Wallace en el penal de Parish, Nueva Orleans, en 1970 y actualmente participa en el Comité de Apoyo a los 3 de Angola. Malik nos platicó del Camp J: "Es el pabellón de castigo. Ahí los guardias atacan a los presos todo el tiempo; les rocían gas. Además, prohíben ir a la biblioteca, donde están los libros de derecho. No les permiten tener una máquina de escribir para escribir memoriales. Casi no los dejan hablar por teléfono".
Al llegar al Camp J, reiniciaron la huelga de hambre. El 16 de mayo, llevaron a Barbette Williams de urgencia a un hospital de Baton Rouge; llevaba casi dos semanas sin comer. No han informado sobre su salud. El hospital dijo que estaba "estable". Los presos creen que sufrió un ataque cardíaco. Malik le dijo al OR: "En realidad, no sabemos cómo está". Los demás presos levantaron la huelga cuando internaron a Barbette.
Malik Rahim le dijo al OR: "Es importante que se entienda por qué Albert y sus compañeros han pasado los últimos 27 años en aislamiento y por qué ahora quieren matarlos".
En 1971, Albert Woodfox y Herman Wallace formaron un capítulo del Partido Pantera Negra en la cárcel de Angola. Woodfox se integró al Partido en Nueva York, donde había ido al escaparse en 1969. Wallace se integró en la cárcel Parish de Nueva Orleans, donde estuvo preso con los presos políticos conocidos como "los 12 Panteras de Nueva Orleans".
Los Panteras de Angola lucharon contra las autoridades y bregaron por cambiar aspectos de las relaciones sociales que impedían la unidad de los presos y facilitaban el trabajo sucio de los guardias. Se jugaron la vida para defender a sus compañeros presos contra la violación, prostitución y esclavitud sexual que prevalecían en la cárcel. Albert Woodfox escribió: "No tenía caso quejarse con las autoridades, pues toleraban esa clase de actividades. Es más, se beneficiaban de ellas: recibían dinero y componendas. Incluso los mismos guardias participaban en las violaciones".
Por otra parte, los Panteras de Angola forjaron unidad entre negros y blancos, y lucharon por eliminar las divisiones que los oficiales y guardias sembraban. Era una tarea difícil dado que estaban segregados para comer, dormir y trabajar; además, los blancos tenían una situación mejor, los mejores trabajos, etc. Asimismo, los Panteras condenaron la corrupción de los guardias, por ejemplo, acaparar y vender alimentos que los presos cultivaban para el autoconsumo.
Las autoridades reprimieron a los Panteras: zamparon a los luchadores a las unidades de aislamiento. Un subalcaide testificó acerca del peligro de "cierta clase de preso combativo o revolucionario, incluso comunista". El alcaide sostenía que había que mantenerlos en aislamiento total. Albert Woodfox y Herman Wallace afirman que los acusaron y condenaron al aislamiento por sus actividades revolucionarias. Woodfox dijo: "El hecho de que no nos podían quebrar a mí ni a Herman Wallace, que no podían moldear nuestras creencias y convicciones políticas, ese hecho fue motivo de mantenernos en la CCR".
El 17 de abril de 1972, encontraron el cadáver del guardia blanco Brent Miller en un dormitorio de la prisión. Las autoridades acusaron de homicidio a cuatro dirigentes de los Panteras de Angola, entre ellos Woodfox y Wallace. El único "testigo" era el preso Hezekiah Brown, quien recibió favores a cambio de su testimonio: el alcaide le dio una caja de cigarrillos cada semana y, posteriormente, arregló que recibiera clemencia. No había pruebas contra los acusados; además, una huella sangrienta encontrada en el lugar de los hechos no era suya.
Juzgaron a Albert Woodfox primero. Un jurado de puros blancos lo condenó. En el juicio de los demás acusados, uno se declaró culpable a cambio de una condena más corta. Otro acusado, Gilbert Montegut, comprobó que no estaba en el lugar de los hechos. (C. Murray Henderson, el alcaide de Angola en ese entonces, reconoce en su autobiografía que acusaron falsamente a Montegut por su militancia.) Condenaron a Herman Wallace.
Wallace y Woodfox han pasado los últimos 27 años en aislamiento al igual que Robert King Wilkerson, otro Pantera de Angola condenado por el homicidio de un violador en un juicio muy chueco. Wallace y Woodfox afirman que las autoridades tenían a Wilkerson en las miras y que lo hubieran acusado del homicidio de Miller, pero no podían porque estaba en el tribunal en el momento del incidente. Por eso, se llaman los 3 de Angola y plantean la lucha por justicia para los tres. A través de los años han seguido en la lucha a pesar de circunstancias muy difíciles. Han ayudado a centenares de presos con sus apelaciones. En noviembre pasado, Herman Wallace organizó a los condenados a muerte a firmar una petición de apoyo para Mumia Abu-Jamal.
Dos hechos suscitaron una nueva ola de resistencia en la cárcel de Angola. Primero, le concedieron un nuevo juicio a Albert Woodfox; en 1992, anularon su condena porque habían excluido a negros y mujeres del jurado. Albert pidió que se trasladara el juicio a otro distrito; las autoridades escogieron un sitio que les convenía: Amite, un pequeño pueblo a una hora de Baton Rouge, donde viven muchos familiares del guardia difunto y donde está enterrado. Además, la zona es un baluarte del Ku Klux Klan y conocida por ataques incendiarios a iglesias negras. Para colmo, el nuevo jurado constaba de diez blancos y dos afroamericanos.
Según Malik Rahim, el juicio de Albert fue una farsa: "Un defensor de pobres y un abogado nombrado por la corte contra el subfiscal general del estado, algo parecido a un partido de basket con un chavo de prepa de alero contra Michael Jordan. Fue una burla. La prueba central fue el testimonio de un violador difunto, o sea, su testimonio del primer juicio donde dijo que vio a Albert y los demás matar a la víctima. Pero no hablaron de los favores y todo que recibió a cambio de su testimonio.... Nos enteramos después de que el abogado nombrado por la corte trabaja en una dependencia que recibe el 60% de su financiamiento del Departamento de Correcciones. Había muchas cosas por el estilo.
"En el momento de llevar a Albert al juzgado, esposado y con grilletes, el hermano de Brett Miller lo agredió: lo maldijo y lo amenazó de muerte; dijo que estaba dispuesto a morir para que Albert no saliera en libertad. Los guardias no intervinieron. En el juicio, el fiscal dijo que el Partido Pantera Negra era una organización racista que odiaba a los blancos y, por eso, Albert mató a Brett Miller. No tenían pruebas salvo el testimonio del violador Hezekiah Brown. Dijo que mataron a Brett Miller en la cama de Albert; sin embargo, la cama estaba limpia, no tenía sangre. Se sostenía que Albert, Hooks y Gilbert Montegut lo apuñalaron 32 veces, pero no había sangre. Las huellas que encontraron no eran de ellos. Los abogados no hicieron nada. Varios testigos blancos se ofrecieron para testificar que el Partido no era racista, pero los abogados no los llamaron a comparecer. El juicio duró menos de seis horas". Lo sentenciaron el 23 de febrero de 1999 a cadena perpetua sin posibilidad de salir bajo libertad condicional.
Por esa época, el gobierno federal, decidió suspender la supervisión de Angola. Malik nos explicó: "De 1972 a 1975, 40 reclusos de Angola murieron apuñalados y 300 fueron heridos. Angola tenía fama de ser la cárcel más sangrienta del país. Las pandillas tenían carta blanca para aplastar al Partido Pantera Negra, para asesinar a cualquier militante. Los guardias organizaban peleas para que los reclusos mataran a los Panteras. Muchas de las víctimas de esos años eran Panteras y sus partidarios. Por eso, sé que las autoridades son capaces de todo. A fines de 1974, principios de 1975, los presos demandaron a las autoridades por violar sus derechos humanos y el gobierno federal tomó cartas en el asunto. Declaró estado de emergencia en la prisión y a partir de 1975, supervisó la cárcel. En febrero del presente, eso se suprimió y por primera vez en 30 años, el gobierno estatal volvió a llevar la batuta".
Malik agregó: "Lo primero que hicieron fue mandar a la policía del campo de castigo--Camp J--a la CCR, donde están recluidos Woodfox, Wallace y Wilkerson. Esos guardias llevan mucho tiempo trabajando en Angola. Sus antepasados eran los capataces de la plantación. Se encargaron de Albert y sus compañeros: los cambiaron de celda varias veces; de repente eran tan `peligrosos' que tenían que ir a la regadera y al teléfono en grilletes. Así les advirtieron que podían esperar esa clase de humillaciones".
Una declaración de prensa del Comité de Apoyo a los 3 de Angola describe los atropellos de los últimos tres meses: "Su correspondencia se pierde, se destruye o demora mucho... no pueden conseguir repuestos para los radios y máquinas de escribir. Hasta limitan sus horas de ejercicio. Tres veces a la semana los presos de la CCR tenían la opción de pasar una hora en el patio, pero ahora les están quitando ese derecho elemental".
En una carta que escribió antes de iniciar la huelga de hambre, Albert Woodfox explicó la importancia de luchar contra los ataques: "Sabíamos que tarde o temprano las autoridades tratarían de quitarnos los pocos privilegios que hemos ganado. ¿Cómo debemos responder? Si no hacemos nada, seguramente nos quitarán otros privilegios...". Malik le dijo al OR: "Su objetivo es asegurar que no puedan entablar una apelación, que pasen el resto de la vida entre rejas, o sea, que sigan presos hasta que los maten. Por eso, los trasladaron a Camp J".
A Herman Wallace le urge entablar una apelación; de no hacerlo en un plazo de siete meses, perderá el derecho a un nuevo juicio. En Camp J los presos no pueden ir a la biblioteca, donde están los libros de derecho, ni les permiten tener una máquina de escribir para escribir memoriales.
Malik nos dijo: "Si no se hace algo este año, van a acabar como George Jackson, es decir, las autoridades organizarán un motín como pretexto para matarlos". Agregó: "Ya están moviéndose"; últimamente, las autoridades han inventado pruebas contra Albert y Herman en varias ocasiones.
Una declaración del Comité de Apoyo a los 3 de Angola exhorta a: "Ponerse en contacto con las autoridades de Louisiana para que sepan que mucha gente está preocupada por la situación. Los compañeros estuvieron en huelga de hambre por dos semanas. Todos son mayores de 50 años; Wallace, Woodfox y Wilkerson han pasado 27 años en aislamiento. Están arriesgando la vida y necesitan nuestro apoyo. Hay que exigir que anulen las acusaciones contra los participantes de la huelga de hambre y que los trasladen del Camp J".
Escribir a:
Governor Mike Foster
PO Box 94044
Baton Rouge, LA 70804
teléfono: (225) 342-7015 fax: (225) 342-7099
Warden Burl Cain
Louisiana State Penitentiary
Angola, LA 70712
teléfono: (225) 655-4411 fax: (225) 655-2319
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