Obrero Revolucionario #1010, 13 de junio, 1999
El estado sionista de Israel tiene un nuevo primer ministro: Ehud Barak. Su victoria sobre Benjamín Netanyahu en las elecciones del 17 de mayo fue "arrolladora"... y Made in U.S.A. El presidente Clinton le mandó sus tres principales asesores de campaña. Washington recibió la noticia de la victoria de Barak con "júbilo", según informes del periódico New York Times.
Barak recibió la bendición de Estados Unidos porque prometió reavivar el "proceso de paz", otro producto Made in U.S.A. (Barak también prometió retirar las tropas israelíes del sur del Líbano.) Durante el gobierno de Netanyahu, las negociaciones entre Israel y la Autoridad Palestina de Yasir Arafat se estancaron, lo cual creó una situación peligrosa a los ojos de Estados Unidos, pues la creciente frustración y furia del pueblo palestino puede prender un nuevo repunte de lucha popular. Barak cuadra más con el programa imperialista yanqui para la región, un programa que llevará más opresión y más injusticia al pueblo palestino.
Es muy ilustrativo examinar la trayectoria de Barak. Fue militar 36 años y de 1991 a 1995 fue jefe del estado mayor del ejército. Durante muchos años, fue comandante de las fuerzas especiales que realizan operativos de comandos y de asesinato de palestinos; mejor dicho, comandó el principal escuadrón de la muerte del ejército israelí.
Seguramente los archivos secretos del gobierno israelí documentan incontables crímenes cometidos bajo la dirección de Barak. Se sabe que organizó un operativo de asesinato en 1973 contra tres líderes de la Organización de Liberación Palestina (OLP) en Beirut, Líbano. En 1988, dirigió el asesinato del líder de la OLP Khalil al-Wazir (Abu Jihad) en Túnez (donde la OLP tenía su cuartel general): Barak supervisó desde un barco en el mar Mediterráneo a los comandos israelíes que acribillaron a al-Wazir. Como recuerdo, lo grabaron en video para sus jefes en Israel. El objetivo fue asestarle un golpe a la intifada, la rebelión palestina que estaba estremeciendo al mundo en ese tiempo.
El ejército israelí atacó con saña a la intifada: disparaba balas de goma (y a veces balas de metal) contra los manifestantes y le rompía los huesos de las manos a los jóvenes que tiraban piedras. En 1997, la agencia noticiera Reuters informó: "Fuentes castrenses dicen que Barak ideó muchas de las tácticas para combatir el levantamiento palestino". En 1995, Barak renunció a las Fuerzas Armadas y entró al Partido Laborista. Según el artículo de Reuters: "Poco antes de renunciar, Barak orgullosamente se atribuyó la muerte de 10 de los 12 guerrilleros más buscados y juró que sus fuerzas capturarían a los demás".
No cabe duda de que Barak ha sido un verdugo de los palestinos. Para la clase dominante de Estados Unidos, al igual que la de Israel, precisamente esa experiencia militar lo habilita para ser jefe del estado israelí. La élite de Israel tiene fuertes divisiones intestinas, que salieron a la superficie en 1995 con el asesinato del primer ministro Yitzhak Rabin (el mentor de Barak). Barak tiene una imagen de militar duro pro paz: alguien que apoya el "proceso de paz" pero que, al mismo tiempo, defenderá la seguridad de Israel. Por eso, los imperialistas yanquis esperan que pueda suavizar las divergencias entre los políticos israelíes.
A Arafat y la Autoridad Palestina también les gustó la elección de Barak porque son lacayos de los opresores yanquis e israelíes y han vendido los intereses del pueblo palestino.
Arafat dice que las negociaciones con Israel (dirigidas desde Washington) llevarán finalmente a la creación de un estado palestino. Es posible que en algún momento Estados Unidos e Israel permitan la formación de un dizque "estado palestino". Sin embargo, eso no implicaría ni auténtica independencia ni soberanía para el pueblo palestino. Al contrario, obedecería a la necesidad yanqui de suprimir la justa lucha de los palestinos y proteger el estado de Israel para fortalecer su control de toda la región.
El "proceso de paz" estipula que Israel ha de transferir un 40% del territorio de la Cisjordania ocupada al control completo o parcial de la Autoridad Palestina. Sin embargo, incluso si Israel cumple, el pueblo palestino seguiría rodeado por un estado opresor, hostil y armado hasta los dientes. La mayoría del territorio bajo "control" palestino está dividido en pequeñas parcelas separadas que el ejército israelí fácilmente puede rodear, atacar y aislar. Su economía depende de la "ayuda" del gobierno de Israel o de Estados Unidos y otros países imperialistas. Israel monopoliza el agua que necesita la industria, la agricultura y la población. Muchos palestinos cruzan a diario a Israel para trabajar; reciben salarios de miseria por trabajos agotadores y el gobierno israelí frecuentemente cierra las fronteras como "castigo colectivo".
Los asentamientos israelíes han causado mucha polémica. Muchos son de sionistas de extrema derecha que se oponen a entregar territorio a los palestinos. Están vinculados entre sí y a Israel por carreteras bien cuidadas; pero para los palestinos es difícil (o imposible) viajar de una parcela de la Autoridad Palestina a otra. Asimismo, los colonos reciben un montón de armas y constituyen una fuerza auxiliar para el ejército israelí. Tales asentamientos han seguido creciendo durante el "proceso de paz".
Para los palestinos, Jerusalén es su capital. Sin embargo, está bajo el control férreo de Israel... y Barak ha dicho que eso no va a cambiar. Los israelíes están construyendo nuevos asentamientos alrededor de Jerusalén a toda marcha y expulsando a más palestinos.
En octubre, Netanyahu y Arafat firmaron el interino Acuerdo Wye, también Made in U.S.A. Netanyahu no llevó a cabo ninguna de las transferencias de territorio estipuladas, aunque eran territorios que se debían haber transferido según un acuerdo firmado hace varios años. Estados Unidos ha dicho que pedirá a Barak y Arafat reanudar las negociaciones sobre el acuerdo.
Gran parte del Acuerdo Wye contempla el "plan de seguridad". La Autoridad Palestina se comprometió a combatir más el "terrorismo" y el "tráfico de armas": es decir, a caerle encima con más fuerza a la oposición y especialmente a los grupos armados que se oponen a Israel y al "proceso de paz".
Asimismo, el Acuerdo Wye le asignó a la CIA un papel abierto en la "supervisión" del plan de seguridad. Con tal intervención, ¿cabe duda del papel de Arafat? El "proceso de paz" le ha asignado a Arafat y la Autoridad Palestina el papel de capataces del pueblo palestino. Hoy la policía palestina lleva a cabo gran parte de la represión que antes realizaban las fuerzas militares y policiales israelíes. Con la presencia de la CIA, Estados Unidos ahora dirige abiertamente las operaciones de la policía palestina.
Ahora Barak, con su larga y sangrienta trayectoria como militar israelí, se sienta a la cabeza del gobierno sionista. Se habló mucho de "paz" en las recientes elecciones, pero los enemigos del pueblo palestino están preparando mayor violencia reaccionaria.
En los años del apartheid en Sudáfrica, el gobierno blanco estableció bantustanes (supuestamente "independientes") en zonas remotas y pobres, y metió ahí a millones de negros con el objetivo de contener y suprimir la lucha popular. El "proceso de paz" yanqui busca lo mismo para los oprimidos de Palestina.
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