¡Carl Dix sobre el veredicto en el caso de Abner Louima!

¿Qué se necesita para obtener justicia en la lucha contra la brutalidad policial?

Obrero Revolucionario #1011, 20 de junio, 1999

Justin Volpe y Charles Schwarz podrían recibir cadena perpetua por violar a Abner Louima con un palo. ¡Qué bueno! Son raras las ocasiones en que condenan a los chotas que maltratan y matan, y cuando lo hacen, por lo general les dan un jalón de orejas. Así que esta condena se debe celebrar, especialmente porque fue nuestra lucha la que los mandó al bote. Si los condenaron fue porque Abner Louima sobrevivió y tuvo la valentía de contar lo que le hicieron y, TAMBIEN, porque hubo un poderoso movimiento de resistencia contra este y otros casos de brutalidad policial. Si no fuera por eso, jamás los hubieran juzgado. La victoria es de nosotros, no del sistema judicial.

Sin embargo, es solo una victoria parcial. ¿Qué les va a pasar a los otros chotas que participaron en el ataque a Abner Louima? No me refiero solo a Wiese, Bruder y Bellomo, a quienes ya absolvieron, sino a los chotas que maltrataron e insultaron a los haitianos esa noche de agosto del 97 en el club Rendezvous, a los que no hicieron nada cuando vieron a Louima en la delegación con los pantalones caídos, cuando oyeron sus gritos de angustia y cuando lo vieron sangrando en una celda, y a los que se prestaron para tapar el crimen. A los chavos que por casualidad están cerca de un lugar donde se ha cometido un delito los detienen, los interrogan y les arrancan confesiones coaccionadas, pero cuando los crímenes los cometen los capataces del sistema, les dan el beneficio de la duda.

Tenemos que entender claramente que las autoridades están aprovechando el veredicto para justificar la brutalidad policial normal del Departamento de Policía de Nueva York: las palizas, los asesinatos y el encubrimiento, que consideran aceptable y profesional. Por ejemplo, Bruder y Wiese participaron en las palizas a Abner Louima camino a la delegación, pero supuestamente solo estaban cumpliendo con su deber. Bellomo entregó un informe falso para respaldar las mentiras de Volpe y de otros sobre el arresto y la tortura de Louima; pero también supuestamente se portó de una manera profesional. El propio alcalde Rudolph Giuliani dijo lo mismo. Después del veredicto comentó que solo se trata de un puñado de agentes que se portaron mal, y que cuando el departamento lo supo respondió rápida y firmemente.

¿Qué hizo el DPNY después del ataque a Louima? Reemplazó al comandante de la delegación 70 con el inspector Raymond Díaz, el comandante de la delegación 90. Los agentes de esa delegación mataron a Frankie Arzuaga cuando estaba sentado en un carro el 12 de enero de 1996, ¡y el día de la madre llamaron a su mamá a preguntarle si le gustó el regalo que le dieron! Días después la llamaron para decirle que el mural de su hijo no se parecía, ¡porque "no tiene un hueco de bala en la cabeza"! ¡Ambas llamadas se hicieron desde la delegación 90 bajo la supervisión de Díaz!

Giuliani y sus compinches han dicho que ahora está claro que no existe el famoso silencio policial, que es un mito. ¡Pura paja! Los chotas que dieron declaraciones contra Volpe lo hicieron mucho tiempo después de la tortura, y solo para salvar el propio pellejo. La costumbre de proteger a los chotas que maltratan y matan sigue vigente en el DPNY, principalmente porque así lo quiere el sistema.

Lo que tenemos que hacer ahora es redoblar la lucha. Todavía no han sentenciado a Volpe y Schwarz; tal como fue nuestra lucha la que los mandó a la cárcel, tenemos que luchar para que ahí se pudran. El caso del asesinato de Amadou Diallo está pendiente y tiene que haber una enorme movilización para que se haga justicia en ese caso también, así como para muchas otras víctimas de la policía, como Patrick Bailey, Aníbal Carrasquillo y Anthony Rosario, para nombrar unos pocos.

Además, la brutalidad policial y los asesinatos policiales no son obra de un puñado de chotas desbocados, sino parte de la función normal de la policía; es algo que el pueblo sufre a diario en este sistema. Cuando nos maltratan y matan es porque están haciendo el trabajo que les mandan a hacer capitalistas ricos que nos gobiernan. La brutalidad policial no va a cambiar con reformas y no podemos atenernos a que los politiqueros la paren.

Lo único que puede acabar, de una vez por todas, con la brutalidad policial y con todo lo podrido y asqueroso de este sistema es la revolución armada de las masas. Una revolución que tumbe la estructura de poder capitalista y que la reemplace con una sociedad completamente nueva: sin la explotación de los pobres, sin la opresión de la gente de color, sin la opresión de la mujer, sin que un país mande a los demás. Todavía no es hora de lanzar el asalto revolucionario, pues el sistema no se encuentra en suficientes aprietos y el pueblo todavía no está dispuesto a arriesgarlo todo para hacer la revolución. Pero sí existen las condiciones para redoblar la lucha contra la brutalidad policial. Cuando nos lanzamos a la calle, los obligamos a poner en el banquillo de los acusados a unos de los chotas que torturaron a Abner Louima y a condenar a dos. También los obligamos a acusar a los asesinos de Amadou Diallo. Toda esa combatividad debe impulsar la lucha a un nuevo nivel.

¿Cómo vamos a conseguir justicia contra los chotas que maltratan y matan? Con resistencia masiva, poniendo sobre aviso a las autoridades de que no vamos a quedarnos de brazos cruzados para que sigan maltratando y matando con impunidad. ¡Además, que sepan que no vamos a parar porque hemos saboreado un poco de justicia! Así es como vamos a frenar a los chotas asesinos, y así y con otras luchas nos estamos preparando para la revolución.

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