Recordar las vidas robadas

Margot Harry

Obrero Revolucionario #1012, 27 de junio, 1999

"Nuestra promesa: No se borrará la humanidad de estas Vidas Robadas; sus nobles esperanzas y sueños vivirán en nosotros; lucharemos por justicia para ellas y todas las Vidas Robadas. Siempre estarán con nosotros, inspirándonos a luchar por la justicia y por un mundo mejor."

Promesa a las Vidas Robadas

"Los chotas que mataron a mi hijo no conocerán la paz; se lo juro, no van a andar en la calle como si nada. Tendrán que matarme a mí en esta lucha por la justicia porque no le temo a la muerte". Andrea Smith dijo esas palabras con la voz cortada y llanto en los ojos. Por primera vez hablaba de la muerte de su hijo Justin Smith a manos de la policía de Tulsa, Oklahoma, en agosto pasado. Esperó hasta que otro hijo saliera de la cárcel para condenar el asesinato de Justin, un joven negro: lo mataron porque le escupió en la cara a un policía cuando le daban una paliza.

En abril, el Proyecto Vidas Robadas celebró ceremonias en Riverside, California, Nueva York y Greenville, Carolina del Sur, para sumar los nombres de las últimas víctimas de la brutalidad policial a la lista de Vidas Robadas. Vidas Robadas es un proyecto conjunto de la Fundación Anthony Báez, el Gremio Nacional de Abogados y la Coalición 22 de Octubre para Parar la Brutalidad Policial, la Represión y la Criminalización de una Generación; documenta incidentes de asesinato policial desde 1990. En las ceremonias de abril, se añadieron los nombres de: Amadou Diallo, quien murió en una ráfaga de 41 balas del Departamento de Policía de Nueva York; Brennan King, asesinado por la policía de Chicago en los multifamiliares de Cabrini Green; Tyisha Miller, cuyos asesinos fueron exonerados por las autoridades de Riverside, California; y Oscar Vélez, quien murió de un tiro al corazón de la Patrulla Fronteriza. Asimismo, en cada ciudad añadieron los nombres de víctimas locales.

El 19 de abril, participé en la ceremonia de Nueva York junto con los familiares de las víctimas, a quienes quiero y respeto muchísimo por su gran valentía y resolución. Nos reunimos en la iglesia Washington Square Methodist de Greenwich Village, decorada con una enorme manta que tiene más de 1000 nombres (y una docena de "desconocidos") de víctimas del asesinato policial de todo el país. La manta ha impactado muchísimo: en el mitin frente al palacio de justicia del Bronx, Nueva York, el día que acusaron a los chotas que mataron a Amadou Diallo; en la protesta del 3 de abril en Washington, D.C., organizada por el Centro de Derechos Constitucionales; en el puente Brooklyn de Nueva York en la protesta del 15 de abril contra la brutalidad policial; en la protesta de Millones Por Mumia en Filadelfia el 24 de abril. A veces la gente no puede creer que haya tantos nombres, pero en Filadelfia un señor me gritó que hay muchísimos más, y tenía razón. La nueva edición del libro Vidas Robadas, que documenta 2000 asesinatos a manos de la policía, saldrá en estos meses.

Los 45 asistentes a la ceremonia del 19 de abril recordamos a Amadou Diallo, Brennan King, Tyisha Miller y Oscar Vélez; recordamos quiénes eran y por qué murieron. Los familiares de víctimas que ya figuraban en la lista de Vidas Robadas recibieron un reconocimiento y se recordaron las circunstancias de su muerte. A cada nombre, los reunidos respondíamos: "¡Presente!".

Nicholas Heyward, quien salió con Iris Báez en el programa de televisión de Ricki Lake para dar información sobre Vidas Robadas, nos habló de la muerte de su hijo de 13 años, asesinado por un chota de vivienda, que sigue en su puesto sin que le entablen acusaciones. La chota había amenazado al joven Nicholas desde que tenía 11 años y lo mató cuando jugaba con una pistola de juguete de plástico amarillo.

El primo de Reginald Bannerman representó un baile que muestra los movimientos de una persona que lucha por su vida. Reginald trabajaba en un bar y murió atropellado por el metro; la familia cree que unos agentes que entraron al bar se enfurecieron cuando les pidió que no hicieran tanta bulla y, por eso, lo persiguieron hasta el metro.

"Cuando el joven interpretaba el baile, como que se ahogaba, me hizo pensar en [mi hijo] Anthony", dijo Margarita Rosario, fundadora de Padres contra la Brutalidad Policial, madre de Anthony Rosario y tía de Hilton Vega, dos jóvenes puertorriqueños asesinados por la policía del Bronx boca abajo en el piso.

"Ojalá que el nombre de mi hijo no se sume a la lista. Ojalá que no me vengan a decir, Lucy, ahora te toca a ti, mataron a tu hijo". Jovan González, el hijo de Lucy Turull, recibió una terrible paliza de una pandilla racista del barrio Woodlawn del Bronx. Uno de los chotas que interrogó a Jovan el día del incidente es el padre de uno de los atacantes; las autoridades no han arrestado a ninguno de ellos. Lucy viajó a México con el libro Vidas Robadas y salió por televisión; condenó la violencia racial y la brutalidad policial en Estados Unidos. Dice: "Este proyecto es sumamente importante porque puede prevenir la muerte de muchos chavos; puede evitar que otros chavos sufran lo que mi hijo ha sufrido. Mi hijo quedó como muerto en vida y no sé si podrá recuperarse".

En Nueva York, tras el asesinato a sangre fría de Amadou Diallo, mucha gente de todos los sectores ha exigido que las autoridades paren la ola de violencia policial, y estas han respondido con propuestas para apaciguar e inmovilizar al movimiento. Iris Báez, cuyo hijo Anthony murió asfixiado por la chota porque su pelota de fútbol rebotó contra una patrulla, comentó: "Si dejamos de aceptar las migajas que nos dan, quizás veremos algunos cambios. Pero por ahora nos están dando migajas y estamos aceptando una situación totalmente inaceptable. Cada vez que se suma otro nombre a la lista de Vidas Robadas me duele porque es otra muerte injusta.... Debemos decir: ¡No permitiremos más vidas robadas! No queremos que se sumen más nombres y solo nosotros, el pueblo, podemos cambiar esta situación".

Los familiares tienen distintas opiniones sobre cómo castigar a los autores de estos asesinatos, pero todos reclaman justicia y algunos son muy combativos: "Habrá que reunir a toda la gente de costa a costa, de Chicago, de donde sea, para aplastar a este monstruo, para sofocarlo. Así lo haremos".

"Mientras yo viva, Douglas vivirá. Según nuestras costumbres africanas, al decir su nombre, al acordarnos de nuestros seres queridos, nos acompañan en el presente", dijo Errol Maitland, refiriéndose a su hijo Douglas Fischer, un estudiante universitario de Spartanburg, Carolina del Sur. En 1995, murió a manos de policías de la tienda Best Buy; dijeron que quiso pagar con una tarjeta de crédito inválida. Aunque salió sin comprar nada, lo persiguieron y lo estrangularon. No se entablaron acusaciones contra los policías.

De los buques negreros a las vidas robadas

El 1º de mayo, Errol Maitland dio el primer discurso en la ceremonia de Vidas Robadas en Greenville, Carolina del Sur, frente al Centro Correccional de Trabajo, con asistencia de 25 personas. Zami, la hermana de Douglas Fischer, colocó la primera de 18 cruces con un martillo cubierto con una tela africana.

"En este momento solemne recordamos la muerte de nuestros jóvenes guerreros", dijo Leola Robinson de la Junta de Supervisores de Escuelas. "Es trágico perder a estos jóvenes". La brisa primaveral soplaba entre la ropa tradicional africana. La abogada Efia Nwangaza, coordinadora del Movimiento de Base Malcolm X por la Autodeterminación y activista de la campaña de Amnistía Internacional en Estados Unidos, organizó la ceremonia. En calidad de representante del Proyecto Vidas Robadas, Errol pronunció los nombres y relató las circunstancias de su muerte. A cada nombre, la respuesta: "¡Presente!".

Efia explicó que al enterarse del caso de Douglas Fischer y de la batalla que su padre libraba por justicia, decidió prestar atención a lo que pasaba en Greenville. Junto con otros activistas, sacaron a la luz 16 asesinatos policiales y sumaron los nombres de las víctimas a la lista de Vidas Robadas. Hace un año la policía de Greenville mató a Tyrone Napoleon Salters, "Salt"; dijeron que el homicidio fue justificado porque el chota creía que el conductor del auto lo iba a atropellar. Por otra parte, el equipo SWAT le metió 33 balas a Humberto Eddie Rodríguez, un puertorriqueño de 38 años, que se escapó de la cárcel y se encerró en una casa en protesta contra la falta de atención médica y psiquiátrica. Asimismo, un sheriff mató a Brenda Faye Cooper, una afroamericana de 23 años (dijo que lo amenazó con un cuchillo); Dennis Mickel, un hombre blanco de 44 años, murió en la cárcel por falta de atención médica (le negaron medicinas para el corazón); y la policía mató a Frederick Cory Ellis, un afroamericano de 33 años, por una violación de tránsito.

Efia agregó: "Vamos a colocar las cruces aquí en esta calle para recordar a todos que este centro es un campo de concentración igualito a Buchenwald o Auschwitz o cualquier de los campos nazis".

Errol Maitland dijo: "Quisiera agradecerles por la invitación a venir aquí al estado esclavista de Carolina del Sur, un estado donde la bandera de los Estados Confederados, mejor dicho, la bandera conservadora, ondea en el capitolio. Ellos dicen, ellos reconocen que todavía estamos en guerra y hacen que siempre lo tengamos presente. Estando en guerra, es difícil reclamar `Sin justicia no habrá paz' en una sociedad que se fundó con violencia, que se construyó con vidas, tierra y trabajo robados".

Errol dijo que cuando viajó a Carolina del Sur después de la muerte de su hijo, todo el mundo hablaba a voz baja del asesinato de gente de color: "Capté que aquí hay dos leyes, la de los blancos y la de los negros, y esta todavía se aplica a nuestra gente....

"Me recuerda que el afán de lucro es la fuerza que nos trajo a este país y que nos mantiene en cadenas. Trabajamos los campos de arroz de Carolina del Sur, la caña de azúcar de Georgia y Florida, y del Caribe; trabajamos en los puertos de Boston y Nueva York. Cuando les convenía, nos sacaron de la esclavitud y nos metieron al trabajo asalariado. Posteriormente, se acabaron los empleos y construyeron cárceles. Hoy, donde la industria se ha acabado, donde la agricultura se estanca, el nuevo cultivo son los jóvenes negros, hombres de color--latinos, asiáticos, africanos--son el nuevo cultivo que abastece los penales, las cárceles.... Ya no estamos en las entrañas de los buques negreros sino en las mazmorras.... Nos venden en la bolsa de valores, así como nos vendían al traernos a América en el siglo 17".

Recordar a Tyisha Miller

"Estas víctimas, reunidas en la muerte, claman justicia desde la tumba. Sus caras, las circunstancias de su muerte, documentadas en el libro Vidas Robadas, claman: ¡no más vidas robadas! Así, Tyisha, aunque no está con nosotros, se suma a la lucha por un mundo mejor y su muerte no ha sido en vano".

del reconocimiento de Vidas Robadas a Tyisha Miller

El 17 de abril, 250 personas se reunieron en la iglesia Life Church of God in Christ en Rubidoux, condado de Riverside, California, en la ceremonia para Tyisha Miller. Rodney King habló ahí: "La brutalidad es constante y se remonta mucho tiempo".

La ceremonia fue patrocinada por la Asociación de Clérigos de Riverside, Congreso de Igualdad Racial (CORE), Asociación de Pastores de Estados Unidos, la Coalición 22 de Octubre y el Comité Coordinador Tyisha Miller. Participaron familiares que protestan contra el asesinato policial de sus seres queridos, además de representantes de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), Amnistía Internacional, Familias para Cambiar la Ley de Tres Strikes de California (F.A.C.T.S.) y el Comité de Watts contra la Brutalidad Policial. El reverendo Al Sharpton viajó desde Nueva York para hablar en la ceremonia y Dick Gregory (destacado luchador por paz, justicia e igualdad) dirigió unas palabras a los asistentes. Mencionó que cuando los detuvieron en Nueva York (arrestaron a más de 1000 personas en las protestas contra el asesinato de Amadou Diallo) se comentaba mucho el asesinato de Tyisha.

El 28 de diciembre pasado, la policía de Riverside le metió 12 tiros a Tyisha Miller, de 19 años, cuando estaba semiconsciente en su carro descompuesto. Desde entonces, las autoridades han tratado de tapar los hechos; después del incidente donde cuatro chotas dispararon docenas de balas, desmantelaron el coche y pavimentaron el estacionamiento. Además, familiares y testigos afirman que la chota hizo comentarios racistas durante el incidente. Preguntaron si debían "soltarle los perros"; la maldijeron y se burlaron de los parientes afligidos, diciendo que parecía un "festival de kwanzaa" con "lamentaciones de muerte al estilo Watts". Esos comentarios los hicieron los oficiales, además de agentes, según familiares y fuentes policiales.

También han amenazado al Comité Coordinador Tyisha Miller. Enviaron cartas racistas a iglesias negras y dispararon a la iglesia de un miembro del Comité en el valle Moreno; las balas destruyeron los vitrales de colores. Después del incidente, el esposo de un miembro del Comité murió de un derrame cerebral ocasionado por estrés.

Sin embargo, el 17 de abril se expresó gran decisión de seguir en la lucha. El reverendo Bernell Butler, tío de Tyisha y vocero de la familia, dijo: "Estamos aquí para sumar el nombre de Tyisha al Proyecto Vidas Robadas. ¡Dios misericordioso!, jamás pensé que esto pudiera pasar, pero le doy las gracias por la oportunidad de sumar su nombre porque se han perdido demasiadas vidas".

Mientras se iban anotando los nombres de las víctimas, el reverendo Meri Ka Ra Byrd del Centro Unidad en Cristo de Los Angeles dijo: "Nuestros antepasados enseñaron que si seguimos pronunciando su nombre, vivirán y aportarán a nuestras vidas".

Irvin Landrum, Jr: la policía de Claremont lo mató 14 días después del asesinato de Tyisha Miller por una violación de tránsito. Su madre, Tracie Lee, asistió a la ceremonia. Frances Islas habló del asesinato de su esposo, Héctor Islas, golpeado salvajemente por la policía de Riverside el 28 de enero de 1997. Uno de los chotas que lo mató a golpes fue de los que estrangularon a Derek Hayward hace cuatro años. Su mamá, Moira Hayward, recibió un reconocimiento en su nombre. "¡Presente, presente, presente!". Se sumaban más nombres: Julio Castillo y Joe Joshua, muertos a manos de la policía de Los Angeles (DPLA) este año; los compañeros y compañeras inmigrantes víctimas de la Patrulla Fronteriza; Marc Fitzsimmons, baleado por la espalda por el DPLA; Danny Smith, quien murió asfixiado, esposado en la cárcel de Los Angeles en agosto; James Martínez, baleado por los sheriffs de Riverside en julio; Angry Bear Nieto, un amerindio muerto en la cárcel de Folsom el 2 de junio de 1988. Tony Nieto, el padre de Angry Bear, ha participado en las protestas contra el asesinato de Tyisha Miller desde el principio.

Afuera, tres jóvenes negros de Riverside platicaban con un reportero. Era su primera protesta política y estaban muy contentos por la unidad de distintos sectores; hablaban de la ira de los de abajo: "Lo que se ve aquí es el lado de la comunidad que se identifica con la iglesia, pero los chavos están prestando mucha atención a esto también, a lo que pasará con la chota". Su amigo agregó: "Se necesita una revolución. No se puede solucionar esto sin una revolución".

*****

Me puse a pensar que las ceremonias de Vidas Robadas revelan la epidemia de asesinato policial. No quieren que nos enteremos ni que nos importe. Procuran convencernos de que la violencia policial es justificada, que la chota mata a ciertos individuos porque está protegiendo al público. Vidas Robadas desmiente eso rotundamente, y las ceremonias dan dignidad y humanidad a los seres queridos que nos han robado tan cruel e injustamente. Cuando matan a una persona, me parece importante tener una ceremonia inmediatamente porque Vidas Robadas pone de manifiesto el alcance del problema y ayuda a movilizar al pueblo. La policía y sus amos de la clase dominante no pararán la represión del pueblo; se necesita una lucha feroz para hacerlos retroceder.

El 14 de junio, el Proyecto Vidas Robadas de Los Angeles celebró una ceremonia para sumar el nombre de Margaret Mitchell, una señora negra destechada que tenía 54 años, a la lista de Vidas Robadas. Se realizó en la esquina donde la policía la mató a balas el 21 de mayo, cuando se alejaba.

¡Otra vida robada por la policía! Me hace pensar en la verdad que se ha mencionado en este periódico: el problema no es que hay demasiada violencia sino que hace falta violencia revolucionaria que acabe con tanta violencia reaccionaria. Tantos asesinatos a sangre fría, uno tras otro, hacen ver lo que el sistema está haciendo y lo que el pueblo debe hacer si queremos un mundo mejor. Estoy de acuerdo con el compañero de Riverside: La revolución es la esperanza de los desesperados.

En lucha, Margot Harry

P.D. Los que quieren aumentar la presencia del Proyecto Vidas Robadas pueden hacer contribuciones económicas. Se necesitan miles de dólares para publicar nuevos libros, poner anuncios publicitarios en televisión y hacer investigación para encontrar a más víctimas del asesinato policial. Espero que los lectores del Obrero Revolucionario aporten a la campaña de recaudación de fondos de Vidas Robadas. Pueden girar cheques (exentos de impuestos) a Oct.22/IFCO/Stolen Lives y mandarlos a la Coalición 22 de Octubre, c/o KHL Inc., 160 First Ave., Box 124, New York, New York 10009 o llamar a 1-888-NO BRUTALITY.


Este artículo se puede encontrar en español e inglés en La Neta del Obrero Revolucionario en:
http://rwor.org
Cartas: Box 3486, Merchandise Mart, Chicago, IL 60654
Teléfono: 773-227-4066 Fax: 773-227-4497
(Por ahora el OR/RW Online no se comunica por correo electrónico.)