Obrero Revolucionario #1015, 25 de julio, 1999
El 14 de julio, el dictador peruano Alberto Fujimori anunció la captura del camarada Feliciano, quien ha dado dirección al Partido Comunista del Perú (PCP) y la guerra popular. Según los informes periodísticos, Fujimori dirigió personalmente el operativo militar de 1500 efectivos en la selva central, al oriente de Lima. No se saben los detalles del operativo, pero las huellas sangrientas de los imperialistas yanquis son patentes. Estados Unidos es el amo del gobierno de Fujimori: le da ayuda militar e "inteligencia" de la CIA y otros servicios de espionaje para apoyarlo y para atacar el nuevo poder revolucionario del pueblo.
Desde la captura del Presidente Gonzalo en 1992, el camarada Feliciano y el Comité Central del PCP han dirigido heroicamente la guerra popular maoísta en una situación sumamente difícil. Han tenido que combatir tanto la brutal guerra de contrainsurgencia como una línea oportunista de derecha que surgió en el seno del partido, que urge abandonar la guerra popular. La posición del partido sigue firme. Como dijo en un documento de 1998: "...la guerra popular es el camino del pueblo para su emancipación y conquista de una nueva sociedad...".
Con la captura del Presidente Gonzalo, el gobierno declaró que la guerra popular estaba acabada. Pero el PCP lo desmintió. Hoy, con la noticia de la captura del camarada Feliciano, el gobierno otra vez se declara victorioso. Pero la misma situación que suscitó la guerra popular la sigue abonando, y la resistencia de las masas y la línea básica del partido la seguirán atizando.
Incluso la prensa reconoce el problema. Por ejemplo, el 15 de julio el Chicago Tribune comentó que "ha sido sumamente difícil eliminar [la insurgencia] porque su filosofía comunista tiene mucho atractivo para los sectores que viven en la miseria".
Al cierre de esta edición, recibimos los informes iniciales sobre esta captura y tan pronto tengamos más noticias seguiremos informando. Pero no cabe duda de que el ataque al camarada Feliciano es un crimen y hay que condenarlo, vinculándolo con la defensa de la vida del Presidente Gonzalo y de todos los presos políticos y el apoyo a la guerra popular.
Los revolucionarios de Perú han sido una fuente de inspiración y fuerza para los proletarios y oprimidos de todo el mundo. Es hora de redoblar el apoyo a los camaradas del PCP y a la guerra popular.
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