KPFA: La lucha continúa

Obrero Revolucionario #1020, 29 de agosto, 1999

El 29 de julio, cuando iba para la radioemisora KPFA en Berkeley a enterarme de las últimas noticias, la situación no era muy alentadora. Miles de personas nos lanzamos a la pelea con la Fundación Pacifica (dueña de la licencia de operación de la emisora), desde que tomó control de KPFA el 13 de julio. La Fundación cerró la emisora, despidió a personal clave y despachó guardias armados y guaruras contra sus defensores. Durante 16 días, la emisora había transmitido grabaciones viejas (se decía que las telefoneaban desde Houston). Pero afuera, un vibrante movimiento gritaba su apoyo a los trabajadores de KPFA y su repudio a la Fundación.

Corría el rumor de que la Fundación Pacifica contemplaba vender la emisora y que esta misma noche iba a poner el asunto a votación de la junta directiva. Me junté con unas cien personas que hacían plantón frente a la emisora y me enteré de que ¡la Fundación se había echado para atrás! Mary Frances Berry, presidenta de la Junta de Pacifica, decidió permitir el regreso de los trabajadores a la emisora, quitar los guardias y alzar la prohibición de hablar de decisiones internas. Pensé: ¡Orale! ¡El pueblo hizo retroceder a esos cabezotas!

Al escribir estas notas, la lucha para retomar KPFA continúa. Los trabajadores están cautelosos y desconfían de las nuevas promesas. Todavía no se sabe si la gerencia ha renunciado a su plan de vender la emisora, porque no hay nada por escrito. Hace falta la reintegración de dos trabajadores importantes: Nicole Sawaya, ex-gerente de la emisora, y Larry Bensky, un locutor que lleva muchos años ahí. Además, la Fundación Pacifica anunció que va a mudarse de Berkeley a Washington, D.C., lejos del torbellino político.

Los partidarios de la emisora siguen poniendo mucha presión. El sábado 31 de julio, unas 15.000 personas marcharon por Berkeley para apoyar a los trabajadores de KPFA y condenar los planes de vender o de mediatizar esa importante emisora progresista.

Una lluvia de protestas

Seguramente, la Fundación Pacifica no se dio cuenta de la crisis que iba a detonar cuando mandó a sus guaruras a callar la emisora. Subestimó el aprecio que tienen los radioescuchas por KPFA y sus fuertes deseos de resquebrajar el monopolio de las corporaciones, el gobierno y los medios de difusión sobre la información y el análisis.

KPFA nunca ha sido una emisora revolucionaria; muchos programas no causan polémica y otros hasta aburren. Sin embargo, es una importante alternativa: en verdad, una de las pocas que existen en el país. Cuando la Radio Pública Nacional decidió no transmitir una serie de comentarios de Mumia Abu-Jamal, KPFA orgullosamente rompió el silencio y los transmitió. Con cada agresión yanqui, KPFA anuncia las protestas e invita información, análisis y crítica al gobierno. Ha brindado un espacio a todo tipo de información e ideas progresistas, incluso de comunistas revolucionarios.

KPFA es una grieta en el monopolio de la prensa grande. Sus radioescuchas contaban con ella y cuando la Fundación Pacifica quiso destruirla, pues se lanzaron a la calle a defenderla. Cuando Pacifica tomó control de KPFA, centenares de personas acudieron a la emisora en cosa de minutos. Día y noche, de 30 a 100 personas acampaban en la entrada y paraban el tráfico.

Se descubrió que Pacifica estaba instalando una línea telefónica de alta capacidad para controlar la emisora a distancia, y docenas de personas fueron a parar eso. Muchos fueron arrestados: el total de detenidos en dos semanas fue de 99 personas.

Una estudiante de la Universidad de California en Berkeley me dijo que "los jóvenes estamos muy presentes" en esta lucha. Creo que, como tantos jóvenes, ella también estaba acampando frente a la emisora, asistiendo a bailes de "Hip-Hop para KPFA", haciendo letreros y acudiendo a protestas. A mucha gente de clase media, inclusive trabajadores de los grandes medios de difusión, les sacudió que una red radial financiada por los radioescuchas despidiera a sus locutores por debatir la dirección que tomaba. Personas de diversas capas y opiniones piensan que Pacifica perjudicó la "libertad de expresión" y, por eso, apoyan a los trabajadores de KPFA. Me impresionó que todo eso se logró sin que la emisora corriera la voz.

La cantante y activista Joan Baez organizó un concierto para el 19 de julio (menos de una semana después del cierre de la emisora) donde unas 3500 personas escucharon a Baez, Utah Phillips, Spearhead, Dr. Loco y otros artistas.

La marcha de 15.000 personas que se realizó el 31 de julio también se organizó a la carrera. Leslie Kean, co productora del programa Flashpoints, le dijo al OR: "Es increíble la cantidad de personas que están en esto; tantas personas de toda la región trabajan día y noche para movilizar esta protesta".

Dennis Bernstein del programa Flashpoints me dijo: Ni siquiera puedo salir de la casa sin que un vecino me pregunte: `¿Vamos a salvar a nuestra emisora?'. Cuando voy en el carro, siempre hay alguién que baja la ventanilla para preguntarme: `¿Cómo va la lucha?'.... Me entrevistaron en la red BBC [de Gran Bretaña]; la revista The Economist de Inglaterra me escribió. Hemos recibido correo electrónico hasta de Hong Kong.

Para justificarse, Pacifica dijo que los locutores solo atraían un público de hombres blancos cincuentones y que la gerencia quería atraer un público más diverso. Afirmó que no iba a vender KPFA ni a permitir que sea otra emisora comercial más.

Sin embargo, los defensores de KPFA veían que eso era una pantalla para ocultar la verdad. Un estudiante de Berkeley me dijo: Básicamente, no creo nada de lo que dicen. Son unos mentirosos que solo se preocupan por su imagen. ¿Cómo voy a creerles ahora? Davey D, un productor de música hip-hop y locutor de KPFA y KMEL, me dijo: "Los jóvenes siempre hemos estado de parte de la emisora, así que desde un principio [Pacifica] distorsionó la verdad. La gente de color siempre ha estado aquí; otra vez, [Pacifica] distorsionó la verdad".

Un artículo del periódico New York Times decía: "La Fundación Pacifica acepta que sufrió una derrota contundente en la batalla por la opinión pública". Pacifica despidió a su agente de publicidad y contrató a una costosa agencia con experiencia en tranquilizar situaciones polémicas. No le sirvió de nada y esa agencia renunció en 10 días.

Michael Moore, del programa de televisión Awful Truth [La neta], le escribió a la directora de Pacifica Mary Frances Berry: "Seguramente se arrepentirá de haberse involucrado en la red Pacifica.... ¡ahora se la recordará como la que mandó a la policía a silenciar un noticiero!"

Lo que está en el fondo

La Junta Nacional de Pacifica tiene estrechos vínculos con la cúpula del Partido Demócrata y es muy amiga de la Corporación de Radio Pública del gobierno (CPB), cuyo presidente fue gerente de Radio Martí (una emisora dirigida por la CIA); la CPB ha recomendado que Pacifica tenga una jerarquía más fuerte y que se apegue más a la política oficialista.

La trayectoria de Mary Frances Berry es muy ilustrativa. Es afroamericana, presidenta de la Junta de Pacifica y profesora de Filosofía Social Estadounidense de la Universidad de Pensilvania. Durante los años 80, la arrestaron por protestar contra el sistema racista de Sudáfrica, pero lleva años como alta funcionaria pública, primero en el gobierno de Carter y actualmente en el gobierno de Clinton, como presidenta de la Comisión de Derechos Civiles.

En la contienda por controlar KPFA, Berry acusa a sus rivales de sabotear la "diversidad": ¡lo clásico de los politiqueros pro Clinton, que hablan de abrir espacios políticos y aplican leyes crueles que obedecen a los intereses imperialistas!

Para los liberales que están a la cabeza de Pacifica, los intereses del capitalismo son una "realidad" y toda oposición a eso simplemente es "idealista". El Plan Quinquenal de Pacifica lo ilustra muy bien: "Hoy, cinco corporaciones globales dominan la industria de la información y el espectáculo: News Corporation, Disney, Time-Warner, Viacom y TCI". A los autores de ese plan les preocupa que Pacifica (a pesar de tener un millón de radioescuchas por todo el país) "se reducirá al equivalente de una tiendita en un mundo de megamercados Wal-Mart". Agregan que el Congreso ha debatido las ventajas de "privatizar las últimas emisoras sin fines de lucro para tener un sistema 100% de mercado libre", y que cuando el Partido Republicano ganó una mayoría en el Congreso en 1994, atacó a Pacifica como primer paso de una ofensiva para negar fondos a la radio pública en general.

Las luchas populares de los años 60 moldearon a Pacifica, que abrió un espacio independiente con el apoyo financiero de sus radioescuchas. Sin embargo, en una entrevista en marzo de 1998, la directora ejecutiva de Pacifica, Lynn Chadwick, dijo que ahora se contempla, por primera vez, buscar financiamiento de corporaciones y fundaciones. Agregó: "Los congresistas recomiendan no perder tiempo, que lo llamemos publicidad y lo hagamos de una vez".

Quieren una "modernización" al estilo de las grandes corporaciones: más control desde arriba, programas a la merced del Arbitron y un contenido aceptable a sus patrocinadores.

En fin, la batalla en Pacifica es parte de las "guerras culturales" que está viviendo el país. Es parte de la campaña de subordinar todo ante el todopoderoso dólar; de imponer en todos los medios de difusión una obediencia ciega a la verdad según Coca Cola; y de picar, erosionar, diluir, cercar, condenar, negar fondos y al final eliminar toda fuente de información crítica, alternativa o sin aprobación oficial. Según el sitio "web" Radio4all, Pacifica puso presión a varios locutores para suavizar sus críticas del gobierno.

En la batalla por KPFA, al igual que en las guerras culturales en general, los politiqueros de Clinton se deslizan alegremente hacia la derecha. En ese frente de batalla (como en los demás) afirman que toda postura a la izquierda de ellos es ineficaz y anticuada, y que solo ellos representan una alternativa viable a la derecha; sin embargo, quienquiera que los siga termina por caer en posiciones cada vez más derechistas.

Al pensar en eso y en la intensa presión que ejercen las corporaciones y el mercado sobre los medios alternativos y las artes, me acordé de un comentario de Bob Avakian, Presidente del PCR: "Hoy día en el mundo, solo dos clases son capaces de dirigir las fuerzas productivas: la burguesía y el proletariado.... A final de cuentas, solo el proletariado es capaz de utilizar dichas fuerzas productivas de una manera que avanza la sociedad, que imposibilita que un sector de la sociedad domine y oprima al otro, y que crea una auténtica `aldea global' sin la dominación de unas cuantas naciones sobre las demás e incluso sin fronteras o divisiones nacionales".

La batalla por KPFA tiene una gran importancia para la guerra contra el sistema. Se está defendiendo una emisora que quebró la muralla (que a primera vista parece monolítica) de los medios de comunicación del sistema, para abrir un espacio independiente.

Esta batalla es importante no porque tengamos la falsa ilusión de arrebatar el control de la sociedad o de los medios poco a poco de los gángsteres globales que ahora son sus dueños, sino porque existe una lucha revolucionaria aquí y por todo el mundo. Los oprimidos del mundo necesitamos toda apertura, toda plataforma, todo aliado y toda victoria contra los opresores para entablar nuevas batallas, lanzar contraataques y prepararnos para los choques de vida o muerte que han de venir.

La lucha continúa

El ataque contra KPFA dejó estragos. Con el daño hecho a la emisora y las grandes cuentas pendientes (el pago a los hampones de seguridad, las corporaciones de abogados y las agencias de publicidad), es posible que Pacifica haya llevado a KPFA a la quiebra. La Fundación Pacifica amenaza tomar "medidas apropiadas" si en un plazo de seis meses los trabajadores no aumentan la cantidad de radioescuchas; posiblemente seguirá adelante con el plan de vender la emisora.

Pero por otra parte, la lucha despertó, sacudió y unió a miles de personas y, por eso, el pueblo está en una posición mucho mejor para seguir adelante.

La trabajadora de KPFA Allison Rolls me dijo: "Otro resultado totalmente inaudito de [la lucha] es la unidad que creó y los lazos forjados entre personas que antes no se hablaban. Abrió un diálogo sobre la diversidad en la emisora y sobre el papel de la gente de color en todos los aspectos de su operación. Por lo general, los trabajadores han tenido una mente abierta y han dicho: `Tienes razón. Tiene que haber cambios y aunque pueda lastimarme un poco, te voy a escuchar'. Vamos a tener que callarnos y escuchar la música hip-hop. Mis preferencias son otras, pero esos jóvenes tienen algo que decir acerca de lo que está pasando y son parte de lo que está pasando en KPFA".

Jay Imani, un joven negro de la junta de asesores de KPFA, me dijo: "Los jóvenes reconocemos la importancia de tener medios de comunicación alternativos. Una de nuestras prioridades es popularizar lo que la juventud está haciendo, cómo están organizándose, cuáles son las luchas que tocan a los jóvenes, como la masiva criminalización de la juventud por todo el país, y qué están haciendo los jóvenes para luchar contra esas injusticias".

Robbie Osman agregó: "El exilio de KPFA provocó una transformación muy saludable en nosotros mismos. Antes, teníamos contacto con la comunidad en el sentido de que las puertas estaban abiertas a los que trabajaban en causas progresistas. Sin embargo, KPFA debe ser una emisora joven, más vigorosa y más abierta a la comunidad. Ahora ese proceso ha comenzado. KPFA en el exilio ha echado más raíces en la comunidad; cuando regresemos, tenemos que ver que eso se refleje en lo que salga al aire".

Como dijo Dennis Bernstein en un mitin: "¿Queremos un cambio? ¡Vivimos por el cambio! Pero que sea desde abajo, no desde arriba. Que no sea desde Washington, D.C., ni desde Houston, sino desde aquí en la comunidad, ¡de abajo p'arriba!"

Sigan sintonizados.


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