El peligro de manejar si uno es negro o latino

Parte 3: Las canalladas de la policía de Nueva Jersey

Obrero Revolucionario #1025, 10 de octubre, 1999

Los negros y latinos lo saben: la policía los para una y otra vez por nada. A los chavos los maltrata, registra y amenaza sin pretexto alguno. A los conductores negros y latinos los detiene por ridículos pretextos. Enseguida siguen el interrogatorio, el registro, los insultos y hasta el arresto. ¿El crimen? En los barrios pobres es conocido como "manejar si uno es negro o latino".

En su informe de junio de 1999, "Driving While Black-Racial Profiling in Our Nation's Highways", la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) concluyó: "Ninguna persona de color está fuera de peligro donde sea que esté manejando, ya sea que obedezca o no la ley, sin que importe la edad, el carro que conduce o su posición social".

Las acciones, medidas y suposiciones de la policía son injustas, insultantes y crasamente racistas y, con frecuencia, resultan mortales. Son las normas establecidas y defendidas por el sistema judicial.

En la primera parte de esta serie vimos que la práctica racista de "racial profiling" (parar por el color de la piel) es sistemática y se aplica en todo el país. En la segunda parte vimos que se remonta a los tiempos de la esclavitud y que se ha intensificado con la "guerra contra la droga". En la tercera parte, veremos el tremendo escándalo sobre la policía de caminos de Nueva Jersey.

La autopista

¡Sr, policía, que no me pare, por favor!

de la canción State Trooper,
de Bruce Springsteen

En una entrevista a unos chavos negros de Filadelfia, un reportero de la revista New York Times Magazine les preguntó sobre la autopista de Nueva Jersey; uno dijo: "Es la peor, nunca manejo ahí". Un policía negro lo oía y el reportero esperaba que lo contradijera, pero resultó que estaba de acuerdo: "Cuando me toca ir a Nueva Jersey, agarro otra ruta, nunca voy por la autopista. No me meto con la policía de caminos".

Los 2600 agentes de la Policía de Caminos de Nueva Jersey patrullan una arteria muy importante del imperio estadounidense: la autopista I-95, que conecta las urbes de Boston, Nueva York, Filadelfia y Washington, D.C. Tienen muy mala fama por ser racistas y bravucones, por más que las autoridades estatales lo nieguen.

El 10 de marzo de 1996, hubo un importante juicio sobre "racial profiling" en el condado Gloucester de Nueva Jersey, cerca de Filadelfia, donde en 1990, 19 conductores entablaron una demanda colectiva contra la policía de caminos. El juez Robert E. Francis falló a favor de los conductores: dijo que la policía los paró y registró por el color de la piel. También señaló que en los videos que emplea la policía para los cursos de capacitación, los narcotraficantes casi siempre son negros o latinos. La gobernadora de Nueva Jersey, Christine Todd Whitman, y el procurador estatal, Peter Verniero, entablaron una apelación.

En agosto de 1997, estallaron enormes protestas en Nueva York contra la tortura del haitiano Abner Louima; los miles de personas que se lanzaron a la lucha contra la brutalidad policial electrizaron a muchos más. Ya no sería tan fácil que la policía de Nueva Jersey siguiera haciendo sus fechorías.

Cuatro chavos en una camioneta

Un incidente clave ocurrió en abril del 98: la policía de Nueva Jersey disparó contra una camioneta donde iban cuatro chavos rumbo a una escuela especial de baloncesto en Carolina del Norte. Dijo que iban a exceso de velocidad, pero después se supo que el radiopatrulla ni siquiera tenía radar. Los pararon por ser negros y latinos.

La camioneta accidentalmente se desembragó y echó a rodar. Inmediatamente los policías soltaron una ráfaga e hirieron a tres de los jóvenes: Danny Reyes recibió seis impactos de bala, Leroy Grant, cuatro, y Rayshawn Brown, dos.

El brazo derecho de Reyes quedó completamente destrozado. Más tarde dijo: "Cuando llegaron los paramédicos, los policías dijeron que no podían quitarme las esposas porque todavía no me habían registrado. Me desnudaron y un paramédico preguntó: `¿Ahora está satisfecho con el registro?' Me dolía tanto que quería desmayarme. Estaba desnudo, esposado y tirado en una zanja. Les pedía que por favor me quitaran las esposas y me dijeron: `cállese'".

Los perros policiales no encontraron drogas en la camioneta. Leroy Grant dijo: "Hasta hoy no me explico por qué nos dispararon. Ha sido difícil para nosotros, tanto física como mentalmente. Todavía llevamos las balas clavadas en el cuerpo".

La prensa publicó la versión de la policía. La gobernadora le dijo al New York Daily News (3 de mayo, 1998): "Simplemente no existe la práctica de parar a conductores por el color de la piel". El jefe de la Policía de Caminos, el coronel Carl Williams, dijo: "No se tolera ni se tolerará `racial profiling' ni ninguna forma de discriminación, sea cual fuere".

Pero esta vez, no fue tan fácil taparlo todo. A los chavos los pararon, los acribillaron, los lesionaron y los insultaron sin motivo alguno. La reacción popular fue: ¡Basta ya!

El 11 de mayo, el periódico negro Daily Challenge sacó un artículo de primera plana sobre el incidente con el titular "Ser conductor negro: ¿un delito capital?", y anunció una protesta para el 16 de mayo. Ese día una caravana bloqueó el tráfico en la autopista con una operación tortuga.

La clase dominante estaba preocupada por las denuncias, desconfianza y odio a la policía que crecían en todo el país. Una delegación de congresistas negros de Nueva Jersey pidió la intervención de las autoridades federales, quienes iniciaron una investigación secreta de las prácticas racistas de la Policía de Caminos.

A raíz de tanta presión, las autoridades de Nueva Jersey anunciaron su propia investigación. Pronto se conocerían nuevas revelaciones.

La situación se les sale de las manos

El plan de la gobernadora de Nueva Jersey era sencillo: el procurador general iba a decir que unas delegaciones eran culpables de prácticas racistas, expresaría asombro y lo condenaría, y ahí terminaría la controversia.

Pero en febrero de este año, el jefe de la Policía Estatal de Nueva Jersey, Carl Williams, decidió defender a sus agentes en una entrevista, justo cuando estaba por salir el informe del procurador general (que coincidió con la noticia del salvaje asesinato de Amadou Diallo por la policía de Nueva York). Williams dijo: "Hace dos semanas nuestro presidente viajó a México para conversar con el presidente mexicano sobre el problema de la droga. No fue a Irlanda. No fue a Inglaterra. Hoy el problema de la droga es un problema de cocaína y marihuana. Es más probable que grupos minoritarios estén metidos en eso".

La entrevista cayó como una bomba: dejó en claro que las prácticas racistas tenían apoyo de los más altos niveles de la policía estatal. La gobernadora despidió a Williams y el 20 de abril el procurador general dio a conocer su informe, el cual reconocía lo que los negros y latinos venían diciendo desde hace mucho: que la policía de caminos emplea "racial profiling" de una forma sistemática. Horas antes, el gobierno estatal retiró la apelación que entabló ante la demanda colectiva del condado Gloucester y anuló acusaciones contra 600 conductores; fue una confesión asombrosa del alcance del racismo de la policía.

El informe documentó que de 1994 a 1999, el 77% de los miles de conductores parados y registrados en las carreteras del estado eran negros o latinos.

Dice: "Las características físicas y personales, como la nacionalidad, edad, género, corte de cabello, forma de vestirse, modelo de carro y cantidad de pasajeros, no son criterios suficientes para establecer sospecha razonable o causa probable, a no ser que el agente pueda identificar y describir la relación de dichas características, directa y específicamente, con un delito específico". Mejor dicho: "La práctica de `racial profiling' está prohibida, pero lo haremos cuando nos dé la gana".

Un estudio realizado por las universidades Temple y Carnegie Mellon demostró que el 40% de los detenidos en la autopista de Nueva Jersey eran negros, aunque solo son el 13% de los conductores; cuando el radar era el único criterio, el porcentaje de negros fue igual al de los demás.

El informe del procurador describió una táctica de "racial profiling": estacionar los radiopatrullas en sentido perpendicular a la carretera para alumbrar los carros que pasan (en esa posición no pueden usar el radar) y fijarse en la nacionalidad, edad y demás características de los conductores, y así escoger a los que van a parar.

El informe concluyó: "Respecto a varios procedimientos, la policía ha dado un trato diferente a los conductores minoritarios que a los no minoritarios". Pero en seguida agregó: "Ninguna orden de la policía estatal de Nueva Jersey recomienda `racial profiling' ni ninguna medida discriminatoria".

La gobernadora le dijo al New York Times que la práctica de parar a los negros y latinos no es algo que su gobierno "pudiera prever". Como ya no podían negar la realidad, negaban que fuera una política oficial.

Lo niegan pero lo siguen haciendo

"Como bien saben, `racial profiling' no empezó en Nueva Jersey, pero aquí lo vamos a parar".

Gobernadora de Nueva Jersey, Christine Todd Whitman,
entrevista del canal WNBC, 1º de agosto, 1999

"El hostigamiento sistemático de los conductores negros en Nueva Jersey, el asesinato de Amadou Diallo (un inmigrante africano, por la policía de Nueva York hace unos meses), así como incidentes en otros estados, han creado un conflicto tóxico e irremediable entre los negros y la policía".

New York Times Magazine, 20 de junio, 1999

Las autoridades estatales y federales han lanzado una campaña que combina críticas al "racial profiling" y reformas poco convincentes. El presidente Clinton declaró: "La práctica de `racial profiling' es mala, destructiva y hay que eliminarla". Dijo que se necesitan nuevas leyes para que la policía federal, estatal y local documente la nacionalidad de las personas que para y registra.

Sin embargo, como gobernador de Arkansas, Clinton no se opuso a dicha práctica. De hecho, en 1988, un juez multó a la policía del estado por "no cumplir" una orden judicial de suspender "racial profiling". Asimismo, la Secretaria de Justicia, Janet Reno, fue fiscal general de Florida antes de 1992, en los años en que el gobierno perfeccionó las tácticas racistas de la "guerra contra la droga", y nada indica que se opuso a esas medidas.

El hecho de que Clinton hablara de poner nuevas leyes en una reunión policial "para fomentar confianza entre la policía y la comunidad a la que sirve" es prueba de que no le interesa la justicia sino mejorar la imagen de la policía. De hecho, los informes oficiales lamentan que muchos sectores de la población detestan a la policía y que ese fenómeno se ha profundizado y generalizado, lo cual es particularmente preocupante en lo que respecta a la clase media negra, cuyo apoyo político es importante para la estabilidad del país. Así que la actual campaña publicitaria tiene el propósito de "restaurar la confianza" en la policía (y generar apoyo para la mayor represión policial en marcha).

En los años de la presidencia de Clinton, la cantidad de presos se ha duplicado, de uno a dos millones (casi todos jóvenes negros y latinos criminalizados por la "guerra contra la droga"). ¡Pero esas prácticas racistas ni se mencionan en sus conferencias de prensa!

Por otra parte, a raíz de la investigación del ataque de la policía contra la camioneta de basquetbolistas, salió al descubierto que es muy fácil falsificar la documentación sobre estas prácticas racistas. El New York Times informó: "El supervisor de la policía estatal dijo que era común que los agentes anotaran el número de placa de conductores blancos a quienes no paraban para usarlo en informes sobre conductores negros a quienes sí paraban". O sea, falsificaban los datos para "comprobar" que no paraban por el color de la piel.

Cuando acusaron a dos agentes de falsificar informes, su abogado destacó: "Solo cumplían las órdenes que recibieron de sus superiores, hasta de la DEA y del gobierno federal; todo eso se va a ventilar en el juicio". A través de Operación Pipeline, la Dirección de Lucha contra la Droga (DEA) enseñó a la policía estatal de Nueva Jersey (y a muchos miles de agentes de todo el país) la práctica racista de parar conductores por el color de la piel y registrar sus carros.

El informe del procurador general de Nueva Jersey menciona las mismas conexiones: "En algunas ocasiones la Unidad Antidrogas entregó a la policía estatal información sobre las características raciales y étnicas de los detenidos por posesión de drogas. Si bien la diseminación de esa información se hizo de buena fe y según la intención, si no la letra, de las órdenes de la Operación Pipeline y otras iniciativas contra la droga del gobierno federal, podría reforzar estereotipos inapropriados y llevar a los agentes a creer que tendrán mayores éxitos en la confiscación de droga si paran, interrogan y registran a conductores de minorías".

La lucha continúa

"Alto a la corrupta chota asesina, a Christine Whitman y a sus matones".

Camisetas en la protesta del 4 de julio de 1999
en la autopista de Nueva Jersey

"¿Por qué el sistema le da rienda suelta a la policía para sembrar terror en los barrios oprimidos? Porque su verdadero trabajo es acogotar al pueblo para que acepte la miserable situación en que vive. O sea, la policía es la primera línea de defensa de la clase capitalista".

Carl Dix, vocero nacional del PCR, EU

En junio de 1999, justo cuando las autoridades estaban llorando lágrimas de cocodrilo por "racial profiling", sucedió otro incidente espeluznante. Stanton Crew, un negro, y su pareja, Adrianne Lynn Hart, una blanca, iban por la autopista 80; un agente se fijó en ellos y los mandó parar, pero Crew no les hizo caso. La policía los persiguió y les soltó 27 tiros. Crew murió de cuatro tiros y una bala le dio a Hart. La chota dijo que le parecía que Crew estaba ebrio, pero en la autopsia no encontraron ni alcohol ni droga. Crew fue otra víctima de "racial profiling".

Días después, cientos de manifestantes protestaron en la autopista de Nueva Jersey cerca de Atlantic City; 75 personas se sentaron en la carretera en señal de protesta. La policía arrestó a la mamá y la hermana de Stanton Crew, entre otros.

La lucha continúa aunque la policía sigue negando lo obvio: que las agencias policiales atacan, humillan y amenazan a docenas de miles de personas en las carreteras, y millones temen que los vayan a hostigar o matar. ¡Hay que luchar contra esa situación intolerable!

La práctica racista de "racial profiling" es muy arraigada: viene de la esclavitud, siguió después de la guerra de Secesión y el capitalismo moderno la ha conservado. El sistema siempre la ha empleado para controlar a los negros, latinos, asiáticos, árabes y amerindios. También es "racial profiling" acorralar a los negros en los ghettos y criminalizarlos dondequiera que vayan, así como militarizar la frontera y tratar a los latinos como presuntos "ilegales". Asimismo la "guerra contra la droga", con sus miles de registros indiscriminados, ha redoblado la represión contra los negros y latinos, además de perjudicar a muchos blancos.

Carl Dix, el vocero nacional del PCR, dice: "El sistema tiene un plan asesino y lo aplica a rajatabla. Con la misma seriedad, nos toca construir un movimiento que les deje saber que no permitiremos que la chota nos maltrate y asesine.... Juntos haremos realidad la peor pesadilla del sistema: que la indignación del pueblo se conecte con la conciencia y organización revolucionarias. Conste que es su peor pesadilla".


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